16. CAMPAÑA ELECTORAL

 

¿Hubo campaña electoral a favor de Wojtyla  en vida de Pablo VI ? ¿Continuó durante el breve pontificado de Juan Pablo I?  ¿Cómo puede explicarse (según el testimonio de don Germano Pattaro ) que Juan Pablo I supiera a los pocos días de pontificado quién iba a ser (y además pronto) su sucesor? ¿Se ha producido injerencia política (de Estados Unidos) antes del cónclave que eligió al papa Wojtyla?

 

El consejero vaticano

Desde los tiempos del Concilio, el polaco Andrés María Deskur  fue ”el guía de Wojtyla en el  laberinto del Vaticano” [1] . Deskur era secretario de prensa del Concilio. Durante la semana anterior a la inauguración, paseó con él por los jardines vaticanos, hablando de los problemas que se iban planteando y de las tendencias que podían surgir. Era su consejero vaticano.

Discretamente, Deskur  hizo correr la voz de que Wojtyla  era una persona nueva a la que valía la pena conocer: “En Roma mucha gente conocía al viejo cardenal Sapieha  y quería conocer a su sucesor”, dice Deskur [2] .

Nombrado cardenal en 1967, a los 47 años, Wojtyla  aprovecha los viajes para darse a  conocer. El primer viaje del cardenal Wojtyla a América del Norte se produce en 1969. Visita las comunidades polacas de Canadá y de Estados Unidos . Le acompañan su secretario Dziwisz y sus amigos Macharski  (ahora cardenal de Cracovia) y Wesoly .

Según Wesoly, “Wojtyla había recibido el consejo de visitar todas las ciudades norteamericanas donde los cardenales tuvieran sedes y, por consiguiente, fue a Detroit, Boston, Washington  D.C., Baltimore, San Luis, Filadelfia (donde conocía al cardenal Krol , que descendía de polacos) y Nueva York” [3] .

Tanto en Canadá como en Estados Unidos Wojtyla  aprende las técnicas de la vida social. Descubre  la institución del cóctel, una buena idea poder estar de pie con una copa en la mano, mientras charlas con los anfitriones y otros invitados. Le llegan a gustar las cenas y los banquetes, porque ofrecen la oportunidad de conversar alrededor de la mesa. Y les toma gusto a las ruedas de prensa a medida que su inglés va mejorando sobre la marcha [4] .

Wojtyla  regresó a Roma donde participó en una sesión extraordinaria del Sínodo de Obispos. Al informar por el servicio polaco de Radio Vaticano sobre su viaje a Canadá y a Estados Unidos, el cardenal puso de relieve su “carácter religioso”. Dijo que los obispos y cardenales norteamericanos le habían recibido “sorprendentemente bien” y que había tenido ocasión de ver cómo habían prosperado los emigrantes de segunda y tercera generación en Estados Unidos.

En 1973 pasó el mes de febrero en Australia, Nueva Zelanda y Papúa Guinea: “El congreso eucarístico de Melbourne había sido la razón aparente del viaje y Wojtyla  había tenido la oportunidad de causar una impresión espléndida a los cardenales y los obispos, así como de hacer nuevos amigos eclesiásticos”.

En 1976 el cardenal Wojtyla  aprovechó la ocasión del congreso eucarístico de Filadelfia “para volver a visitar todas las sedes cardenalicias que había visitado en 1969,  visitando ahora también las sedes de San Francisco  y los Angeles” [5] . En la Escuela de Verano de Harvard habló sobre “Alienación o participación” y en la Universidad Católica de Washington  dio una conferencia sobre “La trascendencia de la persona en el acto humano y en la autodefinición del hombre”.

 

Se necesita un líder católico en el mundo

En 1973 una decidida y gentil aristócrata polaca, llamada Ana Teresa Tymieniecka , entró en el despacho del cardenal Wojtyla . Nacida en una finca de la región de Masovia (Polonia) hacia 1925, dejó Cracovia en 1946. Se licenció en filosofía en París y se doctoró en Friburgo. En 1954 fue a Estados Unidos, donde ha enseñado filosofía en diversas universidades.

