1. AQUESTA LUZ Y GUÍA

 

RECUERDOS DE LA INFANCIA

 

JUAN DE YEPES ALVAREZ, hijo de Gonzalo y Catalina, nace en Fontiveros (Avila), el 24 de junio de 1542, día de San Juan Bautista, según dice una inscripción que hay junto a la pila donde fue bautizado. Es el tercero de tres hermanos. Los otros son Francisco y Luis.

Sus padres fueron naturales de Toledo. Su madre, Catalina, era huérfana y vivía en Fontiveros con una señora viuda, que por su negocio de sedas hacía viajes a Toledo y se había traído a Catalina para que tejiera en su telar. De paso para las ferias de Medina del Campo, Gonzalo conoce a Catalina y, a pesar de la oposición de los Yepes, se casan hacia 1529. Gonzalo redacta contratos y escribe cuadernos de cuentas, pero con ello no salían de apuros. Entonces Gonzalo aprende el oficio de Catalina y así se fueron defendiendo, hasta que la señora murió.

Poco después de nacer Juan, muere su padre, tras dolorosa enfermedad, que dura dos años. Con ello, Catalina queda sola y sin medios suficientes. El mayor tiene unos trece años y Juan, probablemente, unos meses. Además, son años difíciles en Castilla: "no se halla pan por ningún dinero".

Algunas personas aconsejan a Catalina que vaya con sus niños a Toledo. Allí están los tíos, que son ricos y la pueden favorecer. En Torrijos está el arcediano de la espléndida colegiata, pero no quiere saber nada. En Gálvez está el médico, don Juan de Yepes, que los acoge cariñosamente y se queda con el mayor. Catalina regresa con los otros dos a Fontiveros.

Iglesia parroquial de Fontiveros

Pasa un año. La mujer del médico amarga los días del niño y, en vez de enviarle a la escuela, le emplea en diversos servicios. Preocupada su madre porque no tiene noticias, se presenta en Gálvez y se lo lleva a Fontiveros. Le envía a la escuela, pero no aprovecha. Tiene quince años y no sabe leer ni escribir. Le enseña a tejer en su taller y éste será su oficio de por vida. Mientras tanto, Luis y Juan comienzan a ir a la escuela.

En estos días tiene lugar un hecho cuyo carácter extraordinario revelará muchos años después el propio Juan en tierras de Andalucía. Juegan los niños de Fontiveros en torno a una laguna. Juan cae al agua y se hunde hasta el fondo:

"Y vido, estando dentro una señora muy hermosa que le pedía la mano, alargándole la suya, y él no se la quería dar por no ensuciarla". Llegó un labrador y le sacófuera.

Por este tiempo muere Luis. Catalina se traslada a Arévalo en busca de un jornal que le permita vivir. Juan tiene ya seis años y Francisco cerca de veinte. Francisco conoce a Ana Izquierdo, natural de Muriel, y se casa con ella. Tres años después, en 1551, la familia se traslada a Medina del Campo, donde trabaja en su oficio de tejedores. Los llaman los "burateros".
 
 

PRIMEROS ESTUDIOS

Había en Medina un Colegio de la Doctrina, un internado para niños pobres, ordinariamente huérfanos. Allí aprenden las primeras letras y la doctrina cristiana. Además, se les envía a talleres de la localidad donde pueden aprender algún oficio. Juan ensaya sucesivamente como carpintero, sastre, entallador y pintor, pero eso no era lo suyo.

Ya adolescente, Juan se traslada al hospital de la Concepción, destinado a "curar pobres de bubas y males contagiosos". Allí hace de recadero, de enfermero y recoge limosnas. Además comienza sus estudios en el Colegio de la Compañía, donde cursa humanidades. No es mucho el tiempo que le queda; "un poco por la mañana y otro rato por la tarde ". Aveces saca tiempo por la noche. En cuatro años, de los diecisiete a los veintiuno, "salió buen latino y retórico".
 
 

FRAY JUAN DE SANTO MATIA

Cumplidos los veintiún años, a Juan se le ofrece ser capellán del Hospital de la Concepción y diversos frailes le requieren para su orden. Según Jerónimo de San José, estaba un día Juan orando al Señor le encaminara al estado de vida que más le agradara. Oyó el Señor su oración y le dijo;

"Servirme has en una religión cuya perfección antigua ayudarás a levantar".

