En el principio era la palabra
 

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EL PAN DE CADA DIA

 

1.- En la Biblia, el pan es don de Dios y símbolo de toda necesidad. El que carece de pan, carece de todo. Es alimento, fuerza, medio de subsistencia. Jesús invita a sus discípulos a pedir el pan de cada día (Mt 6,11). El pan parece resumir todo lo que necesitamos. Al propio tiempo, el pan es fruto del trabajo humano, quizá duro trabajo. Para nosotros ¿qué supone el pan?: ¿don de Dios?, ¿fruto del propio trabajo?, ¿duro trabajo? Y la relación laboral ¿es de fraternidad o de esclavitud?

2.- El pan no es sólo medio de subsistencia, es también algo que se comparte, medio de comunión. El pan une. Abraham percibe en los caminantes la presencia de Dios y comparte con ellos su pan (Gn 18,3-5).  La comida es incompatible con la traición. La tensión latente salta a la vista: “el que come mi pan levanta contra mi su calcañar” (Sal 41,10; Jn 13,18).

3.- La falta de pan es una lacra inconcebible en medio de un pueblo fraterno, reclama solidaridad: “el de buena intención será bendito, porque da su pan al débil” (Pr 22,9), el justo da su pan al hambriento (Ez 18,7.16; Jb 31,17; Tb 4,16). El verdadero ayuno es “desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los oprimidos...partir al hambriento tu  pan y a los pobres sin hogar recibir en casa” (Is 58,7). En el mundo actual 850 millones de personas tiene dificultades para alimentarse adecuadamente. En España, el desempleo subió en octubre de 2008 en 193.000 personas.

4.- En situaciones duras la confianza en Dios se pone a prueba: ¿Será Dios capaz de preparar una mesa en el desierto? (Sal 78,19), "¿acaso Dios se ocupa de mi causa y mi Dios de mi trabajo?" (Is 49,4). Son significativos los relatos de multiplicación de pan. La señal realizada por Eliseo expresa bien la abundancia del don de Dios: “Comerán y sobrará” (2 Re 4,42ss). Los evangelios, recordando la experiencia de que “todos comieron y se saciaron” (Mt 14,20; Jn 6,12;Sal 78,25), celebran el pan con que Dios alimenta a su pueblo.

5.- El pan es fruto del trabajo. Pertenece al plan original de Dios. “Tomó el Señor al hombre y le dejó en el jardín de Edén para que lo labrara y cuidara” (Gn 2,15). El Decálogo manda guardar el sábado, tras seis días de trabajo (Ex 20,8ss). El universo está en manos del hombre, que debe someter la tierra (1,28). Quienes trabajan, sostienen la creación: "el objeto de su oración son los trabajos de su oficio" (Eclo 38,39). En el Génesis, toda la creación se concibe en el marco de una semana que termina con el descanso del sábado. El hombre, creado a imagen de Dios (Gn 1,26), debe trabajarla y cuidarla. El trabajo humano desarrolla la creación de Dios, cumple su voluntad: “no rehuyas el trabajo penoso” (Eclo 7,15). El trabajo es una ley de la condición humana, se impone a todo hombre, aun antes de sentirse llamado por Dios.

6.- Es de sentido común, el trabajo es un derecho y, también, un deber. Requiere responsabilidad. El perezoso no tiene que comer (Pr 13,14), se expone a morir de hambre (21,25), nada hay como el hambre para estimular el trabajo (16,26). La ociosidad es una degradación: “la puerta da vueltas sobre sus goznes y el perezoso sobre su cama” (26,14), “a una piedra sucia se parece el perezoso, todo el mundo silba sobre su deshonra” (Eclo 22,1). Pablo es tajante: “Quien no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Ts 3,10).

7.- En la Biblia se aprecia el trabajo bien hecho. Sin trabajadores “ninguna ciudad podría construirse” (Eclo 38,32). Se alaba a la mujer que trabaja y no come el pan de la ociosidad (Pr 31,27). El salario es pan, algo sagrado: “Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario. Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al jornalero” (Eclo 34,18-22).

8.- El trabajo es ley de la condición humana, pero está afectado por el mal: “Maldito sea el suelo por tu causa. Con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan” (Gn 3,17-19). Arbitrariedad, violencia, injusticia, rapacidad hacen del trabajo no sólo un peso abrumador, sino fuente de odio y de división. Obreros privados de su salario (Jr 22,13), labradores oprimidos por el impuesto (Am 5,11), poblaciones sometidas a prestaciones forzosas (2 Sa 12,31; 1 Sa 8,10-18), esclavos condenados al trabajo y a los golpes (Eclo 33,25-29), trabajo agotador bajo una vigilancia despiadada en medio de una población hostil (Ex 1,8-14; 2,11-15; 5, 6-18).