En 1972 la profesora compró un ejemplar del libro Persona y Acción, publicado por Wojtyla  en 1967. Se sorprendió de que otro filósofo hubiera llegado a un punto de vista en sintonía con el suyo:

“El autor me resultaba completamente desconocido. Una rápida lectura me mostró que la obra tenía cierta afinidad con mi producción fenomenológica, como puede verse en mi libro Eros y Logos (publicado en 1962). En mi libro había subrayado con fuerza la prioridad de la acción sobre el conocimiento... Finalmente, había encontrado un alma gemela” [6] .

Durante los cuatro años siguientes ambos mantuvieron un diálogo filosófico que dio como resultado la edición inglesa del libro del cardenal [7] . La historia de esta colaboración está recogida en la correspondencia que se produjo (más de noventa cartas guardadas bajo llave en la biblioteca de la universidad de Harvard), en el informe escrito de la propia Tymieniecka  y en sus entrevistas concedidas a los autores Bernstein  y Politi , así como en el testimonio del profesor George Huntston Williams .

Williams  es pastor protestante, historiador de la Iglesia y profesor de teología en Harvard [8] . Fue observador oficial en el Concilio Vaticano II, donde se hizo amigo del cardenal. En su libro recoge el papel de coautora de la profesora, pero no la relación personal que se desarrolló entre ambos con motivo de dicha colaboración.

En la primavera de 1973, con motivo de un congreso internacional sobre Santo Tomás de Aquino , la profesora pidió al cardenal que presentara una ponencia en la sección de fenomenología de la que ella sería moderadora:

“El cardenal, con el que contacté por carta, respondió a la invitación concediéndome una audiencia el 29 de julio en su residencia de Cracovia. Se sorprendió de que apreciara su reflexión filosófica, pues su obra había sido severamente criticada en todos los aspectos por algunos filósofos católicos” [9] .

La secretaria del cardenal, sor Eufrozia , estaba feliz de que alguien se interesase por la filosofía de Wojtyla . Dice la profesora: “Quería trabajármela para que le convenciera. Dije que le invitaba a hablar en el congreso sobre Santo Tomás de Aquino  en Nápoles. Quería que representara al catolicismo, tenía ya un judío y un protestante. Consideraba que tenía ideas muy afines a las mías... Le solté todo un discurso sobre el hecho de que teníamos necesidad de un líder católico en el mundo porque todo se estaba desmoronando” [10] .

El congreso se celebró del 17 al 24 de abril de 1974 en la abadía de Fossanova, al sureste de Roma. El cardenal presentó su ponencia sobre “Autodeterminación como núcleo de la teoría de la persona”. En este congreso se formula explícitamente la previsión de que Wojtyla  sería papa. El profesor polaco Stefan Swiezawski  se lo dijo al cardenal. Cuatro años y medio más tarde, Juan Pablo II  se lo recuerda en una carta fechada el 21 de octubre de 1978:  “Bueno, mi querido Stefan, tu carta me ha traído el recuerdo de las palabras que dijiste en Fossanova durante el congreso en honor de Santo Tomás. Deus mirabilis! [11] .

El cardenal aceptó la invitación a escribir artículos en la revista especializada Analecta Husserliana. Se planteó entonces la posibilidad de una edición inglesa de Persona y Acción: “La condición que yo ponía, dice Tymieniecka , era hacerlo en común. El quería que lo hiciera yo sola y yo no quise. Dije:  Sólo si lo hacemos en común” [12] .

En noviembre, la profesora fue de nuevo a Cracovia. Durante su estancia, que duró más de un mes, acordaron publicar la versión inglesa del libro [13] y se hizo un contrato que daba a la profesora la exclusiva de los derechos mundiales de publicación.

La profesora organizó la participación del cardenal en otras conferencias filosóficas europeas: por ejemplo, en Roma, en marzo y septiembre de 1976. En 1975 comenzó los preparativos para llevarle a Estados Unidos, coincidiendo con el congreso eucarístico de Filadelfia. Quería “presentar este gran pensador a la comunidad internacional”.

