En el principio era la palabra
 

ENVEJECER, CONDICION HUMANA

En la vejez producen fruto

 

1. En nuestra sociedad, las mejores condiciones de vidahan creado una situación nueva: se vive más. Se han añadido años a la vida, pero no siempre se añade vida a los años. Algunos interrogantes: ¿Se dan situaciones que desbordan?, ¿nos preparamos para envejecer?, ¿qué entendemos por envejecimiento?, ¿qué etapas se dan en la vejez?, ¿cómo atendemos a los mayores?, ¿la sociedad debe compartir más?, ¿qué aporta la experiencia del grupo y de la comunidad?, ¿qué supone la experiencia del Evangelio?

2. Los antiguos pensaron en una vejez ideal en la que, a fuerza de sabiduría, se evitaran los males propios de la edad y se conservaran los bienes alcanzados. Así lo hace el filósofo griego Platón al principio de su libro República (s. V a.C.) y el escritor romano Cicerón en su libro Sobre la vejez(s. II a.C.). Para los romanos la vejez comenzaba a los 60 años, también para la medicina del siglo XVII.

3. Leemos en el salmo 90: “Los años de nuestra vida son setenta u ochenta, si hay vigor”. Es el salmo de la fragilidad humana. Se dice en el Génesis que Adán vivió 930 años (Gn 5,5) y Matusalén 969 (5,27), que Dios, irritado, fijó en 120 los años de la vida humana (6,3) y que Abrahán alcanzó los 175 (25,7). El escritor latino Plinio el Viejo (23-79 d.C.) menciona longevidades del orden de los mil años en Egipto, que él explica por el uso de calendarios diferentes. Dice que el cuerpo de Orestes, desenterrado, medía siete codos (3,092 metros). Homero, en el s. VIII a.C., se queja de la disminución de la estatura de los mortales. San Agustín (354-430) afirma la decadencia progresiva de la naturaleza humana: "El sabio Plinio asegura que, a medida que avanzan los siglos, más pequeños son los hombres que produce la naturaleza" (La ciudad de Dios, XV, 9), “no debemos prestar oídos a los que piensan que entonces se computaban los años de otra manera, es decir, que eran tan cortos, que uno nuestro equivalía a diez de aquellos” (XV, 12,1). Sin embargo, según el análisis de cráneos prehistóricos, pocos pasan de los 50 años.

4. La familia patriarcal, abarcando la vida del individuo, pretende cubrir todas sus necesidades. En medio de los suyos, el anciano se encuentra como jefe indiscutido y respetado. La autoridad que el anciano tiene en la familia se extiende a la sociedad. El papel de consejero parece adaptado. El Señor le dice a Moisés: “Toma setenta hombres de entre los ancianos de Israel...para que lleven contigo la carga del pueblo” (Nm 11,16-17). Conocida es la importancia de la Gerusía en Esparta (órgano principal del gobierno, integrado por ancianos) y la del Senado romano en los tiempos de la República.

5. Hacia la mitad del siglo XVIII se produce la transformación de la población mundial. Se estima en 300 millones al comienzo de la Era cristiana. Alcanza los 470 millones en 1650 y los 919 en 1800. En la actualidad, unos 7.000. En Europa esta revolución demográfica va acompañada de una revolución industrial, del desarrollo del comercio, del crecimiento de las ciudades y también de lo que se ha llamado la crisis de la conciencia europea, la afirmación del poder de la razón, de la fe en el progreso y de la proclamación de los derechos del hombre.

6. El envejecimientoo senescencia es un proceso biológico, resultado de la acción del tiempo en los seres vivos. Supone una disminución de la capacidad de adaptación en cada uno de los órganos, así como de la capacidad de responder a los agentes lesivos que inciden en el individuo. Se considera que el envejecimiento humano comienza a partir de los 65 años. El envejecimiento lleva consigo una serie de cambios físicos y psíquicos. El anciano pierde parte de sus capacidades físicas y mentales. Quien ha estado lleno de salud se convierte, en su edad avanzada, en un ser débil, achacoso y, quizá, dependiente. Los expertos afirmanque no existen enfermedadespropias de los ancianos, aunque buen número de ellas tengan mayor incidencia en esta edad. Eso sucede con la demencia senil. Aunque en algunos casos tiene su comienzo antes de los 65, generalmente lo hace después. Sucede lo mismo con el cáncer, las fracturas, la insuficiencia cardíaca, las cataratas, etc.

