En el principio era la palabra
 

RESUCITÓ, ASCENDIÓ

1.- Los evangelios relatan diversas experiencias del Señor resucitado. Unas se sitúan en Galilea, otras en Jerusalén. El Señor se hace presente allí donde están los discípulos. El primer día de la semana, María Magdalena y sus compañeras reciben ante el sepulcro vacío la buena noticia: Ha resucitado, no está aquí. Se añade esta indicación: Irá delante de vosotros a Galilea, allí le veréis (Mc 16,6-7; Mt 28,6-7).

2.- Al atardecer de aquel día, estando los discípulos todavía en Jerusalén, se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: La paz con vosotros...Como el padre me envió, también yo os envío. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el espíritu santo (Jn 20,19-22). Descubrir que Cristo vive es don del espíritu. Sin embargo, se puede haber descubierto eso, pero no tener todavía la fuerza para proclamarlo. Ocho días después, estando de nuevo los discípulos en Jerusalén, Jesús se presenta en medio de ellos y repite lo mismo: La paz con vosotros (Jn 20,26). Tomás, que no estuvo la vez anterior, retira las condiciones que había puesto para creer. La palabra del Señor se le dirige a él y descubre su presencia.

3.- Juan relata una aparición a siete discípulos en Galilea. Suben a la barca para pescar, pero aquella noche no pescaron nada. Cuando amanece, está Jesús en la orilla, pero los discípulos no sabían que era el Señor. Les dice Jesús: ¿No tenéis pescado? Le contestan: No. Les dice: Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron y ya no podían arrastrarla por la cantidad de peces. Juan dice entonces a Pedro: ¡Es el Señor! (Jn 21,3-7). El Señor le pregunta a Pedro tres veces: ¿Me amas más que estos? Pedro recuerda con tristeza su triple negación (Lc 22,34). Jesús le dice: Apacienta mis ovejas (Jn 21,15-17).

4.- Los once discípulos, dice Mateo, fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos, sin embargo, dudaron. Jesús les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes... Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28,18-20;ver Mc 16,15).

5.- En el Evangelio de Pedro, apócrifo del siglo II, los discípulos vuelven a Galilea, una vez terminada la pascua: “Era a la sazón el último día de los ácimos y muchos partían para sus casas una vez terminada la fiesta. Y nosotros, los doce discípulos del Señor, llorábamos y estábamos sumidos en la aflicción. Y, cada cual, apesadumbrado por lo sucedido, se volvió a su casa. Yo, Simón Pedro, por mi parte, y Andrés, mi hermano, tomamos nuestras redes y nos dirigimos al mar” (EP 58-60.

6.- El evangelio de Lucas dice que Jesús, tras su pasión, entró en su gloria (Lc 24,26). Es decir, resucitó, ascendió. Los discípulos lo descubren el primer día de la semana: así las mujeres, que lo anuncian a los once y a todos los demás, pero no les creen (Lc 24,9-11); los discípulos de Emaús que vuelven a Jerusalén a contar lo sucedido a los demás, que dicen: ¡Es verdad!¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón! (24,33-35); el grupo de discípulos, cuando, hablando de estas cosas, Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: La paz con vosotros (24,36). La experiencia del Señor resucitado supone un entender creyente. Entonces abrió su inteligencia para que comprendieran las Escrituras. Les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto (24,45-49). El Señor sacó a los discípulos hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo: mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo (24,50-52). La muerte supone separación y descenso. La vida nueva, la gloria, supone resurrección y ascensión.

7.- Jesús es llevado al cielo mediante una muerte violenta. Lo mismo que Elías. Cuando hubieron pasado el Jordán, dijo Elías a Eliseo: Pídeme lo que quieras que haga por ti antes de ser arrebatado de tu lado. Dijo Eliseo: Que tenga dos partes de tu espíritu. Le dijo Elías: Pides una cosa difícil; si alcanzas a verme, cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás; si no, no lo tendrás. Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino. Eliseo le veía y clamaba: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo! Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías? Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo. Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo. Fueron a su encuentro, se postraron ante él en tierra. Cincuenta hombres buscaron a Elías durante tres días, pero no le encontraron (2 R 2,9-17).

9.- Al comienzo de los Hechos, dice Lucas que en su evangelio relata lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio hasta el día en que, después de haber dado instrucciones a sus discípulos, fue llevado al cielo (Hch 1,1-2). Dice también que, después de su pasión, Jesús se les presentó a sus discípulos dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Según Pablo, Jesús se apareció durante muchos días sin precisar más (Hch 13,31). Jesús pasa cuarenta días en el desierto antes de comenzar su misión (Lc 4,2); Moisés los pasa en el Sinaí al recibir los mandamientos de Dios (Ex 24,18) y Elías camino del monte de Dios (1 R 19,8). Durante cuarenta días, el Señor resucitado prepara a los discípulos para su futura misión.

