En el principio era la palabra
 

LOCURA INFERNAL EN TIERRA SANTA

 

1.      El conflicto judío-palestino es endiablado. La locura infernal en Tierra Santa parece no tener solución. Inciden factores de diverso tipo: históricos, culturales, políticos, religiosos.  En un mundo globalizado, el problema resulta cada vez más cercano. Es preciso ver, juzgar y actuar.

2.      Originariamente, Palestina es el país de los filisteos, uno de los antiguos pueblos que habitan la tierra de Canaán. Los filisteos llegan por el año 1200 a.C. Forman parte de los “pueblos del mar”. Incorporada a la provincia romana de Siria  (65 d.C.), Palestina pasa después a la provincia romana de Judea (139 d.C.). Por su parte, los israelitas llegan a la tierra de Canaán hacia el s. XIV a.C., huyendo de la esclavitud de Egipto. Tras la cautividad de Babilonia (s. VI a. C.) se  llaman también judíos. En el periodo helenista,  Judea es la parte sur de Palestina, el antiguo reino de Judá, que tiene a Jerusalén como capital. Queda integrada en la provincia romana de Siria  el año 6 a.C. El término israelita designa a los judíos, especialmente en su aspecto religioso.

3.      Con la expresión pueblo hebreo se subraya el origen palestino del pueblo judío. El hebreo es un idioma cananeo, perteneciente al grupo de las lenguas semíticas y adoptado por las tribus procedentes de Egipto después de su asentamiento en Canaán. El arameo es un dialecto que se impone después del destierro, pero el hebreo permanece como lengua sagrada.

4.      En tiempo de Jesús, existe un movimiento de resistencia religiosa y política, el celotismo. Celosos de la ley, incluso fanáticos, esperan el reino de Dios. Entre ellos, los celotas propiamente dichos tienen un programa de reforma radical del culto y del sacerdocio. Y los sicarios (asesinos a sueldo) tienen un programa más bien político: quieren expulsar a los romanos y establecer el reino de Israel, provocando el cambio por la fuerza.

5.      Los rasgos que acercan a Jesús a los celotas son: su anuncio del reino de Dios (Mc 1,15;ver Hch 1,1-11); su denuncia de la injusticia social (Lc 6,24); su postura crítica frente a Herodes (Lc 13,32) y frente a los reyes de la tierra, que dominan como señores absolutos (Lc 22,25); ciertas frases sobre llevar la espada (Lc 22,36); la vida y la actividad de Jesús, a quien la gente quiere hacer rey (Jn 6,15); entre los doce, hay uno (Simón) llamado "el celota" (Lc 6,15 y Hch 1,13); otro, Judas Iscariote, tiene un apodo que parece una deformación de sicariote; y está Simón Pedro, que lleva una espada; el celo del templo, que está manchado y necesita ser purificado (Jn 2,17); los romanos condenan a Jesús como agitador celota, según el letrero de la cruz (Jn 19,19).

6.      Los rasgos que separan a Jesús de los celotas son: su concepción del reino, que viene de Dios y crece como la semilla, por sí sola (Mc 4,28); Jesús no se impone por la fuerza, llama a la conversión; sus palabras sobre la no violencia y la invitación a no devolver mal por mal (Mt 5,39ss); el amor a los enemigos (5,44); la dicha prometida a los no violentos y a los que trabajan por la paz: poseerán la tierra, serán llamados hijos de Dios (5,4.9); su elogio de la fe del centurión (8,10); la llamada de Mateo "el publicano" y el hecho de comer con  representantes del orden establecido (9,9-13); la llamada a la conversión para no perecer como los galileos, cuya sangre mezcló Pilato con la de sus sacrificios (Lc 13,1-5); la evasiva ante la cuestión del impuesto del César (Mc 12,13-17); el rechazo de una concepción política de su misión, como la gran tentación (Mt 4,9); la entrada en Jerusalén montado en un asno (Za 9,9), simbolizando su misión de paz y de justicia; la consideración de Jesús como leño verde a diferencia del leño seco (Lc 23,28ss); la declaración de que su reino no es de este mundo (Jn 18,36).

