17. LA TENTACION DEL PODER

 

En el Evangelio la prevención frente a los grandes de este mundo es máxima: Los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder [1] . Un papa ha de tenerlo presente y dar ejemplo de ello. Por tanto, es preciso reflexionar sobre la beligerancia política del pontificado wojtiliano: ¿Debía un papa colaborar en el acoso occidental al bloque del Este? ¿Debía aparecer como aliado del imperio? ¿Ha debilitado el compromiso de la Iglesia en la liberación de los pobres? ¿Ha caído en la tentación del poder?

 

El consejero americano

El profesor Brzezinski , que después sería consejero de seguridad del presidente Carter , asistió a la conferencia que el cardenal Wojtyla  dio en 1976 en la universidad de Harvard. Después tomaron un té y hablaron sobre Polonia y la situación mundial. Además, mantuvieron correspondencia epistolar. Por supuesto, muy en su papel, Brzezinski representó a Estados Unidos en la inauguración del pontificado de Karol Wojtyla.

Dos años después, el consejero americano estableció un diálogo oficial con el Vaticano. Lo hizo por medio del obispo checoslovaco Joseph Tomko , que en 1985 sería nombrado cardenal y prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos. E n Estados Unidos había “fuentes de financiación, equipamiento y apoyo organizativo, sobre todo del movimiento sindical americano” para la causa de Solidaridad, el nuevo movimiento polaco.

Sin revelar detalles particulares, el consejero informó a Tomko  de una operación encubierta de la CIA, autorizada en secreto por Carter , para enviar libros y literatura anticomunista a la Europa del Este, donde prosperaba el nacionalismo disidente.

El consejero y el obispo estudiaron cómo promover en Polonia los derechos humanos básicos (económicos, políticos y religiosos) sin provocar la represión por parte de los soviéticos. Este había sido el punto central del encuentro del papa con el presidente Carter  el 21 de junio de 1980 en el Vaticano .

En diciembre de 1980, el consejero americano telefoneó al papa para advertirle de la amplia concentración de tropas que se producía en la frontera de Polonia. Le pidió “se sirviera de sus obispos para conseguir que los gobiernos de Europa occidental, con gran número de católicos, apoyaran un ultimátum a los soviéticos, que los amenazara con el aislamiento económico, político y cultural si intervenían en Polonia”. El papa aceptó. Por su parte, los soviéticos enviaron al camarada Vadim Zagladin  a Roma para informar que de momento no habría intervención [2] .

La colaboración entre Estados Unidos y el Vaticano se acentuó con el presidente Ronald Reagan . Casi todos los hombres elegidos por Reagan al comienzo de su administración para los puestos más importantes de política exterior eran católicos: Casey , jefe de la CIA; Alexander Haig , secretario de Estado; Vernon Walters , general jubilado y enviado internacional del presidente; Richard Allen , consejero de seguridad nacional; también su sucesor, William Clark . Por lo demás, Reagan mantuvo a Brzezinski  como asesor para Polonia, lo que implicaba un trato directo con Juan Pablo II .

Reagan buscó por todos los medios establecer lazos estrechos con el papa y el Vaticano: “Los quería como aliados”, explicó años más tarde [3] .

Ya en la primavera de 1981, Casey  y Clark  visitaban frecuentemente la residencia del nuncio en Washington , el arzobispo Pío Laghi . Por su parte, Laghi entraba en la Casa Blanca “por la puerta de atrás” para tener encuentros secretos con Clark, Casey y, más tarde, con el presidente. Pero, m ás que cualquier otro eclesiástico, era John Krol, arzobispo de Filadelfia de origen polaco, quien informaba a la Casa Blanca sobre la situación general de Solidaridad, sus necesidades y su relación con el episcopado polaco. Hacía de intermediario entre la Casa Blanca, Polonia y el Vaticano.

Krol  estaba situado como nadie para vencer cualquier resistencia que pudiera tener Wojtyla  en establecer lazos estrechos con el presidente americano: “El histórico lazo radicado en el credo antimarxista que se creó entre Estados Unidos y el Vaticano, entre una superpotencia temporal y una superpotencia espiritual, implicaba notables ventajas para ambas partes, especialmente en relación a Polonia y a América central” [4] .   

 

La CIA y el Vaticano

Antes de salir hacia Roma, el 28 de noviembre de 1981, Vernon Walters  fue en coche a Langley (Virginia), para entrevistarse con Bill Casey , el jefe de la CIA.

El general Walters, el “creador de golpes de Estado”, acaba de fallecer el 10 de febrero de 2002. Se ha dicho cáusticamente: “Fue quizá él quien ayudó al Espíritu Santo para la elección de Wojtyla, y puede que colaborase en la muerte del papa Luciani”, “se le atribuye la caída del muro de Berlín (era embajador en Alemania), que tan catastrófica ha sido para el mundo al quitar las últimas trabas del Imperio del Bien, que ya no tiene inconveniente en ser el del Mal, si le conviene” [5] .

La visita de Walters  al papa se situaba dentro de las conversaciones que el secretario de Estado Alexander Haig  mantenía con líderes políticos de todo el mundo. Una adecuada información les convencería del hecho de que “la propia seguridad estaba amenazada, ya fuera por comunistas, terroristas, países vecinos, oposición interna, fundamentalistas islámicos, movimientos nacionalistas o teólogos de la liberación”.

Además, los Estados Unidos podían ofrecer al papa “una cosa que probablemente deseaba más que ninguna”, dice Walters , “la percepción de tener una relación estrecha y a alto nivel con el país más poderoso del mundo” [6] .

El 30 de noviembre, Walters  llegó al Vaticano acompañado de William Wilson , jefe de la misión USA en el Vaticano: “Santo Padre, le traigo los saludos del presidente de los Estados Unidos”. Walters abrió un sobre que contenía algunas fotos tomadas por satélite: “El presidente cree que usted debe saber lo que estamos haciendo y por qué”. El papa examinó las fotos: los astilleros navales de Danzig, armamento pesado, vehículos militares, medios de transporte de tropas, tanques empleados por las fuerzas de seguridad polacas, misiles programados para alcanzar el corazón de Europa en pocos minutos. Otras fotos mostraban los sucesivos movimientos de las fuerzas del Pacto de Varsovia que se dirigían hacia la frontera polaca, desde sus cuarteles emplazados en la Unión soviética, Alemania oriental y Checoslovaquia [7] .        

Walters  pasó al papa otra fotografía, en la que aparecían tropas en el interior de Polonia, tropas polacas: “Si los soviéticos la invaden, habrá guerra. Será una guerra limitada y de breve duración, pero una guerra”. El papa no puso en duda la opinión de Walters. Sin embargo, “según las indicaciones que obran en nuestro poder, será difícil para la dirección soviética alcanzar el consenso en torno a la invasión”, añadió el americano . Tras la lenta sangría de Afganistán, algunos jefes militares se opondrían a una nueva aventura que supondría la pérdida de más vidas rusas.

Wojtyla  asentía lentamente. Conocía a su gente. Y las estimaciones de la CIA parecían aliviarle. Walters  explicó brevemente al papa que la administración Reagan  estaba ya tomando una serie de medidas para garantizar que Solidaridad continuara recibiendo ayuda de Estados Unidos. Dijo también que  recientemente había hecho algunos viajes a América Latina y a Africa. El papa  le pidió una valoración de la situación política en Argentina y en Chile.

Walters  comentó que Estados Unidos deseaba favorecer en ambos países una transición pacífica a la democracia, pero había que evitar que fuerzas de izquierda alineadas con Cuba y con la URSS sacaran ventaja de la situación. Lo mismo valía para El Salvador y Nicaragua. La teología de la liberación se estaba propagando en la región. Tanto Estados Unidos como el Vaticano habrían de usar su poder para reducir la importancia del fenómeno.

El papa pidió a Walters  que hablara ampliamente con el secretario de Estado, cardenal Casaroli . Sin embargo, Casaroli tenía una visión del mundo muy diferente y recomendaba prudencia [8] .

 

Reagan y Wojtyla

El 7 de junio de 1982, Reagan llegó al Vaticano para tener una audiencia con el papa, que debía hacer más personal la alianza secreta entre ambos. Por un lado, Reagan poseía un poder estratégico (y secreto) que el Vaticano no tenía. Por otro lado, Solidaridad era “una grieta esencial en el muro de hierro”, Polonia y el papa eran “instrumentos que Dios había misteriosamente elegido para sacudir la tierra”. En fin, Reagan estaba decidido a ayudar lo que consideraba una santa causa y había ordenado a los suyos no ahorrar recursos materiales o intelectuales en sostenerla.

Reagan  y Wojtyla  comentaron que ambos, con diferencia de seis semanas, habían sido salvados de sendos atentados para jugar un papel particular en el destino de Europa oriental.  Asimismo, los dos estuvieron de acuerdo en que no había ninguna razón para mantener las divisiones artificiales creadas en Yalta, al final de la II Guerra Mundial. Europa era una realidad única. “Había que hacer algo”, comentó Reagan muchos años después, “Solidaridad era el arma de que disponíamos para hacerlo” [9] .

Durante la audiencia, Reagan propuso al papa hacer más frecuentes las visitas de Walters  y Casey , oferta que el papa aceptó inmediatamente.

Un día después, Reagan  anunció en Londres el fin del imperio soviético: en Europa oriental habría repetidos estallidos contra la represión. Polonia era el ejemplo y la misma Unión Soviética no quedaba libre de esa realidad. Para Reagan, el bloque comunista estaba al borde de la ruina. Tensiones intolerables se estaban manifestando en su interior.

Estados Unidos simplemente presionaba sobre aquél sistema ruinoso, de modo que se anticipara lo inevitable. En el periodo comprendido entre la visita del presidente Reagan  al papa y la caída del muro de Berlín (1982-1989), el gobierno de Estados Unidos invirtió más de 50 millones de dólares en sostener el movimiento de Solidaridad.

En abril de 1984 se establecen relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el Estado Vaticano. Por su parte, Richard Allen, que fue consejero de seguridad del presidente Reagan, caracterizará la relación de Reagan con el Vaticano como “una de las más grandes alianzas secretas de todos los tiempos” [10] .

 

Polonia y la Europa del Este

“Era una situación muy compleja”, dice Pío Laghi , entonces delegado apostólico en Washington. “Se trataba de insistir sobre los derechos humanos en Polonia, sobre la libertad religiosa, y al mismo tiempo mantener vivo Solidaridad sin provocar ulteriormente a las autoridades comunistas” [11] .

Los contactos privados de Juan Pablo II  con los soviéticos crearon en Moscú la sensación de que “el papa se afanaba por conseguir una evolución moderada - y no un enfrentamiento- en Polonia” [12] .   

El 13 de enero de 1987, Juan Pablo II  y el general Jaruzelski  se entrevistaron en el despacho del papa. No era la primera vez que se encontraban. Además, mantenían correspondencia privada.

En el transcurso de aquella conversación Jaruzelski  mencionó a Gorbachov y así “por primera vez, juntó al papa y a Gorbachov, aunque sin su presencia física”. Dice el general polaco: “Sencillamente, a causa de la posición que yo ocupaba en la política de entonces, me convertí, por así decirlo, en el conducto extraoficial y portador de ciertas opiniones de Gorbachov al papa y del papa a Gorbachov. Pude hablar con cada uno de ellos acerca de mi valoración de sus respectivas personalidades en el aspecto más constructivo. Le dije al papa lo que sabía de Gorbachov y del papel que estaba desempeñando, de cuáles eran sus intenciones, de qué dificultades encontraba, de lo importante que era apoyarle, de cómo comprenderle y de qué gran oportunidad era para Europa y para el mundo... aunque no todo estuviera sucediendo tan bien como era de desear. Y al hablar con Gorbachov procuré transmitirle la opinión del papa, por la que estaba muy interesado” [13] .

