En el principio era la palabra
 

Julián García Rosselló (Algeciras, 1921) murió el jueves 6 de marzo. Cuando recibí la noticia, en la madrugada, abrí un misal que tenía a mano y me encontré una página preciosa. Allí estaba el salmo 23, el último que rezaron Pilar y Julián, el último que yo había rezado con él: El Señor es mi pastor, nada me falta. Se había hecho lo que había que hacer. Había llegado el momento más duro: Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré. La muerte no tiene la última palabra: Mi morada será la casa del Señor por años sin término. En la misma página había un pasaje de la primera carta a los Corintios, con el que tanto se identificaba Julián: Cristo ha resucitado como primicia de los que mueren, el último enemigo en ser vencido es la muerte (1 Co 15,20-28). O sea, Julián empezaba a dar señales. Lo compartimos en el tanatorio.