7.      Los celotas no encuentran en Jesús promesas de triunfo, sino (de forma velada) palabras de crítica: entregan a los suyos a ser degollados por los romanos, como les sucedió a los galileos (Lc 13,3); ven venir al lobo y huyen; son asalariados a quienes no importan las ovejas; no entran por la puerta, escalan por otra parte; son ladrones y salteadores, roban, matan y destruyen (Jn 10,1-21; ver Is 11,6;65,25;Hch 20,29). Jesús, el profeta galileo (Mt 21,11), no quiere que se le confunda con los que han venido delante de él (Jn 10,8).

8.      La agitación judía termina en la guerra contra los romanos (70 d.C.). El general  Vespasiano toma Jerusalén y destruye el templo. El pueblo judío se dispersa por las diversas naciones que integran el imperio romano. Los primeros cristianos no hacen la guerra, se refugian al otro lado del Jordán.

9.      En los umbrales del siglo VII, el islam nace en Arabia y se extiende por Persia, Egipto, Siria y Palestina. Sobre las ruinas del antiguo templo judío de Jerusalén, abandonado desde finales del siglo I, los palestinos musulmanes levantan las dos mezquitas. En el pueblo palestino unos son cristianos y otros musulmanes, y conviven pacíficamente durante siglos con una minoría judía siempre presente  en esta  tierra.

10.  La situación de los judíos varía a lo largo de la historia, según el país, las circunstancias y las alianzas. En Europa, hasta el siglo XI, viven en medio de la población, sin que les segreguen. A partir de las cruzadas les son gradualmente prohibidos determinados oficios, así como la posesión de tierras. Algunos se dedican al préstamo de dinero y al comercio internacional, favorecidos por los contactos entre miembros de la diáspora.

11.  En 1896 Theodor Herzl escribe El Estado de los judíos. Es el creador del movimiento sionista. El sionismo reclama el “renacimiento nacional del pueblo judío” y su “regreso” a la tierra de Palestina, que recoge las filosofías nacionalistas y la ideología colonialista de la época.

12.  El 2 de noviembre de 1917 Arthur James Balfour, ministro del poderoso gobierno británico, publica su famosa declaración. Este gobierno “ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”. La declaración precisa que “no se hará nada que pueda atentar contra los derechos civiles y religiosos de las colectividades no judías que existen en Palestina”. La Sociedad de Naciones (SDN, creada en 1920, precedente de la ONU) concede a Gran Bretaña el “mandato” sobre Palestina, el 24 de julio de 1922. En su gran mayoría, Palestina está habitada por árabes: 600.000 musulmanes y 70.000 cristianos; también viven en ella 80.000 judíos. A pesar del pasado otomano, jalonado de incompetencia, corrupción y despotismo, la región está económicamente viva (agrios, cereales, manufacturas, peregrinaciones). Hasta 1929, Gran Bretaña favorece sin restricciones la instalación de judíos en Palestina y su organización autónoma. En su mayor parte, llegan de Rusia y de Europa central, huyendo de los pogromos. Entre 1919 y 1923 la inmigración apenas suma 35.000 personas. En 1928 llegan hasta 155.000.

13.  La frustración palestina se manifiesta en revueltas y golpes de mano, asestados contra los británicos, como los que estallan en agosto de 1929 en Jerusalén. Se extienden por el país, en particular a Hebrón, donde cerca de ochenta judíos son masacrados en condiciones atroces. Un abismo separa a los autóctonos y a los colonos.

14.  El 7 de julio de 1937 una comisión de investigación del gobierno de Londres entrega el “informe Peel”. Propone la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, pero Jerusalén y su región quedarían bajo mandato británico. Indignados, los palestinos reanudan su movimiento en septiembre de 1937. Esta vez se trata de un levantamiento popular armado, con centenares de grupos que realizan acciones contra las fuerzas británicas y contra las colonias judías. El balance es trágico en las filas árabes: de 3.000 a 6.000 muertos y miles de detenidos y deportados. Grupos sionistas recurren al arma del terrorismo ciego.

15.  Gran Bretaña modifica su estrategia. El 17 de mayo de 1939 un Libro Blanco define su nueva política, el establecimiento de un Estado palestino independiente “en el cual los árabes y los judíos compartirán la autoridad en el gobierno de tal modo que se salvaguarden los intereses esenciales de ambos”. El texto provoca una protesta generalizada de las organizaciones sionistas, cuyos miembros más extremistas propugnan la lucha armada “contra el colonialismo británico”. El 22 de julio de 1946 un atentado contra el Hotel Rey David, cuartel general militar y administrativo británico, que causó un centenar de muertos, pone fin a la alianza con Gran Bretaña.