Fuere como fuere, el caso es que un día muy secretamente sale Juan de

Hospital, entra en la casa-convento de Santa Ana y pide el hábito del Carmen. Los Carmelitas no lo dudan. Le hacen la tonsura monacal y le ponen el hábito marrón y la capa blanca con el nombre de Fray Juan de Santo Matía. Fray Juan hace el noviciado y profesa en el convento de Santa Ana. Recibe sus votos el superior de la casa, Alonso Ruiz.
 
 

EN LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Con el permiso de sus superiores, fray Juan va a estudiar a Salamanca y reside en el colegio de San Andrés, de los carmelitas. En los primeros días de 1565, el 6 de enero, son matriculados en la Universidad los estudiantes de su colegio. Entre ellos figura fray Juan de Santo Matía, "natural de Medina del Campo, del Obispado de Salamanca"; en la matrícula del 66-67 se dice con exactitud; "natural de Ontiveros, diócesis de Avila". Estudia artes o filosofía durante tres cursos (1564-1567) y teología durante uno (1567-1568).

Además, como se hace en los demás colegios, se explica en el de San Andrés la doctrina de los doctores propios de la orden (especialmente la de Juan Bacon), y los estudiantes alternan las clases del colegio con las de la universidad. Fray Juan destaca por su "aventajado ingenio" y por su aplicación.

Es ordenado sacerdote en 1567, en Salamanca. El capítulo general de Venecia, de 1548, prevé la asistencia de estudiantes sacerdotes; dicho capítulo prohibe que se les obligue a decir misa más de dos días a la semana.

Fray Juan comienza a preocuparse del problema místico, centrándose especialmente en San Dionisio y en San Gregorio. Quiere fijar la naturaleza de la contemplación. En su opinión, existe una falsificación ascética y mística, una mala inteligencia de la contemplación y de su práctica. Es su primer escrito. Desgraciadamente, el trabajo que sus condiscípulos califican de "excelente" no ha llegado hasta nosotros.
 

"Aprendí a conocerlo en mi juventud y pude entrar en un diálogo íntimo con este maestro de la fe, con su lenguaje y su pensamiento, hasta culminar con la elaboración de mi tesis doctoral sobre La fe en San Juan de la Cruz. Desde entonces he encontrado en él un amigo y maestro, que me ha indicado la luz que brilla en la oscuridad, para caminar siempre hacía Dios, "sin otra luz ni guía / que la que en el corazón ardía. / Aquésta me guiaba / más cierto que la luz del mediodía" (de la poesía Noche oscura 3-4 ).
Juan Pablo II, en Segovia (4-11-1982)

 

ENCUENTRO CON LA MADRE TERESA

Cuatro años lleva la Madre Teresa viviendo con sus monjas en el convento de San José, el primero de la reforma, cuando llega a Avila el general de la Orden, Juan Bautista Rubeo.

"Temí dos cosas: la una, que se había de enojar conmigo...;la otra, sí me había de mandar tornar al monasterio de la Encarnación...Yo le di cuenta con toda verdad y llaneza... y casi de toda mi vida". (Fundaciones, c. 2).

El general " alegrose de ver la manera de vivir...y dióme muy cumplidas patentes para que se hiciesen más monasterios, con censuras para que ningún provincial me pudiese ir a la mano" (ib).

No le habló la madre Teresa de su proyecto de reformar frailes. Lo hizo, por su indicación, el obispo de Avila, don Alvaro de Mendoza:

"Aun antes de que se fuese, el obispo... procuró que le dejase (el general) licencia para que en su obispado se hiciesen algunos monasterios de frailes descalzos de la primera Regla. También otras personas se lo pidieron. El lo quisiera hacer, más halló contradicción en la Orden; y así, por no alterar la provincia, lo dejó por entonces" (Fundaciones, c. 2).

"Pasados algunos días, considerando yo cuán necesaria era, si se hacían monasterios de monjas, que hubiese frailes de la misma Regla, y viendo ya tan pocas en esta provincia que aun me parecían se iban a acabar, encomendándolo mucho a Nuestra Señor, escribí a nuestro padre general una carta suplicándoselo lo mejor que yo supe." (ib).
Mientras tanto, sin esperar la respuesta, la madre Teresa llega a Medina del Campo. Es el 14 de agosto de 1567. Viene a fundar su segundo convento de Descalzas. La reforma del Carmen ha superado las primeras dificultades. Ha ganado la primera batalla contra su obra.
"Ya cuando salimos de Avila, había yo escrito a un padre de nuestra Orden, llamado fray Antonio de Heredia que me comprase una casa... Luego de mañana llegó allí (a Arévalo) el prior de nuestra Orden, fray Antonio, y dijo que la casa que tenía concertada de comprar era bastante, y tenía un portal adonde se podía hacer una iglesia pequeña, aderezándole con algunos paños" (Fundaciones, c.3).
Llegada la madre Teresa a Medina, el padre Heredia va a Toledo, en calidad de vicario, para hacer la visita al convento del Carmen. Estando allí, llega la patente del general autorizando la fundación de dos conventos reformados. La patente, que lleva fecha de 16 de agosto, le es entregada al padre Heredia.

