10. UN ENIGMA MAS

 

Ciertamente, no pensaba estar allí. Por diversos motivos, mi proyectado viaje a Roma, que en principio iba a ser en octubre del 97, se había ido aplazando. El caso es que en junio del 98 me encontraba allí, un mes después de la masacre, hablando con uno de los primeros testigos. Sin pretenderlo, se me ponía delante un enigma más del pontificado de Wojtyla .

 

Masacre en el Vaticano

El 4 de mayo del 98, poco después de las nueve de la noche, en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia suiza, aparecen tres muertos encharcados en sangre: el comandante Alois Estermann , su mujer Gladys Meza  y el vicecabo Cédric Tornay . El macabro hallazgo lo hace una religiosa que vive en el piso inferior. Su identidad no se da a conocer.

Joaquín Navarro Valls  (portavoz vaticano), Giovanni Battista Re  (sustituto de la Secretaría de Estado) y Pedro López Quintana  (asesor para asuntos generales) aparecen en el lugar del suceso. Por el apartamento van y vienen prelados, funcionarios y guardias. Llegan también tres dirigentes del Cuerpo de Vigilancia (la policía del Estado vaticano): el inspector Camilo Cibin , el primer superintendente Raúl Bonarelli , y otro.

La confusión es enorme: “Alguien ya se ha encargado de hacer desaparecer cuatro vasitos posados sobre una mesita, y alguien más ha trajinado en torno a los cadáveres. Llega un funcionario del Governatorato [1] con una Polaroid y fotografía la escena, pero esas fotos desaparecerán y serán sustituidas por otras sacadas más tarde por un fotógrafo de L’Osservatore Romano (estas últimas serán las oficiales, en las actas de  la investigación vaticana)” [2] .

La policía italiana ni siquiera es informada del suceso: “Del Vaticano no ha llegado al gobierno italiano ninguna petición de colaboración”, dice el 6 de mayo el ministro del Interior Giorgio Napolitano [3] .Un policía italiano manifiesta: “¿Por qué no hemos intervenido? Allí dentro se ha armado un lío tremendo, han sucedido cosas extrañas, digamos particulares... Los colegas del Inspectorado vaticano (destacamento de la policía italiana en el Vaticano) se han enterado inmediatamente del triple homicidio, pero una vez llegados al lugar del suceso han sido invitados a quitarse de en medio. Es la primera vez que nos tratan así. Mucha prisa, demasiado nerviosismo, un vaivén de gente extraña jamás vista antes. Ni siquiera nos han dado las gracias. La cosa apesta” [4] .     

 

Versión demasiado perfecta

Poco después de la medianoche, el portavoz vaticano informa en su comunicado: “ Los cadáveres han sido encontrados poco después de las 21 horas por una inquilina del apartamento contiguo, alertada por fuertes ruidos. Un primer reconocimiento superficial permite afirmar que los tres han muerto  por disparos de arma de fuego. Bajo el cuerpo del vicecabo se ha encontrado el arma reglamentaria del mismo. Las investigaciones están dirigidas por el juez único de la Ciudad del Vaticano, abogado Gianluigi Marrone, el cual ha dispuesto la inmediata práctica de la autopsia, que será llevada a cabo mañana por la mañana, en el Estado de la Ciudad del Vaticano, por los profesores Piero Fucci  y Giovanni Arcudi , asesores médico-forenses de la dirección de los Servicios Sanitarios del Vaticano. Los datos hasta ahora existentes permiten suponer un arrebato de locura del vicecabo Tornay”.

Según el portavoz, el vicecabo Tornay , hacia las 21 horas, se habría presentado en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia suiza y “en un momento de locura” habría matado con la pistola de ordenanza al matrimonio Estermann , después se habría suicidado: “el Vaticano tiene la certeza moral de que los hechos se han desarrollado así”.

Por tanto, antes de que se hiciera la autopsia, antes de que se completara la necesaria investigación sobre el lugar del suceso, antes de que se realizaran las necesarias pruebas periciales, antes de recoger los pertinentes testimonios, el portavoz vaticano difunde una “verdad”, basada en una “certeza moral”, que condena al vicecabo ya desde el comienzo. 

El capellán del Cuerpo Alois Jehle, que ha asumido la función de comandante, reúne a las siete a toda la Guardia Suiza en el patio de armas y repite la versión oficial de los hechos. Finalmente les ordena prestar un especial juramento: no deberán contar nada que pueda poner en dificultad al Cuerpo ni a la autoridad judicial vaticana [5] .

Poco después, en conferencia de prensa, el portavoz vaticano descarta cualquier trama sentimental: “Ha sido un gesto de locura, un imprevisto arrebato del vicecabo Tornay ”. El portavoz dice que los tres cuerpos “estaban vestidos”, pero no precisa cómo; habla de choques por razones disciplinares del joven suboficial con el coronel Estermann , presenta a Tornay como un soldado rebelde dedicado a “sistemáticas infracciones disciplinares”, hasta el punto de que “el 12 de febrero pasado el coronel le mandó una carta de amonestación, corrigiéndole de modo cortés pero firme: Tornay una noche no había vuelto al cuartel”.

El portavoz habla también de una medalla que Estermann le habría negado a Tornay  y de una “carta de despedida” que hacia las 19’30 (hora y media antes del delito) Tornay habría entregado a un compañero. La carta ha sido entregada al juez Marrone, el cual a su vez la entregará a los padres del joven.

