Hace unos años, el 20 de agosto del 93, recibí una llamada de Roma. Era Andrea Tornielli, de la revista 30 Giorni, de Comunión y Liberación. Estaban preparando un número dedicado a  Juan Pablo I,  con motivo del aniversario de su muerte. Me hizo algunas preguntas. Como se trataba de un tema delicado, le dije que me las mandara por escrito y le respondería del mismo modo. Casi nada se publicó de la entrevista que se me hizo, pero sirvió para que el Dr. Da Ros , médico personal del papa Juan Pablo I, hablara finalmente, rompiendo un  silencio que había durado quince años.

He aquí lo más importante de esa entrevista, que - además - resume la investigación realizada hasta ese momento sobre la muerte de Juan Pablo I.

P.- En su opinión, ¿hay circunstancias poco claras en la muerte del papa Luciani ?

R.- Efectivamente, las hay: un diagnóstico sin fundamento (infarto de miocardio agudo y, además, instantáneo), dado por médicos que no conocían a Luciani  como paciente, sin la realización de la autopsia (oficialmente no se hizo), estando Luciani bien de salud y no teniendo antecedentes coronarios; una información manipulada sobre el hallazgo del cadáver y las circunstancias de la muerte; el silencio impuesto a sor Vincenza y otras presiones ejercidas sobre instituciones y personas; un miedo generalizado a manifestarse sobre el tema; el carácter secreto de la autopsia (si se hizo); oscuras actividades financieras del IOR; distorsión de la figura de Juan Pablo I. ..

El papa Luciani  preparaba una profunda reforma del Vaticano, tenía un programa de cambios, había tomado ya decisiones importantes. Por ejemplo, revisar toda la estructura de la Curia, destituir al Presidente del IOR, reformar íntegramente el IOR (para que no se repitan experiencias dolorosas del pasado), tomar abierta posición (incluso delante de todos) frente a la masonería y la mafia.

Por otro lado, en septiembre del 78 se produce en el Vaticano una serie de hechos que requieren mayor explicación: la destitución de los hermanos Gusso , camareros pontificios, a pesar de la oposición del secretario Diego Lorenzi ; la instalación de timbres junto a la cama del papa en la mañana anterior a su muerte; la extraña anécdota de un médico que, algún día antes de morir, le dijo al papa: “Usted tiene el corazón destrozado” (el papa no le hizo ningún caso); la irrupción de un desconocido en los aposentos papales al que se deja pasar por un supuesto parecido con el Dr. Da Ros , que llegaba de Venecia; las amenazas de muerte que Luciani  recibe desde los primeros días de pontificado; la muerte repentina de Nikodim (metropolita de Leningrado), cuando hablaba con el papa, tras tomar una taza de café...

P.- ¿Cuáles eran efectivamente sus condiciones de salud?

R.- El papa Luciani  estaba bien de salud. Su muerte fue totalmente inesperada. Cuando Diego Lorenzi  le comunicó la noticia, su médico personal no se lo podía creer. El Dr. Da Ros  “le había visitado el domingo anterior y le había encontrado con muy buena salud”, dice el que fue secretario de Luciani.

Tengo, entre otros, un testimonio de Lorenzi , que responde así a la cuestión de si Luciani  estaba enfermo: “No, puedo decir que en los 26 meses que yo he estado con él, Luciani no ha pasado nunca 24 horas en cama, no ha pasado nunca una mañana o una tarde en cama, no ha tenido nunca un dolor de cabeza o una fiebre que le obligase a guardar cama, nunca. Gozaba de una buena salud; ningún problema de dieta, comía de todo cuanto le ponían delante, no conocía problemas de diabetes o de colesterol; tenía sólo la tensión un poco baja” [1] .

P.- ¿Qué piensa usted del libro - muy desacreditado también por impreciso en muchos pasajes- escrito por Yallop ?