16.  El 29 de noviembre de 1947 se aprueba la resolución 181 de la ONU sobre la partición de Palestina: el Estado judío debería ocupar el 55% de Palestina, con 500.000 judíos y 400.000 árabes; el Estado árabe, el territorio restante, con 700.000 árabes y algunos miles de judíos; la zona de Jerusalén (internacional) será habitada por 200.000 personas, la mitad árabes y la mitad judías. Desde el punto de vista palestino, el plan de la ONU significa la amputación de una parte sustancial de su territorio nacional para resarcir a los judíos de los horrores del holocausto nazi. Además, a una minoría (la judía) de menos de un tercio de la población global se le otorga más del 60 por ciento del territorio.

17.  El sionismo obrero de Ben Gurión es determinante. El 14 de mayo de 1948 Israel declara su independencia, tras una serie de atentados terroristas y una guerra de guerrillas. Los palestinos son sometidos. Nace el actual Estado de Israel, con el apoyo político, financiero y militar de Estados Unidos. Pero Israel no es un Estado normal: el derecho de suelo está reemplazado por el derecho de sangre. Las minorías no judías no forman parte del Estado (etnocracia).

18.  Dice el intelectual israelí Michel Warschawski: “La guerra que desencadenó Israel fue una guerra de depuración étnica. Ciudades enteras como Jaffa, Lydda o Ramleh, fueron vaciadas de población; más de 400 pueblos evacuados y destruidos en los meses que siguieron a la guerra. El historiador israelí Benny Morris ha cuantificado no menos de ochenta masacres entre 1947 y finales de 1948. Durante cuatro décadas, Israel ha negado unánimemente la realidad de esta guerra: las masacres, la expulsión, el concepto mismo de refugiado”.

19.  Tras la destrucción de Palestina en 1948, el pueblo palestino se fijó dos objetivos: la liberación de la tierra y el retorno de los refugiados. En 1959 Yaser Arafat funda Al Fatah, movimiento de liberación de Palestina. En 1964 la Liga Arabe funda la OLP. En 1965 Al Fatah emprende acciones armadas contra Israel. En la guerra de los seis días (1967) Israel invade los territorios palestinos de Cisjordania, Gaza y los altos del Golán y el Sinaí. Esto genera un fuerte movimiento de resistencia, en unos casos pacífico y en otros violento, como la Yihad Islámica, Hamás o Hezbolá. A partir de 1969 Al Fatah reivindica la constitución de un Estado democrático en el que coexistan musulmanes, cristianos y judíos.  Israel, con el apoyo de Estados Unidos, rechaza toda conversación con una “organización terrorista”. En los años ochenta acoge a centenares de miles de refugiados soviéticos.

20.  Entre 1987-1991 se produce el segundo levantamiento palestino: la Intifada, “la rebelión de las piedras”. El proceso abierto por la Declaración de Principios de Oslo, en 1993, se basa en el reconocimiento mutuo del Estado de Israel y del movimiento nacional palestino, así como en la idea de partición: “Ellos en su casa y nosotros en la nuestra” (E. Barak). La filosofía de los acuerdos, definida por la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, se resume en la fórmula: “Paz a cambio de los territorios”. Pero Israel exigirá la paz y los territorios.

21.  El 1 de julio de 1994 la Autoridad Palestina se instala en Gaza y en Jericó. El 20 de enero de 1996 Yaser Arafat es elegido presidente de la Autoridad Palestina. El 28 de septiembre de 2000 se produce el tercer levantamiento palestino, la segunda Intifada. El líder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, está por la solución pacífica: “La paz no es sólo para nosotros, sino también una necesidad para los israelíes”. Sin embargo, dice, “la Intifada ha mostrado que es imposible doblegar la voluntad colectiva del pueblo palestino”.

22.  ¿Qué quiere el pueblo palestino? Reconocimiento de un Estado palestino con auténtica soberanía sobre el equivalente del 100% de los territorios perdidos en 1967; solución al problema de los 3’7 millones de refugiados palestinos, dándoles la posibilidad de vivir donde sus antepasados o ellos mismos vivían antes de 1948; Jerusalén, capital del Estado; garantías de seguridad sobre lo que sería una zona no militarizada.

