9. La P2, al descubierto

Durante el siglo XVIII y gran parte del XIX, la historia constata la presencia de numerosos sacerdotes, religiosos e incluso obispos en las filas de la masonería, a pesar de los anatemas lanzados por los papas (157). El viejo Código de Derecho Canónico (c.2335) prohibía a los católicos, bajo pena de excomunión, inscribirse en la masonería y en organizaciones similares, "que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas".
El 19 de julio de 1974, una carta de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida a algunas conferencias episcopales más directamente interesadas en el tema, afirma que dicho canon se aplica solamente a aquellas organizaciones que verdaderamente conspiran contra la Iglesia.
Sin embargo, el 2 de marzo de 1981, la oficina de prensa del Vaticano divulgó un documento que intrigó a mucha gente y que recordaba la prohibición canónica. Pocos días después, el 17 de marzo, la policía descubre en la caja fuerte de Gelli una lista de 962 miembros de la P2: poderosas figuras de casi todos los sectores del sistema, de la política, del ejército, de los servicios de inteligencia, de los negocios y finanzas, de los medios de comunicación. El primer ministro Arnaldo Forlani ocultó la información, pero el 20 de mayo se hizo pública la lista, provocando la caída del gobierno. El poder oculto estaba al descubierto e influyentes personajes estaban a punto de caer (158).
Michele Sindona, abogado y banquero siciliano, nacido en Patti en 1920 y afincado en Milán en 1948, miembro de la P2 desde 1964 con el número 1612, hombre de confianza de Pablo VI, que en 1969 le encomienda la política de inversiones vaticanas en el extranjero, cuyo control tendrá  hasta 1974, año en que se produce la quiebra de los bancos de Sindona y es sustituido por Roberto Calvi.
El 14 de septiembre de 1977 Sindona telefonea desde Nueva York a su abogado Rodolfo Guzzi y le comenta: "A lo mejor, y en contra de lo que trata de aparentar, Gelli no está de mi lado. Es posible que haya tomado partido por Calvi". Le dijo también: "Ve a ver a Calvi y dile que me propongo emprender una causa civil contra él. Hazle ver que considero la nuestra una sociedad en toda la extensión de la palabra. Lo que es suyo, también es mío, a partes iguales: desde el Banco Ambrosiano a la Pachetti, pasando por el Crédito Varesino" (159).
Calvi prometió encontrar una fórmula para enviarle dinero, pero no lo hizo. Y el 3 de noviembre, los muros del centro de Milán aparecen empapelados de manifiestos blancos, azules y amarillos. Su texto es un largo monólogo contra Calvi: traficante de divisas, estafador, responsable de fraudes fiscales. A Calvi no le quedan dudas en cuanto a la autoría de la maniobra: el "loco de Sindona".
Calvi manda arrancar sin pérdida de tiempo los manifiestos. Unos días más tarde, el boletín de informaciones Agencia "A", publicación mensual con domicilio en Turín, vuelve a la carga contra Calvi. El boletín lleva la firma de Luigi Cavallo, que, según declarar  posteriormente, "había recibido de Sindona cerca de doscientos mil dólares" (160). Finalmente, el 24 de noviembre Cavallo escribe a Paolo Baffi, gobernador del Banco de Italia, una larga carta que ser  "el golpe decisivo que acorralar  a Calvi" (161).
A principios de marzo de 1978 y con la mediación de Gelli, Calvi y Sindona se encuentran en Nueva York. Dice Calvi: "Le ví dos veces en Nueva York; él vino a mi hotel y me pidió un empleo que hube de negarle porque no disponía del puesto adecuado. Pero no admito haberle ofrecido a cambio de la 'paz' más que consejos financieros". Sin embargo, debió existir desembolso de dinero: en sus campañas Cavallo señaló siempre que Calvi debía a Sindona por lo menos un millón de dólares. Además, Calvi se ocupó de vender la villa que Sindona poseía en Arosio, localidad situada en la comarca lombarda de Brianza. Le dijo a Guzzi que "había encontrado un cliente dispuesto a pagar quinientos mil dólares" (162). Pero la reconciliación no duró mucho, pues en abril de 1979 la Agencia "A" arremetía de nuevo contra Calvi con ocasión de la asamblea anual del Banco Ambrosiano.