R.- Aunque el libro tenga aspectos discutibles o imprecisos, Yallop  ha tenido el mérito de decir en 1984, tras casi tres años de seria investigación, que “si la muerte de Luciani  se produjo por causas naturales, entonces las subsecuentes acciones e instrucciones de Villot  resultan inexplicables”. Además, justo es reconocer que aspectos importantes de la investigación de Yallop se han confirmado después: la forma en que se encuentra el cadáver, la intimidación de sor Vincenza, las buenas condiciones de salud de Luciani, las decisiones adoptadas por Juan Pablo I en asuntos financieros (reforma del IOR, destitución de Marcinkus ), la responsabilidad del IOR en la quiebra del Banco Ambrosiano, las vinculaciones del IOR con miembros de la logia P2, la serie de asesinatos y atentados violentos con fines intimidatorios (relacionados, de uno u otro modo, con la logia P2)...

Según Yallop , había quienes “tenían mucho que perder” si Luciani  continuaba como papa. Y da nombres, pero sin responsabilizar a ninguno en concreto de la muerte del papa [2] .

P.- ¿Y qué piensa usted de las conclusiones a que ha llegado Cornwell ?

R.- Las conclusiones son lo peor del libro. Lo mejor, las entrevistas. En ellas hablan por fin personas que durante años habían callado. Sin embargo, el autor, cuya investigación ha durado un año, parece ignorar la biografía de Juan Pablo I.  Además, con todo el respaldo del Vaticano, no ha conseguido una información médica elemental sobre Albino Luciani  y, sin embargo, se permite afirmar que el papa “estaba enfermo de gravedad”. En las conclusiones se consuma la mayor distorsión de la figura de Juan Pablo I, el cual se habría dejado morir (abandonando la medicación) por no considerarse capacitado para ser papa [3] . Comprendo que semejante calumnia causara desolación en el Vaticano.

Me dijo por entonces Camilo Bassotto , amigo personal de Juan Pablo I y  autor del libro Il mio cuore è ancora a Venezia: “Hace unos días he hablado con el Dr. Da Ros . Obviamente, considera inconcebible y calumniosa la conclusión de Cornwell . Luciani  era muy cuidadoso y no abandonaba nunca el medicamento. Además sor Vincenza, que era enfermera, llevaba el control de la medicación” [4] .

P.- Usted ha escrito ya un libro sobre este argumento: ¿puede sintetizar cuál es su tesis fundamental?

R.- En primer lugar, cuando murió Juan Pablo I,  al mes de su elección, quedaron sin verdadera respuesta interrogantes tan fundamentales como éstos: ¿De qué murió? ¿En qué circunstancias? ¿Cuál fue realmente su figura? Además, la forma en que se halla el cadáver no responde al cuadro típico del infarto: todo está en orden, no ha habido lucha con la muerte. Tampoco hay sintomatología que lo delate. Según el Dr. Cabrera , del Instituto Nacional de Toxicología, “podría responder mejor a una muerte provocada por sustancia depresora y acaecida en profundo sueño” [5] .

En segundo lugar, sobre la base de que una prueba tan fundamental y decisiva como la autopsia no se hizo (o no se dijo que se hiciera), no obstante son muchos los datos, hechos e indicios que se entienden desde esta clave: muerte provocada en el momento oportuno. Si la muerte de Luciani  se produjo por causas naturales, entonces hay muchas cosas que resultan inexplicables. Si se produjo de forma provocada, entonces se entiende todo. Esto podría ser confirmado por una seria investigación judicial.

En tercer lugar, está la dimensión creyente, que asume, resume y trasciende todo lo anterior. El testimonio de Albino Luciani , papa Juan Pablo I,  es una brillante luz de nuestro tiempo que ha de colocarse no bajo el celemín, sino sobre el candelero, aunque con ello aparezcan desconchados y grietas de la casa. Todo lo que en su día se quiso enterrar con su cuerpo, está apareciendo de diversas formas ante la conciencia de la Iglesia y del mundo. Dios habla de muchas maneras. Si no se hace justicia a Juan Pablo I, así lo creemos, se pedirá cuenta.

P.- ¿Cuál es su hipótesis personal sobre los hechos que se desarrollaron aquella tarde en el Vaticano?