La colaboración del libro fue adelante: “Iba a Polonia tres veces al año, dice Tymieniecka , y siempre tres veces al año también a Roma. Cinco semanas en Polonia y dos o tres semanas en Roma por cada visita, durante cuatro años. En Polonia permanecía al menos tres semanas en Cracovia durante las cuales trabajábamos juntos siempre que él tenía un poco de tiempo... Durante cinco semanas yo estaba disponible siempre que él lo estaba: dos semanas en Varsovia y tres en Cracovia. Una dedicación absoluta. Teníamos larguísimas discusiones, las más fascinantes discusiones filosóficas, sobre su libro y sus otros escritos. En cuanto a mis escritos, estaba leyendo todos los de entonces; bueno, no todos, sino los que yo le daba”.

Durante un periodo de cuatro años, trabajaron juntos en el manuscrito en Cracovia, Roma, Vermont, Suiza y Nápoles. Cada periodo de cinco semanas de trabajo común en Europa, se encontraban seis u ocho veces: “Unas veces durante una hora, otras en la comida o en la cena, o en el desayuno, o cuando encontraba un poco de tiempo... Una vez fuimos en coche hasta Bolonia, tres horas de ida y luego de vuelta, sólo para discutir el libro. No tenía tiempo. Viajaba continuamente por la diócesis. Una o dos veces (durante su estancia en Cracovia) hacíamos excursión de un día, durante la cual sacábamos seis horas de discusión filosófica. Dábamos paseos por el bosque... En estas ocasiones estaba también (su secretario) Dziwisz” [14] .

El chófer del cardenal trataba de despistar  a los agentes del servicio secreto comunista. Al parecer, cuando Wojtyla  fue papa, fuentes comunistas polacas y documentos de la policía fueron la base para algunas voces y suposiciones sobre el hecho de que Karol Wojtyla, de arzobispo, hubiera tenido relación con una mujer polaca. Podría tratarse de la señora Tymieniecka .

Hablaban de todo. Dice la profesora: “El nuestro era siempre un diálogo entre filósofos, que fue más allá del libro. Era éste el encanto de aquel trabajo. Si no lo hubiéramos hecho, probablemente no habría tenido una tal dedicación al libro. El era un compañero filosófico incomparable” [15] .

Los principales temas del libro estaban ya articulados en la versión polaca: “Iba contra las tendencias de la cultura eclesiástica de la época. Subrayaba la autodeterminación del ser humano: que cada individuo está en condiciones de determinar la propia existencia, de proyectar la propia vida, y por tanto la sociedad y el sistema político deben dar al individuo la posibilidad de la autodeterminación... Por otro lado, si la sociedad y la cultura permiten a las personas ser fuertemente individualistas e ignorar los lazos comunitarios que la misma autodeterminación requiere y establece, entonces disminuye la cooperación social”.

Los problemas de traducción fueron enormes. El original tenía innumerables lagunas, frases inacabadas, errores gramaticales, expresiones vagas, muchísimas repeticiones y análisis incompletos. “Las críticas de los estudiosos polacos, dice la profesora, parecían realmente justificadas en muchos aspectos” [16] .

 

Un papa preconizado en Estados Unidos

Por supuesto, no figura entre los procedimientos ordinarios sobre cómo se hace un papa. Sin embargo, la profesora puso a los pies de Wojtyla  los eficaces recursos del país más poderoso de la tierra. Le hizo la propaganda, le ayudó a programar su visita a Estados Unidos, hizo que la universidad de Harvard le invitase a tener su primera conferencia americana. Con ayuda del nuncio en Estados Unidos, le procuró conferencias en Washington . Incluso consiguió una invitación para un té con el presidente Ford en la Casa Blanca, pero el cardenal declinó la invitación alegando la coincidencia de otro compromiso. En fin, “inundó los órganos de información con comunicados de prensa en los que se anunciaba la visita a América del insigne cardenal polaco que algunos europeos consideraban como posible papable”.