Así pues, la versión oficial no ha esperado a los informes de la autopsia: “Los datos de la autopsia no cambiarán esta explicación, que es mucho más que una hipótesis”, dijo el portavoz [6] .

Corrado Augias , en el diario italiano La Repubblica, comenta que la versión del portavoz vaticano es “demasiado perfecta”: “Demasiado esmeradas sus respuestas, demasiado rápidas, demasiado completas, demasiado unívoco el cuadro que dejan emerger. Cédric mata a los esposos Estermann  y luego, víctima de su propio impulso, vuelve el arma contra sí mismo. Al caer esconde con el cuerpo la pistola; basta girar el cadáver para tener la prueba inatacable de que los hechos se han desarrollado exactamente de ese modo: un doble homicidio seguido de suicidio. Puede incluso que ésta sea la verdad, pero de momento queda la sospecha de que se trate de una reconstrucción demasiado perfecta. En tantos suicidios el arma es encontrada incluso a varios metros de distancia del cadáver porque los movimientos descompuestos de un hombre que acaba de matar y que se va a matar dan lugar a reacciones incontroladas, bien conocidas por los investigadores; tanto más si ese hombre es presa de un arrebato de locura” [7] .

“Hay otro elemento que no encaja”, dice Francesco Grignetti  en el diario italiano La Stampa: “¿Por qué el cabo asesino habría matado también a la mujer del coronel? Uno que tiene la intención de matarse no se preocupa de los testigos” [8] .

Además, todo se desarrolla en pocos segundos, se comenta también: “Quiere decir que ha disparado una persona (¿o más?) muy experta en matar. Es difícil, condenadamente difícil, matar y matarse con tan fulmínea precisión, sin que ninguno quede herido agonizando sobre el pavimento, arrastrándose hacia un teléfono, pero qué: los tres fríos y secos al instante, como en una fotografía” [9] .

El 6 de mayo el antiguo comandante de la Guardia Suiza, coronel Roland Buchs , llamado urgentemente por el Vaticano, asume interinamente (hasta el 30 de julio) el mando del Cuerpo. Por  orden suya, esa misma mañana “los tres féretros fueron colocados uno junto a otro” en la pequeña iglesia de San Martín y San Sebastián, lo que parece “un desafío a la Secretaría de Estado”.

El 8 de mayo, el coronel Buchs firma un comunicado (en tres lenguas) en el que expresa implícitas reservas sobre la versión oficial: “El hecho que ha provocado este gran horror sigue siendo misterioso. Sólo Dios conoce la respuesta a nuestras preguntas”. El portavoz vaticano rechaza difundir el comunicado del coronel , lo que es interpretado como una orden precisa de la Secretaría de Estado [10] .

 

Resultados de la autopsia

El 6 de mayo, por la tarde,  el portavoz vaticano da a conocer los “resultados de la autopsia”:

“El cuerpo del comandante Estermann  presentaba heridas de arma de fuego provocadas por dos proyectiles. Uno ha penetrado en la cara - pómulo izquierdo - interesando la columna vertical y la médula espinal. El otro ha penetrado en la región deltoidea izquierda y ha salido por la espalda izquierda para entrar de nuevo en el cuerpo sobre el lado lateral izquierdo del cuello, con decurso hacia la derecha, y penetrar en el canal medular a nivel de las primeras vértebras, cortando el canal medular y los tejidos cerebrales. El cuerpo de la señora Gladys Meza  presentaba un único orificio en la espalda izquierda, en dirección hacia la derecha, por un proyectil que ha alcanzado la columna vertebral. El cuerpo del vicecabo Cédric Tornay  presentaba un agujero de salida en la parte inferior del hueso occipital, por un disparo que ha penetrado por la boca. Están en curso ulteriores comprobaciones tanto instrumentales como de laboratorio”.

El comunicado de la autopsia suscita perplejidad y desconcierto. No hay ninguna certeza de que el arma del vicecabo haya sido el arma del triple delito, ni de que haya sido Tornay  quien haya realizado los disparos homicidas. Dada la potencia del arma, un arma de guerra “Sig 75”, es bastante improbable que tras el disparo suicida el cuerpo del vicecabo pueda haber caído hacia delante, quedando el arma bajo el cuerpo. Además ¿por qué razón el ejército del papa ha permanecido sin comandante durante meses (hecho nunca acaecido antes en la historia del Cuerpo), y pocas horas después del disputado nombramiento el oficial designado ha sido asesinado? [11] .

Ante los fieles reunidos en la plaza de San Pedro  el papa lee un texto que le ha preparado la Secretaría de Estado. Pide al Señor que acoja junto a Sí las almas de los esposos Estermann. P ara Cédric Tornay , “que ahora se encuentra ante el juicio de Dios”, pide misericordia.

 

Carta de despedida

En la tarde del 7 de mayo la madre de Cédric , Muguette Baudat , recibe del juez vaticano la carta que el vicecabo habría entregado a un compañero menos de dos horas antes de la masacre. El texto original de la presunta carta, manuscrito en francés, incluye lugar y fecha, pero no tiene firma. Sin embargo, en el curso de la mañana alguien del Vaticano hace llegar a varios periodistas italianos el texto escrito a máquina en francés: tiene firma, pero no incluye lugar ni fecha.

