En el principio era la palabra
 

IGLESIA, SERVIDORA DE LOS POBRES
Instrucción pastoral de la CEE (resumen)


1. INTRODUCCION. Especialmente desde que estalló la crisis, somos testigos del grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo. No se debe sólo a factores económicos, sino también morales y sociales.  
2. Queremos compartir con los fieles y con cuantos quieran escucharnos nuestras preocupaciones Algunos datos esperanzadores nos llevan a pensar que la crisis se está superando, pero hasta que no se haga efectiva en los más necesitados no podemos conformarnos. Han aumentado las desigualdades, debilitando las bases de una sociedad justa.
3. SITUACION SOCIAL. Una sociedad envejecida como consecuencia de nuestra baja tasa de natalidad y del escandaloso número de abortos. Muchas familias, al carecer de la protección social que necesitan y merecen, sufren un incremento de desigualdades y nuevas pobrezas, especialmente si han de cuidar a alguna persona discapacitada o están en paro.
4. Especialmente doloroso es el paro que afecta a los jóvenes, sin posibilidad de independizarse y crear una familia, obligados muchos de ellos a emigrar. Asimismo resulta doloroso el paro que afecta a las personas mayores de 50 años, que apenas tienen esperanza de reincorporarse a la vida laboral.
5. También nos duele la situación de la infancia que vive en pobreza, que sufre privaciones básicas, que carece de un ambiente familiar y social apto para crecer, educarse y desarrollarse adecuadamente. Y no podemos olvidar los niños, inocentes e indefensos, a los que se niega el derecho mismo a nacer.
6. Nos preocupa la situación de los ancianos, en épocas de bienestar olvidados por sus familias, pero que ahora se han convertido en el alivio de muchas; con sus escasas pensiones,  contribuyen al sustento de sus hijos y, con su esfuerzo personal, cuidan de sus nietos; pero ello les sobrecarga de trabajo y empeora ostensiblemente sus condiciones de vida.
7. Asimismo nos aflige el incremento del número de mujeres afectadas por la penuria económica. Algunas de ellas incluso son víctimas de la trata de personas con fines de explotación sexual, particularmente las extranjeras, engañadas en su país de origen con falsas ofertas de trabajo y explotadas aquí en condiciones similares a la esclavitud.
8. Pobreza en hombres y mujeres del campo y del mar. Muchas personas se han desplazado del mundo rural, incidiendo gravemente en su despoblación y envejecimiento. Los labradores y ganaderos han visto aumentar los gastos de producción, no así el precio de sus productos. Los pueblos más pequeños son habitados mayoritariamente por ancianos y personas solas.
9. La migración debe ser entendida como el ejercicio del derecho de todo ser humano a buscar mejores condiciones de vida en un país diferente del suyo. Ha llegado la hora de reconocer  la aportación que han hecho los inmigrantes a nuestra sociedad. Los emigrantes son los pobres entre los pobres. Los más pobres entre nosotros son los extranjeros sin papeles. Son necesarios programas que vayan más allá de la protección de fronteras. Cada vez más, la sociedad será multiétnica, intercultural y plurireligiosa.
10. La corrupción es un mal moral,  el enriquecimiento ilícito que supone constituye una seria afrenta para los que están sufriendo las estrecheces derivadas de la crisis; esos abusos quiebran gravemente la solidaridad y siembran la desconfianza social. Es una conducta éticamente reprobable y un grave pecado.
11. La corrupción es una grave deformación del sistema político. Es necesario que se produzca una verdadera regeneración moral a nivel personal y social.
12. Por encima de la pobreza material, hay otra menos visible, pero más honda, el empobrecimiento espiritual. Jesús nos ha dado a conocer el rostro paternal de Dios. Ignorar a Cristo es una indigencia radical. Quien le conoce de verdad, le reconoce en los pobres.
13. El empobrecimiento espiritual se da también en muchos bautizados que carecen de una suficiente formación cristiana y vivencia de la fe. Se requiere una nueva evangelización.
14. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria.
15. FACTORES QUE EXPLICAN ESTA SITUACION. Hoy imperan en nuestra sociedad las leyes inexorables del beneficio y de la competitividad. Como consecuencia, muchas personas se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizonte, sin salida.
