1.
JUAN PABLO I ESTABA BIEN
Hace
unos años, el 20 de agosto del 93, recibí una llamada de Roma. Era
Andrea Tornielli
, de
la revista 30 Giorni, de
Comunión y Liberación. Estaban preparando un número dedicado a Juan
Pablo I,
con motivo del aniversario de su muerte. Me
hizo algunas preguntas. Como se trataba de un tema delicado, le dije
que me las mandara por escrito y le respondería del mismo modo. Casi
nada se publicó de la entrevista que se me hizo, pero sirvió para
que el Dr. Da Ros
, médico
personal del papa Juan Pablo I, hablara finalmente, rompiendo un silencio que había durado quince años.
Entrevista inédita
He
aquí lo más importante de esa entrevista, que - además - resume la
investigación realizada hasta ese momento sobre la muerte de Juan
Pablo I.
P.-
En su opinión, ¿hay circunstancias poco claras en la muerte del papa
Luciani
? R.-
Efectivamente, las hay: un diagnóstico sin fundamento (infarto de
miocardio agudo y, además, instantáneo), dado por médicos que no conocían
a Luciani
como paciente, sin la realización de la autopsia
(oficialmente no se hizo), estando Luciani bien de salud y no teniendo
antecedentes coronarios; una información manipulada sobre el hallazgo
del cadáver y las circunstancias de la muerte; el silencio impuesto
a sor Vincenza y otras presiones ejercidas sobre instituciones y personas;
un miedo generalizado a manifestarse sobre el tema; el carácter secreto
de la autopsia (si se hizo); oscuras actividades financieras del IOR;
distorsión de la figura de Juan Pablo I.
.. El
papa Luciani
preparaba una profunda reforma del Vaticano,
tenía un programa de cambios, había tomado ya decisiones importantes.
Por ejemplo, revisar toda la estructura de la Curia, destituir al
Presidente del IOR, reformar íntegramente el IOR (para que no se repitan
experiencias dolorosas del pasado), tomar abierta posición (incluso
delante de todos) frente a la masonería y la mafia. Por
otro lado, en septiembre del 78 se produce en el Vaticano una serie
de hechos que requieren mayor explicación: la destitución de los hermanos
Gusso
, camareros pontificios,
a pesar de la oposición del secretario Diego Lorenzi
; la instalación
de timbres junto a la cama del papa en la mañana anterior a su muerte;
la extraña anécdota de un médico que, algún día antes de morir, le
dijo al papa: “Usted tiene el corazón destrozado” (el papa no le hizo
ningún caso); la irrupción de un desconocido en los aposentos papales
al que se deja pasar por un supuesto parecido con el Dr. Da Ros
, que llegaba de
Venecia; las amenazas de muerte que Luciani
recibe desde los primeros días de pontificado;
la muerte repentina de Nikodim (metropolita de Leningrado), cuando
hablaba con el papa, tras tomar una taza de café...
P.-
¿Cuáles eran efectivamente sus condiciones de salud? R.-
El papa Luciani
estaba bien de salud. Su muerte fue totalmente
inesperada. Cuando Diego Lorenzi
le comunicó la noticia, su médico personal no
se lo podía creer. El Dr. Da Ros
“le había visitado el domingo anterior y le
había encontrado con muy buena salud”, dice el que fue secretario
de Luciani. Tengo,
entre otros, un testimonio de Lorenzi
, que responde así
a la cuestión de si Luciani
estaba enfermo: “No, puedo decir que en los
26 meses que yo he estado con él, Luciani no ha pasado nunca 24 horas
en cama, no ha pasado nunca una mañana o una tarde en cama, no ha
tenido nunca un dolor de cabeza o una fiebre que le obligase a guardar
cama, nunca. Gozaba de una buena salud; ningún problema de dieta,
comía de todo cuanto le ponían delante, no conocía problemas de diabetes
o de colesterol; tenía sólo la tensión un poco baja”
[1]
.
