En el principio era la palabra
 

- EL EVANGELIO DE MATEO

Dichos de Jesús

  1. Volviendo a las fuentes, nos acercamos al evangelio de Mateo. Tal y como nos llega, añade dichos de Jesús al evangelio de Marcos. De entrada, surgen algunos interrogantes: ¿Quién es Mateo?, ¿cuándo escribe su evangelio?, ¿dónde?, ¿a quiénes se dirige?, ¿lo escribe en arameo?, ¿cómo era este evangelio?, ¿recoge solamente dichos de Jesús?, ¿qué añade Mateo al evangelio de Marcos?, ¿qué dichos son esos?, ¿hay textos añadidos al evangelio de Mateo? Volviendo a las fuentes, cualquier detalle importa. Como dice Lucas, se trata de conocer “la solidez de las enseñanzas recibidas” (Lc 1,4).
  2. Datos de Mateo. Su nombre es Leví (Mc 2,14; Lc 5,27-28). Le llaman Mateo, que significa “regalo de Dios”. Es judío, de la tribu de Leví. Su padre es Alfeo (Mc 2,14); puede ser hermano de “Santiago, el hijo de Alfeo” (Mc 3,18; Hch 1,13). Habla el arameo y el griego y, según algunos, domina el arte de la escritura rápida, es escribano (en griego, “grammateus”) y recaudador de impuestos en Cafarnaúm; por ello, le desprecia la gente, pero Jesús le dice: “Sígueme” (Mt 9,9). Le ofrece a Jesús “un gran banquete” (Lc 5,29): “Estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos” (Mt 9,10). Al verlo, los fariseos critican a Jesús porque “come con publicanos y pecadores”, pero Jesús dice: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos”, “no he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (9, 11-13). Mateo es uno de los doce (Mt 10, 3; Mc 3,18, Lc 6, 15; Hch 1,13). Su evangelio recoge la experiencia del “escriba que se hace discípulo”, “es como el dueño de la casa que saca del arca lo viejo y lo nuevo” (Mt 13,52).
  3. Antigua tradición. Papías, obispo de Hierápolis (hacia 69-150), en su obra Explicaciones de las sentencias del Señor escribe: “Marcos, intérprete que fue de Pedro, puso cuidadosamente por escrito, aunque no con orden, cuanto recordaba de lo que el Señor había dicho y hecho”, Pedro “impartía sus enseñanzas según las necesidades y no como quien hace una composición de las sentencias del Señor. Mateo ordenó las sentencias en lengua hebrea (en arameo) y cada uno las tradujo como pudo” (Eusebio, HE III, 39,15-16). Ireneo de Lyon (hacia 140-202), discípulo de Policarpo, que a su vez había sido discípulo del apóstol Juan, afirma: "Mateo publicó entre los hebreos, en su propia lengua, un evangelio también escrito, mientras que Pedro y Pablo estaban en Roma evangelizando y poniendo los cimientos de la Iglesia" (HE V,8-2). Panteno, que dirigió la escuela de catequesis de Alejandría hacia el año 180 y fue enviado como heraldo del Evangelio “hasta las tierras indias”, “se encontró con que el Evangelio de Mateo se le había adelantado en su llegada entre algunos habitantes del país que conocían a Cristo: Bartolomé, uno de los apóstoles, les había predicado y les había dejado el escrito de Mateo en los propios caracteres hebreos, escrito que conservaban hasta el tiempo mencionado” (Eusebio, HE, V,10,2-3). Según Clemente de Alejandría (hacia el 190), "en tiempos en los que Pedro predicaba la palabra en Roma y exponía el evangelio bajo la acción del Espíritu, aquellos que en gran número estaban presentes en aquella ocasión le pidieron a Marcos que, puesto que llevaba acompañando mucho tiempo a Pedro y se acordaba de las cosas que él había dicho, pusiera por escrito sus palabras; así lo hizo y les dio el evangelio a los que se lo habían pedido" (HE, VI, 14),  “Mateo, que primero había predicado a los hebreos, cuando estaba a punto de marchar hacia otros, entregó por escrito su Evangelio, en su lengua materna, supliendo así por medio de la escritura lo que faltaba a su presencia entre aquellos de quienes se alejaba” (HE III, 24,6). La cuestión es: ¿Cuándo fue esto?, ¿cuándo marcha Mateo “hacia otros”? Quizá cuando “el rey Herodes decidió arrestar a algunos de la Iglesia para maltratarlos. Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener también a Pedro”. Pedro es liberado y marcha “a otro lugar” (Hch 12,1-17) el año 44 d.C.