Identificado por los gobiernos de Italia y de Estados Unidos como el banquero de la mafia, el 27 de marzo de 1980 Sindona "fue declarado culpable de 65 actos delictivos, entre ellos fraude, conspiración, perjurio, falsificación de asientos bancarios y apropiación indebida de los fondos de su banco" (163). En Estados Unidos se le condenó a 25 años de cárcel. Reclamado por el gobierno italiano, se concedió su extradición el 18 de mayo de 1978. Ya en Italia, es condenado a cadena perpetua, el 18 de marzo de 1986, acusado de haber ordenado la muerte del fiscal Giorgio Ambrosoli, encargado de investigar sobre la quiebra de sus bancos. Dos días después, en la cárcel de máxima seguridad de Voghera, sufrió "un extraño ataque, descrito como derrame cerebral o infarto", pero que resulta ser envenenamiento (con cianuro). De ello murió el día 22 del mismo mes; según han manifestado recientemente dos guardias de la cárcel, murió asesinado (164).
Roberto Calvi, banquero milanés nacido en 1920, hombre de confianza del Vaticano, que en 1974 hereda el sistema creado por Sindona en años anteriores. Ambos comparten el mismo planteamiento de fondo: "el de expoliar las sociedades que dirigen atendiendo al principio de que las pérdidas sean socializadas a un lado de la frontera, el italiano, y los beneficios privatizados al otro, en el extranjero" (165). Los que se arruinan, a fin de cuentas, son los pequeños accionistas que les siguen en sus aventuras.
Miembro de la P2 con el número 1624, Sindona es presidente del consejo de administración del Banco Ambrosiano,  consejero delegado y propietario (de hecho) de dicho banco. El 20 de mayo de 1981 fue detenido, como principal responsable de la quiebra fraudulenta del Ambrosiano, estimada en unos 1200 millones de dólares. Durante una visita de su esposa y de su hija a la prisión, Calvi les dijo que la presión debería ejercerse sobre los dos principales directores del IOR, Marcinkus y Mennini. Por esta razón: "Este juicio se llama IOR" (166). Dicho de otro modo:
"Desde su detención en mayo de 1981, Calvi había ejercido una presión enorme sobre el Vaticano, buscando ayuda tanto para sus problemas legales como para los apuros financieros del Ambrosiano. Mientras se hallaba en la cárcel, Calvi comunicó a su familia que las operaciones anómalas con acciones por las que lo estaban juzgando habían sido realizadas, realmente, en representación del IOR. Explicó que las pruebas de la implicación del banco del Vaticano se hallaban en documentos depositados en la Banca del Gottardo, documentos que ‚sta no podía dar a conocer sin autorización del IOR en razón de las leyes suizas sobre secreto bancario" (167).
El 29 de julio, Calvi fue condenado a cuatro años de prisión y a pagar una multa de 16000 millones de liras. Sus abogados apelaron y Calvi fue puesto en libertad bajo fianza. Casi un año después, el 18 de junio de 1982, Calvi apareció colgado de un puente de Londres, con seis kilos de piedras y de ladrillos, dentro de los pantalones y en los bolsillos de la chaqueta. Según ha dictaminado recientemente un tribunal de Milán, Calvi fue asesinado. Clara, la viuda de Calvi sostiene abiertamente: "Mi marido fue víctima de feroces luchas vaticanas" (168).