P.-
¿Qué piensa usted del libro - muy desacreditado también por impreciso
en muchos pasajes- escrito por Yallop
? R.-
Aunque el libro tenga aspectos discutibles o imprecisos, Yallop
ha tenido el mérito de decir en 1984, tras casi
tres años de seria investigación, que “si la muerte de Luciani
se produjo por causas naturales, entonces las
subsecuentes acciones e instrucciones de Villot
resultan inexplicables”. Además, justo es reconocer
que aspectos importantes de la investigación de Yallop se han confirmado
después: la forma en que se encuentra el cadáver, la intimidación
de sor Vincenza, las buenas condiciones de salud de Luciani, las decisiones
adoptadas por Juan Pablo I en asuntos financieros (reforma del IOR,
destitución de Marcinkus
), la responsabilidad
del IOR en la quiebra del Banco Ambrosiano, las vinculaciones del
IOR con miembros de la logia P2, la serie de asesinatos y atentados
violentos con fines intimidatorios (relacionados, de uno u otro modo,
con la logia P2)... Según
Yallop
, había quienes “tenían
mucho que perder” si Luciani
continuaba como papa. Y da nombres, pero sin
responsabilizar a ninguno en concreto de la muerte del papa
[2]
.
P.-
¿Y qué piensa usted de las conclusiones a que ha llegado Cornwell
? R.-
Las conclusiones son lo peor del libro. Lo mejor, las entrevistas.
En ellas hablan por fin personas que durante años habían callado.
Sin embargo, el autor, cuya investigación ha durado un año, parece
ignorar la biografía de Juan Pablo I.
Además, con todo el respaldo del Vaticano, no
ha conseguido una información médica elemental sobre Albino Luciani
y, sin embargo, se permite afirmar que el papa
“estaba enfermo de gravedad”. En las conclusiones se consuma la mayor
distorsión de la figura de Juan Pablo I, el cual se habría dejado
morir (abandonando la medicación) por no considerarse capacitado para
ser papa
[3]
. Comprendo que semejante calumnia causara desolación
en el Vaticano. Me
dijo por entonces Camilo Bassotto
, amigo personal
de Juan Pablo I y
autor del libro Il mio cuore è ancora a Venezia: “Hace unos días he hablado con el
Dr. Da Ros
. Obviamente, considera
inconcebible y calumniosa la conclusión de Cornwell
. Luciani
era muy cuidadoso y no abandonaba nunca el medicamento.
Además sor Vincenza, que era enfermera, llevaba el control de la medicación”
[4]
.
P.-
Usted ha escrito ya un libro sobre este argumento: ¿puede sintetizar
cuál es su tesis fundamental? R.-
En primer lugar, cuando murió Juan Pablo I,
al mes de su elección, quedaron sin verdadera
respuesta interrogantes tan fundamentales como éstos: ¿De qué murió?
¿En qué circunstancias? ¿Cuál fue realmente su figura? Además, la
forma en que se halla el cadáver no responde al cuadro típico del
infarto: todo está en orden, no ha habido lucha con la muerte. Tampoco
hay sintomatología que lo delate. Según el Dr. Cabrera
, del Instituto Nacional
de Toxicología, “podría responder mejor a una muerte provocada por
sustancia depresora y acaecida en profundo sueño”
[5]
. En
segundo lugar, sobre la base de que una prueba tan fundamental y decisiva
como la autopsia no se hizo (o no se dijo que se hiciera), no obstante
son muchos los datos, hechos e indicios que se entienden desde esta
clave: muerte provocada en el momento oportuno.
Si la muerte de Luciani
se produjo por causas naturales, entonces hay
muchas cosas que resultan inexplicables. Si se produjo de forma provocada,
entonces se entiende todo. Esto podría ser confirmado por una seria
investigación judicial. En
tercer lugar, está la dimensión creyente, que asume, resume y trasciende
todo lo anterior. El testimonio de Albino Luciani
, papa Juan Pablo
I,
es una brillante luz de nuestro tiempo que ha
de colocarse no bajo el celemín, sino sobre el candelero, aunque con
ello aparezcan desconchados y grietas de la casa. Todo lo que en su
día se quiso enterrar con su cuerpo, está apareciendo de diversas
formas ante la conciencia de la Iglesia y del mundo. Dios habla de
muchas maneras. Si no se hace justicia a Juan Pablo I, así lo creemos,
se pedirá cuenta.
