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El Señor me abrió el oído (Is 50,4-7). La gloria de la cruz (Sal 22). Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz (Flp 2,6-11). Entrada mesiánica (Mt 21,1-11).
Conviene que uno muera por el pueblo y no la nación entera (Jn 11,45-57).