10.-Mientras estaba comiendo con ellos (el día primero de la semana, ver Lc 24,1.13.41.49), les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del padre, que oísteis de mi: Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en espíritu santo dentro de pocos días (Hch 1,3-5). Los que estaban reunidos le preguntaron: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel? Los discípulos siguen aferrados a su esperanza  nacionalista. Identifican el reino de Dios con la liberación de Israel. Jesús les dice: No os toca a vosotros conocer el tiempo y el momento que el padre ha fijado con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del espíritu santo y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra (1,6-8).

11.-Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. La nube simboliza la presencia de Dios. Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, volverá como le habéis visto subir al cielo. Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático. Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían... Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos. (1,9-14). Con los discípulos, están los familiares de Jesús. En medio del duelo irrumpe la buena noticia, la gloria de Jesús.

12.-El detalle de la nube aparece en el monte Sinaí (Ex 24,15-18), en el torbellino de Elías (2 R 2,1), en el monte de la transfiguración (Lc 9,34-35). En el salmo 68 se dice que el Señor cabalga en las nubes. El hijo del hombre viene sobre las nubes del cielo (Dn 7,13), viene como Dios. Los dos hombres vestidos de blanco, vestidos de gloria, aparecen también en la experiencia de las mujeres ante el sepulcro vacío (Lc 24,4) y en el pasaje de la transfiguración, donde Lucas dice: son Moisés y Elías y hablan de la muerte de Jesús en Jerusalén (9,30-31). El monte de los Olivos es el lugar donde Jesús pasa la noche (21,37), donde es detenido y separado de sus discípulos (22,39), donde estos le ven subir al cielo (Lc 24,50-51;Hch 1,9-12).

13.-Un dato importante: hasta bien entrado el siglo IV los calendarios litúrgicos no mencionan para nada una fiesta de la Ascensión que se celebrase cuarenta días después de Pascua.  En realidad, la ascensión y la resurrección son dos aspectos del misterio pascual de Jesús. Su pascua es el paso del descenso más profundo al ascenso más alto, de la humillación a la gloria, de la muerte a la vida que no acaba. Los discípulos lo descubren el primer día de la semana (Lc 24,1), el tercer día (18,33) después de la muerte. Esto no impide lo que Jesús dice al buen ladrón: Hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 23,43). Tras su pasión y muerte, Jesús resucitó, ascendió. ¿Hasta donde? Por así decirlo, hasta lo más alto. Se cumple el salmo 110: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha. Pedro lo anuncia el día de Pentecostés: Dios le ha constituido Señor y Cristo (Hch 2,36).

14.-El Señor resucitado, el Señor ascendido, no está ausente del mundo. Está presente de una forma nueva, a la manera de Dios. El Resucitado no es un fantasma, separado de la realidad. No es un espíritu, separado de la materia. No es un alma, separada del cuerpo. No es un cadáver reanimado, que vuelva a la vida anterior. El Resucitado es una realidad nueva, un cuerpo espiritual (1 Co 15,44), "penetra todos los estratos de la creación, no sólo los espirituales, sino también los materiales" (M.Schmaus), "está en el corazón de las pequeñas cosas que forman la vida de la tierra" (K.Rahner).

15.-En su Compendio (2005), el Catecismo de la Iglesia Católica presenta así la Ascensión: “Cuarenta días después de haberse mostrado a los Apóstoles bajo los rasgos de una humanidad ordinaria, que velaban su gloria de Resucitado, Cristo subió a los cielos y se sentó a la derecha del Padre” (n.132). Sin duda, aquí falla el fondo y la forma. Es preciso revisar la propia tradición a la luz de la palabra de Dios, a la luz del Evangelio.

  • Para la reflexión personal y de grupo:

Leemos detenidamente Lc 24 y Hch 1,1-14. ¿Qué elementos comunes presentan? ¿Se dice lo mismo en ambos pasajes? ¿Cuándo descubren los discípulos la resurrección de Jesús? ¿Cuándo descubren la ascensión?

¿Qué es lo que nos parece más importante?

-                La resurrección y la ascensión son dos aspectos del misterio pascual de Jesús.

-                El que se aparece durante cuarenta días (durante muchos días) es el Señor resucitado y ascendido.

-                El Señor resucitado, el Señor ascendido, no está ausente del mundo. Está presente de una forma nueva, a la manera de Dios.

-                El Señor resucitado se aparece durante cuarenta días, prepara a los discípulos para la misión.

-                En el Compendio del Catecismo falla el fondo y la forma.

-                Es preciso revisar la propia tradición a la luz de la palabra de Dios, a la luz del Evangelio.