En 1976, la visita del cardenal Wojtyla  a Estados Unidos (donde, en general, los polacos no tienen buena imagen) fue un triunfo: “Quería presentarle como una gran personalidad, un gran estadista, pero nadie le aceptó como tal al principio, dice Tymieniecka . Procedía de un país intrascendente y nadie le conocía. Le conseguí una cena en casa del presidente de Harvard (de 250 personas) y la universidad le cedió un coche y un conductor y todos los profesores polacos acudieron a recibir al cardenal a su llegada”.

La invitación formal a dar una conferencia en Harvard la hizo el profesor Williams : “En Harvard su conferencia fue muy bien recibida tanto por académicos como por dirigentes de la Iglesia, y se acordó que contara con una extensa cobertura de prensa, incluido el New York Times”. De hecho, en un almuerzo en Harvard al que asistieron representantes de la universidad y de la prensa, el marido de Tymieniecka , el profesor Hendrik Houthakker , que formó parte del grupo de asesores económicos del presidente Nixon, presentó a Wojtyla  como “el futuro papa” [17] .  El 27 de julio, tras la conferencia dada por Wojtyla en Harvard, puede leerse este titular en el periódico de la universidad: “Previsible sucesor de Pablo VI [18]

El profesor Zbigniew Brzezinski , católico y de origen polaco, que después sería consejero de seguridad del presidente  Carter , asistió a la conferencia y quedó impresionado: “¿Tomaría un té conmigo?”, preguntó el profesor al cardenal. Entonces tuvieron “una espléndida conversación” sobre Polonia y la situación mundial. Después mantuvieron correspondencia epistolar. Y en 1978 el consejero Brzezinski representó a Estados Unidos en la inauguración del pontificado de Wojtyla [19] .

Durante las tres semanas pasadas en Estados Unidos, el cardenal se quedó dos veces en  casa de Tymieniecka  en los bosques de Vermont, seis o siete días en total. Este período fue el más intenso de la mutua colaboración. Era una situación hermosa, dice la profesora: “Hacíamos cosas maravillosas, un diálogo filosófico incomparable. Trabajábamos en la cocina. Cuando se sienta a la mesa, se concentra con extraordinaria intensidad y no se levanta hasta que no ha terminado... Después reflexiona sobre los resultados... Ibamos todos a nadar en el pequeño lago de los vecinos. La misa era celebrada bajo un árbol, sobre una mesa de picnic a las siete y media de la mañana, así también mi hijo podía asistir (antes de ir al trabajo). Don Dziwisz (el secretario) hacía de monaguillo. Teníamos animales - un caballo, una cabra y un asno - y ellos se acercaban durante la misa para ver qué pasaba”.

“A veces, dice la profesora, trabajaban durante dieciséis horas al día, a menudo dando largos paseos, discutiendo de filosofía, sociedad, literatura, poesía”, “después de Persona y Acción, él pensaba en otro volumen de orientación antropológica, un tratado de ética, que al final fue la base de la Veritatis splendor [20] .

Para la profesora el saber de Wojtyla  era casi ilimitado, pero tenía una excepción: cuando discutían de Occidente y de Estados Unidos. Muchas de sus impresiones eran erróneas y su falta de información, inquietante. El marido de Tymieniecka, profesor Houthakker,  comenta:

“Mi mujer pensaba que él consideraba a los comunistas más fuertes de lo que eran en realidad. Tenía la impresión de que Wojtyla  consideraba que a la larga los comunistas habrían vencido y que por tanto estaba librando una batalla en cierto sentido ya perdida. Era muy consciente de la fuerza del sistema soviético. No era consciente de la fuerza del sistema occidental... Mi mujer estaba ciertamente preocupada de su falta de comprensión hacia Occidente. Le hablaba de la naturaleza de esta sociedad que es tan distinta de la sociedad en que había crecido... El tendía a considerar a los países occidentales, especialmente a Estados Unidos, como inmorales, quizá amorales: no apreciaba en realidad las virtudes de la democracia. Al menos en dos ocasiones mi mujer le dio a entender que en Estados Unidos parecería un Savonarola [21] , le explicó que es un país maravilloso; naturalmente hay cosas que pueden desagradarle, pero hay cosas que no podía decir. Le persuadió para que no manifestara su desprecio y su alarma por la decadencia de Occidente y, en particular, de Estados Unidos. Esto fue muy importante, pues con las cosas que estaba a punto de decir podía arruinar su acogida en Estados Unidos” [22] .

