En el principio era la palabra
 

COMUNIDAD DE COLOSAS

Todo tiene sentido en él

 

1.      La comunidad de Colosas fue fundada por Epafras, colaborador de Pablo, “nuestro querido consiervo y fiel ministro de Cristo” (Col 1,7). Colosas estaba situada en el valle del Lico, a 200 kms de Éfeso, cerca de Laodicea y de Hierápolis. La ciudad fue destruida por un terremoto en el año 61. Pablo escribe la carta a los colosenses hacia el año 57, está preso por causa de Cristo (4,3). La carta está escrita desde la misma cárcel que la carta a Filemón, es semejante y anterior a la carta a los efesios. ¿Qué problemas tiene la comunidad? ¿Cómo se afrontan? ¿Son actuales? ¿La carta debe considerarse auténtica de Pablo?

2.       En la zona hay un problema. En algunos aspectos, la tradición gnóstica (gnosis, conocimiento) choca con el Evangelio: “Quiero que sepáis qué dura lucha estoy sosteniendo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente, para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del misterio de Dios, en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia. Os digo esto para que nadie os seduzca con discursos capciosos” (2,1-4).

3.       En aquel contexto cultural “se hayan entretejidas la tradición del AT y la gnóstica”. Por ejemplo, en Rm 8,20-21, Pablo utiliza la tradición gnóstica, porque le sirve para expresar  que la creación, “si el hombre fundamenta su vida sobre ella en lugar de hacerlo sobre Dios, se convierte en potencia destructiva, enemiga” (Bultmann, 285). Ahora bien, Pablo se opone a la tradición gnóstica, cuando ésta choca con el papel central de Cristo en medio de la creación y de la historia. El problema gnóstico no es posterior a Pablo, como se supuso (Mayerhoff, 1838; Baur, 1845). Pablo lo afronta.

4.       Algunos aspectos gnósticos: “el hombre se comprende en el mundo merced a la contemplación o conocimiento del ser verdadero”, “procedemos de una luz cósmica trascendental, desde la cual nos hemos precipitado en la materia”, “este mundo es tiniebla”, “el cuerpo es una cárcel”, “experimentamos la redención mediante la llamada que llega a nosotros por el enviado de la luz cósmica”, “hemos superado el existir terrenal y somos seres celestiales”,  “el redentor se auto-redime al conducir en sí hacia las alturas a los suyos” (Conzelman, 177-178), “la liberación que trae el enviado es la liberación de las preexistentes chispas de luz que son retenidas presas por los poderes demoníacos de este mundo inferior” (Bultmann, 429).

5.       El saludo de Pablo es semejante al de otras cartas: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, a los santos de Colosas, hermanos fieles en Cristo, gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro padre” (Col 1,1-2). Pablo da gracias a Dios por ellos: “al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús”, “desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en la verdad, tal como os la enseñó Epafras”, “el cual nos informó también de vuestro amor en el espíritu” (1,3-8).

6.       Pablo conoce el problema que les afecta, el supuesto conocimiento, lo tiene presente: “Que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios”, “dando con alegría gracias al Padre que nos ha hecho participar en la herencia de los santos en la luz. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del hijo de su amor, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados” (1,9-14).

7.       En un himno grandioso Pablo presenta la dimensión cósmica de Cristo, todo tiene sentido en él: “Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades: todo fue creado por él y para él, él es antes que todo, y todo tiene en él su consistencia, él es la cabeza del cuerpo (de la Iglesia), él es el origen, el primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud, y por medio de él reconciliar todas las cosas consigo, pacificando, por la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos” (1,15-20).

8.       Según el proyecto de Dios, estamos llamados a “reproducir la imagen de su hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rm 8,29). Cristo es la primicia de una gran cosecha: “el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo” (2 Co 5,17). La nueva creación supera los muros religiosos, sociales y de género: “Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,28; 6,15).

9.       Dios es trascendente: “A Dios nadie le ha visto jamás” (Jn 1,18). Entonces ¿cómo puede saberse algo de él? Hay imágenes mediadoras, que son personificaciones. Por ejemplo, la imagen de la Sabiduría (Proverbios, Sabiduría, Eclesiástico). En Filón de Alejandría, filósofo judío del tiempo de Jesús, Palabra e Imagen tienen un valor semejante al de Sabiduría. La novedad cristiana no radica en los diferentes trazos de la “imagen”, sino en que fue identificada con la persona de Cristo.