  4. Cuestión de autoridad. El evangelio de Mateo pasa a ser el más importante: “Marcos, dependiente de Pedro, y Lucas, dependiente de Pablo (HE, V,8,3). Mateo, sin embargo, era uno de los doce discípulos de Jesús”, dice en su libro Ni judío ni griego. Una identidad cuestionada (2018) el profesor británico James Dunn (Dunn, 84). En su libro Los dichos de Jesús (2014), comenta Santiago Guijarro, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca: De los evangelios de Mateo y Lucas han llegado hasta nosotros varias copias del periodo anterior a Constantino (doce del primero y seis del segundo), “del evangelio de Marcos solo nos ha llegado una”, “este dato es muy elocuente”, indica que el evangelio de Marcos “estuvo a punto de desaparecer.”, “de hecho, en la Iglesia antigua no se le prestó mucha atención”, “sobrevivió a pesar de todo” (Guijarro, 19). El escritor Taciano (+180 d.C.), autor del Diatessaron (“a partir de cuatro”) compuso un solo evangelio a partir de los cuatro.
  5. Dichos de Jesús como evangelio. El género de evangelio como colección de dichos de Jesús existía. Hace un siglo se descubrieron fragmentos del Evangelio de Tomás, una colección de dichos que empieza así: "Estas son las palabras secretas que dijo Jesús el Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito". A finales de 1945 se descubrió el texto completo en Nag Hammadi (Egipto). Es un evangelio apócrifo que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús. Algunos de ellos se parecen a los que recogen los evangelios canónicos. Este evangelio, colección de dichos o palabras de Jesús, se parece al de Mateo atestiguado por Papías. La Pontificia Comisión Bíblica declaró que el original arameo de Mateo no fue una simple colección de palabras o sentencias del Señor, sino un verdadero evangelio: el Mateo griego “es idéntico en su esencia con el original arameo” (19-6-1911). Ahora bien, si el original de Mateo fue un evangelio de dichos, ¿por qué no aceptarlo?
  6. Evangelios sinópticos. En una visión de conjunto (sinopsis) puede observarse la relación de los tres evangelios llamados sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Según la teoría de las dos fuentes, el evangelio de Marcos sería el evangelio más antiguo y habría sido utilizado como fuente por Mateo y Lucas. Asimismo, entre Mateo y Lucas se han observado coincidencias que no aparecen en Marcos y se han atribuido a una fuente Q (del alemán, Quelle, fuente), que consistiría básicamente en dichos de Jesús. En efecto, los evangelios canónicos de Mateo y Lucas comparten unos 235 versículos que no proceden de Marcos. Ambos tienen una fuente común. En nuestra opinión, se trata del original arameo de Mateo, atestiguado por Papías y la antigua tradición.
  7. Algunos problemas. Del Nuevo Testamento no se conserva la primera redacción de ninguno de los libros. Las copias completas no van más allá de la segunda mitad del siglo IV. Otro problema es el de las variantes: ninguna de las copias coincide totalmente con otra. Junto al Códice Beza, que se conserva en la Universidad de Cambridge, los manuscritos más antiguos y completos del Nuevo Testamento son el Códice Vaticano, que está en la Biblioteca Vaticana, y el Códice Sinaítico, que está en la Biblioteca Británica de Londres. Estos códices son del siglo IV. El Códice Alejandrino, conservado también en la Biblioteca Británica, es del siglo V. Dionisio de Corinto (+hacia 178) denuncia que sus cartas han sido falsificadas, pero no sólo sus cartas sino también las Escrituras del Señor: “Algunos también se han echado sobre las Escrituras del Señor, para falsificarlas” (Eusebio, HE IV 23, 12). El profesor canadiense John S. Kloppenborg, en su libro titulado Q, el evangelio desconocido, (2005), comenta el cambio que se produce entre los siglos XVIII y XIX: “De la confianza en el testimonio patrístico como prueba fidedigna principal se pasa al uso de los indicios internos de los evangelios mismos”, en el testimonio patrístico “destacan las afirmaciones de Papías” (Kloppenborg, 20, 30-31, 68-80). Ahora bien, ¿no es compatible el testimonio patrístico y el estudio de los indicios internos?, ¿por qué rechazar en bloque el testimonio de la antigua tradición?, ¿por qué no reconocer la coincidencia básica entre el original de Mateo, escrito en arameo y traducido al griego, y la fuente Q?