Ese mismo año, el cardenal Wojtyla  dirigió el retiro cuaresmal del papa y de la curia romana [23] . Al terminar las charlas, el obispo polaco Deskur  estaba satisfecho de su amigo Wojtyla, “cuyo ascenso en los círculos vaticanos él estaba promoviendo sin tregua” [24] . También ese mismo año, “el New York Times puso al cardenal en la lista de los diez candidatos más frecuentemente citados para suceder a Pablo VI [25] . Y en 1978, según el biógrafo Szulc, el profesor Williams  predijo en el periódico The  Harvard Crimson que Wojtyla sería el siguiente papa [26] .

 

Cuestión de imagen

En marzo de 1977, el cardenal Wojtyla  reconoce abiertamente su deuda con la profesora en una introducción manuscrita reproducida en la versión inglesa del libro, que define como la única edición definitiva y autorizada: “Considero mi deber agradecer a la profesora A. T. Tymieniecka  no sólo con un cordial agradecimiento su iniciativa en la publicación de mi trabajo, Persona y Acción, sino también con una explicación”, “agradezco al editor, profesora A. T. Tymieniecka , que, con su excelente conocimiento del contexto filosófico occidental, ha dado a mi texto su forma final”,  “el autor está de acuerdo en que esta definitiva versión del libro aparezca en la distinguida colección Analecta Husserliana [27] .

Sin embargo, cuando Wojtyla  fue elegido papa, una comisión pontificia nombrada para evaluar la gestión de su producción literaria, le solicitó la desautorización de la obra que había escrito con la profesora y la restitución de los derechos a la versión polaca original, que debía considerarse como el texto auténtico. Representantes del Vaticano intentaron -sin conseguirlo- bloquear la publicación de la versión inglesa. Juan Pablo II  hizo suyas las recomendaciones de la comisión y de ahí se siguió un periodo de frialdad entre el papa y la profesora, aunque el papa continuara escribiéndola regularmente. Al menos una vez al mes, dice ella.

La profesora puso el asunto en manos de abogados y consideró la posibilidad de denunciar al papa por violación de derechos de autor. Comenzó a recoger documentación de la mutua colaboración y de la correspondencia, y la entregó a diversas personas e instituciones para que la tuvieran bajo custodia y la hicieran pública en el momento de su muerte. Contra los deseos del Vaticano, la profesora siguió con la publicación de la obra, que permanece en circulación como edición inglesa auténtica.

La señora Tymieniecka consideró una traición personal el silencio mantenido en público por el papa durante la controversia. Al final, sin embargo, se produjo la reconciliación.

Joaquín Navarro Valls , portavoz vaticano, dice que la comisión fue “hiperprotectora” e incluso alaba la obra: “El libro es más fenomenológico que tomista, pero esta es su belleza”, “desde un punto de vista literario y filosófico, es un análisis notable”, “pienso que sea el último libro de relieve escrito sobre la fenomenología”. El portavoz explica el comportamiento de la comisión en estos términos: “Imagínate la situación de un nuevo papa con una cierta producción filosófica y literaria; además es un papa no italiano y la mayor parte de las personas no conocía las obras de Wojtyla ; ellos (la comisión) pensaban que debían proteger la imagen del papa... La confusión en aquellas circunstancias podía ser enorme, la situación era tan nueva (que la respuesta habría sido): prestemos atención a cómo puede ser interpretado esto” [28] .

 

Aislamiento del cónclave

La palabra cónclave (del latín cum clave, con llave) es el lugar donde los cardenales se juntan y encierran para elegir papa. Designa también la misma reunión de cardenales que permanecen en condiciones de estricto aislamiento mientras eligen papa. Así fue establecido por Gregorio X  en su constitución Ubi maius periculum (1274).