P.-
¿Cuál es su hipótesis personal sobre los hechos que se desarrollaron
aquella tarde en el Vaticano? R.-
Según Gennari
, que fue profesor
del Seminario Diocesano de Roma, a Juan Pablo I “
se le hizo la autopsia”
y “por ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis
fortísima de un vasodilatador recetado por teléfono por su ex médico
personal de Venecia”
[6]
. Puesto en contacto con Gennari en diciembre pasado,
me confirmó lo anterior, afirmando además que “se lo dijo un ilustre
prelado vaticano el mismo día de la muerte”. En
mi opinión, es muy posible que a Juan Pablo I s
e le hiciera la autopsia.
Ello concuerda con lo que dice Lorenzi
a Cornwell
: “El primer día
retiraron partes del cuerpo, posiblemente las vísceras, etc”
[7]
. Obviamente, esto se podría confirmar por la apertura
de archivos secretos o por la exhumación del cadáver. Es también posible
que muriera por la ingestión de un vasodilatador. Es una medicina
contraindicada para quien tiene la tensión baja. Ello encajaría con
la forma en que se halla el cadáver: no ha habido lucha con la muerte,
como corresponde a una muerte provocada por sustancia depresora y
acaecida en profundo sueño. Sin
embargo, no me puedo creer que el Dr. Da Ros
, médico personal
de Luciani
, recetara por teléfono
una medicina contraindicada. El podría desmentir algo que tan directamente
le afecta.
Habla el Dr. Da Ros
,
médico de Luciani
Unos
días después, el 1 de septiembre, me volvió a llamar Tornielli
. Estaba especialmente
interesado en la cuestión de si el Dr. Da Ros
había visitado a Juan Pablo I u
nos días antes de
morir. Le dije que diversas fuentes coincidían en ello, aunque -claro-
nadie mejor que el propio doctor para precisar estos extremos. Pero
el Dr. Da Ros llevaba quince años de silencio... Al
final, salió el número de 30
Giorni. Apenas se publicó nada de la entrevista que se me hizo:
sólo el primer párrafo y no completo. Aparece mutilado. Por cierto,
falta la referencia a aspectos muy importantes, como veremos después:
las presiones ejercidas sobre instituciones y personas, el miedo generalizado
a pronunciarse sobre el tema, el carácter secreto de la autopsia (si
se hizo) y las oscuras actividades financieras del IOR. Sin
embargo, el número presenta una aportación fundamental: después de
15 años, el Dr. Da Ros
rompe su silencio para decir, entre otras cosas,
que el papa estaba bien
y que aquella tarde no le prescribió absolutamente
nada: “Todo era normal.
Sor Vincenza no me habló de problemas particulares. Me dijo que el
papa había pasado la jornada como acostumbraba. Luego nos pusimos
de acuerdo para la próxima visita, que era para el miércoles siguiente”.
Y también: “Esta es otra de las falsedades que se han construido en
torno a la muerte de Juan Pablo I.
Aquella tarde yo no le prescribí absolutamente
nada, cinco días antes lo había visto y para mí estaba bien. Mi llamada
fue rutinaria, nadie me llamó a mí”. Se
ha dicho que Luciani tenía los tobillos y las piernas muy hinchadas.
Se ha exagerado. El Dr. Da Ros manifiesta al respecto: “Para mí que
no los tenía tan hinchados. Una persona que está todo el día sentada,
que lleva una vida sedentaria, puede sufrir cierta disminución de
las funciones del aparato circulatorio. Nos habíamos puesto de acuerdo
para que todos los días diera un paseo por el jardín”
[8]
. Camilo
Bassotto me dijo confidencialmente: 1) que Juan Pablo I p
ensaba seguir con
el Dr. Da Ros
como médico personal y pensaba incluirle en
nómina dentro del Vaticano;
2) que el Dr. Da Ros fue ignorado como médico personal de Juan Pablo
I por los médicos del Vaticano;
3) que ni siquiera quisieron conocer su historial clínico. Por tanto,
con este extraño modo de proceder, se emitió el diagnóstico oficial
sobre la muerte del papa Luciani
.