Si en Polonia la intervención del Vaticano ha tenido una función moderadora, no ha sido así en los difíciles momentos de la declaración de independencia de Eslovenia y Croacia,  y tampoco antes: “Al igual que los ortodoxos, los responsables de la Iglesia Católica han repetido comportamientos seculares de afirmación-exclusión respectiva aplicados en anteriores momentos a lo largo de la historia” [14] .

Afirma el profesor De Diego García , de la Universidad Complutense, que el comportamiento alemán resultaría decisivo: “Desde el comienzo del proceso político en Eslovenia y Croacia, y en especial, a partir de sus declaraciones de independencia la opinión pública alemana se mostró decididamente favorable a la secesión de las dos repúblicas”, “según los alemanes no debía privarse a Croacia y Eslovenia del derecho a la autodeterminación. La misma actitud que defendía el Vaticano. Sin embargo, de esta prerrogativa no debían disfrutar los serbios de Croacia o de Bosnia a la vista de la política de Bonn y de la jerarquía católica” [15] .

A finales de 1991, el Vaticano tomó con rapidez inusual una decisión de graves consecuencias, el reconocimiento diplomático de dos nuevos Estados católicos en Europa, Eslovenia y Croacia. La medida vaticana ha sido considerada como “parcialmente responsable de la disolución de la Federación yugoslava, con la que la Santa Sede mantenía relaciones diplomáticas normales, e incluso de la guerra que esta decisión de independencia había impulsado de una forma fatal y previsible” [16] .

Otro asunto: el hecho suscitó perplejidad y escándalo. El 3 de octubre del 98, Juan Pablo II beatificó al arzobispo de Zagreb, Alojzije Stepinac  (1898-1960), que desde el comienzo estuvo de acuerdo con los objetivos generales del régimen fascista de Ante Pavelic  (1941-1945). Como anotó en su diario, Stepinac creía que Pavelic era “un católico sincero”. El cardenal ofreció una cena al dictador y a los demás dirigentes ustachis (los que se alzan). El mismo día en que 250 serbios eran masacrados en Bjelovar, se leyó desde los púlpitos una carta pastoral en la que Stepinac llamaba al clero y a los fieles a colaborar con el caudillo.

Mucho se ha hablado de Stepinac  y de sus protestas finales contra la persecución y las matanzas. El arzobispo escribió una carta a Pavelic  acerca de las conversiones (forzadas) y las masacres. Como los demás obispos, comenta con entusiasmo las conversiones en masa: “Nunca hubo una ocasión tan espléndida como ahora para que ayudemos  a Croacia a salvar incontables almas”. Deplora las estrechas opiniones de las autoridades que atacan incluso a los convertidos y “los cazan, como si fueran esclavos”. Señala algunas matanzas conocidas de madres, chicas y niños de menos de ocho años, que llevan a las montañas “y arrojan vivos... a profundas simas”.

Los obispos (algunos se sientan en el parlamento croata) respaldan las conversiones forzadas y se muestran incapaces de mantener una distancia crítica ante el régimen . Frecuentes emisiones de la BBC alertan sobre la situación en Croacia. Por ejemplo, esta del 16 de febrero de 1942: “Se están cometiendo las peores atrocidades en los alrededores del arzobispado de Zagreb. Por las calles corren ríos de sangre. Los ortodoxos están siendo convertidos por la fuerza al catolicismo, y no oímos la voz del arzobispo oponiéndose. Se informa que, por el contrario, participa en los desfiles nazis y fascistas” [17] .

El cardenal francés Eugène Tisserant  dijo a Nicola Russinovic , representante croata en el Vaticano, el 6 de marzo de 1942: “Yo sé que los propios franciscanos, por ejemplo el padre Simic de Knin , han participado en los ataques contra la población ortodoxa, llegando a destruir sus iglesias, como sucedió con la de Banja Luka. Sé que los franciscanos de Bosnia y Herzegovina han actuado de forma abominable, y eso me duele. Tales actos no deben ser cometidos por gente instruida, culta y civilizada, y mucho menos por sacerdotes”. Pocos días después, el 27 de marzo, Tisserant dijo a Russinovic que, según las evaluaciones alemanas, “350.000 serbios han desaparecido” y que “en un solo campo de concentración hay 20.000 serbios” [18] .

Las cifras son casi increíbles. Según recientes recuentos, 487.000 serbios ortodoxos y 27.000 gitanos fueron asesinados entre 1941 y 1945. Además, murieron unos 30.000 de los 45.000 judíos: “Sacerdotes, siempre franciscanos, participaron activamente en las masacres” [19] . Fue una campaña de “limpieza étnica”, un intento de crear una Croacia católica “pura” mediante conversiones forzadas, deportaciones y exterminios masivos.

El 18 de mayo de 1941 el papa Pío XII  recibió en el Vaticano a Pavelic, el caudillo ustachi de Croacia, en el momento en que se había puesto en marcha el plan de genocidio contra los serbios ortodoxos [20] . Además,  en 1943 el papa “expresó su complacencia con la carta personal que había recibido de nuestro poglavnic (caudillo)” [21] . 

En 1946, el arzobispo Stepinac  fue juzgado por colaboración en el exterminio de enemigos políticos, realizado por el régimen fascista de Pavelic . Condenado a 16 años de cárcel, por presiones de Estados Unidos, la pena se quedó en arresto domiciliario. El gobierno de Tito sugirió al Vaticano el traslado de Stepinac a Roma, pues diversas acusaciones podrían suponer al arzobispo una cadena perpetua. El Vaticano le mantuvo en Croacia y, además, le nombró cardenal [22] . Pues bien, ahora Juan Pablo II  le beatifica.

 

Los dictadores latinoamericanos

Desde el principio, la administración Reagan  decidió que el gobierno sandinista de Nicaragua, de inspiración marxista, debía ser derribado. Para conseguir este objetivo, la CIA financió al ejército de la Contra, cuatro mil hombres en gran parte partidarios de la vieja oligarquía de Somoza , derribada por los sandinistas en 1979 tras casi cuarenta años de dictadura sostenida por Estados Unidos.

Sin embargo, en diciembre de 1982, el presidente Reagan  se vio obligado a dar paso a una ley que prohibía a la CIA y al departamento de Defensa proporcionar armas, adiestramiento o ayudas para derribar el gobierno de Nicaragua. No obstante, la CIA y el presidente buscaron otros medios para financiar y ayudar a la Contra.

Los resguardos bancarios suizos de Oliver North manifiestan que la Casa Blanca pagó millones de dólares al agente secreto Monzer Al Kassar  para que suministrara armas a la Contra. Toda una contradicción: un alto cargo norteamericano colaborando en tráfico ilegal de armas con un agente secreto, considerado como uno de los mayores traficantes de drogas [23] .

Puesto que la administración Reagan  no podía operar libremente en Nicaragua, entonces se hizo aún más importante el papel de su principal aliado moral y político en la zona: la Iglesia católica o, según el nombre dado por la CIA, la Entidad. Pero en Nicaragua estaba también la llamada Iglesia popular, aliada con los sandinistas y con una fuerte base popular, sobre todo entre los pobres. Pues bien, “en 1981 la CIA comenzó a financiar secretamente a las altas jerarquías de la Iglesia institucional”.

Los sandinistas acusaron al arzobispo de Managua Miguel Obando y Bravo  (que tiempo atrás había apoyado cautamente su movimiento como único modo de contrarrestar la oligarquía de Somoza ) de ser un agente pagado por la CIA. Se rechazó con firmeza la acusación. Aunque Obando no fuera un agente suyo, la CIA terminó por considerarlo uno de sus principales recursos, deseoso como estaba, tras la elección de Wojtyla , de cooperar con los esfuerzos americanos por desacreditar a los sandinistas.

Dice el almirante John Poindexter , entonces vicedirector del Consejo Nacional de Seguridad: “Teníamos al día a los obispos sobre aquellas que para nosotros eran las intenciones del gobierno nicaragüense y de las organizaciones de izquierda en El Salvador (otro país donde los obispos de la Iglesia institucional recibían fondos). En Nicaragua esto se hacía directamente a través del obispo”.

A principios de 1981, se descubre en la comisión de información del Congreso que al menos 25.000 dólares de los fondos de la CIA habían llegado a la diócesis de Obando. Temiendo que la cosa fuera de dominio público y se convirtiera en descrédito del Vaticano y de Estados Unidos, llamaron la atención a William Casey , el jefe de la CIA, el cual se comprometió a terminar con dicha financiación.

Sin embargo, inmediatamente después, Casey  encargó a Alan D. Fiers  encontrar otro modo de hacerlo. Fiers se dirigió a la Casa Blanca, al teniente coronel Oliver North , miembro del Consejo Nacional de Seguridad, que le dio millares de dólares para no interrumpir las ayudas de dinero a la Iglesia: “No se sabe cuántos centenares de millares - o quizá de millones - de dólares llegaron secretamente a la Entidad durante los años de la administración Reagan , pero la Iglesia de Wojtyla  se convirtió en aquel periodo en el principal aliado ideológico del gobierno americano en la lucha contra los sandinistas”.

La Iglesia popular gozaba del apoyo de gran parte del pueblo: “Temiendo que la Iglesia popular pudiera ser un antagonista demasiado fuerte de los intereses estadounidenses en América central, sobre todo en Nicaragua y en El Salvador, Casey  y William Clark  insistían en que el papa visitara Nicaragua. Sugirieron a Pío Laghi , representante del pontífice en Washington , que el papa manifestase de modo inequívoco su apoyo a los obispos contra la Iglesia popular”.

Dice Jeanne Kirkpatrick , embajadora ante la ONU en tiempo de Reagan : “Teníamos un interés común en desalentar una cabeza de puente comunista en este hemisferio. El papa es profundamente anticomunista y durante la administración Reagan tenía una visión global sobre el comunismo semejante a la nuestra. La cuestión de la Iglesia popular era un gran problema”.

 

El papa aterrizó en Managua el 4 de marzo de 1983. La junta sandinista, dirigida por Daniel Ortega  y legitimada por elecciones populares, había inaugurado un vasto programa de reformas sociales: servicio sanitario gratuito, campaña contra el analfabetismo, reforma agraria, vivienda.

Daniel Ortega  dijo en el saludo inicial dado al papa que se podía ser al mismo tiempo creyentes y revolucionarios, atacó la política de la administración Reagan  y recordó la amarga historia de las siete intervenciones militares estadounidenses en su país. Asimismo denunció que en los tres últimos años 375 nicaragüenses habían muerto por agresiones externas; entre ellos, diecisiete jóvenes asesinados por la Contra y sepultados apenas dos días antes.

Juan Pablo II respondió que  deseaba contribuir a que terminaran los conflictos sangrientos, el odio y las estériles acusaciones, para dejar espacio a un genuino diálogo. 

Después, en la celebración de la misa, Juan Pablo II  atacó a la Iglesia popular y ordenó a los fieles obedecer a sus obispos. No hizo ninguna alusión a la situación política del país ni mencionó la implicación de Estados Unidos o la guerra de la Contra. Cuando el papa lanzó un nuevo ataque al marxismo, subrayando que la Iglesia debía estar libre de distorsiones  ideológicas, los jóvenes sandinistas encargados del servicio de orden comenzaron a gritar: “¡Poder al pueblo!”. La zona más cercana al altar respondió: “¡Una sola Iglesia!”. Y otras voces replicaron: “¡Iglesia popular!”. Juan Pablo II  definió el episodio como una profanación de la eucaristía.   

El presidente Reagan  y sus colaboradores podían estar tranquilos. El compromiso del papa por una línea en sintonía con los intereses de la Casa Blanca estaba asegurado. En El Salvador, Costa Rica, Guatemala y Haití, durante la semana siguiente, Juan Pablo II  se atuvo a una línea antimarxista, evitando lo que pudiera disturbar a la administración Reagan [24] . 