La señora Baudat comenta: “Para mí esta no es la carta de uno que va a matar, ni de uno que se mata: es la carta de uno que va a hacer algo grave. Por lo demás, es una carta muy extraña. Por ejemplo, Cédric nombra a sus hermanas Sara y Melinda , pero no a sus hermanos, Iván de 12 años y Joel  de 10, que son hijos nacidos del segundo matrimonio con mi ex marido. Cédric los quería mucho, pero en la carta no los nombra. ¿Por qué? Quizá porque en el Vaticano se ignoraba que Cédric tuviera también dos hermanos”.

Además, “tras mi divorcio, Cédric me dirigía sus cartas indicando mi apellido de soltera, Baudat . Sin embargo, en este sobre está escrito el apellido de mi segundo marido, el apellido con el que soy conocida en el Vaticano. ¿Por qué?”.

“La escritura parece la de Cédric, pero hay diferencias. Haré analizar esta carta por la policía científica suiza, pero digo desde ahora que hay diferencias... Estas no son las palabras que habría usado mi hijo. Los errores de gramática son los suyos, esos los reconozco. Pero hay un grave error de cálculo, que Cédric nunca habría cometido: escribe ‘después de 3 años, 6 meses y 6 días’; Cédric se había enrolado el 1 de diciembre de 1994, el 4 de mayo habían pasado sólo 3 años, 5 meses y 3 días... Quizá la carta había sido escrita para algo que debía suceder más tarde, el 7 de junio, y la fecha del 4 de mayo ha sido puesta en un segundo momento” [12] .

El vicecabo Tornay  pensaba dejar en  junio la Guardia pontificia, pues había encontrado un trabajo en Suiza. El sábado 9 de mayo el juez entrega la instrucción al Promotor de justicia del Vaticano, Nicola Piccardi .

 

Lucha de poder

La curia vaticana presenta la masacre como una locura, de la que se debe tomar nota para una oportuna reforma del Cuerpo:

-         “Será oportuno tal vez revisar algunas cosas, quizá en la preparación de los guardias, pero sin correr el riesgo de que el Cuerpo pierda su antigua pátina y sus características históricas” (cardenal Virgilio Noé ).

-         “Cada transformación necesita su tiempo” (cardenal Pío Laghi ).

-         “Quizá habrá que pensar en nuevas formas de instrucción y preparación de acuerdo con los tiempos, pero sin olvidar nunca el papel histórico de la Guardia Suiza pontificia” (cardenal Pietro Palazzini).

-         “Los cambios se tienen que hacer con delicadeza” (cardenal Paul Augustin Mayer ).

Según el colectivo “Discípulos de la verdad”, son suaves palabras que ocultan una sorda lucha de poder por el control de la Guardia pontificia: “La facción del Opus Dei quiere hacerse con esta área de poder vaticano, en cuanto que tenía - y tiene - la intención de transformar la Guardia Suiza pontificia en un selecto Cuerpo de elite. Sin embargo, el clan masónico, que controla (y utiliza a su gusto mediante el ‘núcleo especial’ interno) el Cuerpo de la Vigilancia, pretende desmantelar la Guardia Suiza, también para anular el plan del Opus Dei”.

Estermann  era el candidato del Opus para dirigir la Guardia Suiza. El nuevo comandante pretendía, a su vez, “liquidar el enorme poder acumulado en pocos años por el Cuerpo de Vigilancia y acabar con el control que éste ejerce sobre la Guardia Suiza, quitando así a la antigua Gendarmería toda competencia en materia de seguridad” [13] .

Es público y notorio que el Opus Dei “está desde hace años empeñado en una oculta misión: la de hacerse con el control de todos los mecanismos de poder de la Iglesia de Roma. Es una escalada al poder que empezó con la llegada al trono de Pedro del papa Wojtyla , y que se aceleró después del atentado sufrido por el Santo Padre el 13 de mayo de 1981” [14] .

Dice un funcionario de la embajada de Venezuela, en la que trabajaba Gladys Meza : “Gladys sufría mucho por todos los obstáculos con que tropezaba el nombramiento de su marido como comandante de la Guardia Suiza” [15] .

Según una fuente que ocupa un alto puesto entre los jesuitas, “Estermann  y su esposa eran miembros del Opus Dei, como el español Navarro Valls . Entraron hace diez años con el fin de facilitar su promoción, según se afirma. Ambos poseían diplomas de teología y pertenecían a los grupos especiales de oración de la organización. El comandante de la Guardia suiza sabe quién va y quién viene en la Ciudad del Vaticano; sabe quién asiste a las reuniones; tiene acceso exclusivo a gran cantidad de información secreta sobre los cardenales, su estado de salud, los rumores sobre su vidas privadas. Una extraordinaria afirmación que circula entre los vaticanólogos más veteranos pero a la que no conviene dar demasiado crédito es que Estermann tenía poder suficiente para inclinar el resultado de la elección de un nuevo papa hacia el candidato preferido del Opus Dei, que es de extrema derecha. Por eso fue eliminado, en una muerte arreglada para parecer una venganza particular” [16] .

Nombrado el 2 de junio de 1998, el coronel Pius Segmüller  asumió el mando efectivo de la Guardia el 1 de agosto. En marzo de 1999, se ha creado un “Comité de seguridad”, una especie de servicio secreto vaticano concebido e impuesto por el grupo presuntamente masónico, para “coordinar mejor y hacer más eficaces las actividades relativas a la seguridad y prevención” [17] .