Como dice el experto en cuestiones vaticanas Giancarlo Zizola, “los cónclaves han tenido una historia tormentosa. Algunos duraron sólo unas horas; otros, años enteros. Unos fueron rociados por la fuerza del Espíritu; otros por el poder del dinero”.

En el siglo XV, los cónclaves son el teatro de influencias ejercidas por los cardenales de la corona, de enfrentamientos entre partidos, de compra y venta simoníaca de votos a precio de oro: “Es realmente sorprendente constatar que es precisamente un Médici, Julio II  (que había comprado realmente su puesto de papa), al que se le debe, en 1506, la primera bula, Cum tam divino, que declara nula una elección simoníaca” [29] .  

Más reciente es lo que sucedió en el cónclave de 1903: el cardenal de Cracovia, Jan Puzyna , opuso el veto del emperador Francisco José I de Austria al cardenal Rampolla , que había sido secretario de Estado de León XIII  y contaba con el voto de buen número de cardenales. Rampolla no quiso renunciar a su candidatura, pues no quería ceder ante la injerencia política del emperador de Austria [30] .

En aquel cónclave hubo un problema en la cocina: casi todos los cardenales quedaron indispuestos, lo que podría resultar simbólico y significativo. Los únicos que se libraron fueron el cardenal Rampolla , que se hacía servir la comida directamente por su cocinero personal, y el arzobispo de Viena, que tenía comida de régimen. El cónclave eligió al patriarca de Venecia, cardenal José Sarto , que tomó el nombre de Pío X  y que, en uno de sus primeros actos como papa, suprimió el derecho de veto.

Pablo VI , con su constitución Romano pontifici eligendo (1975), refuerza el aislamiento del cónclave. Los cardenales electores y los eventuales conclavistas “permanecen día y noche hasta la finalización de la elección, sin relación alguna con personas o cosas ajenas”.

La clausura del cónclave es hermética. El recinto se registra electrónicamente buscando posibles micrófonos escondidos. Las condiciones son extremas. Dice el cardenal Suenens  en agosto de 1978:  “Mi habitación era como un horno. Sólo había una ventana, pero sellada. Al día siguiente, con mis propias manos conseguí desclavar las maderas. ¡Qué don divino el oxígeno y el aire fresco! Nos arriesgábamos realmente a enfermar”.

            La constitución de Pablo VI  establece un código de normas. Está prohibido a cualquiera, incluso cardenal, hablar, mientras el papa está vivo y sin haberle consultado, de la elección de su sucesor, “prometer votos o tomar decisiones a este respecto en reuniones privadas” (art. 80). Esta prohibición está clasificada entre las normas que proscriben “el detestable crimen de la simonía en la elección del romano pontífice” (art. 79) y la presentación de vetos, incluso bajo la forma de un simple deseo de la autoridad civil, tanto antes como durante el cónclave (art. 81).

La prohibición de injerencias políticas se extiende “a todas las posibles interferencias, oposiciones, deseos, con los que las autoridades seculares de cualquier ámbito y rango que sea, o cualquier grupo humano o personas privadas, quisieran interferir en la elección de pontífice”. El artículo 82 es tajante: “Los cardenales electores se abstienen de toda forma de negociación, acuerdos, promesas y otros compromisos de la naturaleza que sean, que les puedan obligar a dar su voto a uno o a varios”. Los transgresores caen en excomunión.

La constitución de Pablo VI  dice también: “No pretendemos prohibir que, durante el período de Sede vacante, pueda haber intercambio de ideas a propósito de la elección” [31] .

Con su constitución Universi dominici gregis  (1996), Juan Pablo II  confirma básicamente el sistema electoral de Pablo VI , introduciendo algunas novedades. Se admite explícitamente la “renuncia válida del pontífice” y no sólo su muerte, como causa de “sede vacante”.