 

Un viaje muy distinto hizo dos años después Pedro Casaldáliga , obispo de Sào Félix do Araguaia, en el Estado de Mato Grosso (Brasil). Desde el 28 de julio al 21 de septiembre de 1985 estuvo en Nicaragua para unirse al ayuno de Miguel D’Escoto , sacerdote y ministro de relaciones exteriores de Nicaragua. El 27 de julio publicó un comunicado, con la lista de 23 obispos y más de 200 entidades y personalidades que se adhirieron a su gesto de solidaridad.

Casaldáliga  peregrina “por la paz, por la no intervención en Nicaragua y en Centroamérica, por la autodeterminación de esos pueblos. Para sacudir la conciencia del Primer Mundo ante el drama y los derechos conculcados de América Central y de todo el Tercer Mundo. Para colaborar en la corresponsabilidad y en la credibilidad de la Iglesia de Jesús en esa martirizada Centroamérica y en toda América Latina” [25] .

Cuando llega el obispo, la Contra ha asesinado a ocho madres, que iban a la montaña a llevar comida a sus hijos combatientes. “Antes de matarlas..., a algunas de ellas, declara la superviviente Nubia Vargas, las agarraron, las violaron y después les cortaron las piernas, se las destrozaron”.

En el funeral, con los féretros junto al altar, Casaldáliga  dice a la gente: “Os bendigo en la sangre de Jesús y en la sangre de estas madres que yo declaro resucitadas”. Por la tarde,  concelebra otro funeral por treinta soldados caídos en la flor de la juventud.

El 30 de julio, Casaldáliga  escribe al presidente de los obispos de Nicaragua, Miguel Obando y Bravo: “Mi actitud podrá ser conflictiva, también lo es para mí. Siempre la causa del Reino nos exige ‘violencia’. Mi intención, en todo caso, es sinceramente evangélica”.

El mismo día, el secretario de la Conferencia Episcopal Nicaragüense firma un mensaje dirigido al presidente de los obispos brasileños, Ivo Lorscheider : “Los obispos de Nicaragua creen que se lesiona gravemente la caridad y la comunión eclesial cuando algunos obispos de Brasil hablan o actúan ignorando la autoridad episcopal nicaragüense”.

“Los obispos nicaragüenses, dice Casaldáliga , podrían - y deberían – mantener su distancia, evangélicamente crítica, frente al proceso político revolucionario. Creo, sin embargo, que no pueden dejar de condenar abiertamente la agresión imperial de Reagan”.

Así lo hace el cardenal Paulo Evaristo Arns , arzobispo de Sao Paulo, en carta dirigida al querido amigo Miguel D’Escoto , con fecha de 23 de julio: “Respeto mucho su decisión de realizar este ayuno inspirado por su conciencia sacerdotal ante la realidad de muerte y destrucción que existe en Nicaragua, como consecuencia de la guerra de agresión que nos declaró el gobierno de los Estados Unidos”.

El obispo Casaldáliga  recibe la visita de Daniel Ortega y algunos comandantes más: “Si algunos me vieran en medio de vosotros, bromea el obispo, seguro que se escandalizarían... De todos modos, si el papa puede encontrarse con Reagan, puedo yo encontrarme con vosotros”.

En el Tribunal Internacional de La Haya Nicaragua abrió un proceso contra la Administración Reagan. El profesor de Derecho de la Universidad de Harvard, Abram Chayes , denunció en La Haya que el gobierno de los Estados Unidos “concibió, creó y organizó” las fuerzas mercenarias de la Contra. Sin embargo, los Estados Unidos notificaron que no reconocían jurisdicción al Tribunal [26] .

El 28 de noviembre, Sergio Méndez Arceo , obispo emérito de Cuernavaca (Méjico), y Pedro Casaldáliga  escriben en carta conjunta al cardenal Obando y Bravo, arzobispo de Managua:

“No nos parece honrado – y lo creemos de gravísimas consecuencias para el futuro de nuestra Iglesia – tratar peyorativamente como Iglesia popular paralela y al servicio del comunismo todas esas comunidades cristianas con sus agentes de pastoral – laicos, sacerdotes y religiosos – y con centros de Pastoral tan altamente preparados y eficientes. La sinceridad, a veces heroica, de tantos hermanos que forman esas comunidades y los muchos mártires que, en esas comunidades de Nicaragua y toda América Central, han derramado ya su sangre nos juzgarán un día” [27] .

Finalmente, el obispo Casaldáliga  hace algunas precisiones importantes:

-          “La verdad está con Nicaragua. Nicaragua es la agredida: por la política norteamericana de Reagan”.

-          “Un cristiano puede ser también marxista, siempre que no haga del marxismo su filosofía de vida y utilice, relativizados, los análisis y prospectivas marxistas”.

-          “Puedo caminar con Marx , como compañero, pero el Camino para mí es Jesucristo” [28] .

Comentando estas cosas (en casa de Jesús Martín, el 29 de agosto de 2001), nos encontramos un pasaje del profeta Ezequiel que nos parece significativo y que no podemos callar:  En cuanto a tí, vil criminal, príncipe de Israel, cuya hora ha llegado con la última culpa, así dice el Señor: La tiara se quitará, se depondrá la corona, todo será transformado; lo humilde será elevado, lo elevado será humillado. Ruina, ruina, ruina, esto es lo que haré con él, como jamás la hubo, hasta que llegue aquel a quien corresponde el juicio y a quien yo se lo entregaré [29] .

 

“Guatemala es un prolongado martirio, prohibido para la opinión pública internacional”, denuncia Casaldáliga . “Se ha oido hablar de El Quiché, de la política de aldea arrasada. Pero se ignora o se olvida pasivamente el drama de verdadero exterminio que asola el país”, “el 80 por ciento de la tierra cultivable pertenece al 2 por ciento de la población”, “en Guatemala se da la mayor inversión privada de los Estados Unidos en América Central” [30] .

A finales de febrero de 1999, el Informe Guatemala, memoria del silencio atribuye a las Fuerzas Armadas la desaparición de casi doscientas mil personas. El documento afirma que la doctrina de la Seguridad Nacional y el anticomunismo, promovidos por Estados Unidos en América Latina, fueron una de las causas de la guerra interna de Guatemala [31] .

 

En El Salvador, el arzobispo Oscar Romero  había sido asesinado en 1980 por instigación de los servicios secretos militares salvadoreños porque se oponía a la brutalidad del régimen. El papa le elogió definiéndolo como “celoso pastor”, pero no como mártir. Dice Juan Arias  que Wojtyla  se irritó con él durante el primer viaje a América Latina porque le habló del martirio del obispo Romero: “Eso aún había que probarlo” [32] . En varias ocasiones monseñor Romero aludió a la conversión que para él había supuesto la muerte del jesuita Rutilio Grande, que fue asesinado el 12 de marzo de 1977 [33] . En 1989, Ellacuría y cinco jesuitas más serían también brutalmente asesinados, pero no son el modelo de santos que promueve el Vaticano. Dice Jon Sobrino : “Si se reflexiona por qué mataron a los jesuitas y a dos sencillas mujeres que simbolizan a todo el pueblo salvadoreño y latinoamericano, se comprenderá también cómo vivieron, cómo fue su fe, su esperanza y su compromiso”, “la teología de la liberación sigue siendo necesaria, pues la fe cristiana tiene que responder hoy con credibilidad - y teológicamente, con racionalidad - a la pregunta más antigua y más actual: ¿cómo decir a los pobres de este mundo que Dios les quiere?” [34] .

A primeros de mayo de 1979 el arzobispo Romero  estuvo en Roma. Después de muchos días de espera, Juan Pablo II  le concedió una breve audiencia. Monseñor Romero presentó al papa un dossier que documentaba las sistemáticas violaciones de derechos humanos en El Salvador, incluyendo el asesinato (entonces reciente) del sacerdote Octavio Ortiz  y de cuatro jóvenes de su oratorio. Juan Pablo II le dijo: “No me traiga muchas hojas, que no tengo tiempo de leerlas... Y además, procure ir de acuerdo con el gobierno”. Monseñor Romero salió de la audiencia llorando: “El papa no me ha entendido, no puede entender, porque El Salvador no es Polonia” [35] .

Según Robert E. White, embajador norteamericano en El Salvador que fue destituido por Reagan en 1981, Reagan ocultó las pruebas del asesinato de monseñor Romero. Su gobierno mantuvo en secreto durante tres años la evidencia que tenía sobre la conspiración y sabía los nombres de los salvadoreños que vivían en Miami y que dirigían los llamados “escuadrones de la muerte” con fondos, dinero sucio y otros apoyos [36] .

En vez de defender la causa de monseñor Romero (y de tantos mártires latinoamericanos), Juan Pablo II establece relaciones diplomáticas con Estados Unidos (en abril de 1984) y mantiene con Reagan “una de las más grandes alianzas secretas de todos los tiempos”. En septiembre de 1987 Juan Pablo II realiza su segundo viaje a Estados Unidos. El viaje comienza (¡precisamente!) en Miami, donde es recibido por el presidente Reagan y por el embajador de Estados Unidos ante el Vaticano, Frank Shakespeare, de quien se dice que es miembro del Opus Dei y Caballero de la Orden de Malta. Al parecer, la Administración americana costea los gastos del viaje, cuyo presupuesto asciende a 7.000 millones de pesetas, unos 42 millones de euros. 

 

El viaje de Juan Pablo II  a Chile en abril de 1987 formaba parte de una estrategia para favorecer en diversos países de América Latina una transición pacífica a la democracia. El papa quería garantizar, donde fuera posible, la hegemonía política de los partidos democristianos o de centroderecha, lo que correspondía exactamente a la visión de Reagan .

En Chile había contactos para negociar un acuerdo según el cual Pinochet  convocaría elecciones presidenciales o un referéndum. Formaba parte del futuro acuerdo (se alcanzaría en 1989) que a Pinochet  le sería garantizada la inmunidad por los crímenes de su régimen y quedaría con el mando de las fuerzas armadas.

Wojtyla  favoreció esta estrategia nombrando a Juan Francisco Fresno  arzobispo de Santiago. El cardenal Fresno era mucho más diplomático que su predecesor el cardenal Silva Henríquez, crítico valiente del régimen y defensor de las víctimas. Silva Henríquez había creado el vicariato de solidaridad que daba ayuda material y asistencia legal a las personas perseguidas por la dictadura y a las familias de los desaparecidos.

Cuando Juan Pablo II  llegó a Santiago el primero de abril, el general Pinochet  se jactó de haber salvado el país del terrorismo y de la violencia atea y marxista. El papa deseó una victoria del perdón, de la misericordia y de la reconciliación.

            En un encuentro con los dirigentes del vicariato de solidaridad, que le regalaron un álbum con las fotos de 758 desaparecidos, el papa declaró: “¡Los detenidos desaparecidos los llevo siempre en mi corazón!”. Pero durante los seis días de la visita los mencionó sólo de pasada y citó sólo una vez la tortura, en Punta Arenas, a 650 kilómetros de la capital.

Juan Pablo II  fue el segundo jefe de Estado (después del presidente de Uruguay) en visitar a Pinochet  en su residencia oficial, el palacio de la Moneda, donde en 1973 el presidente Salvador Allende  fue asesinado. Cuando el general invitó al papa a salir al balcón para recibir el saludo de los simpatizantes del régimen, Juan Pablo II aceptó. Claramente satisfecho, Pinochet oró con el papa en la capilla del palacio [37] . Unos años después, en 1994, el cardenal Sodano  enviaría una calurosa carta, con una foto dedicada del papa, al general Pinochet con ocasión de la celebración de sus bodas de oro [38] . Pero las atenciones al dictador no se quedaron ahí.