23.  ¿Qué quiere Israel? Preservar la identidad judía; garantizar la seguridad; establecer con seguridad el fin definitivo del conflicto con los palestinos y con los Estados árabes; evitar una llegada masiva de refugiados, que daría un vuelco al equilibrio demográfico de Israel; Jerusalén, capital de Israel; reconocimiento del lazo sagrado de los judíos con el monte del templo; evitar una vuelta a las fronteras de 1967; el valle del Jordán, frontera oriental de seguridad de Israel.

24.  El planteamiento de Camp David (2000) se basó en la creencia de que un entendimiento duradero sólo podía venir de negociaciones directas entre israelíes y palestinos. Pero fracasaron las negociaciones. Ahora parece claro que la solución debe venir de fuera, debido a la espiral de violencia y al desequilibrio total de las fuerzas en lucha.

25.  El ex ministro de Exteriores israelí, Shlomo Ben Ami, laborista, defiende “la creación de una alianza internacional que arranque un acuerdo de paz a palestinos e israelíes”,  y propone un plan en dos fases. En la primera, “Israel debería retirarse de la mayor parte de los territorios, pero de forma coordinada con la comunidad internacional”. En la  segunda, “se debería llegar a un acuerdo de paz de la mano de una plataforma internacional liderada por EE UU, la UE, Rusia y cuatro países árabes fundamentales: Marruecos, Egipto, Jordania y Arabia Saudí”. Ben Ami apoya la propuesta saudí: reconocimiento de Israel por todos los países árabes a cambio de los territorios ocupados en 1967.

26.  La constitución de una república laica y democrática podría ser una alternativa al Estado judío en las fronteras restringidas del Estado de Israel con su corolario: la formación de una nación palestino-israelí nueva. La idea binacional hizo su primera aparición en los años veinte, en el seno de un pequeño grupo de intelectuales judíos llegados a Palestina, entre ellos el filósofo Martín Buber. La cuestión es si, de hecho, resulta viable.

27.  Ariel Sharon, el primer ministro israelí, es el hombre que envió a su ejército al Líbano en 1982 para “arrancar las raíces del terrorismo palestino”: sus fuerzas de elite mataron a unas 17.500 personas, casi todas civiles. Es el mismo que envió a los crueles aliados falangistas de Israel a los campos de refugiados de Sabra y Chatila en Beirut y masacraron a 1.700 civiles palestinos. Es el mismo que ahora, un mes tras otro, rompe los acuerdos de Oslo, construye colonias judías a marchas forzadas en territorio árabe y manda a sus escuadrones de la muerte a asesinar palestinos. Mientras tanto, la Administración de Bush -temerosa de ofender a los israelíes – le permite hacer lo que quiere: “En respuesta a los infames atentados suicidas palestinos, Bush manifesta su indignación. En respuesta a la agresión de Israel, hace un llamamiento a la contención, y luego no hace nada” (R. Fisk).

28.  Según un sondeo realizado en la ciudad palestina de Nablús (en marzo, 2002), más del 87% de los palestinos apoya la continuación de los atentados terroristas y el 64% está a favor de que las mujeres cometan atentados suicidas. Si el sondeo se hiciera hoy, los porcentajes serían aún mayores.

29.  Comenta el profesor palestino Edward W. Said: “La versión oficial (que EE UU y casi todos los comentaristas de los medios norteamericanos han apoyado en lo fundamental) es que Israel sólo se defiende cuando toma represalias por los atentados suicidas que han dañado su seguridad e incluso amenazado su existencia. Esta afirmación se ha convertido en una verdad absoluta, en la que no se tiene en cuenta ni lo que ha hecho Israel ni lo que de verdad le han hecho”.

30.  Abril de 2002. En Yenin, una ciudad de 40.000 habitantes, se libra una batalla desigual. El ejército israelí pierde 23 soldados. Las bajas palestinas superan el centenar. Altavoz en mano, los militares conminan a los 15.000 residentes del campamento de refugiados a abandonar sus casas. Un millar de personas, entre mujeres y niños, se concentran en el centro del campo y se les permite salir. Sitiados desde hace una semana, sin agua ni electricidad, los milicianos palestinos saben que no tienen posibilidades de salir con vida. Llenan de trampas explosivas el perímetro de la zona donde todavía resisten:  “Va a ser nuestro Masada”. Se refieren a la heroica resistencia de los celotas que, ante el asedio romano, prefieren el suicidio colectivo antes que la rendición.