Umberto Ortolani, abogado romano, miembro de la P2 con el número 1622, brazo derecho de Gelli, Gentilhombre de su Santidad desde 1963 por recomendación del cardenal Lercaro. En 1983 desaparece su nombre del Anuario Pontificio. De la mano de Ortolani, no había lugar en el Vaticano al que no pudiera acceder Gelli o cualquiera de los hombres que controlaba. Según Sindona, Ortolani es el inspirador de las aventuras sudamericanas de Calvi, al que haría adquirir una parte de su banca sudamericana, la Bafisud. Acusado de participar en la quiebra fraudulenta del Ambrosiano, Ortolani ha permanecido en Sudamérica prófugo de la justicia italiana. Recientemente, un tribunal de Milán le ha concedido la libertad provisional. Tiene 76  años (169).
 Licio Gelli, hombre de negocios, nacido en Pistoia (Toscana) en 1919, protector oculto de Sindona y de Calvi. Bien recibido en ambientes vaticanos, fue nombrado Comendador de la Orden del Santo Sepulcro. Gran maestre de la logia Propaganda Dos, hizo de ella una organización secreta, poderosa y violenta. En los años setenta, la P2 controlaba toda Italia. Gelli era "el rey y el papa": "La P2 ha sido un hecho grave, más grave de lo que la opinión pública hasta ahora haya podido imaginar. Los más inquietantes escándalos de la Italia contemporánea (la carrera y la caída de Sindona, el 'crack' del Banco Ambrosiano y la relación con el IOR, el suicidio u homicidio de Calvi, el asesinato de Pecorelli, la lucha sin excluir golpes por el control de la Rizzoli, del Corriere della Sera y de otros periódicos, el escándalo de ENI-Petromin, etc.), están marcados de algún modo por la presencia de hombres de la P2" (170).
Acusado en Milán de participar en la quiebra fraudulenta del Ambrosiano, Gelli fue detenido en Ginebra el 13 de septiembre de 1982. Encarcelado en Champ Dollon, prisión de máxima seguridad, escapó de ella el 10 de agosto de 1983. En junio de 1986 el Tribunal Supremo italiano implica a Gelli en la matanza de Bolonia (85 muertos y 200 heridos), del 2 de agosto de 1980. Gelli controlaba entonces los servicios secretos. Los jueces Zincari y Castaldi han acusado a Gelli de haber encubierto a los culpables (neofascistas), intentando echar la culpa a los servicios secretos búlgaros y soviéticos. Extraditado por el juez suizo Trembley sólo por delitos económicos, vuelve a Italia el 17 de febrero de 1988. Tras una corta estancia en la cárcel de Certosa (Parma), permanece en situación de libertad provisional, concedida por motivos de salud. Todo ello a pesar de estar condenado a 20 años de cárcel por los tribunales italianos y en medio de una renovada atmósfera de , es decir, bajo la ley mafiosa del silencio. El juez Trembley está siendo investigado por la magistratura suiza (171).
Según el informe presentado al Parlamento italiano por la Comisión que, presidida por Tina Anselmi, estaba encargada de investigar a la logia P2, en la segunda mitad de los años setenta Gelli tenía el control total de la organización secreta. El informe concluye: "la logia P2 entra como elemento de peso decisivo en asuntos financieros, como el de Sindona y el de Calvi" (172).
Según la familia Calvi, el número de teléfono de su villa de Drezzo sólo lo conocían dos personas: Gelli y Ortolani, jefes de la P2. Carlo, el hijo de Calvi, comenta el tipo de relación: "Mi padre era el técnico; Gelli, el político. Tanto es así, que todas las desgracias de mi padre empezaron con la caída de Gelli. Gelli conocía perfectamente las relaciones entre el IOR y el Ambrosiano y eso era lo que más atemorizaba al Vaticano".  Clara, la viuda de Calvi, dice que Gelli aterrorizaba a su marido; le exigía voluminosas cantidades de dinero. Y su hija Anna explica a los magistrados italianos: "Algunos meses antes de que estallara la historia de la logia P2...mi padre ya había empezado a negarse a responder a las llamadas telefónicas de Gelli u Ortolani" (173).
Gelli jamás decía su verdadero nombre, cuando alguien de la familia le preguntaba quién era. Les respondía con su nombre en clave: Luciani. Esta clave la utilizaba desde 1978 (174).

Gelli y Ortolani