  8. Original arameo, traducido al griego. Resulta curioso. El teólogo alemán Rudolf Bultmann (1884-1976) afirma en su libro Historia de la tradición sinóptica (1931) lo siguiente: “La fuente Q, escrita originalmente en arameo, fue traducida de diversas maneras al griego, como debe deducirse del hecho de que Mateo y Lucas hayan tenido ante sí, evidentemente, distintas traducciones de esa fuente” (Bultmann, 388). De acuerdo, pero esto remite al testimonio de Papías y a la antigua tradición sobre el original arameo de Mateo que recoge “las sentencias del Señor”. Justo es reconocerlo, aunque algunos aspectos de la antigua tradición sean discutibles.
  9. Mapa de la fuente común. Resulta significativo. El mapa presenta en tres círculos concéntricos diversos lugares de la fuente común. En el primer círculo está Cafarnaúm, en el centro, junto a Corazín y Betsaida, ambos a una distancia de Cafarnaúm fácil de recorrer a pie. Luego está Nazaret y, a 3 kilómetros, Gat de Jéfer, el pueblo de Jonás. En el segundo círculo aparecen tres ciudades: Jerusalén al sur, Tiro y Sidón al norte: “El día del juicio será más llevadero para Tiro y para Sidón” que para las ciudades que rechazan el Evangelio (Mt 11,22). En el tercer círculo aparecen Nínive y Sodoma: “cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás” (12,41), “el día del juicio será más llevadero a Sodoma que a ti”, Cafarnaúm (11,24). La fuente común utiliza el término “Israel”, nunca “Judea”, lo que encaja con un auditorio galileo. La fuente común “procede de Galilea”. Los viajes de misión son cortos, se parecen más a “excursiones de un día” (Kloppenborg, 223-226, 270; Reed, 1995).
  10. El profesor canadiense señala dos estratos en la fuente común, “el estrato formativo” y la “redacción principal”. El estrato formativo aparece “como una instrucción”. Aparte de la alusión a la riqueza de Salomón, no se alude a la historia de Israel. En la redacción principal hay mayor densidad de dichos provistos de un marco breve. Aparecen alusiones a los profetas, a la Sabiduría y la historia de Israel, también elementos biográficos que legitiman las palabras del maestro. Jesús es “mayor que Jonás o Salomón”. Se recogen “ayes” contra escribas y fariseos. La fuente común no menciona a Moisés, quizá porque los adversarios se remiten a él. Falta “una narración de la pasión” (Kloppenborg, 192, 252-262, 126-127). Al fin y al cabo, es una colección de dichos.
  11. Presentación de Juan y de Jesús. En esta sección encontramos la presentación de Juan Bautista (Mt 3,1-6; Lc 3,1-6), la llamada a la conversión (Mt 3,7-10; Lc 3,7-9), el anuncio del que viene detrás de él (Mt 3,11-12; Lc 3,16-17), el bautismo de Jesús (Mt 3,13-17; Lc 3,21-22), las tentaciones (Mt 4,1-11; Lc 4,1-13). Llama la atención “la abundancia de paralelos con el comienzo de Marcos”, y la ausencia de paralelos con el Evangelio de Tomás. Es significativo que tanto Marcos como Mateo y Lucas “comiencen narrando estos episodios y lo hagan en el mismo orden: presentación y predicación de Juan, bautismo y tentaciones de Jesús” (Guijarro, 41). Esto puede explicarse porque los evangelios canónicos de Mateo y Lucas tuvieron delante el evangelio de Marcos.
  12. Dichos de Jesús. La primera serie de dichos presenta el mensaje de Jesús: las bienaventuranzas (Mt 5,3-12), la sal de la tierra y la luz del mundo” (5,13-16), la ley llevada a su plenitud (5,17-18), la justicia: del reino de Dios (5,19-20), la resolución de conflictos (5,21-26), el adulterio (5, 27-30), el divorcio (5,31-32), los juramentos (5,33-37), la venganza (5,38-42), el amor a los enemigos (5,43-48), la limosna (6,1-4), la oración (6,5-13), el ayuno (6,16-18), no atesorar (6,19-23), el ojo sano (6,22-23), Dios y el dinero (6,24), confianza en la providencia (6,25-34), no juzgar (7,1-5), no echar perlas a los cerdos (7,6), pedid, buscad, llamad (7,7-11), la regla de oro (7,12), los dos caminos (7,13-14), los profetas falsos (7,15-20), los que dicen: Señor, Señor (7,21-23), edificar sobre roca (7,24-27).