Seguramente, es el padre Heredia quien, a su regreso, comunica la noticia a la madre Teresa. Hablando un día sobre la reforma de los frailes, el prior de Medina se ofrece a ser el primer fraile reformado. Pero es algo entrado en años: tiene cerca de sesenta. Está hecho a otra vida. Le gusta el adorno de la celda, el hábito pulido, la impecable apariencia. Teme la Madre que no aguante el rigor que exige la reforma y más en sus comienzos. Le ruega, pues, prudentemente que espere y se prepare.

Poco después, la madre Teresa recibe en Medina la visita de fray Pedro de Orozco. Es joven, estudia aún en la Universidad de Salamanca. Ha venido a cantar su primera misa. Le habla de un condiscípulo suyo, que ha venido, como él, a cantar la primera misa. Se llama fray Juan de Santo Matía.

No se sabe el día exacto en que se encuentran por primera vez los dos reformadores. Debe ser entre septiembre y octubre de 1567. Tiene la Madre cincuenta y dos años. Está en la madurez de sus energías físicas, de sus ilusiones reformadoras y de su santidad. Le expone a fray Juan sus proyectos de reforma para los frailes:

"Hablándole, contentóme mucho" (Fundaciones, c.3).

Fray Juan desea una vida más retirada que la que ofrece el Carmen. Como la de los cartujos. La Reformadora le ataja. Todo eso puede encontrarlo en la orden reformada. Y ¡cuánto más servirá al Señor con ello! Fray Juan sólo pone una condición: "que no se tarde mucho". La Madre corre alborozada a comunicárselo a sus monjas:

"Ayúdenme, hijas, a dar gracias a Dios Nuestro Señor, que ya tenemos fraile y medio para comenzar la reforma de los religiosos".

Fray Juan regresa a Salamanca y se matricula en la Universidad como teólogo. Acabado el curso escolar (1567-1568) da por terminados sus estudios y regresa a Medina en calidad de pasante de las clases que se dan en el convento de Santa Ana.
 
 

FUNDACION DE DURUELO

Cuando fray Juan llega a Medina, ya está allí la madre Teresa. Ha llegado el primero de julio. Viene de Malagón Al pasar por Avila, un caballero abulense, don Rafael Mejía, le ofrece una casita de labranza que tiene en Duruelo. La Madre ha pasado por allí, para verla, el 30 de junio.

Habla, pues, a fray Antonio de Heredia y a fray Juan de lo que va a ser el primer convento de Descalzos. Es una casa pequeña. Si pueden resistir allí algún tiempo, Dios lo remediará. El padre Heredia y fray Juan le aseguran que estarían a gusto aunque fuese "en una pocilga". Y la Madre da por hecha la fundación. Los días que aún permanece en Medina, está en contacto con fray Juan. Ella dice a sus monjas:

"El padre fray Juan es una de las almas más puras y santas que Dios tiene en su Iglesia. Le ha infundido Nuestro Señor grandes riquezas de sabiduría del cielo".

Fray Juan se prueba el primer hábito de carmelita descalzo. Es áspero, de sayal. Podría quedarse ya con él, pero la Madre le advierte que hay que guardar prudencia hasta que la cosa llegue a saberse por sí misma.

Mientras tanto, acompaña a la Madre y las monjas en la fundación del convento de Valladolid. Aquí está el provincial de Castilla, fray Alonso González. El tiene que dar licencia, juntamente con el provincial anterior, fray Angel de Salazar, para poder iniciar la reforma de los frailes:

"Cuando yo tuve estas voluntades - escribe la Madre Teresa -, ya me parecía que no faltaba nada" (Fundaciones, c. 14).

