En el principio era la palabra
 
36. GUARDAR EL SABADO
El día del Señor

1. El sábado mantiene la identidad creyente en medio de la sociedad. No es la comunidad quien guarda el sábado, sino el sábado quien guarda a la comunidad. Ahora bien, ¿qué pasa con el mandamiento del Decálogo?, ¿qué dice el Evangelio?, ¿basta el amor al prójimo?, ¿se cumple la ley del sábado?, ¿el sábado ha sido hecho para el hombre?, ¿es una ley o un don?, ¿una obligación o una necesidad?, ¿qué significa el día del Señor?
2. Veamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "Los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta grave obligación cometen un pecado grave" (n. 2181). Pero ¿es esto lo que dice Jesús? (Lc 18,20), ¿es ésa su posición?

3. Guardar el sábado (del hebreo, shabat, detenerse, descansar) lo manda el Decálogo: "Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor" (Ex 20,8). El sábado está ligado al ritmo sagrado de la semana: es día de descanso (Dt 5,14), de gozo (Is 58, 13), de reunión (Lv 23,3), señal de alianza entre Dios y su pueblo (Ex 31, 13), memorial del éxodo (Dt 5,15).
4. En el templo de Jerusalén hay "ofrenda de sacrificios" (Nm 28,9), "renovación de los panes de la presencia" (Lv 24,8). En la sinagoga se celebra una reunión dedicada a la oración común y a la lectura comentada de la Biblia. En casa la madre enciende dos velas sobre la mesa, pide la bendición de Dios, ayuda para educar a sus hijos, la liberación de todo mal, bendice a Dios, que santifica a su pueblo con los mandamientos y manda encender las luces del sábado. El padre da gracias a Dios por el fruto de la vid y por el pan de la tierra, también por el don del sábado, recordando su significado: la creación y el éxodo. En el templo, en la sinagoga, en casa, el creyente reconoce la presencia de Dios en el centro de la vida humana.

