CONSILIARIO Y PRIOR EN SEGOVIA En junio de 1588 se convoca en Madrid capítulo general para implantar el nuevo gobierno de la Consulta. Fray Juan es nombrado consiliario y prior de Segovia. Los descalzos llevan ya más de dos años
en la ciudad. Desde ahora, el convento de Segovia es sede de la Consulta,
recientemente creada. Por ello, aquí residen -aparte de los conventuales,
colegiales y novicios- el vicario general y los consiliarios, que son
seis. Con ello se hace imprescindible la ampliación de la casa.
Fray Juan se hace cargo de ello y se decide, con la ayuda económica
de doña Ana de Peñalosa, a hacer la obra nueva, cambiando
el emplazamiento del edificio por otro más seco, unos metros más
arriba.
SIN FORMA Y FIGURA El 1 de junio de 1591 se reúne en Madrid el capítulo de los descalzos. Entre los consiliarios está fray Juan. Al salir de Segovia, la priora de las descalzas le ha dicho que todas esperan que en el capítulo le hagan prelado de las monjas. Fray Juan respondió: "Estando en oración encomendando a Dios los sucesos del, me pareció que me tomaban y me arrojaban a un rincón". Su situación respecto al padre Doria no es la misma que hace dos años, cuando fue de prior a Segovia. Fray Juan ha adoptado últimamente una actitud de respetuosa, pero franca y decidida oposición a ciertas apreciaciones del vicario general. Esta oposición se manifestó públicamente en el capítulo extraordinario celebrado en Madrid el año anterior, en el que fray Juan fue elegido primer consiliario. Dos problemas, sobre todo, fueron discutidos: en primer lugar, la resolución que debía adoptarse ante las gestiones y actitud de las monjas, que querían depender de un superior descalzo, pero no directamente de la Consulta; además, las monjas, aparte del padre Gracián, han propuesto para su comisario o visitador a fray Juan; en segundo lugar, el asunto del padre Gracián. Sin justificar en todos sus puntos la conducta de éste, fray Juan lamenta la animosidad con que se lleva su proceso y, sobre todo, el intento de sacarlo a la plaza pública, con el inevitable perjuicio para la Reforma. Fray Juan ha escrito cartas valientes al padre Doria y a los definidores y hasta se ha abstenido de asistir a algún definitorio, en señal de protesta. En estas condiciones se celebra el capítulo general de 1591. Los primeros actos capitulares - elección de consiliarios y definidores - dan lo que fray Juan esperaba. Él, primer consiliario hasta ahora, queda sin oficio. En cambio, es elegido consiliario y definidor fray Diego Evangelista, enemigo declarado de fray Juan. El padre Doria quiere mantener a fray Juan alejado de todo puesto de influencia. Para mayor seguridad, se piensa enviarle a Méjico. Luego, se le ofrece ir a Segovia. Y así se lo comunican. Pero fray Juan lo rehuye. "Le dijo (el padre Doria) que fuese a gobernar por vicario la casa de Segovia pues él la había labrado y acomodado y acabaría de componer con doña Ana de Peñalosa. El de ninguna manera quiso, y me dijo: "Padre fray Gregorio, no se me da nada quedarme sin oficio, que harta misericordia me ha hecho Dios de que cuidare ahora solo de mi alma" (Gregorio de San Angelo).Fray Juan siente en estos momentos una verdadera y obstinada persecución. Estando todavía en Madrid, se suscita en recreo un tema espiritual. Fray Juan interviene con la competencia y la unción que le caracterizan. Todos escuchan atentos y entusiasmados. Diego Evangelista no puede aguantarlo y, abusando de su reciente oficio de definidor, le manda callar. Ni una palabra más. Fray Juan se calla. El
vicario general le dice que vaya a Andalucía, sin determinar convento.
El provincial de Andalucía, Antonio de Jesús, le deja escoger
la casa que más le agrade. Pero fray Juan se queda en la Peñuela,
primer convento de Andalucía, yendo desde Madrid. Doce años
después, reanuda aquella vida solitaria que llevara en el Calvario,
pero ahora se encuentra sin oficio y, también, sin forma y figura.
Entonces, según su primer biógrafo, "sólo ser su
amigo era delito".
Mientras tanto, fray Diego Evangelista inicia un proceso difamatorio contra él. Fray Juan escribe a la priora de Caravaca: "Ya sabrá los muchos trabajos que padecemos. Dios lo permite para gloria de sus escogidos. En silencio y esperanza será nuestra fortaleza". Ha llegado el momento de gustar la cruz a secas. Como escribe a uno de sus discípulos, "los hijos de mi madre lucharon contra mí". Al propio tiempo, fray Juan comienza a sentir el malestar de unas calenturas que nacen de la inflamación de la pierna derecha. Por ello, el 28 de septiembre va a Ubeda, donde tiene más posibilidades de curarse, pero el mal avanza de forma galopante. De poco sirven las dolorosas curas que se le hacen.
La víspera de su muerte, el prior del convento comienza a leerle la recomendación del alma: 'Dígame, padre, de los Cantares, que eso no es menester", le dice Fray Juan.
"Dió el reloj las doce de media noche, y en el dicho convento tañeron la campana de maitines, y el dicho santo preguntó: "¿A qué tañen?'; y le dijeron que tañía a maitines; y replicó el dicho santo diciendo: "¡Gloria a Dios, que al cielo los iré a decir!"; y besando los pies del crucífijo: In manus tuas Domine, commendo spiritum meum, y expiró." (Fernando de la Madre de Dios). Era
el 14 de diciembre de 1591.
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