10.   Según la escuela estoica, Dios y la naturaleza –y con ella nosotros- somos una misma cosa. Sin embargo, según la Biblia, Dios es el Señor de todo y, por tanto, su origen. Al hablar ahora de Cristo, se dice que todo el ámbito de los seres creados queda referido a él como mediador del señorío de Dios. El cuerpo de Cristo no es, en la redacción original, la Iglesia sino el mundo. Él es la cabeza del mundo, que es su cuerpo. Detrás de todo esto hay una doctrina gnóstica (Bultmann, 368-369): el mundo es el cuerpo del hombre. La carta añade la dimensión comunitaria: “Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia”. La dimensión cósmica de Cristo es experimentada en la Iglesia, en una comunidad viva.

11.   Cristo reconcilia “todas las cosas consigo”. Entre el mundo original y el mundo presente hay una ruptura. Dios no tiene la culpa del mal que hay en el mundo. En la experiencia de los colosenses hay un antes y un después: “Y a vosotros, que en otros tiempos fuisteis extraños y enemigos, por vuestros pensamientos y malas obras, os ha reconciliado ahora, por medio de la muerte en su cuerpo de carne, para presentaros santos, sin tacha e irreprensibles delante de Él, con tal de que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda creatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser ministro” (1,21-23).

12.   Pablo sostiene una dura lucha: “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en favor de su cuerpo, que es la Iglesia, de la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la palabra de Dios, al misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria, al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de presentaros a todos perfectos en Cristo. Por esto me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí” (1,24-29).

13.   No se puede confundir el Evangelio con una vana filosofía: “Vivid según Cristo Jesús, el Señor, tal como le habéis recibido”, “mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los elementos del mundo y no según Cristo” (2, 6-8). En esa filosofía se contempla el mundo como cuerpo de Dios, sus miembros son los elementos. Estas ideas proceden de una cosmovisión astral: los astros son potencias personales de Dios. “Los ejércitos celestiales son –según la concepción de los antiguos- las estrellas, ordenadas en gran número en el cielo y trazando sus órbitas, pero también los ángeles que las mueven. Los ángeles forman la corte de Dios, que es llamado también Dios de los ejércitos” (Stoger, 81; ver Lc 2,13). Quienes siguen en Colosas esta cosmovisión se consideran cristianos, incluso los verdaderos cristianos. Sin embargo, la adoración de los elementos del mundo supone negar la posición de Cristo como cabeza de toda la creación. Los elementos del mundo son una realidad creada.

14.   Jesús es el Señor: “En él reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la cabeza de todo principado y de toda potestad”, en él “fuisteis circuncidados no con la circuncisión quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que lo resucitó de entre los muertos”,  él “canceló la nota de cargo que había contra nosotros”, “y la suprimió clavándola en la cruz. Y una vez despojados los principados y las potestades, los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal” (2,9-15).

15.   Lo viejo ha pasado, la realidad es el cuerpo de Cristo: “Que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados”, “la realidad es el cuerpo de Cristo”, “que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles, obsesionado por lo que vio, vanamente hinchado por su mente carnal, en lugar de mantenerse unido a la cabeza, de la cual el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión”, “si habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo ¿por qué sujetaros a preceptos como no tomes, no gustes, no toques,  cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente humanos?. Tales cosas tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su rigor con el cuerpo, pero sin valor alguno contra la insolencia de la carne” (Col 2,16-23).Son“ruines prácticas” preceptos y doctrinas meramente humanos. No tienen nada que ver con el Evangelio. Si los de Colosas se dejan imponer esas reglas, vuelven atrás, a lo que abandonaron en su bautismo (ver Ga 5,4).

16.   Los falsos doctores se remiten a “supuestas visiones”, en las cuales dicen adquirir un “conocimiento superior“. Declaran impuros algunos alimentos, cuando Cristo los declara todos puros (Mc 7,15-218s). Además, imponen “la observancia de determinados días y tiempos”, juzgan a los miembros de la comunidad que no comparten sus opiniones, consideran muy importante “la mortificación”, tienen un “culto a los ángeles” a quienes se tributa un honor más alto que a Cristo. En la Carta a los Hebreos, al introducir en el mundo al primogénito, se dice: “Le rindan homenaje todos los ángeles de Dios” (Hb 1,6).

17.   Exhortación clave, despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo: “Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios”, “por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: libertinaje, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría”, “desechad también vosotros todo: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras”, “no os mintáis unos a otros”, “despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su creador, donde no hay griego y judío, circuncisión o incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos” (Col 3,1-11). Atención, falta el binomio hombre-mujer (Ga 3,28).