16. Urge recuperar una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas. Como dice el papa Francisco, es preciso “preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad de los pueblos y de las personas”.
17. En la cultura del aquí y del ahora no hay espacio para la solidaridad con los otros, con los que se encuentran lejos, con los que vendrán más adelante. Este pragmatismo nos invita a no asumir proyectos que conlleven renuncia.
18. El desarrollo técnico parece ser la panacea para resolver todos nuestros males. Pero la técnica no es la medida de todas las cosas, sino el ser humano y su dignidad.
19. Causas de la actual situación son, entre otras, la explosión de la burbuja inmobiliaria, un endeudamiento excesivo y, también, la insuficiente regulación y supervisión que han conducido a efectuar recortes generalizados en los servicios, al asumir el endeudamiento público y privado. Las pérdidas se han socializado, los beneficios no se compartieron. El aumento de la desigualdad y de la exclusión social representa una seria amenaza a largo plazo.
20. Aspectos como la lucha contra la pobreza, un ideal compartido de justicia social y de solidaridad – que deberían centrar nuestro proyecto como nación-, se sacrifican en aras del crecimiento económico.
21. La autonomía absoluta de los mercados es una verdadera idolatría en la que al dinero se le rinde culto y se le ofrecen sacrificios.
22. Es necesario recuperar la dimensión ética de la economía. La autonomía de la economía ha llevado a abusos. La actividad económica, por sí sola, no puede resolver todos los problemas sociales; su ordenación al bien común es responsabilidad de la comunidad política.
23. PRINCIPIOS DE DOCTRINA SOCIAL. La economía está al servicio de la persona y de su desarrollo integral. El hombre no es un instrumento al servicio de la producción y del lucro.  
24. Nuestro servicio a la liberación del pobre debe ser integral. Debemos evitar un uso parcial del concepto de liberación reduciéndolo solamente a lo espiritual o a lo material, a lo individual o a lo social, a lo eterno o a lo temporal.
25. En una cultura que excluye y olvida a los más pobres, hasta el punto de considerarlos un desecho para esta sociedad del consumo y del bienestar, es urgente tomar conciencia  del destino universal de los bienes. En la Sagrada Escritura, la tierra es creación de Dios para todos sus hijos. Se dictan leyes para que, en los años jubilares, se restablezca la igualdad. Los profetas denuncian la acumulación de bienes en pocas manos. Jesús se aplica a sí mismo la misión de proclamar un año de gracia del Señor, implantando la justicia y la igualdad. Cuando damos algunas cosas necesarias a los pobres, les devolvemos lo que es suyo, no damos lo que es nuestro (San Gregorio Magno).
26. Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. La propiedad privada no es un derecho absoluto e intocable, sino subordinado al destino universal de los bienes.
27. La solidaridad, dice el papa Francisco, “es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad”, “supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”.
28. La comunidad política tiene la responsabilidad de garantizar la realización de los derechos de sus ciudadanos, como el derecho al trabajo digno, vivienda adecuada, cuidado de la salud, una educación en igualdad y libertad. La implantación de un sistema fiscal eficiente y equitativo es primordial para conseguirlo. Otros derechos fundamentales: la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la protección de la infancia y la maternidad.
29. El ser humano es sujeto de derechos y deberes; el derecho de uno implica el deber de otro.
30. Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social.
31. El principio de subsidiariedad regula las funciones que corresponden al Estado y a los cuerpos sociales intermedios permitiendo que éstos puedan desarrollar su función sin ser anulados por el Estado u otras instancias de orden superior. La subsidiariedad nos hace sentirnos como personas activas y responsables en las distintas comunidades y asociaciones.
32. La política más eficaz para lograr la integración y la cohesión social es, ciertamente, la creación de empleo,  un trabajo digno y estable.
33. PROPUESTAS ESPERANZADORAS DESDE LA FE. Ante la ardua tarea que debemos afrontar, necesitamos levantar la mirada y acudir a Dios para que Él nos inspire. En la palabra de Dios encontramos luz suficiente para ordenar las cuestiones sociales.