 

Poder oculto

La penetración masónica en el Vaticano comenzó a principio de los años setenta, bajo el pontificado de Pablo VI , y fue consolidada con las tramas financieras tendidas por el obispo norteamericano Paul Casimir Marcinkus  (presidente del IOR, el banco vaticano) y por los banqueros Michele Sindona  y Roberto Calvi , ambos afiliados a la logia masónica P2. Un papel importante lo tuvo el financiero Umberto Ortolani , amigo personal de Pablo VI y segundo de a bordo de la logia P2.

“Con  la llegada al Trono de Pedro del papa Luciani , en el verano de 1978, la confraternidad masónica ya ramificada en la Curia romana corrió el riesgo de ser descubierta y derrotada. Pero la imprevista y misteriosa muerte del Pontífice, y la elección del papa Wojtyla , el cual confirmó a monseñor Marcinkus  al frente de las finanzas vaticanas a pesar del colosal escándalo IOR-Ambrosiano, permitió a la masonería eclesiástica mantener y aumentar el propio poder. Hoy la ‘Logia vaticana’ ramificada en el Palacio de la Iglesia es una hermandad de poder a la que se adhieren también cardenales, obispos, prelados y laicos totalmente extraños a la obediencia masónica propiamente dicha. De hecho, se ha transformado en una sociedad oculta que se opone al integrismo oscurantista y a las aspiraciones hegemónicas del Opus Dei, y que - en un equilibrio entre conservación y modernidad - se propone sobre todo controlar y gestionar el enorme poder político y financiero del Vaticano. Protegida por el secreto tanto como la del Opus, resulta difícil individuar con certeza los miembros que la componen” [18] .

 

La escalada de Estermann

La escalada del Opus comienza con el pontificado de Wojtyla  y se acelera tras el atentado sufrido por el papa el 13 de mayo de 1981: “Desde entonces, la penetración del Opus Dei en el palacio apostólico de la Iglesia ha sido inexorable, se ha perseguido a toda costa y por cualquier medio y sólo la ha frenado el otro destacado y viejo clan del poder oculto en el Vaticano: el de la masonería” [19] .

Alois Estermann  era el candidato del Opus destinado a controlar la Guardia Suiza: “Durante muchos meses, intrigando en el seno de la Secretaría de Estado, el clan masónico había paralizado su candidatura, precisamente para impedir que el ejército pontificio acabara bajo el control del Opus Dei y se potenciara su función” [20] .

El 1 de julio de 1980 Estermann , con 25 años, fue nombrado capitán de la Guardia suiza: por primera vez en la historia un joven soldado entraba directamente en el Cuerpo con el grado de oficial.

El 13 de mayo de 1981, día del atentado contra el papa, Estermann  estaba a una cierta distancia. No hizo de escudo con su cuerpo, como se ha dicho: “Una falsedad absoluta, alimentada por una fotografía hábilmente distribuida (Estermann cerca del papa herido), que será fundamental para la futura carrera del militar”.

El 27 de octubre de 1982 la Sala de Prensa del Vaticano informó que el capitán Estermann  había sido elegido para escoltar al papa durante su visita pastoral a España (31 octubre-9 noviembre) con la función de garantizar la seguridad: “Una promoción sorprendente y sin precedentes en la historia del Cuerpo: Estermann había ingresado hacía apenas dos años y ya se le encomendaba una tarea de semejante prestigio y responsabilidad”.

En abril de 1983 Estermann  fue ascendido y se convirtió de hecho en el tercero en la línea de mando de la Guardia Suiza. Un ascenso inaudito, considerando que Estermann había ingresado en el Cuerpo apenas tres años antes. Y un ascenso inesperado, teniendo en cuenta que, por regla general, a ese grado “sólo podían acceder los oficiales casados, y Estermann era soltero” [21] .

El 30 de julio de 1989 Estermann  fue ascendido a teniente coronel y se le nombró responsable administrativo y económico del Cuerpo: tenía más poder e influencia que el propio comandante Buchs . Estermann siguió escoltando al papa en sus viajes, encargándose del servicio de seguridad junto con el inspector general del Cuerpo de Vigilancia, Camilo Cibin : “Las relaciones entre la Guardia Suiza y la Vigilancia vaticana no eran buenas y las que reinaban entre Estermann y Cibin eran glaciales. Problemas de carácter, pero, sobre todo, rivalidades de poder”, “una  guerra que en el campo de batalla verá enfrentarse a los dos acérrimos enemigos: Estermann en representación del ejército pontificio y el nuevo hombre fuerte de la Vigilancia Raúl Bonarelli [22] .

