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No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Dt 8,2-16). Él envía su mensaje a la tierra (Sal 147). Aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo (1 Co 10,16-17). El que come este pan, vivirá para siempre (Jn 6, 51-58).