Una dosis fortísima de un vasodilatador
En junio del 98, en Roma, pude hablar con Giovanni
Gennari
, que ahora es periodista
en el servicio de prensa de la RAI, la televisión italiana. Gennari
conocía personalmente a Luciani
y era amigo de Germano Pattaro
, teólogo veneciano
que Juan Pablo I s
e llevó a Roma como
consejero. Gennari
me confirmó lo publicado por él en 1987, o sea,
que se le hizo la autopsia al papa Luciani
y que “por ella se supo que había muerto por
la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador recetado por
teléfono por su ex médico personal de Venecia”, que “el papa a las
diez y media de la noche hizo abrir la farmacia vaticana”, que “el
papa debió equivocarse y tomó una dosis altísima que le provocó un
infarto fulminante”
[9]
. Le pregunté que si su fuente era fiable. Me dijo:
“Para mí es totalmente fiable. Me llamó a las siete de la mañana un
benedictino que trabajaba en la secretaría de Estado con Benelli
”. Benelli fue Sustituto
de la Secretaría de Estado antes de ser enviado a Florencia como arzobispo
y ser nombrado cardenal, en junio de 1977. Obviamente, había que consultar
en el Anuario Pontificio quiénes trabajaban entonces en la Secretaría
de Estado y, sobre todo, verificar si había algún benedictino. Por
lo demás, como ya se ha dicho, el que se hiciera una autopsia secreta
concuerda con el testimonio de Diego Lorenzi
, secretario del
papa Luciani
: “El primer día
(los embalsamadores) retiraron partes del cuerpo, posiblemente las
vísceras, etc”
[10]
.
El Dr. Da Ros
no recetó nada
Nunca
he creído, le dije a Gennari
, que el médico personal
de Juan Pablo I,
el Dr. Da Ros
, le recetara una
medicina contraindicada. Le dije también que el Dr. Da Ros se había
manifestado al respecto en septiembre del 93: el papa estaba bien
y aquella tarde él no recetó nada. Comenté
estas cosas con Marco Melega, conocido profesional de la televisión
italiana, que preparaba por entonces un programa sobre Juan Pablo
I
[11]
. Utilizó como base mi libro Se
pedirá cuenta. Lo tenía totalmente subrayado. Me hizo una entrevista
al respecto y me dijo que Gennari, a quien había entrevistado recientemente,
valoraba especialmente mi libro. En él, como es sabido, no comparto
la idea de que “el papa debió equivocarse”, hablo de muerte provocada
en el momento oportuno. Lo
digo porque resulta significativo. También Camilo Bassotto, amigo
personal de Juan Pablo I y testigo principal de la fuente veneciana
sobre el papa desaparecido, valora especialmente mi libro.
Me escribe en Navidad de 1990: “He leído tu libro. En estos días quiero
volverlo a leer y después te diré lo que pienso. Te puedo decir ya
que me gusta, que se lee con interés y pasión. Tiene un ritmo interior
que cautiva. Está planteado con rigurosa lógica en el desarrollo secuencial
de las preguntas. Es clara la exposición, fácil la comprensión. Querido
Jesús, mereces un ¡bravo! Te felicito. Tus preguntas son aquellas
que se han hecho tantas y tantas personas en todo el mundo. Yo estoy
seguro que un día se deberá responder”.
La farmacia vaticana no despachó nada
En
Roma pude hablar también, en la Farmacia Vaticana, con un hermano
de San Juan de Dios, José Luis Martinez Gil. Me dijo lo mismo que
el hermano Fabián
dijo a Cornwell
: “De la Farmacia
no salió nada en todo el mes para Juan Pablo I”
. Me dijo también:
“El libro de la Farmacia no se puede ver, sin un permiso especial
de la Secretaría de Estado”. Mi interlocutor lo había visto y me podía
confirmar la información dada por el hermano Fabián
[12]
.