R.- Según Gennari , que fue profesor del Seminario Diocesano de Roma, a Juan Pablo I “ se le hizo la autopsia” y “por ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por su ex médico personal de Venecia” [6] . Puesto en contacto con Gennari en diciembre pasado, me confirmó lo anterior, afirmando además que “se lo dijo un ilustre prelado vaticano el mismo día de la muerte”.

En mi opinión, es muy posible que a Juan Pablo I s e le hiciera la autopsia. Ello concuerda con lo que dice Lorenzi  a Cornwell : “El primer día retiraron partes del cuerpo, posiblemente las vísceras, etc” [7] . Obviamente, esto se podría confirmar por la apertura de archivos secretos o por la exhumación del cadáver. Es también posible que muriera por la ingestión de un vasodilatador. Es una medicina contraindicada para quien tiene la tensión baja. Ello encajaría con la forma en que se halla el cadáver: no ha habido lucha con la muerte, como corresponde a una muerte provocada por sustancia depresora y acaecida en profundo sueño.

Sin embargo, no me puedo creer que el Dr. Da Ros , médico personal de Luciani , recetara por teléfono una medicina contraindicada. El podría desmentir algo que tan directamente le afecta.

Habla el Dr. Da Ros , médico de Luciani

Unos días después, el 1 de septiembre, me volvió a llamar Tornielli . Estaba especialmente interesado en la cuestión de si el Dr. Da Ros  había visitado a Juan Pablo I u nos días antes de morir. Le dije que diversas fuentes coincidían en ello, aunque -claro- nadie mejor que el propio doctor para precisar estos extremos. Pero el Dr. Da Ros llevaba quince años de silencio...

Al final, salió el número de 30 Giorni. Apenas se publicó nada de la entrevista que se me hizo: sólo el primer párrafo y no completo. Aparece mutilado. Por cierto, falta la referencia a aspectos muy importantes, como veremos después: las presiones ejercidas sobre instituciones y personas, el miedo generalizado a pronunciarse sobre el tema, el carácter secreto de la autopsia (si se hizo) y las oscuras actividades financieras del  IOR.

Sin embargo, el número presenta una aportación fundamental: después de 15 años, el Dr. Da Ros  rompe su silencio para decir, entre otras cosas, que el papa estaba bien y que aquella tarde no le prescribió absolutamente nada:  “Todo era normal. Sor Vincenza no me habló de problemas particulares. Me dijo que el papa había pasado la jornada como acostumbraba. Luego nos pusimos de acuerdo para la próxima visita, que era para el miércoles siguiente”. Y también: “Esta es otra de las falsedades que se han construido en torno a la muerte de Juan Pablo I.  Aquella tarde yo no le prescribí absolutamente nada, cinco días antes lo había visto y para mí estaba bien. Mi llamada fue rutinaria, nadie me llamó a mí” [8] .

Además, se me dijo confidencialmente [9] : 1) que Juan Pablo I p ensaba seguir con el Dr. Da Ros  como médico personal y pensaba incluirle en nómina dentro del Vaticano; 2) que el Dr. Da Ros fue ignorado como médico personal de Juan Pablo I por los médicos del Vaticano; 3) que ni siquiera quisieron conocer su historial clínico. Por tanto, con este extraño modo de proceder, se emitió el diagnóstico oficial sobre la muerte del papa Luciani .

En  junio del 98, en Roma, pude hablar con Giovanni Gennari , que ahora es periodista en el servicio de prensa de la RAI, la televisión italiana. Gennari conocía personalmente a Luciani  y era amigo de Germano Pattaro , teólogo veneciano que Juan Pablo I s e llevó a Roma como consejero.

Gennari  me confirmó lo publicado por él en 1987, o sea, que se le hizo la autopsia al papa Luciani  y que “por ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por su ex médico personal de Venecia”, que “el papa a las diez y media de la noche hizo abrir la farmacia vaticana”, que “el papa debió equivocarse y tomó una dosis altísima que le provocó un infarto fulminante” [10] . Le pregunté que si su fuente era fiable. Me dijo: “Para mí es totalmente fiable. Me llamó a las siete de la mañana un benedictino que trabajaba en la secretaría de Estado con Benelli ”. Benelli fue Sustituto de la Secretaría de Estado antes de ser enviado a Florencia como arzobispo y ser nombrado cardenal, en junio de 1977. Obviamente, había que consultar en el Anuario Pontificio quiénes trabajaban entonces en la Secretaría de Estado y, sobre todo, verificar si había algún benedictino.