 

El Vaticano dio “un paso diplomático” en favor del  general Pinochet , detenido en Londres el 16 de octubre de 1998 por los crímenes contra la humanidad cometidos durante la represión de su dictadura. El portavoz vaticano quiso aclarar que la iniciativa se realizó “a petición del Gobierno chileno”. Según se supo después, la gestión se hizo desde la Secretaría de Estado. El secretario de Estado, cardenal Sodano , que fue nuncio en Santiago de Chile entre los años 1978-1988 durante la dictadura militar, explicó después que hizo la gestión “por motivos humanitarios” [39] .

Recientemente, la publicación de distintos documentos vinculan a Estados Unidos con el golpe de Estado contra el socialista Salvador Allende . Entre los documentos aparece un memorándum del entonces asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, al presidente Richard Nixon , en el cual se habla abiertamente de “un plan de acción clandestina”. El presidente Nixon dio la orden de “hacer todo lo posible” para derrocar a Allende [40] .

El testimonio que el 25 de enero de 2001 dio el general retirado Joaquín Lagos Osorio  ante las pantallas de la Televisión Nacional de Chile conmocionó a los chilenos. En octubre de 1973, este alto ex oficial estaba a cargo de la Primera División del Ejército, con asiento en la ciudad de Antofagasta. En dicha zona se ejecutó a 56 detenidos políticos por orden de un alto general que viajó al norte de Chile especialmente delegado por Pinochet . Ante las cámaras de televisión, el general Lagos expresó su dolor por las matanzas realizadas en Copiapó, Calama y Antofagasta e insistió en que Pinochet es el gran responsable de estos sucesos.

Lagos dio detalles del estado en que se encontraban los cadáveres de los ejecutados en el momento de entregarlos a sus familiares: “Me daba vergüenza verlos. Si estaban hechos pedazos. De manera que yo quería armarlos, por lo menos dejarlos en una forma humana. Sí, les sacaban los ojos con cuchillos, les quebraban las piernas... Al final les daban el golpe de gracia. Se ensañaron... Se los mataba de modo que murieran lentamente. O sea, a veces, los fusilaban por partes. Primero, las piernas; después, los órganos sexuales; después, el corazón. En ese orden disparaban las ametralladoras” [41] .

Lagos pasó a retiro en 1974, a pocos meses de las matanzas del norte de Chile.

 

Las palabras de condena contra la violencia que Juan Pablo II  no había públicamente pronunciado en Chile bajo el yugo de la dictadura, las pronunció en un país que acababa de volver a la democracia: Argentina. Apenas llegado, el 6 de abril de 1987, dijo a Raúl Alfonsín , el primer presidente elegido democráticamente tras el fin de la dictadura militar (1976-1983), que los derechos humanos debían ser garantizados “también en situaciones de extrema conflictividad, huyendo de la frecuente tentación de responder a la violencia con la violencia” [42] .

Bajo la dictadura militar argentina, los obispos estaban profundamente comprometidos con el régimen militar: “La noche previa al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, el ex general Jorge Rafael Videla  y los miembros de la Junta Militar que encabezaría la dictadura se reunieron con la máxima jerarquía de la Iglesia católica de la época antes de iniciar, con su bendición, la guerra sucia de la represión ilegal, que provocó el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de unos treinta mil ciudadanos, entre ellos 200 bebés nacidos en cautiverio” [43] .

            El capellán jefe de las fuerzas armadas, el obispo José Miguel Medina , aún en el cargo a la llegada de Juan Pablo II , había llegado en el pasado hasta justificar la tortura. El clero había quedado también callado cuando el obispo Enrique Angelelli , mal visto por el régimen, murió en un accidente que, según muchos, fue provocado.

Durante la visita del papa el premio Nobel de la paz en 1980, Adolfo Pérez Esquivel,  denunció al obispo Medina  y a quienes “habían quedado en silencio cuando, con la excusa de defender la civilización católica, la dictadura había masacrado a la gente”. Sin embargo, el papa no dijo una sola palabra sobre el compromiso de la Iglesia con los militares y no quiso encontrarse con las Madres de la Plaza de Mayo, que habían visto a sus seres queridos desaparecer. En el discurso a los obispos incluso pareció defender implícitamente su comportamiento: “Sé de vuestras sufridas intervenciones que salvaron vidas”. Sólo en el último día de su visita a Argentina insertó una brevísima alusión a los desaparecidos en un discurso a los jóvenes.

Unos años después, María Ignacia Cercos , esposa del periodista desaparecido Julián Delgado , denunció en el diario Página 12 que “el Nuncio Apostólico (en Argentina) Pío Laghi  (1974-1980) conocía todo lo que pasaba en la Escuela de Mecánica (de la Armada, uno de los principales centros de tortura ubicado en Buenos Aires), podía averiguar los nombres de quienes estaban secuestrados y el comandante en jefe de la Armada, Armando Lambruschini , le consultó si debía dejar con vida a un grupo de desaparecidos que recibió de Massera  - almirante y ex miembro de la junta militar dictatorial - al asumir el cargo” [44] .

Emilio Mignone , padre de la desaparecida Mónica María Candelaria , dará el siguiente testimonio: “Vi a monseñor Laghi  tres veces. En la primera ocasión, me dijo que estábamos en manos de un gobierno de criminales. Referí estas palabras al almirante Massera , cuando fui a verle por la desaparición de mi hija, y el almirante me respondió: ‘Me extraña que Laghi hable así: juego con él a tenis cada quince días’. La segunda vez, monseñor Laghi expresó opiniones más atenuadas, y la tercera - encontrándose ya en Estados Unidos, fuera de Argentina - me dijo que había actuado con mucho miedo” [45] .

En la actualidad, Pio Laghi  es prefecto emérito de la Congregación para la educación católica, patrono de la soberana orden militar de Malta, y miembro del Consejo de cardenales y obispos de la Secretaría de Estado.

Otro testimonio. Se llama Elías y pide que se omita su apellido. Es argentino, hijo de padre desaparecido. Sabe por un militar de la Armada, atormentado por su pasado, cómo terminó su padre. Llevaron a los detenidos a los calabozos de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), les torturaron y horas más tarde acabaron en el Atlántico. Antes de embarcar, un capellán se dirigió a los condenados. Les habló de Dios y de la necesidad de separar la cizaña del trigo. A pocos metros les esperaba un autobús de ventanas ciegas. En su interior esposados y medio desnudos, dos decenas de jóvenes eran atendidos por sanitarios vestidos con bata blanca. Los condenados recibieron una inyección sedativa y, una vez producido el efecto, el capellán subió al autobús. Uno a uno les hizo la señal de la cruz en la frente y en nombre de Dios les perdonó sus pecados. El militar identificó al capellán (padre Andrés, con dos muelas de oro) y añadió el lugar donde ejercía su ministerio: Valparaíso (Chile), barrio de la Magdalena, iglesia del Carmen.

Aquel domingo la misa de once estaba llena. Elías tuvo la oportunidad de mirar por primera vez al hombre que había hecho la señal de la cruz en la frente de su padre antes de ser arrojado al océano. El cura hablaba de Dios y de su naturaleza compasiva. El rito terminó y Elías se acercó a la sacristía. Dio los buenos días y, sin esperar respuesta, dijo que era de Buenos Aires. Agregó que su padre había estado detenido en la ESMA. El cura palideció y se fijó en las manos desnudas del hombre que tenía delante. Hubo un instante de silencio. El padre Andrés negó con la cabeza y masculló algo así como que no había estado jamás en la ESMA y que llevaba muchos años en Chile. Lo repitió una y otra vez. Entre sudores, habló durante ocho o diez segundos, pero Elías contempló dos muelas de oro en el interior de su boca. Era suficiente [46] .  

 

El 15 de enero de 1992, el Vaticano se hizo notar nombrando nuncio en Haití a Lorenzo Baldassari, cuando el país estaba dirigido por el general Cedras , autor de un golpe de Estado en septiembre de 1991. El golpe había obligado a exiliarse al presidente legítimo, el primero elegido democráticamente (en diciembre de 1990), Jean-Bertrand Aristide . El Vaticano fue entonces “el único Estado que envió un embajador ante el régimen usurpador y dictatorial de Raúl Cedras” [47] .

 

El 21 de enero de 1998 Juan Pablo II  llegó a Cuba con un doble mensaje: Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba. El 24 de enero, en Santiago, el papa  hizo un llamamiento para liberar a los prisioneros políticos. Defendiendo la libertad religiosa, “la Iglesia defiende la libertad de cada individuo, de las familias, de las diferentes unidades sociales, que están viviendo estas realidades como un derecho a su propia esfera de autonomía y soberanía”.

El 25 de enero, en la plaza de la Revolución de la Habana, se celebró la misa de clausura de la visita papal. Juan Pablo II  criticó el embargo económico de Cuba por parte de Estados Unidos, reiterando que los embargos económicos son injustos, ya que los sufre el pueblo. Era sólo una frase de una homilía que duró media hora. Cuba, dijo el papa, tiene un alma cristiana que le ha otorgado “una vocación universal”, una vocación de “superar su aislamiento” y de “abrirse al mundo”, “es el momento de iniciar nuevos caminos” [48] .

 

Panamá era “la mejor terminal para los tráficos de Calvi  y de Marcinkus ”, el paraíso fiscal de las llamadas “sociedades panameñas”. Los Estados Unidos exigían informes de todo lo que ocurría en Panamá, especialmente sobre el reciclaje de dinero sucio, la más floreciente de las actividades económicas locales. Así fue como Manuel Antonio Noriega , que en 1983 se haría con el poder, “reunió un archivo impresionante acerca de millares de hombres de negocios y de sociedades que operaban en su paraíso fiscal, incluida la ficha que concernía a Calvi, al banco Ambrosiano y a Marcinkus”. Desde 1983 Noriega lo controlaba todo: “Sus abultados archivos constituían una especie de seguro para el porvenir. Y los recordó en vísperas de la Navidad de 1989”.

El 5 de febrero de 1988, en dos tribunales de Florida (en Tampa y en Miami), se habían lanzado gravísimas acusaciones, todas relacionadas con el tráfico de drogas: asociación ilícita, extorsión, importación de estupefacientes en combinación con el cártel de Medellín. El presidente George Bush  puso en marcha la operación “Causa Justa” que consistía en derrocar a Noriega . Pero este se refugió en la nunciatura. Los Estados Unidos le comunicaron a través del Vaticano, que no le harían ningún daño. Al final, terminó en la cárcel de Miami.

Juan Sebastián Laboa  había sido nombrado nuncio el 18 de diciembre de 1982 y había preparado el viaje del papa Wojtyla  a Centroamérica, en marzo de 1983. Según los autores Coen y Sisti, “la carta secreta de Noriega  se llamaba IOR, y era un as en la manga que el dictador tenía desde mucho tiempo atrás, desde que, en el bufete Arosemena, Noriega y Castro , fueron constituidas las ocho sociedades panameñas parcialmente responsables de la quiebra del Ambrosiano” [49] . En este mismo sentido, se dijo que tenía “en un puño al Vaticano con algún documento relativo a las sociedades panameñas del IOR”. “Ridículo, absolutamente ridículo” fue el desmentido del portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls . Pero su intervención pareció demasiado débil [50] .

Como ya hemos visto, el 1 de julio de 1991 estalló el escándalo de la Banca de Crédito y Comercio Internacional, la caja fuerte del terrorismo y del tráfico mundial de armas, la banca personal de Manuel Antonio Noriega . El juez italiano Carlo Palermo, de Trento,  lo investigó . Al final, la investigación se le quitó y fue transferida a Venecia, perdiendo por el camino casi todos los principales imputados: “Es importante recordar que los imputados principales estarán después implicados en los asuntos Calvi-Ambrosiano y en el atentado contra el papa Wojtyla [51] . Es una pista en la que no se ha querido profundizar.