Un benedictino podría hablar
Como
en otros viajes, me acompañó un matrimonio de la comunidad
[13]
. Para que lo conocieran, nos acercamos al Colegio
Español, donde residí del 65 al 69 y donde fui ordenado sacerdote.
Saludamos al actual rector, Lope Rubio
, que nos atendió
amablemente. Estando allí nosotros (ciertamente, llama la atención)
apareció un momento para despedirse del rector el actual obispo de
Tarazona, Carmelo Borobia
, que (¡además!)
aparece en el Anuario Pontificio de 1977 (también en 1978), que consultamos
a continuación en la Biblioteca del Colegio. Borobia trabajaba entonces
en la Secretaría de Estado. En
la misma página que Borobia
[14]
aparece un benedictino (olivetano), el único benedictino
que figura dentro del personal de la Secretaría de Estado: se llama
Giuliano
Palmerini
. No sé si después de tantos años, alguno de los dos sabrá
o querrá decir algo. Aún están a tiempo. Lo publiqué en un artículo
que dio la vuelta al mundo
[15]
. Con
todo ello, a mi modo de ver, se refuerza la hipótesis de que efectivamente
se le hiciera la autopsia a Juan Pablo I y
de que, según la misma, muriera por la ingestión
de una dosis fortísima de un vasodilatador. Ahora bien, si - como
creemos - su médico personal no recetó nada aquella tarde y la farmacia
vaticana no despachó nada, no se puede explicar todo por un error,
como afirma Gennari
. Hay que pensar
en una acción criminal. Como me dijo el Dr. Cabrera
, del Instituto Nacional
de Toxicología: “Los vasodilatadores producen hipotensión. ¿Cómo se
le pudo dar un vasodilatador a un hipotenso, como Luciani?
. Si se le dio un
vasodilatador, no me cabe duda, eso es una acción criminal”
[16]
. Además, ello encaja bien con la forma en que sor
Vincenza, la monja que atendía a Juan Pablo I, halló al cadáver: no
hubo lucha con la muerte, todo estaba en orden. Dijo también el Dr.
Cabrera: “El cuadro encontrado podría responder mejor a una muerte
provocada por sustancia depresora y acaecida en profundo sueño”
[17]
. La
revista alemana Der Spiegel, con fecha 10 de noviembre de 1997,
dice en un artículo que lleva por título “Cantidad letal”:
“La fiscalía de Roma ha ordenado ahora una nueva investigación sobre
aquel misterioso caso de muerte. No es la primera vez que los fiscales
investigan sobre el caso del papa Luciani. Ahora un testigo misterioso
sostiene que hace años llegó a saber por un conocido detalles que
se refieren al homicidio del popular pastor de la Iglesia. Que el
hombre sólo ahora se haya hecho vivo en los palacios de justicia probablemente
tiene que ver con una serie de artículos aparecidos en el periódico
La Padania... El fiscal Pietro Saviotti, que ha reabierto el
caso de la muerte del papa en 1978, no quiere decir nada sobre las
declaraciones del misterioso testigo: Sería demasiado pronto”
[18]
.
Un escáner para Juan Pablo I
Camilo
Bassotto me dio en mayo del 87 la siguiente versión, antes de que
- en agosto del 88 - el obispo John Magee
reconociera públicamente que no fue él, sino
una monja quien encontró el cadáver: “Hablé en dos ocasiones con sor
Vincenza. La primera, con la provincial delante. La segunda, a solas.
En esta ocasión, sor Vincenza se echó a llorar. Yo no sabía qué hacer.