Por lo demás, el que se hiciera una autopsia secreta concuerda con el testimonio de Diego Lorenzi , secretario del papa Luciani : “El primer día (los embalsamadores) retiraron partes del cuerpo, posiblemente las vísceras, etc” [11] .

El Dr. Da Ros  no recetó nada

Nunca he creído, le dije a Gennari , que el médico personal de Juan Pablo I,  el Dr. Da Ros , le recetara una medicina contraindicada. Le dije también que el Dr. Da Ros se había manifestado al respecto en septiembre del 93: el papa estaba bien y aquella tarde él no recetó nada.

Comenté estas cosas con Marco Melega , conocido profesional de la televisión italiana, que preparaba por entonces un programa sobre Juan Pablo I [12] . Utilizó como base mi libro Se pedirá cuenta. Lo tenía totalmente subrayado. Me hizo una entrevista al respecto y me dijo que Gennari, a quien había entrevistado recientemente, valoraba especialmente mi libro. En él, como es sabido, no comparto la idea de que “el papa debió equivocarse”, hablo de muerte provocada en el momento oportuno.

Lo digo porque resulta significativo. También Camilo Bassotto, amigo personal de Juan Pablo I y testigo principal de la fuente veneciana sobre el papa desaparecido, valora especialmente mi libro. Me escribe en Navidad de 1990: “He leído tu libro. En estos días quiero volverlo a leer y después te diré lo que pienso. Te puedo decir ya que me gusta, que se lee con interés y pasión. Tiene un ritmo interior que cautiva. Está planteado con rigurosa lógica en el desarrollo secuencial de las preguntas. Es clara la exposición, fácil la comprensión. Querido Jesús, mereces un ¡bravo! Te felicito. Tus preguntas son aquellas que se han hecho tantas y tantas personas en todo el mundo. Yo estoy seguro que un día se deberá responder”.

En Roma pude hablar también, en la Farmacia Vaticana, con un hermano de San Juan de Dios, José Luis Martinez Gil. Me dijo lo mismo que el hermano Fabián  dijo a Cornwell : “De la Farmacia no salió nada en todo el mes para Juan Pablo I” . Me dijo también: “El libro de la Farmacia no se puede ver, sin un permiso especial de la Secretaría de Estado”. Mi interlocutor lo había visto y me podía confirmar la información dada por el hermano Fabián [13] .

Como en otros viajes, me acompañó un matrimonio de la comunidad [14] . Para que lo conocieran, nos acercamos al Colegio Español, donde residí del 65 al 69 y donde fui ordenado sacerdote. Saludamos al actual rector, Lope Rubio , que nos atendió amablemente. Estando allí nosotros (ciertamente, llama la atención) apareció un momento para despedirse del rector el actual obispo de Tarazona, Carmelo Borobia , que (¡además!) aparece en el Anuario Pontificio de 1977 (también en 1978), que consultamos a continuación en la Biblioteca del Colegio. Borobia trabajaba entonces en la Secretaría de Estado.

En la misma página que Borobia [15] aparece un benedictino (olivetano), el único benedictino que figura dentro del personal de la Secretaría de Estado: se llama Giuliano  Palmerini . No sé si  después de tantos años, alguno de los dos sabrá o querrá decir algo. Aún están a tiempo. Lo publiqué en un artículo que dio la vuelta al mundo [16] . No se dieron por aludidos.