 

La política vaticana ha dado numerosos signos de la dirección que prefería adoptar, apoyándose en el Opus Dei y en otros movimientos conservadores. En 1991 escribía Leonardo Boff : “La estrategia romana debilita el compromiso de las Iglesias latinoamericanas a favor de la liberación de los pobres, frente a las denuncias y las desapariciones políticas, los asesinatos de campesinos y la opresión de los trabajadores”, “el cristianismo será liberador o, por el contrario, cómplice del mantenimiento de la injusticia y, por lo tanto, expuesto al desprecio del pueblo consciente” [52] .

Dice también el teólogo brasileño sobre el pontificado de Juan Pablo II : “No quiero hablar de lo positivo, porque son tantos los aduladores de la institución, que ya lo harán por oficio y posiblemente por convicción. Yo quiero hablar del escándalo que este pontificado ha provocado en muchos cristianos y, peor aún, en muchos de los pobres que están en comunidades y acompañan el caminar de la Iglesia”, “yo no querría estar en la piel del papa para enfrentar el juicio de los pobres, porque ellos serán nuestros jueces en la tarde de la vida. Pido misericordia para el papa Wojtyla , que Dios y los pobres tengan misericordia de él. Cuando él aparezca delante del juez supremo, sé que los pobres van a gritar: él no entendía, tenía una experiencia personal mala, ha conocido sólo dictaduras y totalitarismos, el nazismo, el estalinismo y, al final, el romanismo, y es víctima de todo eso” [53] . 

 

En enero de 1991, el papa Wojtyla se opone a la guerra americana en el Golfo Pérsico. Considera que no es una guerra justa, hace diversas llamadas a los presidentes George Bush  y Sadam Hussein  para que eviten la guerra, opina que las potencias occidentales no han hecho intentos apropiados para negociar una solución pacífica con Irak, después que este país invadiera Kuwait en agosto de 1990. Finalmente, condena los “deplorables bombardeos”: “el enorme empleo de medios y armas hace pensar en consecuencias muy graves”.

En octubre de 1993 dice el papa: “He comprendido lo que es la explotación y, al instante, me he puesto al lado de los pobres, de los desheredados, de los oprimidos, de la gente marginada y sin defensa. Los poderosos de este mundo no siempre ven con buenos ojos un papa de este tipo. A veces, lo ven incluso con malos ojos por la cuestión referente a los principios morales. Reclaman, por ejemplo, que se le deje vía libre para el aborto, la contracepción o el divorcio... algo que el papa no puede hacer, porque su misión, que le ha sido confiada por Dios, consiste en defender a la persona, su dignidad y sus derechos fundamentales, el más importante de los cuales es el derecho a la vida”.

Entre junio y septiembre de 1994 se observa un aumento de la tensión en las relaciones entre el Vaticano y Estados Unidos a propósito del problema demográfico mundial. Recibido en audiencia en Roma, el presidente Bill Clinton  constata todo lo que le separa del Vaticano, lanzado en ese momento a plena campaña en la Conferencia de la ONU reunida en El Cairo sobre el tema “Población y desarrollo” [54] .

 

El sueño de Compostela

En diversas ocasiones y lugares, desde los primeros días de su pontificado, el papa Wojtyla  no deja de predicar la “vocación cristiana de Europa”, denunciando la situación de crisis en que se encuentra:

 

-        El papa dice que Europa va mal y presiente “en esta sociedad cada vez más secularizada una marcha hacia el fracaso y hacia un caos cada vez mayor” (Spira, 1987). No puede seguirse ignorando la caída de la natalidad o el envejecimiento de la población o considerarlos como una solución al problema del desempleo.

-        El hombre europeo de hoy “es un hombre entregado a la tarea de edificar la ciudad terrestre, que ha perdido de vista o excluido voluntariamente de su horizonte la ciudad de Dios” (Roma, 1985).

-        “La refundación de la cultura europea, dice el papa, es la empresa urgente y decisiva de nuestro tiempo”, “hay que intentar reconstruir Europa en su verdadera identidad que es, en su raíz originaria, una identidad cristiana” (Rávena, 1986).

-        Hacer “nacer una Europa unida desde el Atlántico a los Urales” (Spira, 1987), he ahí el auténtico modo de honrar “la herencia de los antepasados”.

Pero fue en 1982 en Santiago de Compostela donde Juan Pablo II  dirige a Europa una interpelación, que se ha llamado el sueño de Compostela: “Yo, obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago de Compostela dirijo mi grito de amor hacia ti, vieja Europa. Reencuéntrate a ti misma, sé tú misma, redescubre tus orígenes. Vuelve a vivificar tus raíces. Revístete con estos valores auténticos que han construido  la gloria de tu historia... Todavía puedes ser un lazo de civilización y un aliento de progreso para el mundo. Los otros continentes te miran y esperan de ti la respuesta que Santiago dio a Cristo: Sí, puedo”.

Para unos emocionante, para otros patético. A pesar de todo, Europa occidental (y, en general, Occidente) será “el único modelo con credibilidad a los ojos de los pueblos del Este comunista” [55] .

 

La pirámide superior

A finales de 1943, gran parte de Italia estaba todavía ocupada por las tropas nazis y por las tropas aliadas y ya Estados Unidos había comenzado a combatir al que sería el futuro adversario, el comunismo. La Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), dirigida por H. Stuart Hughes , enviaba a Washington  periódicos informes sobre el partido comunista italiano (PCI), provincia por provincia. En el mismo período ya eran financiadas las primeras formaciones anticomunistas, mientras los antiguos fascistas, tanto en Italia como en el resto de Europa, eran reclutados en aquellas redes clandestinas que, terminada la guerra, representarán el armazón de Gladio [56] , una red de resistencia de la OTAN dispuesta a entrar en acción en caso de invasión del bloque comunista o de una subversión comunista dentro de Italia. Se la llamaba también Organización X y Rosa de los vientos.

La Italia contemporánea es un Estado nacido en el área de influencia norteamericana y, sin embargo, un país que tenía el partido comunista más fuerte de Europa y en el que la izquierda tenía la posibilidad de llegar, por elección democrática, al gobierno.

 

* La única fuerza política capaz de contener el avance comunista era la Democracia cristiana (DC). En realidad, Estados Unidos desconfió siempre de la DC, vinculada a la política vaticana. Pero ¿qué peso electoral tenían los demás partidos? Aunque la DC ha sido un conjunto de partidos reunidos bajo un único símbolo, el ala atlántica ha estado siempre bien representada.

Además, los Estados Unidos encontraron un fuerte apoyo en el Vaticano. El papa Pío XII  contribuyó con un radio-mensaje en 1947: “Quien dé su propio apoyo o los propios servicios a quienes rechazan a Dios es un desertor y un traidor”. En las iglesias católicas se exponía el siguiente aviso: “La autoridad de la Iglesia ha condenado el comunismo porque es marxista, esto es, materialista y ateo. Por tanto es pecado grave: afiliarse al partido comunista y a los partidos que hacen causa común con él; favorecerlo de cualquier modo, también sólo con el voto; leer y difundir su prensa. Así pues, no se puede recibir la absolución si no están arrepentidos y firmemente decididos a no recaer más en las mismas faltas antes referidas. El Señor ilumine y conceda a los culpables en materia tan grave el pleno arrepentimiento, porque está en peligro la misma salvación eterna” [57] .

El 8 de febrero de 1948, el profesor Luigi Gedda , presidente de Acción Católica, fundó una organización conocida como Comités cívicos, que se proponía hacer votar a todos los electores anticomunistas, con la bendición del Vaticano y de la CIA. La organización reclutó cerca de 300.000 agentes provenientes de 22.000 parroquias. Un informe de la CIA sobre la acción de Gedda atestiguaba que la organización fue un factor decisivo durante las elecciones, tanto que se estableció mantenerla después como “cuerpo ejemplar y permanente de la propaganda anticomunista” [58] .

Gracias al apoyo decisivo de la Iglesia, la DC logró la mayoría absoluta en las elecciones de 1948: 305 escaños sobre 574. Entonces los jóvenes democristianos, encuadrados en una clandestina organización armada, pudieron deponer las armas. 44 años después, ya como presidente de Estado, Francesco Cossiga  reconoció que estuvo integrado en “formaciones de jóvenes democristianos armados, armados por los Carabinieri, para defender las sedes del partido en el caso de que los comunistas, perdidas las elecciones, hubieran intentado un golpe de Estado”. ¿Y si las hubieran ganado? Es posible que la DC “se hubiera convertido en un cuerpo armado dispuesto a arrastrar a Italia a una guerra civil para impedir que los comunistas gobernaran” [59] .

Sin embargo, la desconfianza de Estados Unidos hacia la DC ha permanecido siempre: “Más allá de la búsqueda provincial de consenso, la fiabilidad democristiana ha sido siempre una cuestión abierta y ha favorecido el arraigo de una doble lealtad dentro de las mismas instituciones. Los servicios secretos, por ejemplo, debían responder de su acción sobre todo en la sede atlántica. Los generales dependían de los mandos de la OTAN antes que del gobierno nacional. Y lo mismo se diga de cadenas anómalas de comandos que se han manifestado también funcionales, a partir del fin de los años sesenta, para promover la estrategia de la tensión” [60] .

 

* Otra expresión de los poderes fácticos en Italia es la masonería. La masonería es el único partido real y efectivo que la clase burguesa ha tenido durante mucho tiempo. Esta afirmación sigue siendo básicamente aplicable a otros países, como Estados Unidos e Inglaterra, donde la masonería tiene una influencia directa en la determinación de las opciones políticas y económicas. La tradicional vocación profana de la masonería ha sufrido una brusca aceleración con el comienzo de la estrategia de la tensión y la masonería italiana ha sido llamada a desempeñar su papel de coordinación en medio de los diferentes sectores anticomunistas.

Es preciso destacar la profunda reconversión atlántica de las logias y el ascenso del más “americano” de todos los masones, Licio Gelli , gran elector de Ronald Reagan  y de George Bush , nombrado desde 1971 secretario de la logia P2. Ya en 1971 una reunión de la P2 abordaba la siguiente cuestión: “la amenaza del Partido Comunista Italiano, de acuerdo con el clericalismo, de cara a la conquista del poder”. La amenaza era tanto más grave cuanto que, según Gelli, en Italia no había una clase dirigente capaz de gobernar los conflictos.

En declaración a la Comisión antiterrorista, el general Gianadelio Maletti , que fue jefe del servicio D del SID y afiliado a la P2, definirá la Logia de Gelli  como “un centro de irradiación americana”. Maletti dirá también: “La sumisión italiana a los servicios secretos americanos era total”, “ciertamente, incluso el asesinato de Aldo Moro , como la misma acción de las Brigadas Rojas, fueron sin duda alimentadas por los servicios USA. Dejando simplemente hacer” [61] . 

A finales de los años setenta, existían lazos orgánicos entre mafia, masonería y servicios secretos. Aunque negados con obstinación en los ochenta, asuntos como el de Michele Sindona  o del presidente del Banco Ambrosiano, Roberto Calvi , debían hacer intuir que existían mecanismos muy complejos puestos en acción: “A finales de los años setenta, asesinado Aldo Moro  y con la P2 en su esplendor, las logias se han abierto directamente a los mafiosos. Y se han convertido cada vez más en espacios que poco o nada tenían que ver con la proclamada utopía masónica [62] .

