En el principio era la palabra
 

    CARTA A FILEMON

Recíbelo como hermano

 

1.       Hacia el año 57, desde la cárcel de Éfeso, Pablo escribe  a Filemón, miembro de la comunidad de Colosas que se reúne en su casa. Onésimo, esclavo suyo, se ha escapado y, viéndose en apuros, ha contactado con Pablo, que está preso. El apóstol se lo devuelve a Filemón “no ya como esclavo”, sino “como hermano querido” (Flm 16-18). La carta, se ha dicho, aborda un caso particular, pero no resuelve el problema de la esclavitud.  Además, en la práctica, apenas se tiene en cuenta la carta. Sin embargo, “es un verdadero escrito de Pablo”, “de fundamental importancia para la antigua Iglesia” (Friedrich, 237). ¿Tiene la carta aspectos útiles para hoy?

2.       Algunos datos: La ciudad de Colosas se encontraba a 200 kms al este de Éfeso. Fue destruida por un terremoto el año 61. Epafras, “compañero de prisión” de Pablo (Flm 23), es el fundador de la comunidad (Col 1,7). Filemón, “nuestro querido colaborador” (Flm 1-2). La “hermana Apia”, mujer de Filemón. Arquipo, “nuestro compañero de armas” (Flm 2), desempeña un cargo en la comunidad (Col 4,17). Cuando Pablo escribe a los  colosenses, el portador de la carta es Tíquico,  de Éfeso (Hch 20, 4), “hermano querido, servidor fiel y compañero en el Señor, a quien os envío expresamente, dice Pablo, para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones”, “con él (envío) a Onésimo, fiel y querido hermano, que es uno de los vuestros”, “ellos os pondrán al corriente de todo lo de aquí” (Col 4, 7-9). Ellos llevan también la carta a Filemón. De hecho, “Colosenses se presenta totalmente simultánea a Filemón” (Sánchez Bosch, 390). Epafras, Aristarco, Marcos, Dimas y Lucas envían saludos en ambas cartas (Col 4,10-14 y Flm 23-24)

3.       El saludo inicial es semejante al de otras cartas paulinas: “Pablo, preso de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a nuestro querido colaborador Filemón, a la hermana Apia, a nuestro querido compañero de armas Arquipo, y a la comunidad de tu casa. Gracia y paz de parte de Dios, nuestro padre, y de Jesús, Señor y Cristo” (Flm 1-3).

4.       Pablo da gracias a Dios por Filemón: “Doy gracias sin cesar a mi Dios, recordándote en mis oraciones, al oír el amor y la fe que tienes en el Señor Jesús y hacia todos los santos, de modo que la comunión de tu fe se manifieste reconociendo que todos los bienes que tenemos son para Cristo. Mucho me alegró y animó tu amor, hermano; gracias a ti los santos se sienten tranquilos” (4-7). Filemón tiene una buena posición social y aporta protección a los miembros de la comunidad.

5.       Ruego de Pablo: “Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para indicarte lo que conviene hacer, prefiero apelar a tu amor, yo, Pablo, ya anciano, y ahora preso por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora en cambio es tan útil para ti y para mí (el nombre de Onésimo significa “útil”). Te lo envío como a hijo. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad. Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recuperes ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que, como hermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como si fuera yo mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú mismo te me debes. Sí, hermano, hazme este favor en el Señor; alivia mi corazón en Cristo! Te escribo seguro de tu respuesta, sabiendo que harás aún más de lo que te pido” (Flm 8-21).

6.       Pablo se considera ya anciano. “Anciano era entonces un hombre de sesenta años”, comenta la Biblia de la CEE. Para los romanos la vejez comenzaba a los 60, también para la medicina del siglo XVII. Lucas habla en los Hechos de que, en la muerte de Esteban, “los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo” (Hch 7, 58). La palabra griega “neanías” (joven) “se reserva en los escritores griegos y helenistas de la época para personas de una edad comprendida entre los veinticuatro y los cuarenta años” (Fabris, 14-15). Por tanto, hacia el año 57, Pablo puede tener los 60. En este caso, habría que situar su nacimiento en el año 3 a. C. Conviene recordar que la fecha del nacimiento de Cristo se sitúa en el año 7 a. C., pues el calendario cristiano fijado por el monje Dionisio (hacia el 525) tiene un error de cálculo (7 años). Pablo pudo morir a los 67 años, no el año 67, como se dijo en el siglo IV.