Mientras tanto, fray Juan pasa el día entre las monjas y se informa de la vida descalza. En el fondo, está haciendo su segundo noviciado:

"Como estuvimos algunos días con oficiales para recoger la casa, sin clausura, había lugar para informar al padre fray Juan de la Cruz de toda nuestra manera de proceder, para que llevase bien entendidas todas las cosas, ansí de mortificación como del estilo de hermandad y recreación que tenemos juntas." (Fundaciones, c. 13).
Mientras fray Antonio arregla sus asuntos en Medina, fray Juan va a preparar la casa de Duruelo, antes de que surja cualquier contratiempo. Lleva algunas cosas para el nuevo convento. Lleva también una carta de la Madre para el caballero de Avila don Francisco Salcedo:
"Hable vuestra merced a este Padre, suplícoselo , y favorézcale en este negocio, que, aunque (el Padre) es chico, entiendo es grande en los ojos de Dios. Cierto, él nos ha de hacer acá harta falta, porque es cuerdo y propio para nuestro modo, y ansi creo le ha llamado Nuestro Señor para esto. No hay fraile que no diga bien de él, porque ha sido su vida de gran penitencia, aunque ha poco tiempo. Mas parece le tiene el Señor de su mano, que aunque hemos tenido aquí algunas ocasiones en negocios, y yo, que soy la mesma ocasión, que me he enojado con él a ratos, jamás le hemos visto una imperfección. Animo lleva; mas, como es solo, ha menester lo que Nuestro Señor le da para que lo tome tan a pechos. El dirá a vuestra merced cómo acá nos va.." (Epistolario, carta X).
Sin tardar mucho, fray Juan emprende desde Avila el viaje hacia Duruelo. Le acompaña un hombre, con vocación de lego, que hace de albañil en la transformación de la casa en convento. Fray Juan hace de peón.

Fray Juan sale a las aldeas a predicar y, cuando llegaba temprano, empleaba un tiempo antes de la misa en oír confesiones. Le acompaña su hermano Francisco, que ha venido desde Medina.

De forma sencilla, se inaugura la casa. Dice la misa el provincial de Castilla y ante él los primeros carmelitas descalzos hacen profesión de la Regla primitiva, sin mitigación:

"Nos, fray Antonio de Jesús, fray Juan de la Cruz y fray José de Cristo comenzamos hoy, 28 de noviembre de 1568, a vivir la Regla primitiva..."

Y firman los tres descalzos. Es la primera vez que cambian el apellido. En adelante, el Reformador firmará siempre FRAY JUAN DE LA CRUZ.

La nueva comunidad queda constituida por cinco religiosos: los tres que han hecho la renuncia a la Regla mitigada, el padre Lucas de Celis, que continúa en hábito de calzado, y el lego que vino con fray Juan. El vicario del convento es fray Antonio de Jesús.

En marzo de 1569, les visita la madre Teresa:

"Llegué una mañana; estaba el padre fray Antonio de Jesús barriendo la puerta de la iglesia, con un rostro de alegría que tiene él siempre Yo le dije: "¿Qué es esto, mi Padre? ¿ Qué se ha hecho la honra?" Díjome estas palabras, diciéndome el gran contento que tenía: "Yo maldigo el tiempo que la tuve". Como entré en la iglesia, quedeme espantada de ver el espíritu que el Señor había puesto allí. Y no era yo sola, que dos mercaderes que habían venido de Medina hasta allí conmigo, que eran mis amigos, no hacían otra cosa sino llorar.¡Tenía tantas cruces, tantas calaveras!...

Nunca se me olvida una cruz pequeña de palo que tenía para el agua bendita, que tenía en ella pegada una imagen de papel con un Cristo, que parecía ponía más devoción que si fuera de cosa muy bien labrada. El coro era el desván, que por mitad estaba alto, que podían decir las horas; mas habíanse de abajar mucho para entrar y oír misa. Tenían a los dos rincones, hacia la iglesia, dos ermitillas, adonde no podían estar sino echados o sentados, llenas de heno (porque el lugar era muy frío, y el tejado casi les daba sobre las cabezas), con dos ventanillas hacia el altar, y dos piedras por cabeceras, y allí sus cruces y calaveras. Supe que después que acababan maitines hasta prima no se tornaban a ir, sino allí se quedaban en oración; que la tenían tan grande, que les acaecía ir con harta nieve los hábitos cuando iban a prima, y no haberlo sentido...

Iban a predicar a muchos lugares que están por allí comarcanos sin ninguna doctrina (que por esto también me holgué se hiciese allí la casa; que me dijeron que ni había cerca monasterio), ni de dónde tenerla, qué era gran lástima... Iban, como digo, a predicar legua y media, dos leguas, descalzos (que entonces no tenían alpargatas, que después se las mandaron poner), y con harta nieve y frío; y después que habían predicado y confesado, se tornaban bien tarde a comer a su casa. Con el contento, todo se les hacía poco" (Fundaciones, c. 14).