En un servicio de la TV italiana (Tg1, 28 junio - 2 de julio de 1990), el periodista Ennio Remondino  reveló aspectos de la dimensión internacional de la P2: “El ex colaborador de la CIA Richard Brenneke  afirmaba que Gelli  y la P2 habían trabajado para la CIA recibiendo a cambio enormes sumas que el mismo Brenneke sostenía haber entregado alguna vez personalmente al jefe masón, dinero utilizado para alimentar el terrorismo de los años setenta, para asuntos inconfesables (tráfico de droga y armas), y sobre todo para desestabilizar el cuadro político italiano. Como apoyo a sus declaraciones, el ex agente de la CIA había entregado a Remondino numerosos documentos, incluyendo nombres de sociedades utilizadas para la financiación, como Amitalia, con números de cuentas corrientes en la Unión de Bancos Suizos de Zurich, documentos que  el periodista había entregado a la autoridad judicial de Roma” [63] .

 

* Otro poder fáctico en Italia es la mafia. Sus tradiciones están profundamente arraigadas en los doscientos años de ocupación extranjera de Sicilia. La mafia se originó en grupos tribales que adoptaron de sus jefes árabes la visión según la cual la vida es barata, el asesinato por venganza es honrado y la justicia posible sólo para el que tiene dinero y amigos influyentes. En cada ciudad, el “padrone” llenaba el hueco de la injusticia social: “La violencia de Mussolini , la segunda guerra mundial y la invasión estadounidense de Sicilia hicieron de la mafia el verdadero centro de poder de la isla. Más tarde la mafia transfirió el poder a la Democracia Cristiana, cuyos miembros accedieron a proteger los intereses de la mafia. Con el tiempo, esta decisión llevó a que el ala derecha de los democristianos fuera sinónimo de la mafia” [64] .

Preparando el desembarco en Sicilia durante la segunda guerra, la inteligencia americana hizo un pacto con los jefes de la mafia. La petición de ayuda a la mafia podía ser justificada por exigencias de tipo militar, por lo demás comprensibles en tiempo de guerra: conquistar rápidamente Sicilia con el menor derramamiento de sangre. Pero no fue así. El acuerdo para el desembarco se tradujo en un pacto estratégico. La Cosa Nostra fue legitimada como organización anticomunista, tenía un territorio que administrar y le fue concedida amplia impunidad. En los protocolos secretos del tratado de paz, a la isla se le reservó un estatuto especial, que preveía una amplia sustracción de soberanía al Estado italiano que, por lo demás, no tenía pleno poder en el resto de la península. Sicilia era estratégicamente indispensable a las exigencias militares de la Alianza Atlántica: “En 1948, con la victoria de la Democracia Cristiana, desapareció toda duda sobre la permanencia de Italia en la órbita atlántica y era oportuno asignar a la nueva clase dirigente un Estado íntegro y, sobre todo, una reserva de votos a utilizar en el mantenimiento del poder. Entonces el ejército separatista fue rápidamente desarmado, la mafia pasó en bloque a la Democracia Cristiana y Giuliano  (el comandante separatista) fue asesinado por los sicarios de Cosa Nostra” [65] . Hasta la caída del muro de Berlín, el pacto entre la mafia y el Estado italiano, establecido bajo el paraguas atlántico, no ha sido seriamente puesto en discusión.

El general Carlo Alberto Dalla Chiesa fue  nombrado prefecto de Palermo  el 30 de abril de 1982. Escribe en su diario el día 6 de abril: “Ayer también el honorable Andreotti  me ha pedido que fuera y naturalmente, dada su presencia electoral en Sicilia, se ha manifestado por vía indirecta interesado en el problema. He sido muy claro y le he asegurado que no tendré miramientos para esa parte del electorado a la que pertenecen sus grandes electores” [66] . El 3 de septiembre de 1982, el general Dalla Chiesa, su mujer y un agente fueron acribillados a balazos en Palermo.

 

Poco después, el 20 de noviembre, el papa Wojtyla viajó por primera vez a Palermo y se requerían medidas especiales de seguridad. Pues bien, conducía el coche del papa (un descapotable blanco) un constructor siciliano aficionado a las carreras de automóviles, llamado Angelo Siino . Nueve horas duró el servicio. Entonces era un ilustre desconocido, pero sólo diez años después sería un “importantísimo referente de los corleoneses”, una especie de ministro de relaciones públicas del jefe de la mafia Totò Riina. Lo comenta Enzo Mignosi , corresponsal en Palermo del Corriere della Sera [67] . El 9 de mayo posterior, en su segunda visita siciliana, gritaría el papa en Agrigento: “Mafiosos, convertíos” [68] . 

Cesare Caselli  es el fiscal que llevó a Giulio Andreotti ante los tribunales por sus relaciones con la mafia. A principios de mayo de 1999, durante un acto celebrado en el Vaticano, Andreotti también estuvo presente. Cuando saludó ante las cámaras al papa y se arrodilló ante él, éste lo bendijo de una forma tan aparente que días después la Fiscalía de Perugia se vio obligada a indicar al Vaticano que no es conveniente dejarse impresionar por un gesto de este tipo. La sentencia dictada el 23 de octubre de 1999 en Palermo absolvió a Andreotti “por falta de pruebas” [69] .

 

* Todo (la P2, la corrupción y el pacto entre mafia, masonería, política y finanzas, con el auxilio de los servicios secretos) se hacía en función de la estrategia política, es decir, en función de las exigencias de la pirámide superior que eran las de mantener a Italia dentro de los límites de Yalta. El tratado de Yalta (1945) establece la división de Europa en dos bloques geopolíticos. Según esto, los americanos no habrían interferido en la invasión soviética de Checoslovaquia o de Hungría, pero no habrían tolerado la invasión de un país occidental ni tampoco la entrada de un partido comunista en el gobierno del mismo.

Así pues, en la cumbre de la pirámide están los Estados Unidos. El 1 de mayo del 81, el vicesecretario de Asuntos de Estado Lawrence Eagleburger puso las cartas sobre la mesa, respondiendo a una pregunta del semanario Il Tempo sobre la  opinión de la administración Reagan  acerca de una posible participación comunista en el gobierno italiano: “Nosotros y nuestros aliados creemos en la democracia. Estamos convencidos de que los comunistas no comparten este valor”, “los Estados Unidos, tanto durante la administración republicana como durante la demócrata, se han opuesto siempre a la participación del partido comunista en cualquier forma de gobierno. Querríamos que la influencia comunista fuera reducida a la mínima expresión en cada gobierno de Europa occidental. Esta convicción ha sido siempre firme y clara  desde la posguerra, y no tenemos intención de modificarla”.

Igualmente, el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, el senador Henry Jackson , advertía  el 3 de marzo de 1976 sobre las consecuencias irreparables de un eventual acceso al poder del partido comunista: “He estudiado a fondo el problema y puedo decir que los Estados Unidos no  se quedarían mano sobre mano.  Quede bien claro que, si se quieren evitar consecuencias desastrosas, los comunistas italianos no deben llegar al gobierno” [70] .

William Colby , que fue jefe de la CIA entre 1973 y 1976, ha declarado en sus memorias haber sido enviado en los años cincuenta a Italia para dirigir “la que sin duda era la mayor operación política asumida por la CIA hasta entonces, prevenir el avance comunista en Italia en las elecciones de 1958, e impedir así que la OTAN fuese amenazada políticamente por una quinta columna subversiva, el PCI” [71] .

El 31 de octubre de 1974 el entonces jefe del SISMI, general Vito Miceli , fue arrestado bajo acusación de intento de golpe de  Estado. La orden de captura, firmada por el juez Tamburino , mencionaba la existencia de una organización de seguridad que, en realidad, operaba “para prevenir cambios en la política interna e internacional”. El juez dijo que la organización  recurría a “acciones secretas, violentas e ilegales” que amenazaban  la soberanía popular. Miceli  se defendió apelando a su fidelidad a los deberes institucionales, de los que no podía hablar porque estaban cubiertos por el secreto de Estado, aunque afirmó que la organización en cuestión, conocida desde entonces como “SID paralelo”, había sido creada en virtud de acuerdos secretos con Estados Unidos y al interior de las estructuras de la OTAN [72] .

El crecimiento electoral del partido comunista en Italia correspondió a su progresivo alejamiento ideológico de Moscú y a la opción del eurocomunismo. Al crecimiento parabólico del PCI siguió paso a paso un aumento de la actividad terrorista  en Italia: “En 1969 hubo 398 atentados, que subieron  a 595 en 1972 y a 1353 en 1976. Con todo, el ápice  subversivo se alcanzó en el trienio siguiente: 1926 atentados en 1977, 2379 en 1978, 2513 en 1979. Después de 1980 (1502 atentados), las cifras descendieron lentamente a 634 en 1981, 347 en 1982, hasta descender  por debajo del centenar en 1984” [73] .

Pero Yalta terminó, el muro de Berlín se ha venido abajo y las exigencias estratégicas han cambiado. Los hombres políticos, que hasta entonces dirigían los destinos de Italia, se han visto envueltos en investigaciones judiciales, que han señalado su muerte política. Tal es el caso de Giulio Andreotti , Bettino Craxi  y Arnaldo Forlani .    

 

El delito Moro

Fue el 16 de marzo de 1978, el mismo año (y el mismo escenario) de Juan Pablo I,  “el año de Europa”, que para el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger significaba situarse “en el contexto de la política americana” [74] . El presidente de la DC, Aldo Moro , se dirige a la Cámara de los diputados, donde esa misma mañana tendrá lugar la votación para la investidura del nuevo gobierno. Un comando, vestido con uniformes de piloto civil, le espera en vía Fani: mata a los hombres de su escolta y secuestra a Moro, artífice del nuevo gobierno en el que por primera vez el partido comunista de Italia llega al poder.

Las Brigadas Rojas asumen la responsabilidad del secuestro y exigen la liberación de trece presos como condición del rescate. De otro modo, Moro  será ejecutado. En otros casos y con final feliz, la DC ha negociado con los terroristas [75] . Ahora rechaza cualquier negociación. La misma actitud mantiene el PCI. El 9 de mayo, tras 55 días de secuestro, Moro es ejecutado. Su cuerpo es dejado en vía Caetani, cerca de las sedes de la DC y del PCI, en el maletero de un coche.

El periodista Mino Pecorelli , que tuvo estrechos contactos con los servicios secretos italianos, anunció de diversas maneras el trágico destino de Moro . Veamos algunos ejemplos:

* El 19 de noviembre de 1967, en el semanario Il nuovo mondo d’oggi, publica un artículo titulado Debía matar a Moro . Decía que en 1964, en la época del primer gobierno en el que participaban los socialistas, el teniente coronel Roberto Potestá  habría sido elegido, tras un coloquio con un ex ministro de Defensa que actuaba de acuerdo con otras personalidades políticas, para dirigir un comando que “debía poner fuera de combate a la escolta de Moro, entonces presidente del Consejo; Moro sería hecho prisionero y trasladado a una localidad desconocida; el plan preveía la eliminación del presidente Moro y una maniobra para hacer que la culpa recayera sobre elementos de izquierda” [76] .

* El 13 de septiembre de 1975 Pecorelli  escribe en su agencia de prensa (OP): “Un funcionario del séquito de Ford, de visita en Roma, llegó a decir: Lo veo negro. Hay una Jacqueline en el futuro de vuestra península”.

* El 15 de marzo de 1978, el día antes del secuestro, Pecorelli  publica el siguiente mensaje, necrológico y sibilino: “A 2022 años de las Idus de marzo el genio de Roma honra a César 44 a.C.- 1978 d.C. Precisamente en las Idus de marzo de 1978 el gobierno Andreotti  presta juramento en las manos de Leone Giovanni. ¿Debemos esperar un Bruto? ¿Quién será?”.

* Pecorelli  está informado de las cartas que escribe Moro  desde su zulo, incluso antes de ser publicadas. Así, por ejemplo, el 18 de abril informa de la carta en la que se dice a los hombres de la DC: “mi sangre recaerá sobre vosotros”.