7. Se distinguen etapas en la vejez. Van desde la vejez lozana de los sesenta y cinco hasta la vejez caracterizada por la inutilidad extrema, muy sujeta a la avaricia y al temor. Es más o menos hacia los 85 o los 90 cuando la degradación se hace manifiesta e irreversible en personas que se han visto libres de enfermedades y de accidentes físicos o psíquicos. En cualquier caso, hay un límite que el hombre no puede superar. Como dice la Escritura,hayun destino común para todos”(Ecl 9,2-3).

8. Los ancianos presentan diversas limitaciones. Las facultades físicas están mermadassobre todo en relación con la fortaleza, la habilidad y los reflejos. Son más propensos a sufrir lesiones por caídas o golpes. Pueden tener cierta disminución de las defensas. La falta de vitalidad influye también en una mayor presencia de procesos infecciosos, respiratorios o gastrointestinales. Los problemas de visión y audición son importantes, porque condicionan la relación con los demás.

9. La capacidad intelectual puede permanecer intacta principalmente en aquellas personas que han desarrollado esta capacidad. En lo que se refiere a calidad del juicio, reflexión y experiencia, los ancianos pueden llevar ventaja. La memoria experimenta, más o menos precozmente, la influencia del envejecimiento. El recuerdo de los pequeños hechos recientes, de los nombres propios, se pierde bastante pronto, así como la noción del lugar de algunos objetos. En el plano afectivo pueden aparecer los fundamentos de la elaboración inicial del propio carácter. Los ancianos pueden regresar a situaciones vividas en la infancia. Se da una debilidad psíquica que les hace más sensibles a la hora de afrontar cambios o situaciones de especial tensión. La estabilidad psíquica está mejor protegida si reciben el apoyo oportuno.

10. La persona se vuelve dependiente cuando no puede realizar actividades cotidianas como comer, vestirse, lavarse o tomar su medicación. Esto obliga a la familia a encontrar la forma de atender al anciano en sus necesidades más básicas. Muchas familias se resisten a la hora de ingresar a sus mayores en una residencia y, a menudo, los propios ancianos también. En ocasiones sólo se da el paso cuando la situación es insostenible y se ha producido un importante desgaste familiar. A veces, la imposibilidad de ofrecer un buen cuidado por falta de tiempo, de recursos o de una buena relación, lleva a delegar la asistencia en terceras personas o en instituciones, lo cual, debido a las escasas plazas públicas existentes, también supone un problema complejo y costoso.

11. España, con una baja tasa de natalidad (1’32 hijos por mujer en 2014) y con 7’5 millones de mayores (16% de la población), se coloca entre los países más envejecidos, detrás de Japón (20% de la población), Italia y Alemania. Las mujeres tienen una alta esperanza de vida: 85 años; los hombres, 81. A nuestra alta tasa de población mayor también contribuyen los más de 230.000 extranjeros que han elegido España para disfrutar de su jubilación (23-4-2012). En España, sólo un 6% de los mayores de 65 años vive en una residencia, una cifra mucho menor de la que se observa en los países anglosajones. En la cultura mediterránea se otorga mayor valor a la unidad familiar y los vínculos suelen ser más sólidos. Un estudio realizado por la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados (UDP) revela que el 53’9 de los mayores españoles consideran poco probable terminar en una residencia, son lugares tristes y poco humanizados, en ellos los mayores pierden su autonomía, libertad e intimidad (22-3-2016). En medio de la crisis económica, los abuelos son el pilar fundamental de un buen número de familias. Según el INE, el 27% de los hogares españoles son mantenidos por las personas mayores (20-10-2014).

12. Tradicionalmente, la atención a los mayores ha recaído en hijas y nueras, como cuidadoras principales, pero esta solución se pone ahora en cuestión por la incorporación de la mujer al mundo laboral o por otros motivos. En principio, la Ley de Dependencia defiende el derecho de las personas que no se pueden valer por sí mismas a recibir atención por parte del Estado.Sin embargo,no hay dinero suficiente. La sociedad debe compartir más por medio de impuestos, pero las grandes mayorías sociales son conservadoras.Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la reforma del sistema tiene que afrontarse con rapidez. España es uno de los países más envejecidos del mundo. Debido al rápido envejecimiento de la población, a la precariedad del trabajo y a un sistema de protección en el que los trabajadores dependen poco de los ingresos que obtuvieron durante su vida laboral, es probable que en el futuro las prestaciones caigan y exista una mayor desigualdad en los ingresos de los pensionistas (19-10-2017).