 

La madre de Cédric

Un mes después del crimen, la madre de Cédric , señora Baudat, afirma en una entrevista concedida al semanario italiano Panorama [23] que son muchos los misterios y las mentiras del Vaticano: “Primero, para explicar los homicidios, hablaron de los muchos castigos sufridos por Cédric y de la medalla denegada. Ahora han cambiado la versión y dicen que fue el cansancio, el estrés. Pero aquel día él estaba muy tranquilo y nada cansado. El capellán de la Guardia me dijo que aquella tarde se había cruzado con Cédric y que lo había visto muy furioso contra Estermann . Después supe por los amigos de mi hijo que eso no era cierto. Me mintieron desde el principio. En un primer momento, desde el Vaticano me dijeron que no fuera a Roma: no podía ver a Cédric pues su aspecto era terrible por el disparo en la cabeza. Luego, ante mi insistencia, objetaron que en Roma hacía calor y que el cuerpo estaba en proceso de descomposición. ¿No tienen ustedes cámaras frigoríficas en sus mortuorios?, les grité. Entonces intentaron bloquearme diciendo que los hoteles estaban llenos. Un comportamiento extraño y muy poco religioso para con una madre”.

-         Usted dice que Cédric el 4 de mayo no estaba alterado. ¿Cómo puede afirmarlo?

-         Aquella mañana habíamos hablado por teléfono, desde las 12’35 hasta las 13. Cédric estaba feliz. Decía haber encontrado trabajo en Suiza, un puesto en un banco. Pensaba regresar en junio. Me dijo: Estoy contento porque desde París viene el padre Iván y trae buenas noticias.

-         ¿Quién es el padre Iván?

-         No lo había oído nombrar antes, ignoro su apellido. Lo vi por primera vez el 6 de mayo en la capilla ardiente en el Vaticano. Yo estaba con mi amiga Cathy . El estaba sentado junto al féretro de Cédric, lloraba y se lamentaba. Me indicaron que era su padre espiritual. Entonces me acerqué con Cathy. El padre lloraba inconteniblemente. Paradójicamente, intenté consolarlo yo. Decía que todo era culpa suya, que aquella tarde debía haber estado allí para impedir que Cédric hiciera lo que hizo. Después, sin dejar de llorar, dijo levantando la voz: ¡Lo han asesinado, lo han asesinado!.

-         ¿Asesinado? ¿Y usted qué hizo?

-         Le pregunté: ¿Quién, quién lo ha asesinado? Pero estaba turbado, no respondía. Intenté sacudirlo, pero no conseguí nada. En aquel momento fue más fuerte que yo: me encontraba mal y me aparté. Nos citamos en los locales de la Guardia.

-         ¿Y qué sucedió?

-         Unas horas después nos vimos de nuevo en presencia de Cathy . El cura insistía en decir que habían matado a Cédric. Decía que tenía las pruebas en una cartera que no quería soltar. Decía que estaba en peligro, que tenía que protegerse para protegernos también a nosotros.

El cura en cuestión, dice la señora Muguette, “es francés, sobre los 35 años, lleva sotana, puede que sea un tradicionalista”.

-         ¿Qué contenía su cartera negra?

-         No tengo ni idea, pero desde entonces no he dejado de atar cabos y recordar detalles. Recuerdo lo que mi hijo me dijo en otoño: Estoy haciendo con dos amigos una investigación sobre el Opus Dei en la Guardia.

-         ¿El Opus Dei? ¿Y usted qué dijo?

-         Le dije sólo: Ten cuidado.

-         ¿Sabe usted quiénes eran los dos amigos?

-         Dos guardias. Cédric me dijo su nombre, pero no quiero comprometerlos.

-         ¿Pero le explicó de qué se trataba?

-         No se  lo pregunté. No lo pensé, pero sé que él temía al Opus. Y decía que Estermann  formaba parte de él.

La madre de Cédric seguirá buscando: “Aunque tarde treinta años, dice, encontraré la verdad sobre la muerte de mi hijo. La verdadera”.

 

Víctimas de una maquinación

El 4 de enero de 1999, desde Vollèges, la señora Baudat  escribe esta carta:

“Hoy sabemos que los tres muertos del 4 de mayo de 1998 son las víctimas de una maquinación. Es evidente que las resistencias observadas en el bloqueo del camino de la justicia y de la verdad, proceden del miedo de ver anulada la versión oficial.

Ocho meses después de la tragedia, la justicia civil del Vaticano (en la cual todavía me atrevo a creer) aún no ha cerrado las investigaciones. No se ha pronunciado ninguna sentencia. Queda solamente la acusación contenida en la versión oficial, acordada y proclamada antes de que empezara la instrucción judicial. Estaba dispuesta a admitir la culpabilidad de Cédric, pero después de todos los disimulos y de todas las contradicciones y mentiras de los primeros días he entendido poco a poco que la verdad era distinta, oculta y probablemente inconfesable.

La verdad os hará libres [24] . Sí, tenemos derecho a la verdad, el Santo Padre tiene derecho a la verdad, la Guardia Suiza pontificia tiene derecho a la verdad, la Iglesia tiene derecho a la verdad, todos los amigos de Cédric tienen derecho a la verdad. Quien no desea la verdad, es que la teme.

Tras haber recibido, el pasado septiembre, un ‘mensaje’ y unos ‘avisos’, dirigí una súplica personal al Santo Padre. No recibí respuesta. Supongo que el papa ni siquiera vio mi carta; si la hubiera visto, me habría contestado o habría mandado que lo hicieran.

El Vaticano guarda silencio y, desde el 18 de septiembre, mis abogados esperan una respuesta a su petición de acceso al expediente de la instrucción. Puesto que ya obran en su poder dos documentos de importancia fundamental, han ordenado la realización de contrapruebas periciales con el propósito de dar la batalla, de un modo u otro, y conseguir que la verdad aflore a la superficie”.