* El 2 de mayo denuncia: “La emboscada de vía Fani lleva el sello de un lúcido superpoder. La captura de Moro  representa una de las más grandes operaciones políticas cumplidas en los últimos decenios en un país industrial, integrado en el sistema occidental. El objetivo primario es, sin más, el de alejar al partido comunista del área del poder en el momento en que se da el último paso, la directa participación en el gobierno del país. Es un hecho que se quiere que no suceda”. Y también: “El cerebro director que ha organizado la captura de Moro no tiene nada que ver con las Brigadas Rojas tradicionales. El comando de vía Fani expresa de forma insólita pero eficaz la nueva estrategia política italiana”.

* El 17 de octubre dice: “El ministro de policía lo sabía todo, sabía incluso donde estaba preso, en la parte del ghetto”. Y añade enigmáticamente: “¿Por qué no ha hecho nada? El ministro no podía decidir nada sobre dos pies; debía escuchar más alto y aquí está la cuestión. ¿Cuánto más alto?”.

El 16 de enero de 1979 Pecorelli  anuncia nuevas revelaciones, pero dos meses después es asesinado: dos disparos y una piedra en la boca, por hablar.

 

Alberto Franceschini, uno de los fundadores de las Brigadas Rojas, que no participó en el secuestro porque estaba en la cárcel, dijo en L’Unità el 6 de agosto de 1991: “En cierto momento comencé a preguntarme: ¿A quién estamos haciendo el juego? Mis dudas comenzaron cuando sectores de la DC comenzaron a visitarnos en la cárcel. Pensábamos que venían buscando hacer conjuntamente un poco de luz. Sin embargo no: me di cuenta de que venían donde nosotros para conseguir silencios” [77] .

El brigadista Prospero Gallinari  reconoce que contaron con tutela externa: “Entonces había quien debía buscarnos y, sin embargo, no lo hacía porque era de la P2, porque les convenía la muerte de Moro” [78] .

Además, inflitrados en las Brigadas Rojas los hubo desde el comienzo. El general Giovanni Romeo, jefe del Departamento D del servicio secreto militar en los años 1975-1978, dice a la comisión parlamentaria antiterrorista: “Cuando todos hablaban de afrontar el terrorismo mediante infiltraciones, el Departamento D ya lo había hecho” [79] .

Mario Moretti , considerado como el director del secuestro, llamó por teléfono a casa de Moro  y le dijo a la hija: “Habéis sido un poco engañados y estáis razonando sobre un equívoco... El problema es político, y debe intervenir la DC... Nosotros ya hemos tomado una decisión, en las próximas horas sucederá lo inevitable” [80] . 

El 28 de marzo de 1978 un anónimo informador dio pistas que con mucho retraso (cuarenta días después) conducirán a la localización de la tipografía de las Brigadas Rojas [81] , dirigida por Moretti . El jefe de policía, Antonio Fariello, dijo a la comisión que prefirió esperar para sorprender también a Moretti. Sin embargo, en la tipografía se descubrió que la máquina impresora procedía de los servicios secretos (del RUS, Raggruppamento Unità Speciali) [82] .

En abril de 1979, el juez paduano Pietro Calogero  recibe testimonios que implican en la actividad subversiva a los dirigentes del Instituto Hyperion, una “escuela de lenguas”, fundada en París en 1974 por Corrado Simioni , Giovanni Mulinaris , Duccio Berio , Franco Troiano , Françoise Tuscher  e Innocente Salvoni . Los dirigentes de la escuela habían obtenido el beneplácito del servicio secreto francés y gozaban también del apoyo del dominico Felix Andrew Morlion , fundador del servicio secreto vaticano Pro Deo y agente de la CIA. El Instituto Hyperion tiene (o tenía) sede en París [83] .

A comienzos de 1978, el Instituto abrió una sede en Roma [84] , en el mismo edificio donde funcionaban algunas sociedades de cobertura del SISMI. Y abrió otra en Milán. Ambas sedes fueron cerradas tras el asunto Moro . Entre las fotos difundidas tras el secuestro, dos testigos reconocen a Innocente Salvoni (miembro del Hyperion) como uno de los brigadistas de vía Fani, pero el coronel Antonio Cornacchia  (hombre de la P2) declara infundados ambos testimonios.

El 22 de febrero de 1982 Michele Galati  atestigua ante el juez de Venecia, Dragone, que “eran frecuentes los contactos entre Moretti , Vanni Mulinaris y Corrado Simioni” en Italia o en Francia [85] .

En noviembre de 1992, Simioni (con el abad Pierre, tío de Françoise Tuscher, la mujer de Salvoni) es recibido en audiencia privada por el papa Wojtyla [86] . En el material secuestrado tras el arresto de Valerio Morucci y Adriana Faranda, brigadistas que participaron en la operación Moro , se encontró la dirección y el número de teléfono de Marcinkus , presidente del IOR, así como el número del padre Morlion [87] .

El 9 de abril de 1985, Nara Lazzarini  (secretaria de Licio Gelli ) declaró al juez Libero Mancuso , del tribunal de Bolonia, que la misma mañana de la masacre de vía Fani el jefe de la P2 recibió a dos personas en el Hotel Excelsior de Roma y durante el coloquio oyó decir: “Lo más está hecho. Ahora veremos las reacciones”.

La comisión parlamentaria antiterrorista pidió al ministerio del Interior la documentación correspondiente al secuestro de Moro  y a los intentos realizados para salvarle, pero el ministro Vincenzo Scotti respondió: “No hay documentación referente a los llamados comités de crisis instituidos durante el secuestro del honorable Moro ni documentación de la que puedan sacarse los nombres de efectivos participantes en los citados comités. De un atento examen de las actas existentes en este despacho, se han encontrado copias de apuntes en su momento tomados por ‘expertos’, y precisamente por los profesores Ferracuti, Silvestri, Pieczenik, Conte Micheli [88] .

Franco Ferracuti  es un criminólogo afiliado a la P2, Stefano Silvestri  es un estudioso de problemas militares, Giulia Conte Micheli  es grafóloga y Steve Pieczenik  es jefe del Servicio de antiterrorismo del Departamento de Estado americano, hombre de confianza de Henry Kissinger . El experto americano, llamado secretamente por el ministro del Interior (Cossiga ) sin que ni siquiera la embajada americana se enterara, aconsejó mantener firme el “punto estratégico” sintetizado en el slogan: “Ninguna concesión, ningún chantaje, ninguna negociación”. Había que “demostrar que Moro  no era indispensable a la actividad de gobierno”, había que “disminuir la importancia de Moro y demostrar a través de la prensa que él no era directamente responsable de lo que estaba escribiendo y que, en efecto, había sufrido un lavado de cerebro” [89] .

En 1974, siendo ministro de Exteriores, Moro  acompañó al presidente Leone en su visita a Estados Unidos. El encuentro con Kissinger fue muy duro y Moro estuvo a punto de dejar la política. Su mujer refirió a la comisión parlamentaria lo que le dijo al respecto: “Es una de las poquísimas veces en que mi marido me relata con precisión lo que le habían dicho sin revelarme el nombre de la persona... Ahora intento repetirlo como lo recuerdo: Honorable... usted debe dejar a un lado su plan político para llevar todas las fuerzas de su país a colaborar directamente. Aquí, o deja usted de hacer su plan o lo pagará caro. Entiéndalo usted como quiera” [90] . En este contexto, Moro dijo a una alumna suya, María Luisa Familiari, estas significativas palabras: “¿Pero crees que yo no sé que puedo terminar como Kennedy ?” [91] .

Francesco Cossiga  era el ministro del Interior durante el secuestro de Moro . Numerosos consejeros y colaboradores suyos estaban afiliados a la logia P2. En su memorial desde la prisión, Moro le dedica palabras críticas: su posición le es “evocada por sugestión y, en cierto modo, inconscientemente impuesta”, “tiene el límite de tener colaboradores externos al ministerio”. [92] Sin embargo, las palabras más duras son para Andreotti: “director frío, impenetrable, sin dudas, sin pálpitos, sin un momento de piedad humana”, “del cual todos los demás son obedientes ejecutores de sus órdenes”.

Se le ha descrito a Moro  como un hombre débil, plegado a sus carceleros con el llamado “síndrome de Estocolmo”. Incluso se ha expresado abiertamente la necesidad de olvidar a Moro en un artículo que empieza así: “Habríamos preferido no oir hablar más de Moro” [93] . Mientras a Moro  se le presenta como “un ser despreciable” que “cuanto antes debe ser olvidado”, sus asesinos son rehabilitados públicamente: “Han tenido valentía e ideales”, “tenían fines políticos no del todo innobles y eran militantes que hay que respetar y en cierto modo premiar con procedimientos de clemencia” [94] .

El 31 de octubre de 2000, Juan Pablo II  proclama a santo Tomás Moro  (1478-1535), que pagó con su vida la fidelidad a la propia conciencia, “patrón de los políticos y gobernantes”. El papa Wojtyla  ha aceptado la propuesta planteada en 1985 por el entonces presidente de la República Italiana, Francesco Cossiga , y dos de sus antecesores, devotos del santo inglés. “La elección de Moro , aseguró Cossiga que presentó al nuevo patrón en el Vaticano, encuentra un consenso general entre los políticos, sean católicos o anglicanos, e incluso entre los agnósticos” [95] . Pues bien, lo que sorprende es que el patrocinador y presentador haya sido Cossiga, que tuvo tan cerca a Moro, Aldo Moro, moderno ejemplo de honestidad política. Todo ello ha sido celebrado en el contexto del jubileo de los políticos, en cuya preparación ha trabajado un grupo de 260 diputados y senadores italianos presididos por Andreotti [96] .

Un dato más. En los días del secuestro de Moro , Tina Anselmi  le dijo al patriarca Luciani : “¿Sabe que sus palabras le confortaron mucho al honorable Moro antes del fatal 16 de marzo?”. “¿Qué palabras?”. “Aquellas que usted me dirigió a mí y que yo tuve ocasión de transmitir a Moro en los días de laboriosas y extenuantes negociaciones para el nuevo gobierno”.

Luciani  intenta recordar: “Sí, hablé con Anselmi, pero fue poca cosa: destaqué solamente que los obispos  no pretenden interferir en la política ordinaria ni poner dificultades a los políticos especialmente cuando, en situaciones delicadas o difíciles, ellos deben elegir el mal menor... Diciendo esto a  Anselmi, no pensé en Moro ; si mis pobres palabras, referidas, le han dado una gota de alivio antes de que, pobrecillo, se le viniera encima ese mar de angustias, estoy contento; sin embargo, casi me avergüenzo de mencionarlas, ahora que su largo viacrucis ha desembocado trágicamente en un suplicio bárbaro y cruel. Consumado ahora el martirio de Moro, sólo podemos orar, para que su sangre, como la de los antiguos mártires, sea semilla de buenos y leales ciudadanos en el terreno de esta atormentada Italia” [97] .   

Finalmente, en un libro que lleva por título Secreto de Estado Giovanni Pellegrino , presidente de la comisión antiterrorista desde 1994, se queja de haber encontrado muchas dificultades en su trabajo. A los jueces les ha pasado lo mismo: “Siempre que un magistrado encontraba una pista que, de los posibles ejecutores materiales podía llevar a los niveles más altos, se le obligaba a detenerse ante el secreto de Estado impuesto por el Gobierno” [98] .

 

Sin aprender la lección

El 27 de marzo de 1995, en Loreto, el cardenal Ruini  pronunció su epitafio sobre los cuarenta años de confusión de la Iglesia con el poder  político: “El proceso que, en el espacio de algunos años ha visto diluirse el compromiso unitario organizado de los católicos italianos en el ámbito político, parece prácticamente concluido. El objetivo de no confundir Iglesia y política es ahora, al menos en apariencia, más fácil de realizar”.