  13. La segunda serie de dichos presenta la misión de los doce: ni paganos ni samaritanos, las ovejas perdidas de Israel (Mt 10,5-6), el reino de los cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis (10,7-8), no llevéis dinero ni alforja ni dos túnicas ni sandalias ni bastón, el obrero merece su sustento (10,9-10), quedaos en la casa que os acoja, saludadla con la paz (10,11-13), donde no os reciban bien, os sacudiréis los pies, el día del juicio se recordará (10,14-15), como corderos en medio de lobos, prudentes como serpientes, sencillos como palomas (10,16), os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas (10,17-18), el espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros (10,19-20), división familiar, seréis odiados de todos por causa de mi nombre, perseverancia (10,21-22), cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, no terminaréis de recorrer la ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre (10,23), discípulos y maestros (10,24-25), revelación de lo oculto (10,26), lo que se dice en la oscuridad (10,27), no  tengáis miedo (10,28), los pajarillos y vosotros (10,29-31), la confesión de Jesús (10,32-33), traer fuego a la tierra (10,34), familias divididas (10,35-37), cargar con la cruz (10,38), salvar o perder la vida (10,39), quien a vosotros recibe, a mí me recibe (10,40-42).
  14. La tercera serie de dichos recoge las parábolas de Jesús sobre el reino de Dios: el sembrador (Mt 13,3-23), el trigo y la cizaña (13,24-30), el grano de mostaza (13,31-32), la levadura que fermenta la masa (13,33-35), el tesoro escondido en el campo (13,44), la perla de gran valor (13,45-46), la red que recoge todo género de peces (13,47-50), el escriba que se hace discípulo (13,51-52).

  15. La cuarta serie de dichos aborda problemas diversos que se dan en la comunidad de discípulos: protagonismo, el pequeño y el mayor (18,1-4), acoger a un niño (18,5), el escándalo de los pequeños (18,6-11), la oveja perdida (18,12-14), la corrección fraterna (18,15-18), donde dos o tres se reúnen en mi nombre (18,19-20), el perdón de las ofensas, setenta veces siete (18,21-22), el siervo sin entrañas (18,23-35), matrimonio y divorcio (19,3-12), Jesús y los niños (19,13-15), peligro de las riquezas (19,16-29), el poder y el servicio (20,25-28).

  16. La quinta serie de dichos recoge ayes contra los escribas y fariseos: se han sentado en la cátedra de Moisés, no hacen lo que dicen (Mt 23,1-3), echan cargas pesadas sobre la gente (23,4), lo que hacen es para ser vistos, agrandan las orlas del manto, les gustan los primeros puestos, que les hagan reverencias y se les llame maestros (23,5-7), uno solo es vuestro maestro, todos sois hermanos, uno solo es vuestro padre (23,8-10), el primero entre vosotros sea vuestro servidor (23,11), el que se enaltece será humillado; el que se humilla, será enaltecido (23,12), ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! (23,13-14), viajáis por tierra y mar para hacer un prosélito y lo hacéis peor que vosotros (23,15), ¡guías ciegos! (23,16-22), ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante! (23,23), filtráis el mosquito y os tragáis el camello (23,24), limpiáis por fuera la copa y por dentro rebosáis de robo y desenfreno (23,25-26), ¡ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois como sepulcros blanqueados (23,27-28), edificáis sepulcros a los profetas que vuestros padres mataron (23,29-32), ¡serpientes, raza de víboras!, os envío profetas, sabios y escribas; a unos los mataréis y los crucificaréis; a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad (23,33-34), recaerá sobre vosotros la sangre derramada, recaerá sobre esta generación (23,35-36); Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, vuestra casa va a quedar desierta: a partir de ahora no me veréis hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! (23,37-39).  