La carta fue publicada el 8 de febrero en el diario italiano Il Messaggero con gran relieve [25] .

 

Sentencia vaticana

Ese mismo día, el Vaticano informa que, con fecha 5 de febrero, el juez instructor del tribunal vaticano, abogado Gianluigi Marrone, ha acogido la tesis del promotor de justicia, profesor Nicola Piccardi , según la cual “no se debe promover acción penal (contra nadie), habiendo llegado a la conclusión de que los cónyuges Estermann  han sido asesinados por el vicecabo Cédric Tornay , el cual a continuación se quitó la vida”.

Asimismo, el Vaticano publica nueve páginas de extractos, cuidadosamente seleccionados y sembrados de omitidos, pertenecientes al documento judicial. Según el documento vaticano, el día 7 de mayo un señor de Orvieto, amigo de los Estermann , declaró:

“La tarde del 4 de mayo de 1998 a las 20’46 llamé por teléfono a casa de los Estermann  para felicitarle por su nombramiento... Me respondió la señora Gladys, con la cual mantuve durante unos minutos una grata y tranquila conversación... Hablé luego con Alois que, como de costumbre, se mostró más reservado que su esposa, pero la conversación fue agradable y la mantuve con ambos en español. Hablamos de la ceremonia del juramento y del modo de estar presente yo, mi mujer y nuestra hija de 4 años, de quien los Estermann eran padrinos... También hablamos de la situación atmosférica, yo tenía mis dudas pues había escuchado que las previsiones no eran buenas. Sin embargo, Alois confiaba que el 6 de mayo sería un hermoso día. En ese momento sentí como una interrupción, como si el micrófono se apoyara en el pecho o en algo blando. Poco después oí voces a lo lejos, una me pareció la de la esposa, después otro rumor y un golpe seco a los que siguieron, a escasa distancia, otro golpe seco y otros golpes más lejanos... Lo digo francamente. No pensé en disparos, aunque el primero parecía un disparo de revólver. Pensé que habría surgido algún problema, quizá una visita importante, y habría caído el auricular con cierta violencia. Por tanto colgué pensando que hablaríamos en un momento más oportuno”.

Sobre la presencia de una cuarta persona (o más) dice el magistrado vaticano:

“Conviene señalar que no es fácil acceder desde el exterior al cuartel de los suizos, pues hay que superar un primer control del Cuerpo de Guardia de los mismos suizos en la puerta de Santa Ana, y un segundo control de los agentes del Cuerpo de Vigilancia situado inmediatamente después. Es, por tanto, extremadamente improbable que unos extraños pudieran entrar en el cuartel sin ser vistos, incluso a una hora tan tardía”.

El magistrado vaticano descarta la posibilidad de que se haya hecho desde dentro . Además, se puede entrar desde fuera con toda facilidad, teniendo una persona de contacto dentro.

En la tarde del 4 de mayo el vicecabo Tornay  hizo la guardia en la entrada del palacete de oficiales. Este servicio habría terminado a las 19 horas.

El documento vaticano dice que “una eventual cuarta persona pudiera ser un residente en el cuartel de los suizos”, pero “fácilmente habría sido visto en el interior del cuartel”. Concediendo mucho, la pretendida cuarta persona no habría tomado parte en la dinámica de los hechos delictivos, también porque - como se verá enseguida - los disparos salen todos de la pistola reglamentaria del vicecabo y el examen químico-físico de los residuos de los disparos (llamado guante de parafina) ha establecido que “fue el propio Tornay  quien empuñó la pistola y apretó el gatillo”. Como mucho, por tanto, se habría tratado de “un testigo que permaneció inactivo y que, tras el hecho delictivo, huyó del apartamento o bien se escondió en otra habitación de dicho apartamento”.

El capitán Roman Fringeli , que residía en el tercer piso, cierto tiempo después de la masacre “dejó el Cuerpo, y se dice que fue inducido a hacerlo”. Y la religiosa, que descubrió la masacre, ha sido trasladada después a Suiza [26] .

En cuanto a la presencia de cuatro vasos, dice el documento vaticano que “ni del reconocimiento ni de los detallados servicios fotográficos resulta que hubiera vasos posados en unos muebles”.

Sin embargo, el juez único ha llegado al lugar del suceso “casi dos horas después del descubrimiento de los cadáveres, esto es, después de que otros habían hecho desaparecer los cuatro vasos, y habían investigado cuidadosamente no sólo el apartamento sino también el despacho del comandante, así como la propia habitación del vicecabo Tornay [27] .

El magistrado vaticano intenta explicar “por qué Tornay  cayó hacia delante y no hacia atrás, incluso teniendo en cuenta el modesto retroceso del disparo” y “por qué la pistola fue encontrada bajo el cuerpo del vicecabo” [28] .

Sin embargo, la pistola en cuestión es un arma de gran potencia perforante: cerca de 2.600 baros de presión a la salida del cañón. Por tanto, no se puede atribuir al disparo un modesto retroceso; además, en caso de autoagresión, se suelta el arma.

La posibilidad de que la mano de Tornay , tras su muerte, haya sido utilizada por una cuarta persona para hacer un disparo al vacío ni siquiera se toma en consideración.