Con todo ello, a mi modo de ver, se refuerza la hipótesis de que efectivamente se le hiciera la autopsia a Juan Pablo I y  de que, según la misma, muriera por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador. Ahora bien, si - como creemos - su médico personal no recetó nada aquella tarde y la farmacia vaticana no despachó nada, no se puede explicar todo por un error, como afirma Gennari . Hay que pensar en una acción criminal. Como me dijo el Dr. Cabrera , del Instituto Nacional de Toxicología: “Los vasodilatadores producen hipotensión. ¿Cómo se le pudo dar un vasodilatador a un hipotenso, como Luciani . Si se le dio un vasodilatador, no me cabe duda, eso es una acción criminal” [17] . Además, ello encaja bien con la forma en que sor Vincenza, la monja que atendía a Juan Pablo I, halló al cadáver: no hubo lucha con la muerte, todo estaba en orden. Dijo también el Dr. Cabrera: “El cuadro encontrado podría responder mejor a una muerte provocada por sustancia depresora y acaecida en profundo sueño” [18]

La revista alemana Der Spiegel, con fecha 10 de noviembre de 1997, dice en un artículo que lleva por título “Cantidad letal”: “La fiscalía de Roma ha ordenado ahora una nueva investigación sobre aquel misterioso caso de muerte. No es la primera vez que los fiscales investigan sobre el caso del papa Luciani. Ahora un testigo misterioso sostiene que hace años llegó a saber por un conocido detalles que se refieren al homicidio del popular pastor de la Iglesia. Que el hombre sólo ahora se haya hecho vivo en los palacios de justicia probablemente tiene que ver con una serie de artículos aparecidos en el periódico La Padania... El fiscal Pietro Saviotti , que ha reabierto el caso de la muerte del papa en 1978, no quiere decir nada sobre las declaraciones del misterioso testigo: Sería demasiado pronto” [19] .

Camilo Bassotto me dio hace años la siguiente versión, antes de que - en agosto del 88 - el obispo John Magee  reconociera públicamente que no fue él, sino una monja quien encontró el cadáver: “Hablé en dos ocasiones con sor Vincenza. La primera, con la provincial delante. La segunda, a solas. En esta ocasión, sor Vincenza se echó a llorar. Yo no sabía qué hacer. Sor Vincenza me dijo que la Secretaría de Estado le había intimidado a no decir nada, pero que el mundo debía conocer la verdad. Ella se consideraba liberada de tal imposición en el momento de su muerte (acaecida en 1983). Entonces podría darse a conocer. Según sor Vincenza, el papa estaba sentado en la cama, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada hacia la derecha y una pierna estirada sobre la cama. Iniciaba una leve sonrisa. La frente la tenía tibia. Cuando Diego Lorenzi , sor Vincenza y otra religiosa fueron a lavar el cadáver, al volverle, tenía la espalda también tibia. El papa pudo morir entre la una y las dos de la mañana” [20] .

¿Y qué tenía en las manos? Don Germano Pattaro , ilustre sacerdote veneciano, llamado por Luciani  a Roma como consejero, dijo lo siguiente: “Los apuntes que Luciani, muerto, tenía en la mano, eran unas notas sobre la conversación de dos horas que el papa había tenido con el Secretario de Estado Villot  la tarde anterior (por tanto, no la Imitación de Cristo ni la serie de otras cosas, apuntes, homilías, discursos, etc., indicados por Radio Vaticano: demasiadas cosas para poder ser tenidas entre dos dedos)” [21] . La conversación con Villot había tratado sobre los cambios importantes que el papa Luciani pensaba introducir. En efecto, según Gennari , “el papa Luciani, aquella tarde, estaba a punto de realizar un nuevo organigrama al vértice del Vaticano y de la Iglesia italiana: dimisión de Villot y del arzobispo de Milán Colombo ; traslado a Milán de Casaroli  (... ); Benelli  nuevo Secretario de Estado; Poletti  a Florencia y Felici  nuevo Vicario de Roma”. El papa Luciani presentó el nuevo organigrama a Villot, el cual le dijo: “Usted es el papa. Es libre para decidir y yo obedeceré. Pero sepa que estos cambios supondrían una traición a la herencia recibida de Pablo VI ” [22] . Respondió Luciani: “Ningún papa gobierna a perpetuidad”.

La cuñada de Luciani , Antonia , me dijo en agosto del 89, mientras compartíamos algunas quejas y otras coincidencias: “En realidad, nosotros no sabemos cómo ha muerto. Y a veces tenemos pensamientos extraños”.

