En el principio era la palabra
 

EUROPA, TIERRA PROMETIDA

1. El estallido racista, acaecido en El Ejido (Almería) el pasado mes de febrero, puso de manifiesto la situación de los inmigrantes en España: la falta de integración y la marginación en que viven muchos de ellos y, sobre todo, la explotación que padecen. Además existe un fuerte rechazo social alimentado por diversos miedos: nos invaden, nos quitan puestos de trabajo, traen delincuencia y también enfermedades.

2. Con datos objetivos en la mano, España presenta todavía una población escasa de extranjeros y, en muchos casos, ocupan puestos de trabajo que no quiere nadie: en agricultura, construcción y servicio doméstico. Según el Anuario General de Extranjería (1998), el número de emigrantes (1.900.000) es superior al de inmigrantes (719.647), siendo difícil estimar cuántos están sin papeles (75.000-90.000). El porcentaje de inmigrantes no llega al 2% y es inferior al de los países de nuestro entorno: 6% en Francia y 9% en Alemania. Sin embargo, en El Ejido la población inmigrante (en su mayor parte magrebíes) asciende a 15.000 personas, mientras que los ejidenses, procedentes de diversas zonas de España, son 50.000.

3. El enorme desarrollo alcanzado en la zona almeriense, que actualmente cuenta con una renta per capita alta, se ha construido sobre una situación en la que los inmigrantes quedan al margen de las ventajas sociales de dicho desarrollo. Se vive en la zona una enorme fractura social. Ya en 1995 se denunció la "deliberada política de segregación de los inmigrantes practicada por las autoridades locales" (U. Martínez Vega, catedrático de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid, El País, 11-2-2000). Las grandes diferencias sociales son una injusticia (GS 66) y, además, son peligrosas, generan violencia: ¡Ay de los que explotan al pobre! (Am 5,11).

4. La propia realidad de la población española residente en la zona, con un 54% de analfabetismo funcional y altos índices de abandono escolar a los 16 años, la alta proporción de entidades bancarias en relación a otras de desarrollo social y cultural describen un escenario en el que la falta de equilibrio social ha conducido a los sucesos acaecidos en el mes de febrero: un estallido de violencia con caracteres racistas.

5. En los años 60, Almería se encontraba en una situación de subdesarrollo: la gente emigraba en busca de trabajo. La aparición de los cultivos bajo plástico supuso una gran oportunidad: por primera vez, la dureza de la tierra y las condiciones climatológicas no eran un obstáculo insalvable. Desde los años 60 y 70, la agricultura intensiva bajo plástico es el centro que guía todas las propuestas políticas, sociales y económicas en Almería, sin que se cuestione ese modelo de desarrollo.

6. Pero la agricultura bajo plásticos plantea también problemas: el agricultor apenas controla el proceso de producción, distribución y venta. Al fortísimo nivel de inversión, se añade el que los beneficios dependen de los precios en un mercado bastante inestable: "Sólo en la presión sobre la fuerza del trabajo y en los salarios encuentra margen de intervención. En este contexto, la aparición en los últimos años de unos trabajadores que eran capaces de resistir las duras condiciones laborales, que no estaban en condiciones de reivindicar nada y que no generaban costos de Seguridad Social, etc., supuso la posibilidad de tener una mano de obra lo suficientemente elástica para adaptarse a las necesidades de crecimiento del negocio" (F.Majuelos).

7. Otro problema es el de la vivienda. Una normativa publicada en el BOE en abril de 1998 regulaba las subvenciones a los empresarios que facilitaban viviendas dignas a sus inmigrantes. Sólo la patronal agraria de Lérida respondió a la llamada. En Almería no se dieron por enterados. La Junta de Andalucía ha alegado falta de competencia sobre el suelo municipal para apartar la vista de las bolsas de chabolismo.

