En el principio era la palabra
 

COMUNIDAD DE LA ALIANZA

napoles 1Una carta de monseñor Salvatore Esposito, responsable del Culto Divino en el arzobispado de Nápoles, nos puso en contacto con la Comunidad de la Alianza. Fue en marzo de 1994. Nos pedía información sobre la Comunidad de Ayala. Respondimos ampliamente con fecha 8 de abril.
Dos meses después, una nueva carta del diácono Giorgio Cevenini (en la foto, primero por la derecha) preguntaba más en detalle sobre algunos aspectos. Con nuestra respuesta, enviamos saludos para Rosaria, su esposa (en la foto, a mi derecha), y para sus hijos. En su momento, estos primeros contactos dieron paso a diversos encuentros aquí y allí.
Aprovechando un viaje a Roma con motivo de la preparación del libro El día de la cuenta, nos acercamos a Nápoles los días 6 y 7 de junio de 1998. Me acompañaron Carlos y Carolina. Conocimos a Francesco Bruno (en la foto, a mi izquierda), jesuita que durante muchos años explicó Eclesiología en el Seminario Campano y que encontraba en la Comunidad de la Alianza la realización de lo que debía ser la Iglesia. Habían vivido, como nosotros, una experiencia de liberación cuando decidieron seguir por propia cuenta la experiencia comunitaria. Supieron de la Comunidad de Ayala por el libro europeo de catecumenado, Los comienzos de la fe (1990).
Hablamos de la reunión comunitaria, de lo que dice Pablo a la comunidad de Corinto: "Cuando os reunís, cada cual puede tener un salmo, una instrucción, una revelación, un discurso en lenguas, una interpretación" (1 Co 14,26). Ellos seguían el método de la "lectio divina" de la Escritura que tiene estos pasos: ¿qué dice el texto?, ¿qué me dice?, ¿qué le digo a Dios?, ¿qué contemplo? Francesco Bruno nos llevó a la capilla del Seminario y nos mostró un cuadro del Sagrado Corazón, que recordaba la fe de su madre y su curación cuando él, siendo un niño, estuvo a punto de morir.
Del 22 al 26 de agosto de 1998, estuvieron aquí Giorgio y Rosaria. Contemplamos aquellos grandes cuadros de "los panes y los peces" y "el agua de la roca". Comentamos la historia de la Residencia para discapacitados que suponía una multiplicación de panes y peces. El agua salió de la roca, de donde parecía imposible; hubo también querella y tentación (Ex 17,1-7). Abordamos la catequesis de la resurrección y la del dinero injusto (Lc 16,1-15). Hablamos de la Asociación como asentamiento eclesial y civil de la Comunidad.
En 1999 vinieron a celebrar la Pascua con nosotros. Escuchamos aquella palabra tan oportuna: "Os saludan los de Italia" (Hb 13,24). Habían puesto en marcha la Comunidad de Tirana. Hicimos una colecta por los refugiados albano-kosovares.
Ese mismo año, del 30 de octubre al 2 de noviembre, fuimos a Nápoles con motivo de la constitución de la Asociación Comunidad de la Alianza. Fueron conmigo Luis y María Rita, José Luis y María, Carlos y Carolina. Compartimos aquella palabra que se nos hizo viva y actual: "Llegamos a Pozzuoli. Allí encontramos unos hermanos" (Hch 28,14). Tuvimos la señal de Enrico y la catequesis sobre el prólogo de San Juan, "Hemos contemplado su gloria". Estuvo presente monseñor Salvatore.
El 8 de julio de 2007 murió Francesco Bruno, fundador de la Comunidad de la Alianza, una prueba dura para la comunidad que había pasado por otras quizá aún más duras. Poco después, el 18 de noviembre, ese día de forma especial, Rosaria compartió con nosotros la señal del P. Bruno. En medio de las olas que amenazaban la barca se impuso la calma. Es decir, salió el arco iris como "señal de alianza". Las lecturas del día nos parecían significativas: la tempestad calmada (Mt 14,22-33) y aquella otra que nos resultaba familiar: "Llegamos a Pozzuoli. Allí encontramos unos hermanos".
Desde 2002 a 2007, hemos contado con la presencia de Rossano, jesuita de Belluno, destinado en Nápoles, que venía una o dos veces al año como miembro del consejo de redacción de la revista Manresa. Era nuestro contacto con la Comunidad de la Alianza. Ahora ya no está en el consejo de redacción. Sin embargo, Ana, del grupo de Pozuelo, con motivo del traslado de su marido a Nápoles, vivirá allí y se pondrá en contacto con la Comunidad de la Alianza. Nos parece que no es por casualidad.

Jesús López Sáez, 8 de julio de 2010