34. Jesús comienza su misión invitando a la conversión: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15).
35. Si el Evangelio que anunciamos no se traduce en buena noticia para los pobres, pierde autenticidad y credibilidad.  
36. La caridad hunde sus raíces en la fe en Dios. “La experiencia de un Dios uno y trino, que es unidad y comunión inseparable, nos permite superar el egoísmo”.
37. Las instituciones, como Cáritas, Manos Unidas y otras asociaciones eclesiales están llamadas a vivir una profunda espiritualidad, sin disociar acción y contemplación, cumpliendo la voluntad del Padre que quiere hacer de la humanidad una sola familia, haciendo actual hoy la proclamación de Jesús en la sinagoga de Nazaret: “El espíritu del Señor sobre mí”….
38. Hemos de cultivar “una espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña de nuestro Dios”, “encarnada y de ojos y oídos abiertos a los pobres”.
39. La evangelización supone la promoción humana, tiene una clara implicación social.
40. La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. El Dios en el que creemos es el defensor de los pobres.
41. La Iglesia existe para ser en medio del mundo un signo del amor de Dios manifestado en Cristo, amor que muestra la fraternidad entre los hombres, base de la convivencia cívica y fuerza motriz de un verdadero desarrollo.
42. Evangelizar en el campo social supone trabajar por la justicia y denunciar la injusticia,  socorrer las necesidades más urgentes y colaborar en realizar estructuras más justas.
43. No todos tenemos posibilidad de anunciar a Jesucristo promoviendo grandes obras sociales, pero sí podemos hacerlo en el encuentro con el hermano, acompañándolo en sus dificultades, haciendo juntos el camino del crecimiento humano integral y liberador.
44. Modo justo de gobernar: en la promoción de políticas fiscales equitativas, en propiciar las reformas necesarias para una razonable distribución de los bienes, en la efectiva supervisión de las instituciones bancarias, en la humanización del trabajo industrial, en la regulación de los flujos migratorios, en la salvaguardia del medio ambiente, en la universalización de la sanidad y la educación, protección social, pensiones y ayuda a la discapacidad.
45. No podemos callar cuando no se reconocen los derechos de las personas, cuando se permite que los seres humanos no vivan con la dignidad que merecen. Debemos elevar el nivel de exigencia moral en nuestra sociedad y no resignarnos a considerar normal lo inmoral.
46. La primera asistencia – comida, ropa, medicamentos, alquileres, etc-, ha restado poder atender a tareas tan importantes como el acompañamiento y la promoción de la persona.
47. Es necesario estar con los pobres y no limitarnos a dar a los pobres.
48. La pobreza no es consecuencia de un fatalismo inexorable, tiene causas responsables.
49. Hemos de trabajar con tesón para eliminar las causas estructurales de la pobreza.
50. Tenemos una sociedad envejecida y cada vez más limitada para mantener determinados servicios sociales: pensiones, subsidios por desempleo, atención a la dependencia, etc.
51. Nos preocupan las desigualdades que sufren las mujeres. Es preciso aceptar sus legítimas reivindicaciones, varón y mujer tienen la misma dignidad. Es urgente crear cauces para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras porque el aborto se les presenta como rápida solución a sus profundas angustias.
52. No a la economía de la exclusión, que olvida a tantas personas, que los descarta como desechos sobrantes. No a la indiferencia globalizada.
53. Hay que reducir las desigualdades en el ámbito nacional e internacional.
54. Es necesario que la comunidad cristiana sea el verdadero sujeto eclesial de la caridad y toda ella se sienta implicada en el servicio a los pobres.
55. La acción social en la Iglesia no es labor de personas inmunes al cansancio y a la fatiga, sino de personas normales, frágiles, que también necesitan de cuidado y acompañamiento.
56. CONCLUSION. “He visto la opresión de mi pueblo” (Ex 3,7). También nosotros hemos visto. Pedimos perdón por los momentos en que no supimos responder.
57. Agradecemos el esfuerzo tan generoso que están haciendo las instituciones de la Iglesia (Cáritas en 2013 atendió a casi 2 millones de personas con 71.000 voluntarios).
58. Es preciso comprometernos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo con los demás.