En el principio era la palabra
 

No hay más tiempo

Antonio Alarcón Román
Madrid 6 ABR 2016 - 00:00 CEST


Miro hacia Europa y no sé qué hay en nuestros corazones, qué clase de viento borró nuestras esperanzas de solidaridad, justicia, libertad. Hay muchedumbres que se mueven apresuradas en los caminos, que países con recursos limitados como Líbano o Jordania han dado cobijo. Qué clase de sueño o deseos anestesiaron nuestras mentes y encadenaron nuestras manos. Hay tiempo para salir a las calles y pedir a nuestros gobernantes, a nuestros dirigentes de esta muda Europa que nosotros, mujeres y hombres, no queremos exclusión; que hay aquí sitio para los que huyen. En su mirada se refleja nuestra mirada, podíamos haber sido ellos, un niño, una joven, un anciano, que huyen del terror. Nos zarandea el miedo del otro, del extraño, otra raza, otra religión, otro mundo, el miedo tejido en el secreto nos ha paralizado. Ya sé que tres de cada 10 niños y muchas familias tienen necesidad en este extremo del Mediterráneo, pero hay casas vacías, pupitres escolares y universitarios esperándoles a que les hagamos un sitio.— Antonio Alarcón Román.