La constitución de Juan Pablo II  refuerza el aislamiento de los cardenales electores, como si fuesen colocados bajo vigilancia policial durante el período electoral: “De modo particular se deberá cuidar que nadie se acerque a los cardenales electores durante el traslado desde la Casa de Santa Marta al palacio apostólico vaticano” (art. 43) [32] .

A pesar de las severas medidas (algunas claramente ridículas, inútiles y anacrónicas), el aislamiento del cónclave es relativo, porque no cuenta sólo lo que sucede dentro del mismo, sino lo que sucede antes. Si por campaña entendemos “el conjunto de actos o esfuerzos que se aplican a conseguir un fin determinado”, la campaña electoral (más o menos encubierta) realizada previamente (ya desde 1969) a favor de la candidatura de Wojtyla  así lo sugiere (consejos, viajes, congresos, conferencias, contactos, visitas, comidas, cócteles, comunicados, ruedas de prensa, artículos, propaganda).

 

El obispo Deskur , director de campaña

El 4 de octubre de 1978, tras el entierro de Juan Pablo I,  el cardenal Wojtyla  acudió a cenar a casa de Deskur . El obispo polaco Andrés María Deskur, presidente del Consejo pontificio para las comunicaciones sociales y amigo de Wojtyla desde que estudiaban teología en Cracovia, era el director de su campaña electoral y, por tanto, la persona idónea para ponerle al tanto de la situación [33] .

El 12 de octubre, el cardenal Wyszynski  (inquieto por los rumores que se centraban en la candidatura de Wojtyla ) requirió la presencia de sus compatriotas Deskur  y Rubin  en la residencia romana donde se alojaba: “Nos presentamos allí, dice Deskur, y él nos preguntó quién sería el próximo papa. Tanto el obispo Rubin como yo le dimos la misma respuesta: Wojtyla”. ¿Cómo lo sabéis? preguntó Wyszynski, sin salir de su asombro. “Eminencia, dijo Deskur, llevo treinta años viviendo en Roma”.

Deskur  estaba seguro de que la base electoral de Wojtyla  se estaba ampliando. El cardenal de Filadelfia (Krol , de ascendencia polaca) había empezado a hacer campaña a su favor. También estaba a su favor el secretario de Estado vaticano, cardenal Villot . Cinco meses antes, el 18 de mayo, Wojtyla había celebrado su 58 cumpleaños en el apartamento vaticano de Deskur. Contemplemos la escena.

Como invitado de honor está el cardenal Villot, secretario de Estado; también está el obispo Rubin  y Luigi Poggi , nuncio especial para Europa del Este. En un momento dado, la conversación se desliza hacia el futuro de la Iglesia y el secretario de Estado dice que Wojtyla es el único hombre que podía conseguir la mayoría de dos tercios necesaria para la elección: “Recuerdo que el pobre Poggi miró a Rubin, dice Deskur. Se preguntaba si el cardenal secretario de Estado se habría vuelto loco. Que hablara del próximo papa en la mismísima casa del pontífice, cuando éste gozaba aparentemente de un razonable estado de salud, supuso una completa sorpresa para nosotros”. Más tarde, el cardenal Villot envió una nota a Deskur: “Reitero lo que dije durante el almuerzo. No fue un lapsus” [34] .

Unos días antes de que empezara el cónclave, el cardenal polaco y su consejero dieron un paseo por los jardines vaticanos: “Vi de forma muy clara, dice Deskur , que en alguna parte de su mente, su alma y su corazón, Wojtyla  sabía que sería papa” [35] .

El 13 de octubre, los cardenales se reunieron en el Vaticano para decidir las celdas que ocuparían mientras durase el cónclave. Pocos minutos después, llegó la noticia de  que Deskur  había quedado paralizado a causa de un ataque: “Deskur, cuya tensión nerviosa había rebasado el límite de su autoimpuesto papel de director de la campaña de Wojtyla, sufrió un violento ictus del que nunca se recobraría plenamente”. [36]   Se habló de “un infarto masivo”, “una parálisis total” (apenas era capaz de hablar) [37] , “una trombosis en la carótida, en estado de coma y ya desahuciado por los médicos” [38] . Fue un fuerte golpe para Wojtyla, además en la víspera del cónclave.  Se trasladó rápidamente al policlínico Gemelli para visitar a su amigo. Lo mismo hizo en su primera salida como papa, el 17 de octubre. “El  me enseñó a ser papa”, dijo Wojtyla al entrar en la habitación del enfermo [39] .