Se ha publicado recientemente que, en 1998, el Vaticano analizó con escáner el cadáver del papa Celestino V , muerto misteriosamente en 1296. En el cráneo se detectó un clavo, lo que levantó la sospecha de que el papa, austero fraile (también benedictino) partidario de que la Santa Sede adoptara un estilo de vida pobre, pudiera haber sido asesinado. Sorprende que se haga esto con un papa del siglo XIII mientras una pesada losa de silencio sepulta el misterio de qué es lo que realmente sucedió con Juan Pablo I . El cardenal brasileño Aloisio Lorscheider  ha tenido la valentía de romper el silencio oficial: “Las sospechas siguen en nuestro corazón como una sombra amarga, como una pregunta a la que no se ha dado respuesta” [23] .

Llama la atención que Wojtyla en 1967, una vez nombrado cardenal, encargara a una comisión de expertos en medicina forense investigar la manera exacta en que se produjo la muerte de San Estanislao. Al fin y al cabo, Wojtyla se consideraba sucesor del santo mártir, como obispo de Cracovia, y le debía la verdad histórica [24] . Pero no ha hecho lo mismo con Juan Pablo I, su predecesor inmediato como papa.



[1] Testimonio entregado al autor por Camilo Bassotto, testigo princdipal de la fuente veneciana sobre el papa Luciani.

[2] Ver YALLOP, D., In Good’s name, Corgi Books, Londres, 1985, 307, 314, 27 y 441. Traducción española: En nombre de Dios, Ed. Planeta, Barcelona, 1984.

[3] Ver J. CORNWELL, A Thief in the Night. The Dead of Pope John Paul I, Viking, London, 1989, 262 y 265. Traducción española: Como un ladrón en la noche.La muerte del papa Juan Pablo I, Ed. El País/Aguilar, Madrid, 1989.

[4] Ver mi libro Se pedirá cuenta, 58.

[5] Ib., 34; ver p. 56.

[6] Ver El País, 25-10-1987. Desde el principio, hubo una corriente de opinión, según la cual se hizo la autopsia, pero en secreto. Ver S. DE ANDREIS-M. LEONE, Juan Pablo Wojtyla . Crónica insólita de un papa, Ed. Laia/Paperback, Barcelona, 1980, 160.

[7] Ver CORNWELL, 80.

[8] Ver A.TORNIELLI, Las nueve. El papa está bien, en 30 Giorni 72 (1993), 53-54. En cuanto al supuesto dolor en el pecho del papa Luciani en la tarde del 28 de septiembre, es preciso decir: 1) la versión dada por los secretarios es tardía (Lorenzi en 1987, Magee en 1989); 2) no se ponen de acuerdo en cuanto al momento (Magee a las 5’30, Lorenzi a las 7’45); 3) aunque se le pide, Magee no corrobora la versión de Lorenzi, cambia de conversación (CORNWELL 198, 190, 209). Se comprende que Yallop hable al respecto de “pura fantasía” (RAI 2, Giallo, 2-10-1987) y Camilo de “invento” (comunicado al autor).

[9] Confiado al autor por Camilo Bassoto.

[10] Ver El País, 25-10-1987.

[11] CORNWELL, 80.

[12] Se trata del programa de la RAI 2, Mixer,14-3-1994.

[13] Ver CORNWELL, 249.

[14] Carlos y Carolina.

[15] Ver Anuario Pontificio 1977, p. 989.

[16] El artículo se titula: ¿Fue asesinado Juan Pablo I?, en El Mundo, 27-9-1998.

[17] Ver mi libro Se pedirá cuenta, 56.

[18] Ib., 34.

[19] Ver Luigi INCITTI , L’immolato Giovanni Paolo I, 129-132.

[20] Se pedirá cuenta, 28.

[21] Ib., 35.

[22] GENNARI, G., Rivelato il problema che angosciò Luciani poco prima della morte, en Il Giornale Nuovo, 18-10-1981.

[23] Ver El Mundo, 8-8-1998.

[24] SZULC,T., El papa Juan Pablo II, Ed. Martinez Roca, Barcelona, 1995, 36.