La autopsia, dice el magistrado vaticano,  permitió descubrir en el cráneo de Tornay  un quiste del tamaño de un huevo de pichón, que “había deformado la parte anterior del lóbulo frontal cerebral izquierdo y había erosionado parcialmente la bóveda craneal”. Esta alteración podría afectar a la función cognitiva y provocar “trastornos de comportamiento”.

Sin embargo, antes de dejar el Cuerpo, el anterior comandante Buchs  le había dado a Tornay un certificado de profesionalidad y le había confirmado que recibiría la medalla [29] .

Según el documento vaticano, las pruebas periciales químico-tóxicológicas “evidenciaron la presencia en la orina, no en la sangre, de rastros de un derivado de la cánnabis”. Y en la inspección realizada el 19 de mayo (quince días después de los hechos) en la habitación del vicecabo se encontró un estuche con 24 colillas, en las que aparecen “claros rastros de derivados de la cánnabis”. Por tanto, “no se puede excluir que Tornay  fuera un consumidor crónico de droga”.

Sin embargo, tras la masacre, la habitación del vicecabo “ha sido visitada muchas veces, por muchas personas, en horario nocturno. ¿Y qué verificaciones se han hecho para establecer que aquellos cigarrillos los hubiera fumado efectivamente Tornay?” [30] .

El magistrado vaticano recoge una llamada por teléfono (a las 20’30) a una chica, que encontró al vicecabo no sólo desilusionado, sino “fatigado y agitado”. Cédric dijo a la chica: “Eres la última persona que saludo... Mañana regreso a mi país”.

El magistrado habla también de una bronco-pulmonía  y de una situación de estrés. Además, están los “acontecimientos exteriores”: las “malas noticias” del nombramiento de Estermann,  la denegación de la medalla, “la frustrada llegada de (omitido) y de los periodistas que habría debido traer consigo”. Todo ello había de provocar en Tornay “un grave estado de ansiedad, pues cada vez parecía menos probable el cumplimiento de la super-noticia del puesto de trabajo en Suiza”.

Este oscuro pasaje del documento vaticano se refiere al siguiente hecho: “El padre Iván Bertorello  (omitido en el texto) había prometido a algunos guardias suizos - entre ellos a Tornay  - hacerles aparecer en un reportaje de denuncia (con entrevistas y foto) que una revista francesa pretendía dedicar al ejército pontificio menospreciado por el Vaticano. Pero el día establecido no aparecieron ni los enviados de la revista ni el padre Bertorello” [31] . 

Tras la marcha de Roland Buchs , anterior comandante de la Guardia suiza, Bertorello  comenzó a frecuentar el cuartel de la Guardia suiza con el fin de recoger información de dentro: “Disponía de un dossier en el que estaban fichados todos los miembros del Cuerpo: material y documentación que no podía proceder sino de la Secretaría de Estado o del Cuerpo de Vigilancia”.

Bertorello  afirmó delante de la madre de Tornay  y de su amiga Cathy  que el vicecabo había sido asesinado, que tenía las pruebas y que por ello él mismo corría peligro. Sin embargo, “interrogado por el magistrado vaticano algunos días después, el padre Bertorello se limitó a desmentirse a sí mismo, negando todo, y rápidamente abandonó Roma para ir a un destino secreto” [32] .

 

Estado de indefensión

Desde Vollèges, el pequeño pueblo del Vallese donde reside, la señora Baudat  denuncia: “Mi hijo no estaba drogado en absoluto, no tenía ningún tumor cerebral, y no tenía ninguna pulmonía, tanto es así que el 4 de mayo trabajó todo el día. La carta que se dice habría escrito es falsa: la hemos hecho analizar por un grafólogo y ha concluido que se trata de una falsificación. Los tres muertos del 4 de mayo han sido víctimas de una maquinación” [33] .

El mismo día en que se hace pública la sentencia, el 8 de febrero de 1999, se hace oficial la promoción de Raúl Bonarelli  como subinspector del Cuerpo de Vigilancia: en el fondo, sucesor del inspector Camilo Cibin , ya octogenario: “Un ascenso verdaderamente singular y una doble coincidencia. Bonarelli estuvo y sigue estando implicado en la investigación relativa al secuestro de Emanuela Orlandi [34] : la magistratura italiana le investigó - y aún le investiga - por falso testimonio y desviación de las investigaciones. Y la noche del 4 de mayo de 1998, como funcionario superior de la Vigilancia, Bonarelli dirigió personalmente la investigación técnica y las comprobaciones en el apartamento de los Estermann  después de la masacre, y ha seguido de cerca las pruebas técnicas y balísticas de la instrucción judicial. Una función por lo menos inoportuna: en el Vaticano es de sobra conocida la profunda enemistad que existía entre Estermann y Bonarelli” [35] .

El promotor de justicia del Vaticano se ha pasado 267 días instruyendo el caso “sin tolerar siquiera la colaboración de los abogados encargados de defender a la persona previamente calificada como culpable” [36] . Finalmente, se ha procurado hacer desaparecer el lugar mismo de la masacre: “en marzo de 1999 ha sido completamente reestructurado” [37] .

Todo esto se denuncia en el libro titulado Mentiras y crímenes en el Vaticano [38] , cuyos autores son un grupo de eclesiásticos y de seglares del Vaticano (Discípulos de la Verdad) que se han sentido en la obligación de no seguir avalando con su silencio la versión oficial.