El 14 de enero del 79, el papa Wojtyla  sostiene una prolongada conversación con Zürich, donde todavía se recupera el obispo Deskur . Está mejor. Sin embargo, se duda que pueda reanudar su trabajo como jefe de comunicaciones sociales de la Iglesia. “No te preocupes, le dijo el papa. Aquí te espera un cargo mucho más importante: el de ser mi consejero personal” [40] . Nombrado arzobispo en 1980, en 1984 Deskur queda como presidente emérito de la Comisión de Comunicaciones Sociales y en 1985 recibe la púrpura cardenalicia “en la silla de ruedas a la que lo había reducido su apoplejía” [41] .

 



[1] WEIGEL, 344.

[2] SZULC., 216-217.

[3] Ib., 258.

[4] Ibidem.

[5] WILLIAMS, G.H., The Mind oj John Paul II. Origins of His Thought and his Action, The Seabury Press, Nueva York, 1981, 252; también SZULC, 258-259.

[6] BERNSTEIN-POLITI, 146.

[7] El título inglés es The Acting Person. Ver ib., 138-155.

[8] SZULC, 146.

[9] BERNSTEIN-POLITI, 146.

[10] Ib., 146-147.

[11] WEIGEL, 325.

[12] BERNSTEIN-POLITI, 47.

[13] En el volumen 10 de Analecta Husserliana.

[14] BERNSTEIN-POLITI, 148-149.

[15] Ib., 150.

[16] Ib., 148 y 150.

[17] Ib., 143 y 150-151.

[18] En The Harvard Crimson, 27-7-1976; ver LAMET, P.M., Hombre y papa, Espasa Calpe, 1995, 151.

[19] BERNSTEIN - POLITI, 266.

[20] Ib., 151.

[21] Jerónimo Savonarola  (1452-1498), dominico y prior del convento de San Marcos de Florencia, denunció públicamente la corrupción de la Iglesia y predicó su reforma. Fue excomulgado (1497), condenado a muerte y ahorcado. Su cadáver fue quemado públicamente.

[22] BERNSTEIN-POLITI, 153.

[23] Las meditaciones del cardenal Wojtyla  aparecen recogidas en su libro titulado Señal de contradicción (BAC, Madrid, 1979); el planteamiento es poco original y bastante devocional: así, por ejemplo, incluye tres meditaciones sobre los misterios del rosario (gozosos, dolorosos, gloriosos), otras sobre los novísimos y una sobre el via crucis con sus catorce estaciones.

[24] BERNSTEIN-POLITI, 129.

[25] Ib., 122.

[26] SZULC, 218.

[27] Ver prólogo y borrador manuscrito del libro del cardenal Karol Wojtyla , The Acting Person, D. Reidel Publishing Company, Dordrecht (Holanda), 1981.

[28] BERNSTEIN-POLITI, 140-141.

[29] ZIZOLA, G., El sucesor, PPC, Madrid, 1996, 71-72.

[30] JEDIN, H., Manual de historia de la Iglesia, VIII, Ed. Herder, Barcelona, 1978, 532-536.

[31] ZIZOLA, 82 y 59-61.

[32] Ib., 85-87.

[33] BERNSTEIN-POLITI, 162-163.

[34] Ib., 173.

[35] SZULC, 268.

[36] BERNSTEIN-POLITI, 173-174.

[37] WEIGEL, 344.

[38] DE ANDREIS-LEONE, Juan Pablo Wojtyla . Crónica insólita de un papa, Laia, Barcelona, 1980, 12.

[39] SZULC, 281.

[40] Ib., 110.

[41] WEIGEL, 667-668.