Ruini , presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, llegaba a esta conclusión con el sentimiento de una derrota política personal. Precisamente en el mismo lugar diez años antes (Loreto, 1985), todos los esfuerzos se habían concentrado en asegurar al catolicismo “un papel dirigente y una fuerza atractiva”, siguiendo la recomendación del papa Wojtyla : “El episcopado había renovado su apoyo a la democracia cristiana en el peor momento: cuando este partido, tras haberse quedado obsoleta su función anticomunista oficial, se vio arrastrado por la crisis de todo el sistema político que gobernaba Italia desde hacía 40 años y en el preciso momento en que, gracias a las investigaciones de la magistratura, se percibía la amplitud de la corrupción y la criminalidad en la que habían caído enormes sectores de la clase dirigente, incluida su fracción católica, con la bendición de la Iglesia”.

Sin aprender la lección de la historia, Ruini  había insistido en el cambio de la democracia cristiana en un partido diferente y “limpio” (cuya dirección fue inmediatamente confiada a algunos responsables de Comunión y Liberación) y su intervención tuvo el efecto de estrechar todavía más los lazos entre la Iglesia y la política: “Estos dirigentes sellaron, de hecho, en el mes de marzo de 1995, una alianza política con la derecha de Berlusconi  y de Fini , provocando así la explosión de la democracia cristiana y, por consiguiente, la disolución de todo el sistema político-religioso que se apoyaba en ella”. Era el momento de recordar el principio defendido por el cardenal Lercaro , uno de los padres del Vaticano II: “La Iglesia no puede ni debe ser el árbitro de las disputas políticas. Pero tampoco puede ser neutral ante el mal, venga de donde venga. Su camino no es la neutralidad, sino la profecía. Y, por lo tanto, debe emitir su juicio”.

En las elecciones de 2001, Berlusconi ha ganado por mayoría absoluta. Concentra un poder sin precedentes y controla los medios de comunicación, tanto públicos como privados. Quedan pocos medios independientes. Con más de media docena de sumarios abiertos por diversos casos de corrupción, es el hombre más rico de Italia.

Lo denuncia el periodista e investigador alemán Jürgen Roth : “Bettino Craxi , entonces presidente de la nación y de los socialistas italianos, fue corrompido con millones de dólares de la P2. De acuerdo con los planes de la P2, en sus cuatro años en el cargo aseguró mediante decretos del Gobierno, entre otras cosas, el imperio mediático del miembro de la P2 Berlusconi”.

Pero no sólo esto. Desde principios de agosto de 1997, E.S. (se dan sólo las iniciales) se ocupa de transportar dinero en metálico de diferentes empresas del imperio de Berlusconi desde Milán a Liechtenstein, a un conocido banco privado: “No se trata de unos garbanzos, sino de cantidades diarias de unos cinco millones de francos suizos. Supuestamente, el dinero procede de negocios de drogas y armas de la Cosa Nostra” [99] .

Hans See , profesor de criminalidad económica, describe el sistema del paraíso fiscal como sigue: “Liechtenstein es el cuarto oscuro del sistema financiero internacional, sobre todo del hampa financiera. Dentro pueden desarrollarse proyectos al margen de los sistemas democráticos” [100] .

Pues bien, el cardenal Martini , arzobispo de Milán, no compartía la línea definida por el Vaticano y por Ruini : “Hemos gastado muchas energías en edificar el cristianismo: es la hora de hacer cristianos”. A Martini le parecía inaceptable que se pretendiese combatir la secularización con una Iglesia que terminaba por revestirse con el hábito político de esta secularización y que se arriesgaba a dar la impresión de querer subirse al carro del vencedor del momento.

Desde su cátedra de Milán, para la que Juan Pablo II  le nombró el 29 de diciembre de 1979, Martini  encarna la opción por otra forma de visibilidad de la Iglesia, una concepción no mundana de su eficacia en el tiempo. Sólo una Iglesia capaz de reencontrar su alma, de concentrarse en sus propias fuentes, de liberarse del poder, podría recobrar la fuerza necesaria para anunciar todavía, en la sociedad secularizada, “la palabra de Dios de tal forma que el mundo sea transformado y renovado por ella”. Tras dos milenios de predicación cristiana, la “conversión del corazón” se impone con la mayor evidencia. “Una vuelta a los orígenes del cristianismo”, dice Martini, tal es el sentido de la encrucijada capital que vivimos. De ahí la principal inspiración de su programa: “Servir a la palabra de Dios de tal forma que suscite, interprete, purifique y salve la aventura histórica de la libertad humana” [101] .

 



[1] Ver Mt 20,25.

[2] BERNSTEIN-POLITI, 266-268.

[3] Ib., 270.

[4] Ib., 275-278.

[5] La expresión es de Eduardo Haro Tecglen, ver El País, 16-2-2002.

[6] Ib., 330-331.

[7] Ib., 335-336.

[8] Ib., 336-341.

[9] Ib., 369-373.

[10] Ib., 279.

[11] Ib., 373.

[12] SZULC, 360.

[13] Ib., 400-401.

[14] DE DIEGO GARCIA,E., La desintegración de Yugoslavia, Actas, Madrid, 1993, 107.

[15] Ib., 131.

[16] ZIZOLA, El sucesor, 136.

[17] Ib., 286-287. Ver FALCONI, C., The Silence of Pius XII, Londres, 1970, 304.

[18] Ib., 290. Ver FALCONI, 388.

[19] Ib., 284. Ver FALCONI, 266.

[20] PEREZ PELLON, J., Wojtyla, el último cruzado, Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1994, 280.

[21] ZIZOLA, El sucesor, 290-291. Ver FALCONI, 344-346.

[22] Ver El País, 12-8-1998.

[23] Ver ROTH, 122-123.

[24] BERNSTEIN-POLITI, 376-383.

[25] CASALDALIGA, P., Nicaragua, combate y profecía, Ayuso-Misión Abierta, Madrid, 1986, 20-35.

[26] Ib., 122.

[27] Ib., 172.

[28] Ib., 28 y 178-179.

[29] Ez 21, 30-34.

[30] CASALDALIGA, 79-80.

[31] Ver Arcadio ALONSO FERNANDEZ, Tierra de nuestra tierra. Juan Alonso Fernandez. Un martir asturiano en el Quiche, Ed. Verbo Divino, Estella, 2001, 168.

[32] ARIAS, Un Dios para el papa, 17.

[33] ROMERO, O.A., ¡Cese la represión!, Editorial Popular, Madrid, 1980, 10.

[34] ELLACURIA,I. Y SOBRINO,J., Mysterium liberationis I, Ed. Trotta, Madrid, 1990, 9 y 12.

[35] Ver DISCEPOLI, All'ombra del papa infermo, 42.

[36] Ya, 4-2-1984.

[37] Ver BERNSTEIN POLITI, 478-480.

[38] ZIZOLA, 137.

[39] Ver El País, 20 y 21-2-1999.

[40] Ver El País, 14 y 15-11-2000.

[41] Ibidem.

[42] Ver BERNSTEIN-POLITI, 481-482.

[43] Ver el informe de Carlos Ares en El País, 10-9-2000.

[44] Vida Nueva, 29-4-1995.  

[45] DISCEPOLI, All'ombra del papa infermo, 30.

[46] Ver Iñaki MARTINEZ, Los sudores del capellán, en El País, 10-4-1998.

[47] ZIZOLA, 136.

[48] WEIGEL, 1076-1081.

[49] COEN-SISTI, 125-138.

[50] DE ANGELIS, Le guide di Mafia connection, II, 450-451.

[51] Ib., I, 173.

[52] ZIZOLA, El sucesor, 256.

[53] Ver El Mundo, 1-9-1996.

[54] ZIZOLA, El sucesor, 292-293; también SZULC, 446.

[55] LUNEAU,R., El sueño de Compostela. ¿Hacia una restauración de una Europa cristiana?, Ed. DDB, Bilbao, 1993, 41.

[56] CIPRIANI,5.

[57] FLAMIGNI, I fantasmi del passato, Ed. Kaos, Milán, 2001, 10. El título del libro es una réplica a la siguiente frase: "Dejemos a un lado los fantasmas del pasado... Pongamos una piedra sobre el pasado" (Francesco Cossiga , 1990).

[58] WILLAN, 38-39. Ver RAY S. CLINE, The CIA under Reagan , Bush  and Casey , Acropolis Books, Washington , 1981,122-125.

[59] FLAMIGNI, I fantasmi del passato, 10-11.

[60] WILLAN,7.

[61] Declaración de 21 de diciembre de 1993 y 3 de marzo de 1997; entrevista de Daniele Mastrogiacomo, La Repubblica, 6 de agosto de 2000; ver FLAMIGNI, I fantasmi del passato, 93-94.

[62] WILLAN,13.

[63] FLAMIGNI, I fantasmi del passato, 225.

[64] DI FONZO, 291-292.

[65] WILLAN, 6.

[66] TRIBUNALE DI PALERMO, 229.

[67] MIGNOSI, E., Il Signore sia coi boss. Storie di preti fedeli alla mafia e di padrini timorosi du Dio, Ed. Arbor, Palermo, 1993, 44.

[68] Ib., 47.

[69] Ver ROTH, 26-27.

[70] WILLAN, 243.

[71] Ib., 24.

[72] Ib., 32-33.

[73] Ib., 21.

[74] BISCIONE, F., Il memoriale di Aldo Moro  rinvenuto in via Monte Nevoso a Milano, Roma, 1993, 102.

[75] . Por ejemplo, en los casos de Mario Sois (1974), Giovanni D’Urso (1980), Ciro Cirillo (1981), el asunto de los palestinos. Ver carta de Moro  a Erminio Pennacchini, subsecretario del ministerio de Gracia y Justicia, FLAMIGNI, La tela di ragno, Ed. Kaos, Milán, 1993, 274-275.

[76] Ver L'Europeo, 25-10-1993; ver el libro de Alfredo Carlo MORO, magistrado y hermano de Aldo, Storia di un delitto annunciato. Le ombre del caso Moro , Editori Riuniti, Roma, 1998, 20-25.

[77] Ib., 40-41.

[78] Ver L'Unità, 3-12-1990.

[79] CpiS, vol. 6, 63.

[80] COMMISIONE PARLAMENTARE D'INCHIESTA MORO (CpiM), vol. 29, 441-442. Ver FLAMIGNI, La tela di ragno, 279.

[81] En la vía Pío Foá, 31.

[82] Ver CpiM, relación, 46 ss.

[83] En Quai de la Tournelle, 27.

[84] En vía Nicotera, 26.

[85] Ver FLAMIGNI, La tela di ragno, 173-175.

[86] Ver L'Espresso, 28-3-1993. 

[87] CpiM, investigación en el domicilio de Morucci y Faranda, 20.

[88] Carta del ministro del Interior Scotti (23-1-1992) a la comisión parlamentaria, citada por FLAMIGNI, La tela di ragno, 310.

[89] Ib., 319-320.

[90] CpiM, vol. 5, 5-6.

[91] FLAMIGNI, Il mio sangue ricadrá su di loro, Milán, 1997, 23.

[92] CpiS, vol. 1, 78-79.

[93] M.FINI, en L'Europeo, 26-10-1990.

[94] G. STELLA, Ombre Rosse, en Sette, suplemento del Corriere della Sera, 13-2-1997. Ver MORO, 272-273.

[95] Ver El País, 27-10-2000.

[96] Ver Vida Nueva, 11-11-2000.

[97] LUCIANI, Ritrovato il corpo dell'on. Aldo Moro , en Il Gazzettino, 11-5-1978; ver Opera omnia, VIII, Ed. Messaggero, Padua, 1989, 502-503.

[98] Ver Giovanni FASANELLA e Claudio SESTIERI con Giovanni PELLEGRINO, Segreto di Stato. La verità da Gladio al caso Moro , Ed. Einaudi, Turín, 2000, 110 y 111.

[99] ROTH, 71 y 93.

[100] Ib., 95.

[101] ZIZOLA, El sucesor, 199-203.