Sor Vincenza me dijo que la Secretaría de Estado le había intimidado
a no decir nada, pero que el mundo debía conocer la verdad. Ella se
consideraba liberada de tal imposición en el momento de su muerte
(acaecida en 1983). Entonces podría darse a conocer. Según sor Vincenza,
el papa estaba sentado en la cama, con las gafas puestas y unas hojas
de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada hacia la derecha y
una pierna estirada sobre la cama. Iniciaba una leve sonrisa. La frente
la tenía tibia. Cuando Diego Lorenzi
, sor Vincenza y
otra religiosa fueron a lavar el cadáver, al volverle, tenía la espalda
también tibia. El papa pudo morir entre la una y las dos de la mañana”
[19]
. ¿Y
qué tenía en las manos? Don Germano Pattaro
, ilustre sacerdote
veneciano, llamado por Luciani
a Roma como consejero, dijo lo siguiente: “Los
apuntes que Luciani, muerto, tenía en la mano, eran unas notas sobre
la conversación de dos horas que el papa había tenido con el Secretario
de Estado Villot
la tarde anterior (por tanto, no la Imitación
de Cristo ni la serie de otras cosas, apuntes, homilías, discursos,
etc., indicados por Radio Vaticano: demasiadas cosas para poder ser
tenidas entre dos dedos)”
[20]
. La conversación con Villot había tratado sobre
los cambios importantes que el papa Luciani pensaba hacer. En efecto,
según Gennari
, “el papa Luciani,
aquella tarde, estaba a punto de realizar un nuevo organigrama al
vértice del Vaticano y de la Iglesia italiana: dimisión de Villot
y del arzobispo de Milán Colombo
; traslado a Milán
de Casaroli
(... ); Benelli
nuevo Secretario de Estado; Poletti
a Florencia y Felici
nuevo Vicario de Roma”. El papa Luciani presentó
el nuevo organigrama a Villot, el cual le dijo: “Usted es el papa.
Es libre para decidir y yo obedeceré. Pero sepa que estos cambios
supondrían una traición a la herencia recibida de Pablo VI
”
[21]
. Respondió Luciani: “Ningún papa gobierna a perpetuidad”. La
cuñada de Luciani
, Antonia
, me dijo en agosto
del 89, mientras compartíamos algunas quejas y otras coincidencias:
“En realidad, nosotros no sabemos cómo ha muerto. Y a veces tenemos
pensamientos extraños”. Se
ha publicado recientemente que, en 1998, el Vaticano analizó con escáner
el cadáver del papa Celestino V
, muerto misteriosamente
en 1296. En el cráneo se detectó un clavo, lo que levantó la sospecha
de que el papa, austero fraile (también benedictino) partidario de
que la Santa Sede adoptara un estilo de vida pobre, pudiera haber
sido asesinado. Sorprende que se haga esto con un papa del siglo XIII
mientras una pesada losa de silencio sepulta el misterio de lo que
realmente sucedió con Juan Pablo I
. El cardenal brasileño
Aloisio Lorscheider
ha tenido la valentía de romper el silencio
oficial: “Las sospechas siguen en nuestro corazón como una sombra
amarga, como una pregunta a la que no se ha dado respuesta”
[22]
. Llama
la atención que Wojtyla
en 1967, una vez nombrado cardenal, encargara
a una comisión de expertos en medicina forense investigar la manera
exacta en que se produjo la muerte de San Estanislao
. Al fin y al cabo,
Wojtyla se consideraba sucesor del santo mártir, como obispo de Cracovia,
y le debía la verdad histórica
[23]
. Pero no ha hecho lo mismo con Juan Pablo I,
su predecesor inmediato como papa.
Proceso de beatificación, viciado de raízCon
ocasión de la noticia sobre los primeros pasos dados hacia la beatificación
de Juan Pablo I, envié el presente libro (y el anterior) al obispo
de Belluno, Vincenzo Savio, con una carta en la que le decía: "Sé
muy bien que en ambientes eclesiásticos se considera pura fantasía
el asesinato del papa Luciani. Sin embargo, fuera de esos ambientes,
es vox populi. No puedo callarlo: un proceso de beatificación,
que eludiera el modo de la muerte, estaría viciado de raíz. Como ya
sabrá, el magistrado Pietro Saviotti, titular de la diligencia relativa
a la muerte de Juan Pablo I, ha reabierto el caso en la Fiscalía de
Roma"
[24]
. El
obispo de Belluno, recientemente fallecido, me contestó con fecha
9 de septiembre: "He recibido sus libros. La idea de que el Papa
Luciani pueda haber sido asesinado ni siquiera ha rozado a la gente
de esta diócesis, que lo ha conocido más de cerca. Ni tal hipótesis
ha encontrado nunca paso entre los parientes cercanos del Papa; quien
lo ha tratado conocía que su estado de salud no era nada envidiable.