13. En el plano social, hoy se desplazan las responsabilidades de la familia a la sociedad. En muchos casos, el anciano vive situaciones de miseria y de pobreza. Según algunos estudios, la situación de los ancianos en España deja mucho que desear. Un tercio de nuestros mayores están desnutridos como resultado de vivir en soledad, de tener enfermedades crónicas y de cobrar unas pensiones que, en muchos casos, son de miseria. Asimismo, más de 1.000 personas mayores de 65 años se suicidan cada año. En cualquier caso, siempre queda el drama interior del envejecimiento. La reacción de cada persona no es previsible.

14. El envejecimiento es un proceso natural que afecta a los seres vivos. Sin embargo, no todos envejecemos de la misma forma. El estado de salud puede depender de la aparición de alguna enfermedad, pero también de cómo nos hayamos cuidado durante los años anteriores. Prevenir es importante, así como conservar hábitos de vida saludables. Como suele decirse, “mucho trato, poco plato y  mucha suela de zapato”. También es importante realizar revisiones periódicas que permitan prever la aparición de enfermedades.

15. Algunas indicaciones frente al envejecimiento. Una alimentación sana, un equilibrio entre la actividad intelectual y el ejercicio físico, y una medicación conveniente pueden retrasar el proceso de envejecimiento. Si el anciano tiene necesidad de reposo por la disminución de sus fuerzas, debe tener también una actividad física (paseo, pequeños trabajos manuales, participación en centros de día) y psíquica (lectura, cine, televisión, formación permanente, algunas responsabilidades, relación familiar, amistades). El papel de los abuelos en la vida de los nietos es de gran valor en todos los sentidos. Asociaciones, hogares y clubs sacan al anciano de la soledad y del aislamiento. De una forma especial, la experiencia de grupo y de comunidad. En su caso, el anciano debe tener los cuidados de limpieza indispensables y evitar las infecciones y las escaras.

16. En la Biblia se valora la sabiduría del anciano: “Pregunta a tu padre y te enseñará; a tus ancianos, y te dirán” (Dt 32,7), “honra la persona del anciano”(Lv 19,32), “en los ancianos está el saber y en la longevidad la sensatez” (Jb 12,12), “no desprecies las sentencias de los ancianos” (Eclo 8, 9), “si en la juventud no has hecho acopio, ¿cómo vas a encontrar en tu vejez? ¡Qué bien parece la sabiduría en los viejos”, “corona de los viejos es la mucha experiencia, su orgullo es el temor del Señor”(25,3-6), “acuérdate de tu creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos, y se echen encima años en que dirás: No me gustan”(Ecl 12,1),“la corona de los ancianos son los hijos de sus hijos”(Pr 17,6).

17. Honrar padre y madre es un mandamiento que conduce a la felicidad y a la vida: “Honra a tu padre y a tu madre”, “así se prolongarán tus días y serás feliz” (Dt 5,16), “la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los cimientos”, “hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor” (Eclo 3,8-13). Algunos fariseos y escribas acusan a Jesús de que sus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados, pues no se lavan las manos antes de comer. Él les responde: “Y vosotros ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque dijo Dios: Honra a tu padre y a tu madre... Pero vosotros decís: El que diga a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda es ofrenda, ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición”(Mt 15,1-8).