La madre Teresa aprovecha su visita para tratar algunas cosas referentes a la organización de la vida de los frailes. Asustada ante las constantes y duras penitencias a que se han entregado, les ruega templen un poco su rigor. Teme que el demonio se aproveche de esto como de un medio para que enfermen y se pierda la obra. Ellos hacen poco caso. La Madre se marcha, alabando al Señor:

"Que bien entendía era ésta muy mayor merced que la que me hacia en fundar casas de monjas" (ib)

Poco después, los frailes de Duruelo tienen la visita del provincial, fray Alonso González. Satisfecho de la marcha de la fundación, la eleva a la categoría de priorato, con la consiguiente autorización para recibir novicios. Nombra prior a fray Antonio y subprior a fray Juan de la Cruz, que comienza así su oficio de maestro espiritual de la reforma.

Año y medio después, en la cuaresma de 1570, el padre Antonio es invitado a predicar en Mancera de Abajo, pueblo próximo a Duruelo. Le lleva don Luis de Toledo, pariente del duque de Alba, y le hospeda en su palacio. Junto a su palacio, don Luis ha construido una iglesia con un precioso retablo traído de Flandes. Don Luis ofrece la iglesia a los Descalzos. Duruelo es ya insuficiente. Consultado el provincial, fray Antonio acepta el ofrecimiento, y se comienzan las obras, que no duran tres meses.

El 11 de junio se hace el traslado. Frailes, clérigos y nobles acompañan a los Descalzos en una procesión, que parte de Duruelo y recorre lentamente el camino hasta Mancera. A la entrada de Mancera esperan el cura y el pueblo. La procesión termina en la iglesia.
 
 

AQUESTA LUZ Y GUÍA

Fray Juan de la Cruz ha realizado ya su personal "subida al monte Carmelo", el alto estado de perfección que consiste en la unión del alma con Dios. Dicha unión acontece tras un proceso de purificación (sensitiva y espiritual), "en una noche oscura", pero "noche dichosa". El alma es guiada por una luz más cierta que "la luz del mediodía" hasta el encuentro con Cristo. Fray Juan lo cantará después en Nocheoscura (probablemente, en 1577) y en Llamade amor viva (hacia 1584).
 

NOCHE OSCURA
En una Noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!, 

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada;

a oscuras, y segura
por la secreta escala disfrazada,

¡ oh dichosa ventura!,

a oscuras y en celada,

estando ya mí casa sosegada;

en la Noche dichosa, 
en secreto, que nadie me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz ni guía, 

si no la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,

adonde me esperaba

quien yo bien me sabia,

en parte donde nadie parecía.

¡ Oh, Noche que guiaste!
¡ Oh Noche amable más que la alborada!

¡ Oh Noche que juntaste

Amado con Amada,

amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido, 
que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba, 

y el ventalle de cedros aire daba.

El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serena 

en mi cuello hería,

y todos mis sentidos suspendía.

Quedeme y olvideme, 
el rostro recliné sobre el Amado;

cesó todo y dejeme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado


 
 
LLAMA DE AMOR VIVA
¡ Oh llama de amor viva, 
que tiernamente hieres 

de mi alma en el más profundo centro!;

pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres

rompe la tela deste dulce encuentro.

¡ Oh cauterio suave!
¡ Oh regalada llaga!

¡ Oh mano blanda! ¡ Oh toque delicado,

que a vida eterna sabe

y toda deuda paga!

Matando, muerte en vida la has trocado,

¡ Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su Querido!

¡ Cuán manso y amoroso 
recuerdas en mi seno, 

donde secretamente solo moras; 

y en tu aspirar sabroso

de bien y gloria lleno,

cuán delicadamente me enamoras!


 
 
"¡Oh Señor, Dios mío!, ¿quién te buscara con amor puro y sencillo que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que tú te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean?"
SAN JUAN DE LA CRUZ, Dichos de luz y amor

 
 
PARA LA REFLEXION PERSONAL Y DE GRUPO

La vida de San Juan de la Cruz tiene un hilo conductor: se siente guiado, conducido, hasta el encuentro con Cristo. De este modo, su historia personal se convierte en historia de salvación a través de las diferentes etapas:

  • primeros años
  • primeros estudios
  • universidad
  • vocación y revisión de la misma
  • purificación
  • encuentro con Cristo, que es luz y guía
¿Hay algo que nos llama especialmente la atención? ¿Por qué? En cierto sentido, ¿ nos ayuda a entender mejor la propia vida?

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