Gracias por su interés. Oremos". Como
era de esperar, el obispo de Belluno mantiene la versión oficial:
Luciani murió de forma natural, estaba enfermo. Mientras la Fiscalía
de Roma reabre el caso de la muerte de Juan Pablo I, el obispo de
Belluno no sabe nada del asunto. Ni quiere saber. Por ejemplo, ignora
el testimonio del médico personal de Albino Luciani, el Dr. Da Ros:
“Juan Pablo I estaba bien de salud”. Y todo lo demás. Contradiciendo
una tradición secular que se refiere a los papas, la causa de beatificación
no parte de Roma, sino de su tierra de origen, donde es recordado
por su “santidad ordinaria”. El planteamiento es este: ¡qué bueno
era! Y no este otro: Juan Pablo I es mártir de la renovación
y purificación de la Iglesia.
[1]
Testimonio
entregado al autor por Camilo Bassotto, testigo principal de la
fuente veneciana sobre el papa Luciani.
[2]
Ver YALLOP,
D., In Good’s name, Corgi
Books, Londres, 1985, 307, 314, 27 y 441. Traducción
española: En nombre de Dios,
Ed. Planeta,
Barcelona, 1984.
[3]
Ver J.
CORNWELL, A Thief in the Night.
The Dead of Pope John Paul I, Viking, London, 1989, 262 y 265.
Traducción
española: Como un ladrón en
la noche.La muerte del papa Juan Pablo I, Ed. El País/Aguilar,
Madrid, 1989.
[4]
Ver
mi libro Se pedirá cuenta,
58.
[5]
Ib.,
34; ver p. 56.
[6]
Ver
El País, 25-10-1987. Desde el principio,
hubo una corriente de opinión, según la cual se hizo la autopsia,
pero en secreto. Ver S. DE ANDREIS-M. LEONE, Juan
Pablo Wojtyla
. Crónica insólita de un papa, Ed.
Laia/Paperback, Barcelona, 1980, 160.
[7]
Ver
CORNWELL, 80.
[8]
Ver
A.TORNIELLI, Las nueve. El
papa está bien, en 30
Giorni 72 (1993), 53-54. En cuanto al supuesto dolor en el pecho
del papa Luciani en la tarde del 28 de septiembre, es preciso decir:
1) la versión dada por los secretarios es tardía (Lorenzi en 1987,
Magee en 1989); 2) no se ponen de acuerdo en cuanto al momento (Magee
a las 5’30, Lorenzi a las 7’45); 3) aunque se le pide, Magee no
corrobora la versión de Lorenzi, cambia de conversación (CORNWELL
198, 190, 209). Se comprende que Yallop hable al respecto de “pura
fantasía” (RAI 2, Giallo, 2-10-1987) y Camilo de “invento”
(comunicado al autor).
[9]
Ver
El País, 25-10-1987.
[10]
CORNWELL,
80.
[11]
Se trata del programa de la RAI 2,
Mixer,14-3-1994.
[12]
Ver
CORNWELL, 249.
[13]
Carlos y Carolina.
[14]
Ver
Anuario Pontificio 1977, p. 989.
[15]
El
artículo se titula: ¿Fue asesinado
Juan Pablo I?, en El Mundo,
27-9-1998.
[16]
Ver
mi libro Se pedirá cuenta,
56.
[17]
Ib.,
34.
[18]
Ver Luigi INCITTI, L’immolato Giovanni Paolo I, 129-132.
[19]
Se pedirá
cuenta, 28.
[20]
Ib.,
35.
[21]
GENNARI,
G., Rivelato il problema che
angosciò Luciani
poco prima
della morte, en Il Giornale
Nuovo, 18-10-1981.
[22]
Ver
El Mundo, 8-8-1998.
[23]
SZULC,T., El papa Juan Pablo II, Ed. Martinez Roca, Barcelona, 1995, 36.
[24]
Carta de 29-8-2002. |