  17. La venida del Hijo del hombre. En esta sección se anuncia la venida del Hijo del hombre (Guijarro, 68). Cuando los discípulos contemplan admirados las construcciones del templo, Jesús anuncia su destrucción: No quedará piedra sobre piedra (Mt 24,2). Los discípulos preguntan: ¿Cuándo sucederá eso y cuál será la señal de tu venida? (24,3). Jesús les avisa: Mirad que no os engañe nadie (24,4), se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá en diversos lugares hambre y terremotos (24,7), os entregarán a la tortura y os matarán, seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre (24,9), se proclamará esta buena nueva del reino en el mundo entero (24,14); cuando veáis la abominación de la desolación, los que estén en Judea huyan a los montes (24, 15-16), como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre (24,27-28), verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria (24,29-31); aprended de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; cuando veáis todas estas cosas, sabed que él está cerca; no pasará esta generación sin que todo esto suceda (24,32-35); en cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre (24,36); estad vigilantes: ese día vendrá como el diluvio, como ladrón en la noche (24,37-44); el siervo fiel (24,45-51), las diez doncellas (25,1-13), los talentos (25, 14-30), el juicio de las naciones (25,31-46). Las naciones serán juzgadas por la actitud adoptada ante los discípulos que anuncian el Evangelio: “Quien a vosotros recibe, a mí me recibe” (10,40); “hombres desnudos, exiliados de su patria, sin derechos y sin protección, en prisión y con hambre; estamos en el mismo combate de las Bienaventuranzas y del Sermón de la Montaña”, comenta en su libro sobre el evangelio de Mateo (1976) el teólogo suizo Pierre Bonnard (Bonnard, 546).
  18. El primado de Pedro. En el evangelio de Mateo figura el primado de Pedro en un contexto donde no encaja, pues en Marcos (y en el propio Mateo) Pedro recibe una severa corrección: “Apártate de mí, Satanás” (Mc 8,32; Mt 16,23). Sin embargo, en Mateo leemos: “Bienaventurado eres tú, Simón”, “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, “te daré las llaves del reino de los cielos” (Mt 16,17-20). Jesús llama a Simón “cefas”, que significa “piedra”, y a los hijos de Zebedeo “boanerges”, que significa “hijos del trueno” (Mc 3,16-17), pero es cuestión de carácter, no de función. En realidad, la Iglesia no se edifica “sobre el fundamento de Pedro” (Schmid, 365): “Nadie puede poner otro fundamento que el ya puesto, Jesucristo” (1 Co 3,11). La función de atar y desatar no es sólo de Pedro, la tienen también los demás (18,18). Lucas ignora el texto del primado (Lc 9,18-21). Parece un añadido posterior. El primado de jurisdicción, tal y como ha sido atribuido a Pedro, debe ser revisado a la luz de la Escritura. Según el Código de Derecho Canónico, el Papa “en virtud de su función, tiene potestad ordinaria, esto es, suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia y la puede ejercer libremente” (canon 331).Un poder absoluto: “No ha de ser así entre vosotros”, dice Jesús (Mt 20,26).
  19. La fórmula bautismal. El teólogo alemán M. Schmaus comenta así la fórmula de Mt 28,19: "Como al principio, según dejan entrever los Hechos de los Apóstoles (2,38; 8,16;10,48;19,5) y Pablo (1 Co 1,13;6,11; Ga 3,27; Rm 6,3; Ef 4,5), el bautismo fue administrado en el nombre de Jesús, quedaría por eso mismo demostrado el origen posterior de la fórmula contenida en Mt 28,19". Por tanto, dicha fórmula "no fue configurada por un evangelista particular, sino que procedía de la tradición de la Iglesia". Sobre la fórmula de 2 Co 13,13 dice el mismo autor: "Con relación al Espíritu se usa el genitivo objetivo, mientras con relación a Dios y al Señor se usa el genitivo subjetivo" (M.Schmaus, El Credo de la Iglesia Católica I, Ed. Rialp, Madrid, 1970, 581 y 589). La “comunión del Espíritu” es comunión de un don: el Espíritu es algo que se derrama (Hch 2,33), se recibe (10,47). La “gracia del Señor” y el “amor de Dios” son propias de Jesús y de Dios.