31.  El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón aboga por un proceso de paz blindado, con una cláusula que penalice a la parte que se lo salte, y agrega: “Sharon comete un crimen contra la humanidad, al igual que los atentados suicidas; pero ningún atentado terrorista permite una respuesta terrorista por parte del Estado”.

32.  El 4 de abril Juan Pablo II escribe a su secretario de Estado, cardenal Sodano, sobre la  dramática situación en que se encuentra Tierra Santa: “Frente a la obstinada determinación de la represalia y de la venganza, se abre ante el ánimo angustiado de los creyentes la perspectiva de recurrir a la plegaria encendida a un Dios que es el único capaz de cambiar el corazón de los hombres, incluso de los más obstinados”. El papa pide “a cuantos tienen responsabilidad y poder a fin de que den los pasos necesarios, aunque sean costosos, para encauzar a las partes en conflicto hacia acuerdos justos y dignos para todos”.

33.  La corriente Somos Iglesia emite el siguiente comunicado: “Queremos expresar nuestra solidaridad con el pueblo palestino, sometido especialmente en estos días a una cruel y desesperante represión militar por parte del gobierno israelí. Los ciudadanos de todo el mundo necesitamos una solución justa para un conflicto que, desde hace décadas, asola Oriente Próximo y, cada vez en mayor medida, llena de temor e incertidumbre a la comunidad internacional. Sin embargo, no nos parece posible que pueda consolidarse una paz estable sin una solución política que de cumplida respuesta a los legítimos derechos del pueblo palestino, reconocidos por la ONU y tantas veces vulnerados. Ciertamente, esa paz tendrá que pasar por garantizar el derecho del pueblo palestino a un Estado propio y viable y por asegurar la seguridad del Estado de Israel y de sus ciudadanos, sin olvidar que el origen del conflicto se encuentra en la manera en que fue creado este Estado en 1947, con apoyo británico y norteamericano, a costa de los derechos e intereses de la mayoría de la población árabe residente en la zona” (6-4-2002).

34.  “Centenares de muertos, ciudades arrasadas, miles de detenidos y desaparecidos, millares de familias sin hogar, depósitos de agua dinamitados, infraestructura demolida y, por cada terrorista real detenido, mil palestinos decididos a ocupar su puesto” (H. Tertsch). Este es el balance provisional de la Operación Muro Defensivo del primer ministro israelí, Ariel Sharon. Lamentable muro.

35.  En un artículo publicado en el diario Le Monde (9-1-2001) el rabino David Meyer recuerda que, en la tradición judía, la idea de “tierra santa” o de “promesa incondicional” sobre la tierra de Israel no existe. Cita el capítulo 4 del Deuteronomio: “Ahora, pues, Israel, guarda las leyes y mandamientos que yo te inculco y ponlas por obra... Si degeneráis, si os hacéis un ídolo... desapareceréis rápidamente de ese país por cuya posesión vais a cruzar el Jordán”. El rabino se interroga sobre ese culto insensato que constituye la idolatría de la tierra de Israel, del Gran Israel, que antepone los conceptos de santidad y de lo sagrado al del respeto de la vida humana. La posición del rabino, que evita los escollos del fundamentalismo y del nacionalismo, es todo un ejemplo a seguir. Es preciso relativizar el concepto de tierra prometida. Es una señal de los tiempos: la tierra prometida es una tierra compartida por pueblos de diversa raza, cultura o religión, que saben convivir. En principio, cualquier tierra puede ser tierra prometida para quienes buscan la justicia y la paz.

·        Diálogo: ¿Qué podemos hacer?

-         expresar nuestra solidaridad con el pueblo palestino

-         denunciar el crimen contra la humanidad de Sharon

-         denunciar los atentados suicidas

-         abogar por una solución política que responda a los legítimos derechos del pueblo palestino, reconocidos por la ONU y tantas veces vulnerados

-         apoyar el derecho a la seguridad de Israel y de sus ciudadanos

-         abogar por una nueva sociedad palestino-israelí: el Estado de los judíos debe ser el Estado de todos los ciudadanos.

-         apoyar una solución justa al problema de los refugiados palestinos.

-         denunciar los escollos del fundamentalismo y del nacionalismo

-         acoger la señal de los tiempos: la tierra prometida es una tierra compartida por pueblos de diversa raza, cultura y religión, que saben convivir.