En el principio era la palabra
 

ENCUBRIMIENTO OFICIAL

Bajo capa de beatificación

Ayer, se dio la noticia. El papa Francisco envía una carta a los participantes en la Conferencia sobre el magisterio de Juan Pablo I, organizada por la Fundación Vaticana que lleva su nombre y la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. La Fundación Vaticana ha publicado una obra sobre el magisterio de Juan Pablo I: Giovanni Paolo I. Il magistero. Testi e documenti del Pontificato.

Según la periodista Stefanía Falasca, vicepresidente de la Fundación Vaticana y vicepostuladora del proceso de beatificación, “el libro es el fruto de una investigación que se ha extendido durante diez años a partir del archivo personal del Papa Luciani, que va desde el año 1929 al 27 de septiembre de 1978”.

Aunque se presente como tal, el libro sobre el magisterio del papa Luciani no es una novedad. Hace ya más de 30 años se publicaron sus obras completas, ¡nueve volúmenes!: GIOVANNI PAOLO I, Opera Omnia, I-IX, Padua, 1988-1989. Pues bien, ayer, en “el primer acto académico en vista de la beatificación de Juan Pablo I”, el Papa aparece claramente implicado: suya es la “Prefazione” de la publicación y suya es la Carta a los participantes en la que habla del “reconocido valor de la investigación histórica, basado en las fuentes”, expresión utilizada por la Fundación Vaticana.

Surgen algunas preguntas: ¿Qué entiende la Fundación Vaticana por “investigación histórica”, ¿qué entiende por “comité científico”, comité que dirige la pretendida investigación? En el fondo, ¿se oculta cómo murió Juan Pablo I y por qué?

A estas alturas, los promotores de la beatificación pasan por alto y encubren hechos tan graves como éstos: la denegación de la autopsia al cadáver del papa, solicitada por el doctor que tenía que hacer el diagnóstico sobre la causa de la muerte (Biografía, 829, 842, 845); el testimonio sobre la buena salud del papa, dado por su médico personal (30 Giorni 72, 1993, 53-54); las decisiones importantes y arriesgadas que había tomado el papa Luciani (Bassotto, Premessa, 227 y 237-239).

Precisamente, el periodista veneciano Camilo Bassotto (en la foto), amigo personal de Juan Pablo I, recibió esas decisiones de la “persona de Roma” (perfectamente identificable, con carta y firma) y las publicó en su libro Il mio cuore è ancora a Venezia (1990). El libro ha sido “ignorado” en el proceso de beatificación como “volumen discutido” que no se tiene en cuenta (Biografía, 771).

Visto lo visto, aumenta el temor de que el papa Francisco quede condicionado por los inconfesables intereses del Estado Vaticano. Sin embargo, podría Francisco aprovechar la ocasión para decir públicamente que en esa pretendida “investigación histórica” hay una grave omisión: falta afrontar (científicamente) el hecho de cómo murió Juan Pablo I y por qué, lo que permitiría hacerle justicia y reconocerle como mártir de la purificación y renovación de la Iglesia. ¡Ojalá fuera así!

Jesús López Sáez