En el principio era la palabra
 

La historia de Clara Qiong está jalonada de detalles y ternuras del Señor, que nos ha ido acompañando a lo largo de un dilatado proceso y ha ido tejiendo la historia de una niña abandonada a los ojos del mundo, pero presente en el pensamiento de Dios desde su concepción: Mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. Mi embrión tus ojos lo veían (Sal 139).