5. El sábado ayuda al creyente a situarse en el mundo como don de Dios y a reconocer su origen. Hacia el siglo V a. C., sacerdotes exiliados en Babilonia lo facilitan. Quieren mantener viva la identidad del pueblo creyente y presentan la creación en el marco litúrgico de una semana que concluye con el descanso del sábado: la creación entera aparece ordenada al hombre y el hombre ordenado a Dios (Gn 1,1-2,4). Desde su libertad el creyente acepta una religación, una vinculación, una alianza: el sábado y la ley de Dios lo manifiestan.  
6. El sábado es, como la pascua, memorial del éxodo: "Recuerda que fuiste esclavo” y “el Señor te libró" (Dt 5,15). El éxodo es una experiencia de valor permanente: el Dios vivo, que actúa en la historia, abre un camino de liberación para el oprimido. Lo dice el ritual judío de la pascua: “Aquel que esté necesitado venga a celebrar la pascua”. El sábado, como pascua semanal, tiene forma de uve (V): un movimiento que baja y un movimiento que sube. El Señor pasa salvando.
7. Los profetas denuncian en nombre de Dios la hipocresía de un culto que olvida la justicia y los pobres: "El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas... partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo y no cerrarte a tu propia carne" (Is 58, 6-7). Sin embargo, "si detienes tus pies el sábado y no traficas en mi día santo, si llamas al sábado tu delicia y honras el día consagrado al Señor, si lo honras absteniéndote de viajes, de buscar tu interés, de tratar tus negocios, entonces el Señor será tu delicia" (58, 13-14).
8. Jesús observa el sábado “según su costumbre” (Lc 4,16), pero critica duramente el legalismo  fariseo. El amor fraterno está por encima de la observancia material del descanso. El sábado se fue complicando con muchas leyes. Por ejemplo, se prohíbe bajo pena de muerte cualquier trabajo (Ex 31,14), hacer la comida (16,23), encender fuego (35,3), recoger leña (Nm 15,32). En la comunidad de Qumrán, nadie puede alejarse “más de mil codos” (CD X, 21), más de 500 metros. Si un animal cae a un pozo o a una fosa, “que no se le saque en sábado” (CD XI, 13).
9. Los judíos acusan a Jesús por curar en sábado (Jn 5,16). Haciendo el bien en sábado, imita a su padre: "Mi padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo" (5,17). Un sábado cruzaba  Jesús por los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre, arrancaron espigas y las comieron. Los fariseos le dijeron: Tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. Él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes de la presencia, que no le era lícito comer ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?... Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: "Misericordia quiero, que no sacrificio", no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque “el hijo del hombre es señor del sábado” (Mt 12, 1-8), “¿quién de vosotros que tenga una oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca?” (Mt 12,11), "el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado", “el hijo del hombre es señor del sábado” (Mc 2,27-28).
10. En principio, los discípulos observan el sábado (Mt 28,1; Mc 6,1). La reunión del sábado sirve para anunciar el Evangelio en ambiente judío (Hch 13,14; 17,2; 18, 4). Pero el “primer día de la semana”, día de la resurrección de Jesús, viene a ser el día de la "fracción del pan", el "día del Señor" (Hch 20,7; Ap 1,10), el día de reunión de la comunidad. La reunión empieza al comienzo de ese día, es decir, al anochecer del sábado, según la manera judía de contar. Este día presenta dimensiones que los judíos  relacionan con el sábado, como la oración común o la lectura comentada de la Biblia, pero hay otras: la enseñanza de los apóstoles, la comunión, la fracción del pan, las señales, la comunicación de bienes, la incorporación a la comunidad (Hch 2,42-47), la función de atar y desatar (Mt 18,18), perdonar o retener (Jn 20,23).
11. El primer día de la semana (Lc 24,1.13), los discípulos de Emaús reconocen a Jesús al partir el pan (24,35). La fracción del pan es el nombre más antiguo de la eucaristía. La expresión designa no sólo el hecho de partir el pan, sino la comida entera. La presencia real de Cristo en la eucaristía convierte la reunión de la comunidad en la cena del Señor. En los Hechos de los Apóstoles vemos una celebración de la eucaristía presidida por Pablo: "El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche. Había abundantes lámparas en la estancia superior donde estábamos reunidos... partió el pan y comió; después alargó la charla hasta la media noche" (Hch 20,7-11).
12. Uno de los motivos que lleva a la comunidad de Qumrán a separarse del judaísmo oficial es la celebración de las fiestas, cuyo calendario solar ha sido sustituido por el lunar. Para ellos el calendario de las fiestas es sagrado: “No adelantarán sus tiempos ni retrasarán ninguna de sus fiestas” (1QS I, 13-15). Pablo tiene una posición distinta: “Que nadie os critique por cuestiones de comida o de bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. Todo eso es sombra de lo venidero, pero la realidad es el cuerpo de Cristo” (Col 2,17-18). En la comunidad de Qumrán el culto se espiritualiza: “La perfección de la conducta será como la ofrenda voluntaria aceptable” (1QS IX, 4-5). Recuerda el “culto espiritual” de Pablo (Rm 12,1-2). Se dice en el salmo 40: “No quisiste sacrificios ni holocaustos, heme aquí que vengo para hacer tu voluntad”.
13. Pablo ha recibido una tradición que procede del Señor: la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: "Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en memoria mía". Asimismo tomó la copa después de cenar diciendo: "Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en memoria mía". Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Examínese cada cual si discierne o no “el cuerpo” del Señor (1 Co 11,23-29), es decir, su presencia. Como dice Pablo, “llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Co 4, 10).
14. Es preciso volver a la experiencia de las primeras comunidades, vivir el día del Señor sin legalismos, con la novedad que entraña la experiencia del Evangelio: No sólo guardarás el sábado (Dt 5,12-15), sino que serás alimentado con el “pan vivo” (Jn 6,51), el pan de vida que alimenta a la comunidad.  De una forma especial, en la eucaristía se cumple la palabra de Jesús que dice: “Venid a mí todos los que estás cansados y agobiados y yo os aliviaré”, “cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso” (Mt 11,28-29).

* Diálogo: ¿Qué significa guardar el sábado?, ¿qué supone vivir el día del Señor?