18. El jefe del campo de concentración de Auschwitz quiso saber por qué el doctor Víctor Frankl (1905-1997) no había huido a Estados Unidos, cuando disponía de un visado: Porque sabía, dijo, que, al poco de tiempo de marcharme, mis padres serían deportados a cualquier campo de concentración. Pero tendría sus dudas, dijo el jefe. Cierto, respondió, yo no acababa de decidirme. Hasta que una tarde cogí mi portafolios, me cubrí con él la estrella amarilla que, como judío, debía llevar obligatoriamente en mi abrigo, y entré en la catedral de Viena. Había un concierto de órgano y me dije: Siéntate, escucha la música y piensa. Estás muy cansado, contempla y medita lejos del ajetreo de Viena. Entonces me pregunté a mí mismo qué debía hacer. Una pregunta interesante, comentó el jefe, y dramática. Sí, dijo Víctor, y cuando uno se hace este tipo de preguntas, desea ansiosamente una respuesta del cielo. ¿Y cómo le habló el cielo?, dijo el jefe con ironía. No se lo va a creer, respondió. Abandoné la catedral y volví a casa. Y allí, sobre el aparato de radio, había un pedazo de mármol. Les pregunté a mis padres qué era eso. Mi padre era un judío piadoso y había recogido ese mármol en la sinagoga más grande de Viena. Esa piedra formaba parte de las tablas que contenían los diez mandamientos. En el mármol estaba grabada una letra hebrea de color dorado. Mi padre me comentó que la letra aparecía solamente en el cuarto mandamiento, que dice: Honra a tu padre y a tu madre. Después de eso decidí quedarme en Austria y dejar que caducara mi visado (Rafael de los Ríos, Cuando el mundo gira enamorado, Rialp, Madrid, 2007, 58-59).

19. Nicodemo es maestro en Israel, pero no entiende lo que dice Jesús: “Hay que nacer de nuevo”. Por eso le pregunta: ¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? Es preciso nacer del espíritu de Dios: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que nace del espíritu”(Jn 3,4-5). En muchos casos, la parábola del samaritano se cumple en la atención al anciano (Lc 10,29-37). En otros se cumple lo que dice el Señor a Pedro: “Cuando seas mayor, otro te llevará donde no quieras” (Jn 21,18).

20. Pablo recuerda el cuarto mandamiento: “Si una viuda tiene hijos o nietos, que aprendan estos primero a practicar los deberes de piedad para con los de su propia familia y a corresponder a sus progenitores, porque esto es agradable a Dios” (1 Tm 5,4), “si alguna creyente tiene viudas, atiéndalas ella misma y no las cargue a la comunidad” (5,16). Pablo recuerda a Timoteo la fe recibida de su abuela Loida y de su madre Eunice (2 Tm 1,3). Aconseja a los ancianos que sean sobrios, dignos, sensatos, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia, en el sufrimiento” (Tt 2,2). En la carta a Filemón, hacia el año 57, Pablo se considera “ya anciano” (Flm 9).

21. Es importante la integración grupal y comunitaria. Frente al envejecimiento, podemos experimentar una renovación interior: “Mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día” (2 Co 4,16). Es preciso orar: Enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato” (Sal 90). Escuchar la palabra de Dios rejuvenece el espíritu, ayuda a asumir la propia fragilidad (Sal 90), a superar el miedo a la muerte (Hb 2,15), a producir fruto en la vejez: “En la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos” (Sal 92). Simeón puede morir en paz, porque sus ojos han visto al Salvador (Lc 2,29-32). Una experiencia semejante la tiene Ana, la profetisa (2,37).

22. El jesuita Teilhard de Chardin (1881-1955) no teme a la muerte, teme a la vejez. Por eso ora así: “En la vejez no me abandones” (Sal 71), “mi gran plegaria (la formulo también por todos aquellos a quienes amo) es poder ‘acabar bien’; quiero decir ‘sellar’ de uno u otro modo, con mi muerte, aquello para lo cual siempre he vivido” (8-1-1955). Para Teilhard el Señor Resucitado tiene dimensiones cósmicas. En su libro “El himno del universo” hace esta confesión de fe: “Tú has ocupado por derecho de Resurrección el punto clave del Centro total en el que todo se concentra” (Taurus, Madrid, 1960, 147). Durante una cena en el consulado de Francia en Nueva York el 15 de marzo del 55 afirmó: “Voy hacia Aquel que viene”. Y expresó un deseo: “Quisiera morir el día de Resurrección”. El 10 abril de ese año, día de Pascua, murió repentinamente. Ciertamente, su muerte fue pascual, un sello, una señal.

* Diálogo: Sobre el envejecimiento, condición humana.

- la situación actual es nueva

- se vive más, pero se dan situaciones que desbordan

- ¿estamos preparados contra el envejecimiento?

- ¿qué entendemos por envejecimiento?

- ¿qué etapas se dan en la vejez?

- ¿cómo atendemos a los mayores?

- ¿la sociedad debe compartir más por medio de impuestos?

- ¿qué aporta la experiencia del grupo y de la comunidad?

- ¿qué supone la experiencia del Evangelio?