18.   Sigue la exhortación: “Revestíos, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguien tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos a Dios en vuestros corazones con salmos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra o de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su nombre a Dios Padre” (3, 12-17).

19.   A continuación vienen las llamadas “tablas domésticas”: “Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos”, “hijos, obedeced en todo a vuestros padres”, “esclavos, obedeced en todo a vuestros amos” (Col 3,18-4,1; Ef 5,21-6,9; 1Tm 2,11-15). Estas exhortaciones a la sumisión chocan con el mensaje de Pablo. Parecen una interpolación posterior, además hecha no por un discípulo sino por un adversario. Esto no tiene por qué provocar la consideración de la carta como no auténtica de Pablo. Es decir, se trata de operar el tumor, no de desahuciar al enfermo (ver Trilling, 36-37; Dautzenberg, 257-273; Comunidades gálatas, Relaciones de dependencia y Comunión, no dominación).

20.   Sigue la exhortación en la misma línea que antes del inciso interpolado, hablando de la oración: “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias; orad al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta a la palabra, y podamos anunciar el misterio de Cristo, por cuya causa estoy yo encarcelado”, “portaos prudentemente con los de fuera, aprovechando bien el tiempo presente. Que vuestra conversación sea siempre amena, sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual como conviene” (Col 4,2-6).

21.   Noticias personales: “En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor”, “con él os envío a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro”, “ellos os informarán de todo cuanto aquí sucede” (4,7-9). Pablo está en la cárcel, en Éfeso. Tíquico es de Éfeso (Hch 20,4; 2 Tm 4,12).  Onésimo es el esclavo escapado de casa de Filemón a quien Pablo ha evangelizado en la cárcel.

22.   Saludos: “Os saludan Aristarco, mi compañero de prisión, y Marcos, primo de Bernabé, acerca del cual recibisteis ya instrucciones. Si va a vosotros, dadle buena acogida. Os saluda también Jesús, llamado Justo; son los únicos de la circuncisión que colaboran conmigo por el reino de Dios y que han sido para mí un consuelo. Os saluda Epafras, vuestro compatriota, siervo de Cristo Jesús, que se esfuerza siempre a favor vuestro en sus oraciones, para que os mantengáis perfectos cumplidores de toda voluntad divina. Yo soy testigo de lo mucho que se afana por vosotros, por los de Laodicea y por los de Hierápolis. Os saluda Lucas, el médico querido, y Demas” (Col 4,10-14).

23.   Disposiciones finales: “Saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfas y a la iglesia que se reúne en su casa. Una vez que hayáis leído esta carta entre vosotros, procurad que sea leída también en la iglesia de Laodicea. Y por vuestra parte leed vosotros la que os venga de Laodicea. Decid a Arquipo (Flm 2): Considera el ministerio que recibiste en el Señor, para que lo cumplas. El saludo va de mi mano, Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros” (4,15-18).

24.   En cuanto al estilo, la carta a los colosenses “tiene todos los defectos de Pablo, y algunos más”, “la presencia de frases que no logra terminar porque se les van añadiendo cosas”, “aquí se añade un mayor hieratismo (estilo litúrgico), frases más largas, expresiones más barrocas”. Por otro lado, la carta “no deja de participar de las cualidades de Pablo: un estilo denso, directo, emotivo, original en la idea y en la expresión, con una serie de aciertos máximos en el nivel de la palabra y la frase”. En cuanto al lenguaje, “estamos perfectamente dentro de los (amplios) parámetros marcados por las siete cartas indudables” (Sánchez Bosch, 390-391).

25.   La comparación entre la carta y las otras cartas paulinas “revela una afinidad léxica y temática en al menos cuarenta pasajes. Además del marco epistolar, copiado del de las cartas de Pablo, se aprecia un singular parentesco entre la Carta a los colosenses y algunas expresiones y temas presentes en la Carta a los romanos, en la primera Carta a los corintios y en la Carta a los filipenses. Hay que señalar por último una sorprendente correspondencia entre el texto de Colosenses y la breve Carta a Filemón”. En la carta aparecen “28 vocablos que no tienen paralelo en los escritos auténticos de Pablo” (Fabris, 537 y 534). Sin embargo, esto no parece significativo, depende del tema abordado. Por tanto, menos el inciso interpolado, todo lo demás puede considerarse de Pablo.

  Diálogo: ¿Cuáles son los problemas de la comunidad de Colosas?, ¿cómo se afrontan?, ¿son actuales?  La carta a los colosenses ¿debe ser considerada auténtica de Pablo?