En el principio era la palabra
 

LA RECONCILIACION

 

1.- El capítulo 18 de San Mateo es una catequesis sobre problemas de relación que surgen en la comunidad. Los problemas son diversos: protagonismos, escándalos, ofensas personales. Podría decir alguno: ¿es posible que todo esto se dé en la comunidad? El Evangelio lo tiene en cuenta e invita a adoptar, en cada caso, la respuesta adecuada. El discernimiento es necesario.

2.- En primer lugar, aparece el protagonismo, la pretensión de ser superiores a los demás. Los discípulos discuten sobre quién es el mayor. Jesús llamó a un niño, le puso en medio y les dijo: Si no cambiáis y os hacéis como los niños no entraréis en el reino de los cielos (Mt 18, 3). Un niño es presentado como modelo. Los discípulos deben cambiar: hacerse pequeños, renunciar a tener pretensiones, apartarse de todo lo que sea ambición y envidia, aceptar con sencillez lo que Dios les da, tener una actitud de servicio: El que quiera ser el primero entre vosotros sea vuestro servidor (20,27). La humildad ante Dios y ante los hermanos crea comunidad. El protagonismo la destruye.

3.- Un problema especial es el escándalo de los pequeños. "Pequeño" es lo mismo que discípulo. El escándalo es la falta grave de un discípulo que supone una piedra de tropiezo para otro: Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mi, más vale que le cuelguen una piedra de molino y le hundan en lo profundo del mar (18, 6). El escándalo de los pequeños es algo tan grave que hay que tomar medidas drásticas para evitarlo (18,8-10; 5,29-31).

4.- Los discípulos han de guardarse de menospreciar a uno de estos pequeños (18, 10). Han de acogerse mutuamente. Lo dice San Pablo a los romanos: Acogeos mutuamente como os acogió Cristo (Rm 15,7). De una forma especial, debe ser acogido el que es todavía débil en la fe (Rm 14,1).

5.- La parábola de la oveja perdida alude al discípulo que se ha perdido y que puede ser recuperado: Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve para ir en busca de la perdida? (18, 12). Las parábolas de la misericordia manifiestan la preocupación de Dios por la oveja perdida, la dracma perdida, el hijo perdido (Lc 15).

6.- Ante una falta grave se aplica la corrección fraterna (18, 15-17). En la corrección fraterna se toma una primera medida. Se hace primero a solas, con discreción. Si fracasa la primera medida, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos (ver Dt 19,15). Si también fracasa la segunda medida, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil o el publicano.

7.- La decisión de la comunidad sobre la comunión de uno de sus miembros es reconocida también por Dios: Todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo (18,18). La decisión, tomada en la oración, cuenta con la presencia del Señor: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (18, 20).

8.- Un problema que aparece en la convivencia diaria es la ofensa personal. A Pedro le preocupa la cuestión y pregunta: ¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano?, ¿hasta siete veces? Le dice Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (18, 21-22). En el espíritu del Evangelio, no sólo no calumniarás (Ex 20,16), sino que disculparás, perdonarás. La comunidad necesita constantemente del perdón. De otro modo, se deshace, desaparece. Jesús nos invita a dirigirnos al Padre diciendo: Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (6,12).

9.- La parábola del deudor inexorable inculca con fuerza la necesidad del perdón (18, 23-35). En la parábola todo es enorme y desorbitado, como sucede en los conflictos humanos. La parábola dice que Dios, a pesar de su disposición al perdón, lo condiciona a la reconciliación con el hermano. Como dice San Pablo, se nos ha confiado el servicio de la reconciliación (2 Co 5,18).

10.- Algunas precisiones. Dice Jesús a sus discípulos (Mt 5), si quieren ser luz del mundo y sal de la tierra (5,13-14): Todo aquel que esté peleado contra su hermano, será reo ante el tribunal; y el que llame a su hermano imbécil, será reo ante el Consejo, y el que le llame renegado será reo de la condena de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano (5,22-24). Es mejor un acuerdo que un pleito (5,25). El adulterio no se resuelve con simple comprensión; requiere medidas drásticas antes (5,27-30), conversión después (5,31-32).

11.- La reconciliación incluye el arrepentimiento: Si tu hermano peca, repréndele y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento, le perdonarás (Lc 17,3-4). El reconocimiento del pecado obtiene su perdón (Sal 32).

12.- Jesús pide a sus discípulos no devolver mal por mal: No resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto, y al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida, da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda... Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen...si no saludáis más que a vuestros hermanos qué hacéis de particular? (Mt 5,39-47; Rm 12,17; 1 Ts 5,15).

13.- Jesús pide a sus discípulos ser compasivos y no juzgar a los demás: Sed compasivos, como vuestro padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados (Lc 6,36-37). Se dice en los salmos: Desiste de la cólera y abandona el enojo, no te acalores, que es peor; pon tu suerte en el Señor, confía en él, que él obrará (Sal 37). El modelo está en Dios que es amor (Sal 103). A veces, una situación permanente de tensión requiere separación (1 Co 7,10; Hch 15,36-41). En caso de conflicto, está indicada la mediación (1 Co 6,5; 2 Co 13,1).

14.- La invitación al perdón no impide constatar otras situaciones: la oposición de familiares y escribas (Mc 4,20-30), la división que se produce por causa del Evangelio (Lc 12,51), el abandono de quienes juzgan duro su lenguaje (Jn 6,60-69), la ociosidad (2 Ts 3,10), la cizaña que siembra el adversario (Mt 13,24-30), la traición de uno de los doce (Lc 22,21-23), la crucifixión de Jesús (23,33-34).

15.- Ante un caso inmoral, dice San Pablo: Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros, no me refería a los impuros de este mundo...De ser así, tendríais que salir del mundo. ¡No! Os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con esos, ¡ni comer! Pues ¿por qué voy a juzgar a los de fuera?¿No es a los de dentro a quienes vosotros juzgáis? A los de fuera Dios los juzgará. ¡Arrojad de entre vosotros al malvado! (1 Co 5,9-13).

16.- El aviso es proverbial: podemos ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio (Lc 6,41-42). Jesús rechaza la oración de aquellos que se tienen por justos y desprecian a los demás; en cambio, acoge la oración del publicano (18,9-14). Es bueno hablar con el corazón en la mano, también lo es vigilar los impulsos del propio corazón, de donde salen las intenciones malas (Mc 7,21-23). Se dice en el salmo 19: De las faltas ocultas límpiame.

 

* Diálogo: ¿Nos sirve el Evangelio para afrontar los problemas de relación?