  20. El evangelio de la infancia. ¿Quién lo escribe?, ¿cuándo? El autor es desconocido. Pablo es muy sobrio al hablar del origen de Jesús: “Del linaje de David según la carne” (Rm 1,3), “nacido de mujer” (Ga 4,4). Desde Macedonia, en el otoño del año 57, escribe a Timoteo, que se ha quedado en Éfeso y le previene frente a “fábulas y genealogías interminables, que son más a propósito para promover disputas que para realizar el plan de Dios, fundado en la fe” (1 Tm 1,3-4). A Tito, que se ha quedado en Creta, le dice lo mismo: “fábulas judaicas” (Tt 1,14), “evita discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley, que son inútiles y vanas” (3,9). En el mismo contexto Pablo escribe a los corintios sobre la organización de la colecta que quiere llevar a Jerusalén: “Con él (con Tito) enviamos al hermano, cuyo renombre a causa del evangelio se ha extendido por todas las iglesias” (2 Co 8, 18). Se trata de Lucas, conocido en todas las iglesias “a causa del evangelio”. Por tanto, en otoño del 57, el evangelio de Lucas está difundido. Ahora bien, Pablo está preocupado por “fábulas y genealogías interminables”, que considera “inútiles y vanas” y que “sólo sirven para promover disputas”. Al parecer, se estaba preparando el “libro de la genealogía de Jesús” (Mt 1,1-17; Lc 3,23-38). Un añadido posterior. Ver la catequesis Magníficat. Guardado en el corazón.
  21. Matrimonio y divorcio.Cuando Jesús remite al proyecto original de Dios sobre marido y mujer, excluye los casos de “unión ilegítima” (porneia) prohibidos en el Levítico; entre ellos, el adulterio, la relación homosexual o el incesto: Si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- y se casa con otra, comete adulterio (Mt 5,32). Y también: Si uno repudia a su mujer -no hablo de uniones ilegítimas- y se casa con otra, comete adulterio (19, 9; ver Lv 18). El documento vaticano “Fiducia supplicans”, que permite las bendiciones (no sacramentales) a parejas en situación irregular y a parejas del mismo sexo, parece ambiguo, equívoco, inconsecuente. Jesús no bendice “uniones ilegítimas”. Sus palabras son claras y pertinentes. Sin embargo, el documento las ignora (ver las catequesis Matrimonio y divorcio, La relación homosexual, La identidad ’trans’).
  22. Papiro de Oxford. Llamado también papiro 64, fue adquirido en Egipto por Charles B. Huleatt (1863-1908) y se conserva en el Magdalen College de Oxford (ver foto adjunta). Es “el primer testimonio en códice del Nuevo Testamento”, tiene tres pequeños fragmentos del evangelio de Mateo, escritos en griego por las dos caras. Unos fragmentos describen la escena en la que una mujer echa un frasco de perfume sobre la cabeza de Jesús: lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa. Al verlo, los discípulos se indignaron y dijeron (Mt 26,7-8); dándose cuenta, Jesús les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Ha hecho una buena obra conmigo (26,10). Otros fragmentos recogen la traición de Judas: entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: Qué estáis dispuestos a darme (26,14-15); uno de vosotros me va a entregar. Ellos muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: ¿Soy yo acaso, Señor? Él respondió: El que ha metido conmigo la mano en el plato (26,21-23); Jesús les dijo: Esta noche os vais a escandalizar todos por mi causa, porque está escrito (26,31); iré delante de vosotros a Galilea. Pedro replicó (26,32-33). El papirólogo alemán Carsten Peter Thiede (1952-2004) sitúa esos fragmentos a mediados del siglo I. Dio a conocer su investigación en un artículo publicado en la revista “Zeitschrift für Papyrologie”, especializada en manuscritos antiguos (Wuppertal, 1986). Diez años después, Thiede publicó su libro Témoin de Jésus (París, 1996) en colaboración con el periodista Matthew D’Ancona.
  23. Papiro de Barcelona. Llamado también papiro 67, fue adquirido en Egipto por Ramón Roca-Puig (1906-2001) y se conserva en la Abadía de Montserrat (ver foto adjunta). Tiene dos fragmentos escritos por ambas caras. Son estos: Y no os hagáis ilusiones, pensando: Tenemos por padre a Abraham, pues os digo que Dios puede (Mt 3,9); Jesús respondió: Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos (3,15); si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano (5,20-22); no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola (5,25-28). Los papiros de Oxford y de Barcelona pertenecen a un mismo códice. El experto alemán, con sus métodos de análisis y nuevos instrumentos de precisión, los dató así: “El material comparado conduce a una fecha alrededor del 66, o incluso a una fecha ligeramente anterior. Los fragmentos de Oxford y Barcelona pertenecen a un tipo particular de escritura uncial que floreció a mediados del siglo I” (Témoin de Jésus, R. Laffont, París, 1996, 165; ABC, 13-10-1996).