8. Magrebíes aparte, hay una situación dramática de hambruna en varios países del Cuerno de Africa, principalmente Etiopía, Eritrea, Somalia, Sudán, Kenya y Djibuti: "La gran mayoría de los inmigrantes del Sur son inmigrantes económicos, es decir, vienen buscando un trabajo para sobrevivir y también para mandar dinero a sus familias, aunque arriesguen sus vidas en ello. De hecho, en los últimos cinco años han muerto más de 1.000 inmigrantes en aguas del Estrecho. De muy poco sirve gastarse 8.000 millones de pesetas para construir una alambrada en Ceuta que impida la entrada de inmigrantes africanos por el Estrecho. La necesidad imperiosa de buscar una salida a la precariedad en la que viven en sus países es más fuerte que todos los 'muros' que se quieran poner" (A.G. Gómez, Mundo Negro, marzo, 2000). Es la parábola del evangelio (Lc 16,19-31): el pobre Lázaro se acerca a la mesa de la rica Europa (Lc 16,19-31), un abismo social hay en medio. Y siguen las detenciones y los muertos en pateras.

9. El 82 por ciento de los inmigrantes del planeta proceden de países en vías de desarrollo. Además de la pobreza, nos encontramos con otros factores que favorecen la emigración del Sur al Norte: dictaduras, falta de libertades, guerras, degradación medio-ambiental. Lo ideal sería que los inmigrantes no tuvieran que salir de su país, lo que supone siempre un fuerte desarraigo. He aquí algunas medidas para ayudar a los países pobres a alcanzar un desarrollo que no obligue a sus habitantes a tener que salir: dedicar el 0'7 por ciento del PIB a la cooperación para el desarrollo, establecer unas justas relaciones comerciales que no impidan a los países del Sur exportar sus productos a precios adecuados, condonar la deuda externa.

10. Según el reciente informe del Departamento de Población de la ONU, Europa necesita 159 millones de inmigrantes hasta el año 2025 para paliar el envejecimiento de la población y para mantener el equilibrio medio actual: entre cuatro y cinco personas activas por jubilado (La Vanguardia, 6-1-2000). Esta observación se basa en la tasa de fecundidad media actual (1'4 hijos por mujer) y en el envejecimiento inevitable de la sociedad europea. La consecuencia demográfica es que, sin aportaciones exteriores, dentro de 50 años sólo habrá dos personas activas por una inactiva en Europa. Por tanto, lo queramos o no, somos una sociedad obligada a la solidaridad con los inmigrantes: cuanto antes tomemos conciencia de ello, mejor.

11. Las sociedades occidentales avanzan hacia un pluralismo étnico y cultural imparable, que supone para las mismas no ya un problema, sino una solución. Ahora bien, ninguna política de emigración puede hacerse si los pueblos se oponen a ella con actitudes racistas. Es posible que, por razones de identidad, ningún país europeo se arriesgue a acoger en los próximos 25 años a 23 (Francia), 26 (Italia), 44 (Alemania), 12 (España) millones de inmigrantes. Lo cierto es que ningún país podrá prescindir de ellos. Dice Sami Naïr, eurodiputado socialista y profesor en París: "Hay que establecer políticas contractuales a largo plazo con los países abastecedores de mano de obra, organizar los flujos, fomentar los contratos temporales, integrar realmente -a través de la escuela, de la cultura, de la participación ciudadana- a aquellos que ya están aquí y, por último, no asustar a los ciudadanos de los países de acogida" (El País, 27-1-2000).

12. Europa está llamada a ser tierra prometida, tierra que mana leche y miel (Ex 3,8) para muchos que "en el desierto erraban, por la estepa, no encontraban camino de ciudad habitada" (Sal 107,4). Para ello es preciso cambiar de mentalidad, recordar que "también nosotros fuimos extranjeros" (Ex 23,9), perder el miedo, preparar (ya desde ahora) el futuro, superar los déficits existentes en materia legislativa y en protección social, afrontar el fenómeno con una planificación global (sin excluir los necesarios controles policiales, laborales y sanitarios), acoger esta palabra profética: "En tiempo favorable te escucharé y en día nefasto te asistiré. Yo te formé y te he destinado a ser alianza del pueblo, para levantar la tierra, para repartir las heredades desoladas, para decir a los presos: Salid, y a los que están en tinieblas: Mostraos" (Is 49,8-9).

* Diálogo: ¿Qué podemos hacer?