6. FUENTES Y LENGUAJES DE LA CATEQUESIS

1. Se conocen como fuentes de la catequesis los lugares donde es posible encontrar el contenido de la catequesis y, también, donde brota la acción misma de la catequesis. Así pues, ¿cuáles son esas fuentes? ¿el catecismo? ¿la Biblia? ¿la experiencia de cada día?

2. La Palabra de Dios es la fuente de toda acción eclesial y, por tanto, de toda catequesis: La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura (CT 27). Ello supone que la catequesis ha de estar impregnada por el pensamiento, el espíritu y actividades bíblicas y evangélicas a través de un contacto asiduo con los textos mismos, que se han de leer con la inteligencia y el corazón de la Iglesia (CT 27).

3. El hecho de que la Palabra de Dios sea la fuente de la catequesis significa: entregarse a la Palabra de Dios y apoyarse en ella y también, en segunda instancia, conocer cada vez mejor el sentido profundo de esa Palabra (CT 20). La catequesis inicia en la Palabra, no sólo en la Palabra dicha ya (recogida en la Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia), sino en la Palabra dicha hoy (en el fondo de los acontecimientos personales, sociales y eclesiales), lo que requiere una nueva interpretación de los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios (Medellín VIII, 5 y 6). De este modo, la catequesis vuelve a las fuentes y el catequista recupera su definición más antigua como el que instruye en la Palabra (Ga 6,6;CF 31).

4. En general, la dimensión actual de la Palabra es la que más fácilmente se escapa. En el Sínodo de 1985 se reconoce: quizá se descuidó demasiado (Relación final). Sin embargo, el hecho de que Dios siga hablando ha sido proclamado por el Concilio para nuestro tiempo: Dios, que habló en otro tiempo, sigue hablando con la esposa de su amado Hijo; y el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo, va conduciendo a los creyentes a toda la verdad, y hace que la Palabra de Dios resuene en ella abundantemente (DV 8). De una forma especial, Dios habla en la Escritura: En los Libros sagrados, el Padre que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos (DV 21).

5. En la tradición catecumenal de los primeros siglos, la preparación al bautismo comprendía también una enseñanza, que solía darse en la cuaresma y que incluía una explicación de la Escritura y un comentario del Credo o de los símbolos que en momentos cruciales recogieron en síntesis felices la fe de la Iglesia (CT 28).

6. Una expresión privilegiada de la Tradición viva de la Iglesia es el símbolo o los símbolos de la fe. Son una referencia segura para el contenido de la catequesis (CT 28). También lo es la liturgia y, más concretamente, la oración cristiana, el Padre nuestro.

Entre las expresiones de la Tradición viva está también el testimonio y el pensamiento de los Padres de la Iglesia y la historia misma de la Iglesia en la diversidad de sus vicisitudes y manifestaciones. Y en la Tradición también hay que valorar la importancia del Magisterio, cuya función es interpretar auténticamente la Palabra de Dios: no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio (DV 10;ver DGC 94-96).

7. La catequesis que se renueva vuelve a las fuentes y actualiza hoy la antigua entrega del Evangelio, del Símbolo y del Padre nuestro, puntos fundamentales de referencia en la tradición catecumenal de la Iglesia. La vuelta a las fuentes tiene, además, un valor ecuménico, pues remite a una situación original, donde aún no se habían producido las grandes rupturas que dividieron después a la cristiandad (ver DGC 86).

8. ¿En qué lenguajes se expresa la catequesis? El lenguaje, como medio de comunicación, tiene gran importancia en catequesis. En el fondo, son dos los problemas a resolver: por un lado, la catequesis ha de utilizar un lenguaje que sea expresión de la fe de la Iglesia; por otro, la catequesis ha de renovarse continuamente en la búsqueda de un lenguaje adaptado al hombre de hoy (ver CT 59 y 17;CC 140;DGC 208).

9. La catequesis inicia en el lenguaje propio de la fe: El primer lenguaje de la catequesis es la Escritura y el Símbolo...Las Escrituras permiten a los cristianos hablar un lenguaje común (MPD 9). No se puede aislar el Evangelio de su lenguaje. El Evangelio es un mensaje expresado en un lenguaje concreto: La comunidad de fe implica esencialmente comunidad en el lenguaje, al menos en un mínimo de lenguaje que guarde la comunidad en la fe (CC 143).

10. Al propio tiempo, se necesita un lenguaje adaptado al hombre de hoy: El lenguaje propio de la fe se dirige al hombre de hoy, que por fuerza ha de salir a su encuentro desde el lenguaje de su propio mundo, de su propia experiencia (CC 143). Dice el Concilio Vaticano II: Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la Palabra divina, a fin de que la verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada (GS 44;ver DGC 109).

11. Dentro de la gran variedad de materiales catequéticos, son particularmente adecuados aquellos que, dentro de una pedagogía inductiva, hacen que el grupo catequético se confronte directamente con los grandes textos de la fe (pasajes catequéticos, salmos, formulaciones conciliares...). La experiencia muestra la riqueza que implica esta confrontación (CC 148;ver DGC 150).

12. Veamos los diversos lenguajes con que anunciamos el mensaje y expresamos la fe. En primer lugar, destacamos el lenguaje verbal, que se hace por medio de palabras, y el lenguaje no verbal, que se hace por medio del cuerpo. El rostro, la mirada, los gestos y movimientos del cuerpo y de las manos, la postura, el contacto, las vocalizaciones no verbales...todo es lenguaje, que dice algo y puede ser interpretado.

13. Importancia especial tiene el lenguaje simbólico. Los símbolos son imágenes significativas. La experiencia cotidiana es el lugar donde se forman los símbolos. Los símbolos religiosos están enraizados en la totalidad de la experiencia humana (el agua, el viento, el aceite, el fuego, la luz, la fruta prohibida, la tormenta y la calma, el hacha en la raíz de los árboles, etc). El acceso al símbolo consiste esencialmente en la percepción de su significado para la experiencia humana.

14. Es fundamental (y está bastante olvidado) el lenguaje de los signos. En la experiencia bíblica, Dios habla por medio de signos (CC 116): una cosa, una persona, un acontecimiento, una situación, puede convertirse en signo o señal a través de la cual Dios nos habla. La catequesis ha de ayudar a discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios (GS 11;ver CC 119 y DGC 32).

15. En catequesis es muy importante el lenguaje de la experiencia. La catequesis ha de acoger lo que el hombre está viviendo, sus experiencias de mayor importancia, tanto personales como sociales, así como los interrogantes que surgen de tales situaciones (DCG 74;CC 113). La catequesis no debe quedar aislada de la vida: se refiere al sentido último de la existencia y la ilumina, ya para juzgarla, ya para inspirarla a la luz del Evangelio (CT 22). Además, la Palabra de Dios se hace vida y experiencia.

16. En nuestro tiempo, marcado por la civilización de la imagen (EN 42), el lenguaje audiovisual tiene gran importancia. Es un lenguaje eminentemente grupal y un lenguaje total, que no se reduce a la simple comunicación racional: está en consonancia con la condición comunitaria de la Iglesia y también con el ser del hombre al que la fe ha de interpelar en la totalidad de las dimensiones de su personalidad (CC 151).

* ¿Cuáles son las fuentes de nuestra catequesis?¿En qué lenguajes se expresa?