9.- El Señor liberó a su pueblo de un trabajo duro y esclavizante. Su alianza tiene una serie de cláusulas destinadas a preservar el trabajo, si no ya de todo lo que tiene de penoso, por lo menos de sus formas más inhumanas. El sábado introduce una tregua en la agotadora sucesión del trabajo (Ex 20, 9ss) para asegurar al hombre y a todo viviente un tiempo de reposo (Ex 23,12; Dt 5,14) a ejemplo de Dios que se manifiesta como un Dios que trabaja, reposa, libera de la esclavitud (Dt 5,15).

10.- Los profetas denuncian las injusticias inspiradas en el afán de dinero. La codicia conduce a distintas formas de robo: lleva al comerciante a falsear las balanzas, a especular y a hacer dinero de todo (Am 8,5-6); al rico a hacer extorsiones y acaparar propiedades (Am 5,12;Is 5,8), a explotar a los pobres (Ne 5,1-5;Am 2,6); al jefe y al juez a exigir sobornos (Is 33;Ml 3,11), a violar el derecho (Is 1,23;Ml 7,3). La gente pregunta a Juan Bautista: ¿Qué debemos hacer? Les responde: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo"; dice a unos publicanos: "No exijáis más de lo que os está fijado"; y a unos soldados: "No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, contentaos con vuestra soldada" (Lc 3,10-14). "No podéis servir a Dios y al dinero", dice Jesús (Mt 6,24).  

11.- El trabajo es ensalzado por el ejemplo de Jesús, el carpintero (Mc 6,3) e hijo del carpintero (Mt 13,55), y por el ejemplo de Pablo, que trabaja con sus manos (Hch 18,3) y se gloría de ello (20,34; 1 Co 4,12). Sin embargo, los evangelios parecen observar sobre el trabajo un silencio sorprendente, por encima de todo destacan las obras de Dios: "mi padre sigue trabajando y yo también trabajo" (Jn 5,17). Es preciso descubrirlo, celebrarlo, colaborar con el trabajo de Dios: "Alabad al Señor por sus obras magníficas" (Sal 150), "grandes y maravillosas son sus obras" (Ap 15,3).

12.- Jesús anuncia el reino de Dios: "Buscad primero su reino y su justicia" (Mt 6,33). Lo demás, comer, beber, vestirse tiene su importancia, pero quien se preocupa por ello hasta perder de vista lo primero, lo pierde todo, aunque gane el mundo entero (Lc 9,25). Ante lo que es primero, lo demás pasa a segundo plano. Lo dice Jesús a Marta: "Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola" (Lc 10,41-42). Las aves del cielo no siembran ni siegan; sin embargo, Dios las alimenta. Los lirios del campo no se fatigan ni hilan; sin embargo, Dios los viste; ¿no hará mucho más con vosotros? (Mt 6,26-28).

13.- No absolutizar el trabajo, relativizarlo, no es desvalorizarlo, sino ponerlo en su sitio, situar su valor en el orden de la creación (15,11-15), un valor muy alto. Jesús, como sucede en la Biblia, toma comparaciones del mundo del trabajo: pastor, viñador, sembrador, segador, médico, no sólo está atento al oficio de los que elige como colaboradores (Mt 4,18), con todo su comportamiento supone un mundo en trabajo (Lc 15,8), no debemos enterrar el talento recibido sin hacerlo fructificar (Mt 25, 14-23). Pablo aconseja “apartarse de todo hermano que viva en la ociosidad” (2 Ts 3,6).

14.- El trabajo, dice el Concilio, "es para el trabajador y para su familia el medio ordinario de subsistencia; por él el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio", "de aquí se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, así como también el derecho al trabajo" (GS 67). Con este derecho se relaciona el derecho a una vida verdaderamente humana. Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, "toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad" (DDH 25,1; ver GS 26). Con el derecho al trabajo se relaciona también el derecho de asociación laboral: "Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses" (DDH 23,4; ver GS 68).

15.- El mensaje de Jesús revela la vocación de los hijos de Dios, muestra la dignidad del hombre, establece una jerarquía de valores que ayuda a juzgar en el trabajo. Su reino no es de este mundo, pero se halla en él como fermento. Defiende la dignidad del trabajador, da a su trabajo las dimensiones del amor fraterno. El amor fraterno (Jn 13,34) supera el egoísmo y disminuye la fatiga en el trabajo.

16.- El trabajo, situado en la perspectiva de quien todo lo hace nuevo (Ap 21,5), vuelve a ser lo que era en un principio, según el proyecto original de Dios. Ahora bien, “pasa la figura de este mundo” (1 Co 7,31), ¿qué queda del trabajo realizado? "El amor no pasa nunca" (13,8), "Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra" (Hb 6,10), "dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, dice el espíritu, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan" (Ap 14,13). El plan de Dios, dice Pablo, es la recapitulación de todo en Cristo: "Hacer que todo tenga a Cristo  por cabeza" (Ef 1,10).

 

* Diálogo: ¿Qué supone para nosotros el pan, el trabajo, la relación laboral? ¿Qué debemos hacer?