7.       Disposiciones y saludos: ”Prepárame alojamiento, pues, gracias a vuestras oraciones, espero saludaros”. Pablo espera salir de la cárcel. “Te saludan Epafras, compañero de prisión por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. La gracia de Jesús Señor y Cristo esté con vuestro espíritu” (Flm 22-25).

8.       Pablo, refugio de Onésimo. Se suele pensar que Onésimo fue detenido por la policía y llevado a la cárcel de Éfeso. Sin embargo, puede ser que, encontrándose en apuros, acudiera a Pablo para hallar en él refugio y protección. Algunos años más tarde, un esclavo de Sabiniano acudió a Plinio el Joven (+ 112) con igual petición. Tras haberse hecho culpable de alguna falta, buscó a Plinio, amigo de su señor, cayó a sus pies y se arrepintió: “Entonces Plinio escribió a Sabiniano una carta semejante a la de Pablo, pidiéndole que haga prevalecer el amor en lugar de la ira” (Epist. IX, 21; Friedrich, 236).

9.       En la antigüedad había posiciones diversas respecto de los esclavos. La escuela estoica defendía la igualdad de todos los hombres. El filósofo Diógenes (+323 a. C.) hace un elogio de la libertad interior: “Desde que Antístenes (el maestro) me ha dado la libertad, ya no he vuelto a ser esclavo”. En la Biblia, quien por necesidad tuviera que vender su propiedad o venderse como esclavo, debe poder recuperar la propiedad y la libertad. El año jubilar “proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes”, “cada uno recuperará su propiedad y cada cual regresará a su familia”  (Lv 25, 10). En la sinagoga de Nazaret Jesús proclama un “año de gracia del Señor” (Lc 4, 19-21).

10.   Desde el punto de vista jurídico, el esclavo no era reconocido como persona, sino una cosa de la que podía disponer su dueño. Al estar el esclavo equiparado al ganado, no se le reconocían derechos: “No hay ninguna acción ilegal contra un esclavo”, era un principio admitido por todos. A un esclavo escapado, si se le cogía, se le solía imprimir en la frente una F (Fugitivus) con hierro candente (Cicerón, De off. 2,7). Como a ladrón, podía su dueño hacerle azotar hasta la muerte. Cicerón escribe a su hijo Marco sobre la manumisión de Tirón, su secretario, el año 53 a.C.: “Con la manumisión de Tirón, querido hijo, me has dado una satisfacción muy grande, ya que es que le consideras digno de mejor suerte y quieres ver en él a nuestro amigo en lugar de ver a nuestro esclavo. Te lo agradezco y te felicito por ello” (Holzner, 464-466).

11.   Durante siglos, la esclavitud se consideró “derecho natural”. El gobierno británico la deroga en 1807, los países europeos lo hacen en el Congreso de Viena (1815), Fernando VII prohíbe la trata en 1817, pero la abolición efectiva no se produce hasta 1870 en la península, hasta 1873 en Puerto Rico y hasta 1880 en Cuba. En 1888 León XIII condena la esclavitud como “adversa a la Religión y a la dignidad humana”. En la actualidad, según la OIT, más de 12’3 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. La trata de personas es un delito internacional de lesa humanidad, que afecta especialmente a mujeres y niños (Protocolo de la ONU, Palermo, 2000).

12.   Pablo no puede cambiar la legislación vigente. Onésimo vuelve a su amo, pero vuelve de otra forma. La experiencia del Evangelio cambia la relación del amo y del esclavo. Este ya no es un objeto, un sujeto sin derechos perteneciente a su dueño, es un “liberto de Cristo”, un “hermano querido” (Flm 16). El esclavo se convierte en “liberto del Señor” y el libre en “esclavo de Cristo” (1 Co 7,22). Lo dice Pablo: “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer. Todos vosotros sois uno en Cristo” (Ga 3, 28).

 

·         *Diálogo: ¿Qué problema aborda la carta?, ¿tiene la carta aspectos útiles para hoy?