En el principio era la palabra
 

LA PASCUA DEL CORONAVIRUS

40 días antes, 50 días después

El 30 de mayo, día de Pentecostés, hemos tenido la reunión del Consejo Rector para abordar, en principio, dos cuestiones: la Asamblea General Ordinaria de la Asociación, que este año incluye memoria, balance y elecciones, y otras reuniones, como la celebración de la Eucaristía y las reuniones de grupos, teniendo en cuenta que estamos en el nivel 1 de desescalada, dentro del vigente estado de alarma, motivado por la pandemia del coronavirus.

En primer lugar, abrimos un espacio de  información y de experiencias acaecidas en los meses de confinamiento, con particular atención a los casos graves, con víctimas o en situación de soledad, en el entorno de la Comunidad y de la Fundación Betesda. Han muerto tres residentes: Chiqui, Mario y Jesús. Oramos por ellos y por sus familiares.

A este Pentecostés especial hemos sido conducidos después de una Pascua especial y una Cuaresma especial. 40 días antes, 50 días después. No ha sido un tiempo perdido. Lo hemos vivido como lo fue para Jesús, como un tiempo de preparación para su misión, y como lo fue para la Iglesia naciente, como un tiempo de catequesis intensiva, de preparación para la misión. En el fondo, la catequesis Las aguas del coronavirus. Mientras pasa el diluvio fue una carta pastoral. Durante este tiempo, de diversas formas ha fluido la comunicación dentro del cuerpo de la Comunidad y de los grupos. Agradecemos el artículo de Mar Serrano publicado en la web, Morir en soledad. Adaptemos la ley. Recordamos también mi artículo sobre el libro A los 25 años del Concilio Provincial Tarraconense, enviado por Aurelio Ortín, diácono de Barcelona y uno de sus coordinadores.Aunque no lo hayamos podido celebrar en común, esta Pascua ha sido un regalo del Señor. Siempre es Pascua, cuando el Señor pasa.

Al buscar el salmo propio del día, me encontré el Sal 40. Me pareció un regalo: Ni sacrificios ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas, dije entonces: Heme aquí que vengo para hacer tu voluntad. Este pasaje figura en el recordatorio de mi ordenación (Hb 10,5). Más adelante, también escuchamos el evangelio propio del día: Paz a vosotros. Como el padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el espíritu santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos (Jn 20, 19-23).

Sobre la mesa, puse el libro sobre la Reforma, al que falta el último capítulo: La reforma pendiente, que será la próxima catequesis. En la soledad del confinamiento, en el desierto, hemos escuchado con fuerza la palabra que clama por la unidad de las Iglesias, al fin y al cabo, la oración de Jesús, la oración ecuménica: Que todos sean uno (Jn 17, 11). Para ello se necesita la reforma que falta, la reforma pendiente.  Todas las confesiones cristianas necesitan revisar su propia tradición a la luz de la Escritura. Cada confesión (quizá sólo un resto) ha de hacer la suya. No basta con orar. Es cuestión de conversión, de renovación, de reforma.

Aplazando la Asamblea General Ordinaria para cuando sea posible, el Consejo decide saltar la preparación de la misma y abordar lo referido a reuniones (eucaristía, grupos). Se aplaza, de momento, la celebración de la eucaristía. En cuanto a las reuniones de grupo, se acuerda no imponer un modelo único, cumpliendo en todo momento las condiciones legales al efecto. En diversos grupos se tiene la reunión de forma virtual, telemática. Deberá cuidarse que nadie quede excluido. En su caso, siempre es posible la comunicación de otras formas.

Se propone y se acepta que, cada miércoles, el que abajo suscribe dé una catequesis de forma virtual, telemática e interactiva, continuando y ampliando la catequesis que antes hacía de forma presencial. Para el seguimiento de la situación creada por el coronavirus, se acuerda convocar una nueva reunión del Consejo el próximo 11 de junio a las 20:00 horas en Saliente. Seguimos en estado de alarma y en estado de misión. Lo dice el Señor: Como el padre me ha enviado, así también os envío yo.

 

                                                                                               Jesús López Sáez

                                                                                               Mayo 2020