Lo dijimos hace unos años, a propósito de la ocultación y represión que se dio en torno a la muerte de Juan Pablo I:  “Ciertamente no es ésta la imagen de una Iglesia renovada que pueda evangelizar al mundo de hoy. Además, no se protege de ese modo la vida de los papas; al contrario, de ese modo el Vaticano puede pasar a la historia como el lugar del crimen perfecto” [39] .

Como ya queda dicho, un mes después de los hechos tuve la oportunidad de hablar en la farmacia vaticana con José Luis Martinez Gil, hermano de San Juan de Dios, que resultó ser uno de los primeros testigos de la masacre. El motivo de mi visita era preguntarle si efectivamente podía confirmar que en la farmacia vaticana no se despachó nada en todo el mes para Juan Pablo I.  Me lo confirmó. Al hermano se le veía nervioso: “Aquí se oye todo”, me dio a entender poniendo su dedo índice en el oído. Quedamos para el día siguiente por la tarde. Era el 7 de junio, precisamente la fecha que aparece implícitamente citada en la carta de Cédric. Quedamos en una cafetería cercana, donde podíamos hablar con más libertad. Teniendo unos amigos comunes [40] , la conversación se desarrolló en un clima cordial. Por supuesto, hablamos de lo que había sucedido un mes antes, de la masacre de la Guardia  suiza. Me dijo que había sido (tras la monja) uno de los primeros testigos. Estaba todavía impresionado. Además, le tocó estar allí durante horas. Como era de esperar, dijo que la versión oficial era la buena y que no había que buscar más. Le llegó la hora y se marchó. Tenía que atender, como enfermero, al papa.

Según informa Rubén Amón , corresponsal de El Mundo en Roma, “una prueba pericial realizada al cadáver demuestra que Tornay fue golpeado antes de la ejecución. La violenta extirpación de los incisivos centrales confirma que una mano ajena le introdujo el cañón de la pistola en la boca antes de apretar el gatillo. Además, la trayectoria de la bala y la mecánica del suceso contradicen que Tornay disparase el arma”.

“Hemos iniciado una investigación paralela porque nos cuesta trabajo creer que mi hijo fuera un asesino y un suicida”, señala Muguette Baudat . “No entendemos por qué no se nos ha facilitado una copia del informe forense pese a haberlo solicitado tantas veces y por qué existe una oposición tan fuerte a la idea de reabrir el caso”.

La madre del guardia suizo ha decidido recurrir a un gabinete especializado en causas de resonancia internacional, el estudio Brossolet-Verges. De momento, ha encomendado un examen forense alternativo a un especialista de la Universidad de Lausana, Thomas Crompecher , cuyo informe deja en evidencia las conclusiones del Vaticano. No existe la menor constancia de que Tornay padeciera un tumor, ni puede demostrarse que el guardia suizo hubiera utilizado la pistola de trabajo, una Sting 75, para quitarse la vida. El orificio de salida de la bala comprende únicamente 7 milímetros, es decir, 2’41 menos de cuantos requieren los proyectiles que se alojan en la cámara de una Sting 75. Sin olvidar que esta pistola resulta tan robusta y pesada que no puede accionarse con sólo tres dedos desde la distancia que consta en el informe vaticano.

“No se trata de especulaciones, sino de pruebas”, señala el abogado Luc Brossolet . “Tenemos el derecho a confrontar nuestro informe con el del Vaticano. De otro modo, nos sentiremos obligados a pensar que detrás de este crimen se hallan otros misterios a los cuales no se le quiere dar respuesta. Cédric Tornay  fue asesinado” [41] . 

 



[1] Sede de la administración que gobierna la ciudad del Vaticano.

[2] DISCEPOLI, 12.

[3] La Repubblica, 6-5-1998.

[4] Il Giornale, 6-5-1998.

[5] Ib., 19.

[6] ABC, 6-5-1998.

[7] La Repubblica, 6-5-1998.

[8] La Stampa, 6-5-1998.

[9] Paolo Guzzanti, ibidem.

[10] DISCEPOLI, 31 y 34.

[11] Ib., 26-28.

[12] Ib., 38-41.

[13] Ib., 46-47.

[14] Ib., 53-54.

[15] Ib., 48.

[16] CORNWELL, J., Las tinieblas del Vaticano, en El País,10-5-1998.

[17] DISCEPOLI, 73.

[18] Ib., 58-59.

[19] Ib., 53.

[20] Ib., 55.

[21] Ib., 129-131.

[22] Ib., 157.

[23] Ib., 61-65. La entrevista fue realizada por Anna Maria Turi, Panorama, 18-6-1998.

[24] Jn 8,32.

[25] DISCEPOLI, 72.

[26] Ib., 164.

[27] Ib., 76-83.

[28] Ib., 88-90.

[29] Ib., 173.

[30] Ib., 94.

[31] Ib., 96.

[32] Ib., 173-174.

[33] Ib., 98.

[34] Hija de un ujier del Vaticano. Ver lo que se dice al respecto en el capítulo anterior.

[35] DISCEPOLI, 100-101.

[36] Ib., 200.

[37] Ib., 111.

[38] En la traducción española hecha por Ediciones B, Barcelona, 2000. En el original italiano es Bugie di sangue in Vaticano, Ed. Kaos, Milán, 1999.

[39] Se pedirá cuenta, 107.

[40] Francisco y Pilar.

[41] El  Mundo, 3-5-2002.